Proyecto Manhattan

En agosto de 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad contempló el detonar de las bombas más destructivas jamás antes creadas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Sin embargo, la historia de tan terrible tragedia dio inicio varios años atrás, específicamente, el 13 de agosto de 1942, con el comienzo oficial del Proyecto Manhattan. A continuación, os contamos su historia.

¿Qué fue el Proyecto Manhattan?

Proyecto Manhattan es el nombre clave que recibe el proyecto de investigación y desarrollo encargado del estudio, diseño y producción de las primeras armas nucleares, específicamente, las primeras bombas de fisión nuclear en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Fotografía de Leslie Groves y Robert Oppenheimer
Fotografía de Leslie Groves y Robert Oppenheimer.

Los países encargados de dar vida al Proyecto Manhattan fueron Canadá, Reino Unido y Estados Unidos, aunque sería este último el responsable de liderar la investigación y el desarrollo de las armas nucleares durante los primeros cuatro de los cinco años que estuvo vigente dicho proyecto.

En cuanto a la dirección del Proyecto Manhattan, esta estuvo a cargo del general mayor Leslie Groves, quien era, además, miembro del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos.

Asimismo, el físico nuclear Robert Oppenheimer sería el encargado de dirigir el Laboratorio de Los Álamos, el cual era la unidad de investigación encargada del desarrollo de las bombas nucleares propiamente dichas.

Origen del Proyecto Manhattan

Contexto histórico del Proyecto Manhattan

En el año 1938, dos químicos alemanes, Otto Hann y Fritz Strassmann, hicieron un descubrimiento que cambiaría el curso de la historia: la fisión nuclear, un proceso reactivo y nuclear que consistía en dividir átomos para crear grandes cantidades de energía.

El descubrimiento de Hann y Strassmann demostró que, al menos en teoría, era posible crear una bomba que emplease el principio de fisión nuclear, es decir, una bomba atómica.

Ante el peligro que representaba la creación de una bomba con tal poder destructivo, la mayoría de países occidentales miró con preocupación el hecho de que fuese la Alemania nazi la que liderara la construcción de tan peligroso artefacto.

En ese contexto, los físicos Leó Szilárd y Eugene Wigner enviarían al presidente de los Estados Unidos Frank D. Roosevelt, con el beneplácito del físico alemán Albert Einstein, la que sería conocida como carta de Einstein-Szilárd.

Fotografía de Leó Szilárd
Fotografía de Leó Szilárd (alrededor del año 1960).

En dicha misiva, se instaba al presidente Roosevelt a iniciar la investigación sobre este tipo de armas de destrucción masiva.

En un principio, el progreso de investigación fue sumamente lento; sin embargo, tras el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos dedicaría especial atención al estudio de las bombas de fisión nuclear.

Asimismo, para entonces el comité británico MAUD, que se encontraba bastante más adelantado en la investigación, decidió compartir sus avances sobre la fisión nuclear con el comité estadounidense.

Por su parte, los directores estadounidenses a cargo del proyecto relacionado con la investigación de las armas de fisión nuclear decidieron dividir las tareas de investigación en distintos equipos:

  • Equipo de la Universidad de California: comenzó a investigar la separación electromagnética.
  • Grupo de la Universidad de Columbia: estudiaba la difusión gaseosa.
  • Grupo del Instituto Carnegie de Washington: investigaba la difusión térmica.

13 de agosto de 1942: el inicio oficial del Proyecto Manhattan

El 13 de agosto de 1942 el Proyecto Manhattan daría inicio oficialmente. Las investigaciones comenzarían a crecer a pasos agigantados, especialmente tras recibir la inyección de 500 millones de dólares de la época por parte del gobierno del presidente Roosevelt.

Gracias a dicha financiación, se abrieron numerosos centros de investigación y desarrollo en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, siendo, por mucho, el más famoso de estos el Laboratorio de Los Álamos, lugar donde se desarrollarían las primeras bombas nucleares.

Prueba Trinity
Fotografía de la prueba Trinity, primera detonación de la historia de un arma nuclear (16 de julio de 1945).

Dos años después, y tras la colaboración conjunta con Canadá y Reino Unido, el Proyecto Manhattan poseía una nómina de 129.000 trabajadores, de los cuales 84.500 eran trabajadores de la construcción, 40.500 operadores de planta y 1.800 personal militar.

A pesar de ello, se estima que tan solo una ínfima parte de los trabajadores conocía a profundidad el alcance de su trabajo, lo que significa que muchos estadounidenses trabajaron en la construcción de la bomba de destrucción masiva más grande que se haya utilizado en una guerra sin siquiera saberlo.

Científicos del Proyecto Manhattan

El Proyecto Manhattan albergó alrededor de 13.000 trabajadores únicamente en la base de los Álamos (Nuevo México), que era la encargada del desarrollo de los modelos de bombas nucleares.

Naturalmente, entre la decena de miles de trabajadores que allí trabajaron, se encontraban algunos de los científicos en matemáticas, física, química y biología más brillantes de la época como:

  • Robert Oppenheimer, recordado como el padre de la bomba atómica.
  • Enrico Fermi, considerado uno de los arquitectos de la era nuclear.
  • John Von Neumann, afamado matemático astro-húngaro y creador del algoritmo de ordenamiento por mezcla (Merge Sort Algorithm en inglés).
  • Léo Szilárd, uno de los autores de la carta de Einstein-Szilárd y, por tanto, uno de los responsables del inicio del desarrollo de la bomba atómica.
  • Esward Teller, quien, tiempo después, se convertiría en el padre de la bomba hidrógeno.

Consecuencias del Proyecto Manhattan

Little Boy y Fat Man: la tragedia de Hiroshima y Nagasaki

El 6 de agosto de 1945 a las 08:16;45 horas, bajo las órdenes del presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman, el B-29 estadounidense Enola Gay dejo caer sobre Hiroshima una bomba nuclear.

Nube atómica sobre Nagasaki
Nube atómica sobre Nagasaki (9 de agosto de 1945).

Dicho artefacto, apodado Little Boy, albergaba en su interior 60 kg de uranio-235, suficiente material detonante como para provocar una explosión equivalente a 16.000 kilos de TNT (16 kilotones).

Tras la detonación de Little Boy, 75.000 personas murieron en el acto y 60.000 más antes de fin de año. El recuento final arrojó 200.000 muertos más. Asimismo, de la población sobreviviente, al menos unos 100.000 padecieron distintos tipos de enfermedades como esterilidad, cáncer, ceguera, etc. durante los años siguientes.

Tres días después, el 9 de agosto de 1945, el B-29 estadounidense Bockscar dejaría caer una segunda bomba nuclear, esta vez sobre la ciudad japonesa de Nagasaki. Este nuevo artefacto, apodado Fat Man, empleaba plutonio en lugar del uranio-235 de su antecesora, la Little Boy, cuyo peso y potencia fue considerablemente menor a los 21 kilotones de la Fat Man.

Tras la detonación de Little Boy, 40.000 personas murieron en el acto y otras 25.000 fueron heridas. Aunque, al igual que ocurrió en Hiroshima, miles de víctimas serían afectadas por el envenenamiento y la radiación residual de la detonación.

A consecuencia de la destrucción masiva de dos de sus ciudades, el Imperio de Japón se rendiría el 15 de agosto de 1945. Sin embargo, este sería tan solo el comienzo de las nefastas secuelas de la radiación residual en las zonas circundantes a la detonación.

Por su parte, Albert Einstein, anonadado por lo ocurrido en Japón, se lamentó y deseó jamás haber entregado la conocida como carta Einstein-Szilárd al presidente Roosevelt.

Si bien Einstein no participó directamente en la creación de la bomba, como sí lo hicieron Oppenheimer, Fermi y otros más, la carta que envió al presidente Roosevelt había sido el detonante principal de la construcción del arma más destructiva utilizada hasta la fecha.

Referencias

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