Este oasis silencioso y verde de Londres fue el preferido de la Reina Isabel II. Te contamos cómo es y por qué es tan impactante.
Los jardines del palacio de Buckingham conforman un oasis de casi 16 hectáreas en Londres: un horizonte de césped perfectamente cortado, bordes herbáceos perfumados y praderas de flores silvestres repletas de abejas.
Es un verdadero oasis vegetal en la capital británica, un pulmón verde que puede presumir de más de 1.000 árboles, incluída una morera que data de la época de Jacobo I de Inglaterra (siglos XVI y XVII) y un lago del siglo XIX
Hay un sector de plátanos plantados en honor a la Reina Victoria y también una pequeña isla dentro del lago. Hay cascadas, un prado de flores silvestres, una gran avenida de castaños y la llamada colección nacional de moreras (se plantaron para dar alimento a unos gusanos de seda, pero la especie no era la adecuada y no fructificó, aunque los árboles permanecieron). Todo protegido del ruido por una gran barrera vegetal de 150 metros que evita que los ruidos de la ciudad traspasen hacia el jardín.
Por supuesto también hay un jardín de rosas, ya que es una de las flores favoritas de la Reina Isabel. De hecho, cada lunes, si está en palacio, los jardineros recogen un ramo de esta flor fresca para ella. Hay grandes macizos estratégicamente plantados para que pueda admirarlos desde su ventana.
La joya de la corona
También en los jardines se puede ver la joya más preciada de la corona: un lago de más de 14.000 metros cuadrados que toma sus aguas del arroyo Serpentine, de Hyde Park. Cuenta la leyenda que Alberto se cayó en el patinando sobre hielo en 1841 y tuvo que ser la propia reina quien lo rescatara.
Alrededor del lago hay cinco colmenas de abejas que producen unos 160 tarros de miel cada año, que se consumen en las cocinas de palacio. La miel no es el único producto que produce el jardín, de allí también salen algunos de los ingredientes que contiene la ginebra que comercializa la casa real, como el limón, la verbena y las bayas de espino.
El paisajismo del lugar, tal y como se conoce ahora, es de 1820, cuando Jorge IV diseñó los jardines y convirtió el palacio en su hogar y el de los siguientes monarcas británicos.