Historia de Marivent, el palacio de vacaciones de la familia real

Historia y curiosidades del Palacio de Marivent, la residencia de vacaciones de la familia real

Por primera vez en su historia el Palacio de Marivent abre sus puertas a la sociedad civil mallorquina en una recepción con los reyes.

Foto: Gtres.

Ya está todo listo en el Palacio de Marivent para acoger la tradicional recepción de los reyes a la sociedad civil mallorquina. Un acto muy especial que regresa tras la pandemia y que se celebrará por primera vez en la que es la residencia de vacaciones de Felipe VI y Letizia.

Y es que, aunque todos tenemos en nuestra el posado de los reyes en la fachada de Marivent, nunca hemos visto cómo es el palacio por dentro.

Este año un grupo de privilegiados tendrá la oportunidad de recorrer en primera persona sus estancias. Pasear por los jardines y pasillos en los que don Juan Carlos recibió a personalidades como Bill y Hillary Clinton, Mijail Gorbachov, Hugo Chávez, Michele Obama o la mismísima Lady Di. Y ver dónde el príncipe Felipe VI y Letizia descansan de su apretada agenda en Palma.

El Palacio de Marivent fue originalmente un museo

Marivent fue construido entre 1923 y 1925 en Palma de Mallorca, junto a Cala Major (Foto: Gtres)

El Palacio de Marivent se ubica en Palma de Mallorca, junto al acantilado de Cala Major. A diferencia del resto de palacios de la familia real, éste no pertenece a Patrimonio Nacional, sino a la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares. Una particularidad que se debe a que su primer propietario, Juan de Saradakis, donó tras su muerte el palacio a la isla.

El palacio fue construido en un tiempo récord entre 1923 y 1925 por el arquitecto Guillem Forteza. Éste recibió el encargo de Saradakis, que residió en Marivent hasta su muerte. Fue entonces cuando su viuda, Anunciación Marconi, siguiendo la última voluntad de su marido, cedió el palacete a la Diputación Provincial de Baleares con la condición de que se habilitara como museo y que estuviera abierto al público.

Palacio Marivent
Su primer dueño Juan de Saradakis guardaba en su interior miles de obras de arte que se expusieron en el palacio
como museo (Foto: Gtres)

En 1973 el Palacio de Marivent se convirtió en la residencia de verano de los reyes

Como todos sabemos, esto no se cumplió, pues en 1973 la Diputación cedió el palacete al entonces príncipe de España, don Juan Carlos, que lo empezó a utilizar como residencia de verano. Esta decisión fue muy polémica y llevó a los descendientes de Saridakis hasta los tribunales.

En 1988 el Tribunal Supremo sentenció que el gobierno balear debía devolver a los herederos las 1.300 obras de arte, los 2.000 volúmenes de la biblioteca y el centenar de valiosos muebles que contenía el palacio de Marivent. Obras de Sorolla, Rusiñol, Joaquím Mir, Picasso y Delacroix que fueron cedidas a cambio de que el palacete fuera un museo.

Esta decisión parece que no supuso un mayor problema para la reina Sofía, quien aprovechó la oportunidad para decorar Marivent a su gusto, siguiendo una estética griega.

Un palacio principal, tres casas anexas y un interior secreto y privado

Palacio Marivent
La finca de 33.000 m2 se compone de un palacio principal, tres casas anexas y un amplio jardín (Foto: Gtres)

El palacio se ubica en un terreno de 33.000 metros cuadrados con frondosos y espectaculares jardines. Además del palacio principal, en el terreno hay dos fincas anexas, Son Vent y Son Ventet. Situadas en unos terrenos cedidos por el Ministerio de Defensa cuando Felipe VI era príncipe.

Marivent se divide en dos plantas. Una zona baja en la que se ubica el comedor, la biblioteca, el dormitorio principal donde dormían don Juan Carlos y doña Sofía; la cocina y un salón con terraza y vistas al Mediterráneo.

En la segunda planta hay seis habitaciones y cuatro baños. Mientras que en la torre hay un estudio y despachos. Además, el palacio cuenta con pequeños apartamentos destinados al personal de Casa Real.

Pero Además del palacio principal, el complejo de Marivent cuenta con tres casa anexas que fueron construidas después de que Juan Carlos eligiera el palacio con residencia de verano. Tres casitas que fueron construidas para cada uno de sus hijos, una para la infanta Elena, otra para Cristina y una última para Felipe VI, y que se hicieron siguiendo la estética mallorquina.

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