Cómo llegar a ser un cero a la izquierda en la esfera política internacional
Pocas cosas hay peores que haberse ganado a pulso la fama de no mantener la palabra dada, de cambiar de criterio de un día para otro, de decir hoy blanco y mañana negro. Lo anterior, unido a la política doméstica de Pedro Sánchez de propiciar la división entre españoles y aliarse con los separatistas catalanes y vascos le ha granjeado convertirse en un mandatario irrelevante en el escenario internacional y ser un cero a la izquierda entre los líderes políticos que ejercen influencia ¡Y así le va!
El periplo internacional de Sánchez en favor del reconocimiento del Estado palestino lo había anticipado el martes, 9 de abril, la portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, la zaragozana Pilar Alegría. Fue en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.
Nada más comenzar su cantinela, Pilar Alegría hizo una pausa… Puso cara seria y sin que mediara un redoble de tambores ni un toque de trompetas proclamó con toda solemnidad: “Permítanme que les haga un anuncio de especial relevancia” …
Rostros de sorpresa, ceños fruncidos, oídos atentos, expectación entre los periodistas… Y la que ejerce de ministra de Educación en sus ratos libres continuó: “Esta semana, el presidente del Gobierno inicia una serie de viajes, encuentros y contactos con líderes europeos e internacionales, para compartir su preocupación por la situación de Gaza y la necesidad de impulsar el reconocimiento de Palestina como Estado”.
Ejercer de líder mundial en Oriente Medio
Dicho y hecho. Pedro Sánchez ha cumplido su gran objetivo histórico como el gran caudillo político mundial que pretende ser. Ha dejado de lado al mandatario norteamericano Joe Biden y al chino Xi Jinping. También al alemán Olaf Scholz, al francés Emmanuel Macron y, por supuesto, al ruso Vladimir Putin ¡Qué sabrán ellos del perenne conflicto entre árabes y judíos!
En uno de los reactores Falcón que el Ejército del Aire y del Espacio pone a su disposición, el jefe del Ejecutivo español ha volado de aquí para allá, en un apoteósico y exitoso periplo por medio planeta ¡Ah! que no, que ha sido sólo un recorrido por cuatro capitales ¡Vaya por Dios!
Pero el caso es que se ha entrevistado con los más importantes dirigentes mundiales… ¡Ah! que tampoco, que ha sido con los primeros ministros de Noruega, Irlanda, Eslovenia, Bélgica y el recién elegido de Portugal, que se ha acercado por la Moncloa ¡Bueno, no importa! Pero ha hablado con los que llevan las riendas de unos cuantos países europeos.
Lo cierto es que los encuentros de Sánchez con sus homólogos se han saldado con el pleno apoyo a su iniciativa de los jefes de ejecutivos de Oslo, Dublín, Liubliana, Bruselas y Lisboa. Todos ellos han apostado por el reconocimiento inmediato de Palestina como Estado ¡Ah! que va a ser que no, que le han despacho con que “no es el momento”, “ya veremos”, “mejor esperar a una resolución de la ONU”, “cuando se den las circunstancias adecuadas”, “llámame cuando quieras y hablamos”, “saluda de mi parte a tu esposa”.
Y es que el hombre que abandera la alianza de partidos que forman el Gobierno de España, se ha querido arrogar el papel de paladín y valedor mundial del reconocimiento internacional del Estado de Palestina… y le ha salido el tiro por la culata. No es agradable, porque significa que, de algún modo, a todos los españoles nos han dado con la puerta en las narices.
La cortesía que impide decir no, pero tampoco sí
Los primeros ministros con los que se ha entrevistado han atendido la llamada de la Moncloa, le han recibido con condescendencia y le han permitido exponer sus reflexiones sobre la crítica situación que atraviesa la población de Gaza y la guerra sin cuartel entre las fuerzas de Israel y los terroristas de Hamás ¡Como si no lo supieran!
Pero ninguno de los que han sonreído a Sánchez a su llegada ha comprado la moto que el español les quería vender: reconocer el Estado palestino en lo que queda del primer semestre del año en curso. En lugar de negativas, le han dado largas y han utilizado eufemismos que, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
Porque, al más alto nivel, en el ámbito de la diplomacia y la política exterior entre Estados impera la cortesía, las buenas palabras y se evita pronunciar la palabra NO. Los intereses nacionales de cada uno de los cinco interlocutores de Pedro Sánchez están por encima de todo, y más cuando los informes de sus embajadores en España y sus respectivos Servicios de Inteligencia les tenían alertados con algo así como… “déjalo pasar”.
En definitiva, la iniciativa del presidente español llega en un momento inapropiado y no ha convencido. Sin un alto el fuego acordado, con disparos y explosiones que provocan muertos y heridos diarios en la franja de Gaza, los rehenes israelíes capturados por Hamás sin ser liberados, el indescriptible dolor de sus familiares y los insufribles padecimientos de la población de Gaza ¿A dónde vas, chapulín?
Es bueno recordar la quinta regla de la primera semana de ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, que reza tal que así: “En tiempo de desolación, nunca hacer mudanza”. Quiero pensar que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, le habrá recordado tal sentencia a su maestro Pedro. Los dos van de listos por el mundo, pero uno, Albares, se escucha lo que pomposamente dice y el otro, Sánchez, atribuye a otros lo que no han dicho. No son gemelos, pero ¡Vaya par!