Críticas de Perdición (1944) - FilmAffinity
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Perdición

Cine negro. Intriga. Thriller En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
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Críticas 180
Críticas ordenadas por utilidad
22 de diciembre de 2009
70 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
La perdición consiste para Walter Neff (Fred MacMurray), agente de seguros, en conocer a Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck) cuando busca renovar la póliza de seguros de los dos automóviles de su marido. Yo no veo problema en saber desde el principio quién es el asesino de éste, porque el interés reside en cómo se desarrolla la trama y se descubre, no es saber quién cometió el asesinato.

Los afilados diálogos son los propios de cualquier novela negra de Raymond Chandler (aunque están extraídos de la obra de otro autor, él sólo se ocupó del guión) y puedes disfrutar de las rápidas frases que se intercambian Walter y Phyllis: en su primer encuentro, frente a las insinuaciones de él, ella le susurra “Me pregunto si entiendo lo que dice” y él le espeta directo “Me pregunto si se lo pregunta”. Genial.

Pero… siendo objetivos y procurando no dejarse llevar por la gran admiración que Billy Wilder nos inspira, la verdad es que ésta no es una película redonda. Para empezar, es más que chocante que Phyllis despierte en Walter esa gran pasión a los diez minutos de conocerse. Un calentón, se comprende, eso sucede incluso en menos tiempo, pero aceptar matar al marido de alguien que se acaba de conocer, eso sólo se hace por dinero, no porque en dos días se esté rendidamente enamorado. La historia continúa también de forma apresurada y apenas hay tonalidades grises en la psicología de los personajes. El disimulo del encuentro en el supermercado, consistente sólo en ponerse unas gafas oscura, es ridículo.

Ignoro si Barbara Stanwick resultaba en 1944 una convincente mujer fatal capaz de llevar a la perdición a un hombre. Supongo que lo de llevar una pulsera en el tobillo sería por entonces el no va más del atrevimiento y el atractivo sexual, pero a mí me parece muy poco atractiva en ese papel con la peluca platino. En papeles de mujer de carácter sí estuvo siempre creíble, pero como mujer extremadamente seductora, no me convence. Yo no mataría por ella y dudo también que Walter lo hiciera.

Me rendí sin discusión ante “Testigo de cargo” o “El crepúsculo de los dioses”, por poner sólo dos ejemplos de la filmografía de Wilder, pero a ésta no la puedo considerar una obra maestra del cine clásico. Eso sí, Edward G. Robinson en su papel de supervisor del agente de seguros, está asombroso.
Cinexin
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10 de agosto de 2008
111 de 171 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ding, Dong!
- Buenos días, vengo a venderle una enciclopedia.
- Sí pase. Oh, le amo. ¿Quiere matar a mi marido?

10 minutos después, en el supermercado...
- No nos podremos ver en una o dos semanas
- ¡No! Dios mío, ¿Podré sobrevivir sin poder tenerte entre mis brazos? (ponen mejilla contra mejilla)
- Cuidado, ¡la boticaria!, ponte las gafas de sol para que no te reconozca, agarra un paquete de azúcar, y silba.

Sinceramente, estas cosas no las puedo soportar. Si aparecen OVNIS, si Barbara Stanwyk resultase ser un alma en pena enviada por Satanás, si Fred MacMurray se pone a volar, incluso si Edward G Robinson da el estirón de golpe y mide 2 metros diez, hago acto de fé y me lo trago. Pero este amor, no. Sea intencionado o no, no me cuela. Por mucha cara de tolai que tenga el McMurray y por muy largas que sean las piernas de la Stanwyk, esto no lo digiere ni el menos espabilao. No dejéis que Wilder os la dé con queso.

Sólo por Edward, la película llega a ser interesante. El mérito del enanito es, por tanto, incalculable y hace que esta sea una de las mejores interpretaciones (¡y de secundario!) jamás realizadas en la historia del llamado séptimo arte.
Sines Crúpulos
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28 de agosto de 2006
61 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto con "Sunset Boulevard" la obra cumbre de Wilder, una OBRA MAESTRA sin paliativos, abrumadora y espectacular.

Basada en la obra de John McCain (autor de obras tan conocidas como "El Cartero siempre llama dos veces" y guionista de la versión epónima de Bob Rafelson en colaboración con David Mamet..., o guionista de obras tan conocidas como "Alma en suplicio" de Michael Curtiz u "Ossessione" de Luchino Visconti) titulada "Three of a kind" y basada en un famoso caso real ocurrido a finales de los años 20 en NY, fue traducida de dos formas en castellano; para Sudamérica como "Pacto de sangre" y en España como "Perdición".

La espectacular y paradigmática fotografía en blanco y negro de John F. Seitz, es una referencia clásica dentro del cine azabache de los 40, y la música perturbadora de Miklós Rózsa, sobre todo al inicio de los títulos de crédito con la silueta de Walter Neff (o tal vez el señor Dietrichson) en muletas, ambientan esta cinta con guión adaptado del prestigioso Raymond Chandler y del propio Wilder.

Wilder recurre en esta cinta a algunos de sus personajes favoritos como ya hiciera en "El Apartamento" y/o "En bandeja de plata" ; el mundo de las compañías aseguradoras, con sus vendedores y sus ascensoristas..., y los sitúa en una trama de cine azabache; a saber el recurso narrativo de una voz en off (el personaje de Walter Neff interpretado brillantemente por Fred MacMurray), una mujer fatal (Phyllis Dietrichson interpretada por una cautivadora Barabara Stanwyck), un asesinato, un final tormentoso, perdedores,y humo, mucho humo...El de los cigarros de Walter y los puros de Barton Keyes,el jefe del departamento de siniestros interpretado soberanamente por el gran Edward G. Robinson...

Uno nunca se cansa de ver esta cinta sublime, que marcó la pauta junto con un ramillete de excelentes películas de uno de los géneros más grandes en la historia del cine, el de ese negro que siempre viste tan elegante...

Los diálogos tienen esa deliciosa, concisa y sentenciadora ironía de las novelas de Chandler y cuando la cinta llega a su fin, el eco de las últimas y recurrentes palabras de Walter Neff a su querido Keyes; "...yo también te quiero..." aún reverberan en nuestros oídos.

Como dato anecdótico y si queréis curioso, esta obra maestra tiene el orgullo de la participación de un españolito que por aquel entonces ya había trabajado a la orden de gente tan importante como Orson Welles y el propio Billy Wilder, interpretando en esta ocasión el papel de Sam Garlopis, un camionero que intenta "enchufar" un pufo a la compañía y es sonrojantemente desenmascarado por el sagaz Barton Keyes y "sus enanillos en el estómago", tan perspicaces ellos...

Para los fanáticos de esta obra maestra hay un enlace web de la película en su versión original; www.filmsite.org/doub4.html. Disfrutadlo.

M A G I S T R A L.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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4 de mayo de 2007
45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Perdición" viene a ser como una receta magistral que determina a la perfección cuáles deben ser los procedimientos y aderezos necesarios para conseguir el sabor del más auténtico y genuíno cine negro. Sin embargo, disponer de todos esos ingredientes ( fotografía tenebrosa, música asfixiante, guión sin fisuras, diálogos mordaces e interpretaciones solventes ) no serviría de nada sin un cocinero para guisarlos adecuadamente. Billy Wilder es quien le infunde el estatus de obra maestra a "Perdición". No lo duden. Mis enanos cinéfilos tampoco me han fallado nunca.

P.D. : Barbara Stanwyck no lo hace mal pero con Lana Turner o Lauren Bacall como "femme fatale" mi nota hubiera ascendido automáticamente a 10.
Taylor
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13 de febrero de 2008
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder, gran maestro que supo retratar como nadie los entresijos de la infidelidad y del adulterio motivados por la infelicidad conyugal, se introdujo de lleno en este thriller de cine negro que reúne todos los elementos imprescindibles para ser uno de los grandes exponentes de dicho género.
No ofrece nada que se pueda tachar de original ni de innovador. Personajes arquetípicos, situaciones de las que ya hemos visto repetidas veces, una trama que no se desvía de su desarrollo inexorable hacia el desenlace intuido... Pero lo que la convierte en brillante tal vez sea el carisma de los protagonistas, el guión minuciosamente elaborado, ese aire a gran clásico que se respira en este thriller que recoge una hora y media de inmortalidad.
El argumento puede sonar a típico, y lo es: agente de seguros varonil, seguro de sí mismo y con lengua ágil (ejemplo del tradicional galán machote, duro y exitoso con las mujeres) cae en las redes de una mujer turbadora (típica femme fatale rodeada de un halo sensual y peligroso, calculadora y todo menos florecilla indefensa). Alrededor de ellos, giran otros arquetipos, como el investigador y sabueso de la agencia de seguros, encarnado por un portentoso Edward G. Robinson. Sus audaces y acertadas intuiciones y deducciones son dignas de seguir, convirtiéndolo en uno de los personajes más interesantes. También tenemos el clásico marido adinerado y rudo, que mantiene con su esposa una relación tensa y déspota. La joven hija del primer matrimonio del marido, que supone un obstáculo...
Ingredientes tradicionales reunidos con gran elegancia, con magnífica viveza y agudeza en los diálogos; la atmósfera de pasión prohibida, de disimulo, de transgresión de los límites de la moralidad, de desobediencia ciega a los dictados de la conciencia, de funesto presagio...
Película que, en el fondo, trata de algo tan universal como las locuras que se pueden llegar a cometer por pasión amorosa. Del instante en que la vida entera da un vuelco absoluto, pasando del equilibrio y la estabilidad a la zozobra y la sensación de que el suelo se vuelve movedizo bajo los pies. Y, si dicha pasión arrolladora va acompañada de ambición y avaricia, entonces razón de más para que muchos pierdan la cabeza por completo.
Este drama nos habla sobre el momento en el que caemos para perdernos sin remedio en el laberinto de las tentaciones más fuertes (las del amor, del deseo y de la codicia), momento en el que arrojamos por la borda las precauciones y apostamos todo a una carta. Y hay tantas probabilidades de que la jugada salga bien, como de que salga mal.
Y, mientras descendemos conscientemente, pero inevitablemente, al dulce infierno que va cavando una tumba a nuestro alrededor, y en el fondo sabemos que allá abajo, al final de la caída, sólo nos espera un duro golpe... Pese a todo, nos arrojamos al vacío porque preferimos la seducción del abismo a la seguridad de caminar sobre tierra firme y llana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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