Bujarin (1929): El testamento politico de Lenin.
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Nicol�s Bujar�n


El testamento político de Lenin

Informe en la sesi�n recordatoria por
el 5to aniversario de la muerte de Lenin
21 de enero de 1929




Escrito: Declaración hecha en la sesión recordatoria del 5to aniversario de la muerte de Lenin, Moscú, 12 de enero de 1929.
Primera Edición En N. Bujarin, El testamento pol�tico de Lenin. Mosc�. Ed. Pravda y Bednot�, 1929 (ed. en ruso).
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 2002.




Camaradas:

Las creaciones de los grandes hombres -y uno de los m�s grandes fue nuestro difunto maestro y jefe- constituyen el maravilloso tesoro de las ideas. Es necesario escoger entre la admirable diversidad de este tesoro. Se debe limitar el tema, ya que las riquezas del testamento ideol�gico son inagotables e inabarcables. Por lo tanto, limito el tema de mi intervenci�n al testamento pol�tico de Lenin, vale decir al conjunto de pensamientos que Vladimir Ilich dej� como su �ltima palabra, la m�s sabia, la m�s ponderada, como sus �ltimas y m�s meditadas instrucciones. Me referir� al plan de trabajo trascendente y genial, reservado al partido que Lenin creara y condujera, al que llev� a la victoria, al que dirigi� en los heroicos d�as de hierro de la guerra civil, al que reestructur� y condujo nuevamente al combate en la �poca de las enormes labores econ�micas ya iniciadas.

Lo m�s importante que nos leg� el camarada Lenin se encuentra en cinco de sus art�culos extraordinarios y profund�simos por su contenido: P�ginas de un diario, Nuestra revoluci�n, C�mo debemos reorganizar la Inspecci�n Obrera y Campesina, Mejor poco, pero mejor y Sobre el cooperativismo'. Si los leemos con atenci�n todos estos art�culos no son trozos aislados y dispersos, sino partes org�nicas de un gran todo, de un solo gran plan de la estrategia y la t�ctica leninistas, de un plan desarrollado en base a una perspectiva perfectamente definida, prevista por la mirada genial y aguda del jefe de las fuerzas revolucionarias mundiales.

S� muy bien que todos estos art�culos han sido citados de manera reiterada y que pr�cticamente cada frase de los mismos fue objeto de estudio. Pero existe hasta hoy un blanco que deseo llenar en esta reuni�n solemne y recordatorio. Este blanco consiste en que a�n no se ha intentado -hasta donde conozco-desentra�ar estos art�culos en su mutua vinculaci�n, entenderlos precisamente como parte de un gran plan de largo alcance de toda nuestra labor comunista.

Al iniciarse el sexto aniversario del penoso fallecimiento de nuestro maestro es posible que surja un temor: �no estaremos filosofando m�s de la cuenta, no estaremos vinculando con retraso, y adem�s de manera artificioso, lo que para Lenin fueran s�lo observaciones aisladas, aunque geniales? En realidad, �qu� tienen en com�n la evaluaci�n de toda nuestra revoluci�n y las indicaciones sobre c�mo reorganizar la Inspecci�n Obrera y Campesina? No obstante, el propio autor de los art�culos los ve�a como la expresi�n de cierto plan �nico.

Precisamente en el art�culo sobre la Inspecci�n Obrera y Campesina -al parecer, �aqu� hay 's�lo' una cuesti�n "parcial"!- Lenin escribe: "As� es como vinculo en mi pensamiento el plan general de nuestro trabajo, de nuestra pol�tica, de nuestra t�ctica, de nuestra estrategia, con las tareas de la Inspecci�n Obrera y Campesina reorganizada."

Si miramos atentamente los �ltimos art�culos de Lenin, veremos que en ellos hay tanto una evaluaci�n general de nuestra revoluci�n desde el �ngulo de la posibilidad de construir el socialismo en nuestro pa�s, como l�neas generales n�tidamente trazadas de nuestro desarrollo, un an�lisis muy profundo -aunque muy breve- de la situaci�n internacional, fundamentos de nuestra estrategia y t�ctica, y tambi�n cuestiones sobre nuestra edificaci�n econ�mica y problemas de la revoluci�n cultural, cuestiones sobre las correlaciones fundamentales de clase, sobre el aparato estatal y sobre la organizaci�n de las masas y, por �ltimo, sobre la organizaci�n de nuestro partido y su direcci�n. De hecho, no existe ning�n tema de cierta importancia en cuanto a nuestra pol�tica, cuyo an�lisis no haya ocupado un lugar en este plan general desarrollado por el camarada Lenin en sus �ltimas instrucciones. Lenin no desarroll� estos problemas fundamentales de la pol�tica desde el punto de vista de una coyuntura moment�nea y pasajera, sino que los plante� desde el �ngulo de la 'gran pol�tica", de las m�s vastas perspectivas, de los caminos generales, de la v�a magna de nuestro desarrollo. Su an�lisis no es el an�lisis mezquino de un peque�o sector, sino un enorme cuadro donde est� representada con inusual fuerza y la simpleza y expresividad m�s convincentes la dif�cil marcha del proceso hist�rico. De dicho an�lisis Lenin extrae conclusiones cardinales, pero subordina a ese mismo an�lisis el detalle organizativo relativamente secundario. La tarea que me planteo hoy es describir todo el plan de Lenin como una unidad.

I. La evaluaci�n general de nuestra revoluci�n desde el �ngulo de la posibilidad de la edificaci�n socialista

Comenzar� por el problema de la evaluaci�n general de nuestra revoluci�n desde el �ngulo de la posibilidad de la edificaci�n socialista en nuestro pa�s. Esto es lo que aborda el art�culo que as� se llama: Nuestra revoluci�n. A primera vista (superficial) se puede considerar este art�culo como algo casual, casi una nota a modo de rese�a. Sin embargo es totalmente equivocado. Por sus ideas, la nota Nuestra revoluci�n es una de las creaciones m�s originales y audaces de Vladimir Ilich. Desde luego, no es causal que haya elegido el tema "nuestra revoluci�n", o sea una evaluaci�n de esta revoluci�n y de sus posibilidades en conjunto. Previ� que podr�an surgir diversas dudas con respecto a la edificaci�n del socialismo en nuestro pa�s; sab�a que, probablemente, nuestra clase obrera deber�a soportar m�s de una ola de diferentes "ataques", tanto desde los partidos que alguna vez actuaron como enemigos pol�ticos activos dentro de nuestro pa�s como de parte de sus continuadores y de los renegados de nuestro propio partido. Comprend�a perfectamente que las diversas dificultades de la edificaci�n podr�an plantear una y otra vez a los intelectuales vacilantes el problema de la posibilidad del socialismo en nuestro pa�s: que aparecer�an admiradores encubiertos de las relaciones "normales", capitalistas; que de tanto en tanto renacer�a la verborrea de los emigrados rusos blancos sobre la enorme utilidad de la Revoluci�n de Octubre desde el �ngulo de la eliminaci�n de los viejos escudos nobiliarios, de las caballerizas feudales y del medioevo zarista, pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista de la prosperidad y de la futura victoria del nepman. Sabemos muy bien que esas dudas existieron, que en algunos lugares existen y, con toda probabilidad, existir�n durante cierto tiempo.

Es por ese motivo que Lenin plante� una vez m�s la cuesti�n cardinal de "nuestra revoluci�n", del car�cter de nuestra revoluci�n, de su evaluaci�n en conjunto.

El camarada Lenin plantea un problema fundamental: se afirma que no ten�amos suficientes premisas econ�micas y culturales objetivas para el paso al socialismo. Est� bien. Pero esto a�n no resuelve el asunto. �Qu� es lo que no entienden los pedantes kautskystas? No entienden lo principal: que si bien desde el �ngulo de la historia mundial deben llevar a cabo la revoluci�n proletaria los pa�ses desarrollados, los pa�ses con una base econ�mica extraordinariamente desarrollada, m�s que "suficiente" para el paso al socialismo (aunque nadie puede decir desde qu� pelda�o del desarrollo comienza esta suficiencia), pueden haber excepciones especiales, determinadas por la peculiaridad de la situaci�n externa e interna. Esa peculiaridad de la situaci�n es precisamente la que tuvo lugar aqu�, ya que la revoluci�n estuvo vinculada, primero, con la guerra mundial; segundo, con el inicio de la gigantesca efervescencia revolucionaria entre los cientos de millones de los pueblos orientales, y tercero, con la combinaci�n especialmente favorable de las fuerzas de clase dentro del pa�s, la combinaci�n que ya Marx en los a�os 50 del siglo pasado, consider� la m�s ventajosa: la combinaci�n de la guerra campesina con la revoluci�n proletaria. Y fueron precisamente esas circunstancias, esa situaci�n totalmente peculiar y original, la que sirvi� de base a todo el desarrollo de nuestra revoluci�n. Se torn� posible una situaci�n tan original, en la que primero conquistamos el "poder obrero y campesino' y s�lo despu�s debemos, 'con ayuda del poder obrero y campesino y del sistema sovi�tico pasar a alcanzar a las dem�s naciones". Adem�s, Vladimir Ilich necesita estos razonamientos excepcionalmente audaces para tender desde all� un hilo hacia lo ulterior. Si en nuestro pa�s la revoluci�n socialista se sostiene en buena medida sobre esa combinaci�n especial de las fuerzas de clase que ya fuera tomada en cuenta por Marx, esta "combinaci�n de la revoluci�n proletaria y la guerra campesina" (vale decir, la alianza de la clase obrera con el campesinado, bajo la direcci�n de la clase obrera), debe ser prolongada y sostenida a cualquier precio; puesto que si nos vemos privados de esta combinaci�n particularmente favorable de las fuerzas de clase, se desmorona toda la base del desenvolvimiento de la revoluci�n socialista en nuestro pa�s.

Al evaluar nuevamente "nuestra revoluci�n" como socialista, despu�s de rechazar los argumentos principales de quienes coqueteaban con el regreso al "sano capitalismo", a la restauraci�n burguesa, y de caracterizar "nuestra revoluci�n" en todo su alcance, Lenin plantea con inusual preocupaci�n el problema m�s general del car�cter del desarrollo de "nuestra revoluci�n" y, por consiguiente, de los fundamentos, de las orientaciones de nuestra t�ctica. Lenin prev� el peligro de que los hombres, ocult�ndose tras la frase revolucionaria, no comprendan todo el cambio enorme, decisivo, esencial, que se est� operando en todo el desarrollo de la sociedad despu�s de la conquista del poder por el proletariado.

II. La orientaci�n general de nuestro desarrollo y la direcci�n general de la pol�tica

De aqu� parte otra vez una formulaci�n desusadamente audaz, brillante y precisa y excepcionalmente en�rgica de este problema. Vladimir Ilich la expres� en su excelente art�culo Sobre el cooperativismo.
  
En dicho art�culo, el camarada Lenin manifiesta:
"...Nos vemos obligados a reconocer que se ha producido un cambio radical en toda nuestra visi�n del socialismo".

�Cu�ndo y d�nde se formul� con tal agudeza esta tesis? Yo afirmo que, de entre todas las obras, esta tesis est� formulada de la manera m�s n�tida y con toda la cruda y apasionada energ�a pol�tica precisamente en el art�culo Sobre el cooperativismo.

"... Nos vemos obligados a reconocer que se ha producido un cambio radical en toda nuestra visi�n del socialismo'-"', escribe el camarada Lenin.

'Este cambio radical consiste en que antes pon�amos el acento fundamental, y as� deb�a ser, en la lucha pol�tica, en la revoluci�n, en la conquista del poder, etc. Ahora el acento cambia y se desplaza hacia el trabajo pac�fico, organizativo, �cultural�. Dir�a que el acento se desplaza hacia el trabajo educativo, si no fuera por nuestras relaciones internacionales, si no fuera porque tenemos que luchar en escala mundial por nuestra posici�n. Pero si dejamos esto a un lado y nos limitamos a las relaciones econ�micas internas, en realidad el acento de nuestro trabajo se desplaza hacia la educaci�n".

Esto no significa, de ning�n modo, que Lenin niegue aqu� la lucha de clases, ya que el trabajo "organizativo, pac�fico, cultural" es tambi�n una forma especial de la lucha de clases. Esto significa que el proletariado conduce tras de s� a todo el pueblo trabajador, que responde por el desarrollo de toda la sociedad en su conjunto, que se convierte en el gran organizador colectivo de toda la "econom�a nacional", que la orientaci�n del desarrollo no sigue la l�nea de abrir un abismo entre las clases fundamentales (la clase obrera y el campesinado), que no se trata en absoluto de una "tercera revoluci�n", etc�tera.

Sin duda, la marcha real de la vida va de acuerdo con la sentencia de Mefist�feles: "La teor�a, amigo m�o, es gris, pero el �rbol eterno de la vida ha reverdecido"; en realidad es m�s compleja: pueden resultar m�s complejas las condiciones objetivas y puede resultar no tan ideal nuestra t�ctica. Por lo tanto, realmente puede haber per�odos de agudizaci�n de la lucha de clases y de sus formas, ligadas al reagrupamiento de las clases sociales. Estamos atravesando ahora uno de esos per�odos de agudizaci�n de la lucha de clases, en que no podemos decir que nuestro trabajo "se reduce" a lo "cultural". Desde luego, ser�a absolutamente incorrecto que no consider�ramos los rasgos particulares de cada etapa de nuestra lucha. Pero, al mismo tiempo, las tesis fundamentales del camarada Lenin sobre el car�cter de nuestro desarrollo siguen siendo profundamente acertadas. Y esto debe convertirse en el fundamento te�rico al definir nuestro gran cambio t�ctico.

III. La situaci�n internacional y su evaluaci�n

En su testamento pol�tico, Lenin no se limita en absoluto a estas cuestiones generales: de lo general va a lo particular, cada vez m�s a lo concreto, y con mano maestra pinta cada vez los colores m�s vivos y brillantes, planteando problemas cada vez m�s y m�s palpitantes. Vladimir Ilich fue un revolucionario internacional, un te�rico marxista de primer orden, y se sobrentiende que comprend�a que las mayores dificultades, as� como las amenazas y peligros m�s p�rfidos, est�n vinculados con nuestra situaci�n internacional. A veces olvidamos qu� escribi� Vladimir Ilich en su testamento pol�tico con respecto a nuestra situaci�n internacional, en tanto que all� se brinda un an�lisis que, salvo unas pocas excepciones, ha sido confirmado por toda la marcha posterior de los acontecimientos mundiales. En el punto que citar� en primer lugar la vida introdujo una importante correcci�n. El camarada Lenin describi� as� la situaci�n internacional: l) En Europa occidental, la escisi�n de los Estados imperialistas: Alemania ha tocado fondo, la picotean los pa�ses vencedores y no le permiten levantarse. Este punto ha sido "superado" en cierta medida: como es sabido, Alemania se ha levantado bajo la vivificante lluvia del oro norteamericano, a�n cuando tropieza con enormes dificultades. 2) Por otra parte-analiza Lenin la situaci�n- los vencedores, o sea Francia, Inglaterra, EE.UU. y Jap�n, bas�ndose en sus victorias, pueden consolidar su poder, pueden hacer concesiones a la clase obrera. "Concesiones que retardan el movimiento revolucionario en esos pa�ses y crean una apariencia de �paz social�s. Esta formulaci�n es exacta, correcta y, en cierta medida, cautelosa. 3) Al mismo tiempo, madura el movimiento revolucionario en los pa�ses de oriente (la India, China, etc.). Se incorpora al torbellino revolucionario la mayor�a de la humanidad. 4) Maduran los conflictos externos, como escribe Vladimir Ilich, entre "los Estados imperialistas pr�speros de occidente y los Estados imperialistas pr�speros de oriente"'. 5) Maduran las contradicciones y los conflictos entre los imperialistas contrarrevolucionarios y el movimiento nacional-revolucionario en oriente, cuyas fuerzas materiales a�n son pocas. 6) Madura el conflicto entre el imperialismo y el Pa�s de los Soviets.

En ese momento, cuando Vladimir Ilich escribi� esas l�neas, no plante�bamos el problema de la estabilizaci�n del capitalismo, ya que no estaba caracterizada esa estabilizaci�n. Pero, en esencia, Vladimir Ilich hizo ese an�lisis en lo fundamental, al que hemos llegado con gran esfuerzo s�lo en el curso de toda una serie de a�os subsiguientes. Vladimir Ilich no tem�a ni un �pice sospechar de oportunismo ni cometer alg�n otro pecado mortal parecido, y escribi� que los Estados imperialistas vencedores "prosperar�n" y, por otra parte, se�al� las contradicciones que genera la estabilizaci�n capitalista. Y, esto encierra particular inter�s, Lenin vinculaba directamente el siguiente estallido revolucionario con la guerra futura.

En lo concerniente a los grandes movimientos populares, los busc� primeramente en oriente, ve�a all� una situaci�n revolucionaria y la posibilidad de estallidos revolucionarios inmediatos de las grandes masas populares. �Acaso la historia no confirm� plenamente este pron�stico?

IV. Fundamentos de nuestra estrategia y t�ctica desde el punto de vista de la situaci�n internacional

A la luz de este an�lisis de la situaci�n internacional, Vladimir Ilich defini� tambi�n los fundamentos de nuestra estrategia y nuestra t�ctica.

El camarada Lenin ve�a nuestra posici�n internacional, en primer t�rmino, desde el �ngulo del peligro b�lico. Lo consideraba indudablemente fundamental.

En realidad, �c�mo plante� el tema? �De qu� modo lo formul�? ,�Cu�l es la t�ctica que esta situaci�n impone a nuestro pa�s?"

�Podremos libramos de un pr�ximo conflicto con estos Estados imperialistas?"

�A qu� t�ctica debemos atenernos para "impedir que los Estados contrarrevolucionarios de Europa occidental nos aplasten?""

Quien conozca la precisi�n de Vladimir Ilich para expresarse, quien conozca qu� pudoroso era con respecto a las "grandes" palabras y quien recuerde que se trata de su testamento pol�tico no puede dejar de leer, en esta forma de plantear la cuesti�n, una profund�sima alarma (la alarma de un serio pensador y de un sabio estratega) por el destino de toda la edificaci�n socialista, por la suerte de toda la revoluci�n. Lenin no fue un "falso patriota" superficial, sino que tom� seriamente en cuenta las poderosas fuerzas de los enemigos. Tambi�n habl� abiertamente de nuestras debilidades y exhort� a las masas a superarlas. Ante todo, se�al� la baja productividad del trabajo del pueblo. Subray� que los imperialistas no lograron aniquilar el Estado sovi�tico, pero lograron arruinarlo, dificultar su desarrollo y lentificar este desarrollo, o sea que pudieron realizar su tarea a medias ("semisoluci�n del problema").

Hay que reconocer que, aun cuando hemos dado un gran salto en el �mbito del desarrollo econ�mico y cultural, a la vez vivimos en una situaci�n de semibloqueo. Y en lo tocante a la "baja productividad del trabajo del pueblo", aunque tambi�n en esto hemos dado un enorme salto hacia adelante, en comparaci�n con Europa occidental y Norteam�rica a�n nos hallamos en un nivel de desarrollo extraordinariamente bajo, semib�rbaro.

Pero, �c�mo respond�a el propio Vladimir Ilich a esas cuestiones? Respond�a con suma cautela. Dec�a que la soluci�n del problema general en cuanto al desenlace de la gigantesca lucha depende de "muchas circunstancias" que no se pueden considerar de antemano. En definitiva, empero, nuestra victoria se basa en la fuerza de la gigantesca masa. La masa fundamental de la humanidad (la U.R.S.S., la India, China, etc.) decidir� el desenlace de la lucha. Pero este desenlace presupone determinada t�ctica.

De modo que: "�Cu�l es la t�ctica que esta situaci�n impone a nuestro pa�s? Sin lugar a dudas, la siguiente: debemos manifestar extrema prudencia para poder conservar nuestro poder obrero, para mantener bajo su autoridad y direcci�n a nuestro campesinado peque�o y muy peque�o"".

De manera que, cuando Lenin plante� el interrogante sobre cu�l es la garant�a interna fundamental en la lucha contra la agresi�n de los imperialistas, cu�l es la regla t�ctica fundamental, indispensable para que la revoluci�n del proletariado triunfe en la lucha contra los gobiernos euro occidentales contrarrevolucionarios, respondi�: extrema prudencia en aquellos puntos de la pol�tica que se refieren a las relaciones entre el poder obrero y el campesinado. En otro lugar de ese mismo art�culo brind� una formulaci�n clara, precisa y con suma parquedad en las palabras, que son tanto m�s expresivas, cuanto m�s concisas:

"Debemos adoptar la siguiente t�ctica, o seguir la siguiente pol�tica para salvamos.

"Debemos tratar de construir un Estado en el cual los obreros sigan dirigiendo a los campesinos, conserven la confianza de los campesinos, y en el que, por medio de la mayor econom�a, se elimine de sus relaciones sociales toda huella de lo que sea superfluo.

"Debemos lograr el m�ximo de econom�a en nuestro aparato estatal"

A primera vista esto parece un poco escaso para "salvarnos" ante la agresi�n de las potencias capitalistas euro occidentales. Pero a continuaci�n, y a partir de estas directivas aparentemente "pobres", despliega en todas direcciones una riqu�sima cadena de indicaciones cada vez m�s concretas, en la que un eslab�n se enlaza con otro y se va convirtiendo en toda una pr�ctica viva y compleja de la lucha y la edificaci�n revolucionarias. El pensamiento que Lenin subray� con tanta fuerza, lanz�ndolo como un pesado bloque, parece pobre: dirigir al campesinado, manifestar "extrema prudencia", tener la confianza del campesinado, reducir el aparato al m�nimo; esto parece muy poco, esto parece demasiado simple.

Pero la simplicidad suele ser de dos tipos: la "simplicidad" que es "peor que el robo" y la simplicidad genial, aquella que es producto de la m�s profunda compenetraci�n con el tema y del m�s profundo conocimiento del mismo. En la esfera de la creaci�n art�stica, solemos encontrar esa simplicidad genial en Le�n Tolst�i. En cuanto a la pol�tica, era Lenin quien pose�a esa simplicidad genial.

De lo que he dicho se deriva que Vladimir Ilich consideraba inevitable, tarde o temprano, el enfrentamiento militar, y afirmaba que nuestra revoluci�n podr�a salir triunfante de �l s�lo cuando los campesinos confiaran en el poder obrero. Seg�n el testamento de Lenin, esta es una premisa decisiva, sin la cual no puede existir ninguna revoluci�n. A su vez, esto presupone el mayor ahorro en nuestra econom�a. �Porqu�? Aqu� el camarada Lenin muestra toda la riqueza interna de estas consignas: el sentido del "m�ximo de econom�a' resulta mucho m�s profundo de lo que parece a simple vista.

V. Fundamentos de la pol�tica econ�mica

En el conocido art�culo Mejor poco, pero mejor, Lenin desarrolla su plan en dos direcciones que est�n ligadas a la directiva de la alianza de los obreros y campesinos y a la directiva de la econom�a. Es el plan de industrializaci�n y el plan de cooperativizaci�n de la poblaci�n. Luego de plantear que necesitamos conservar la confianza de los campesinos, eliminar todo lo superfluo de nuestras relaciones sociales, reducir al m�nimo el aparato estatal y acumular paulatinamente, el camarada Lenin pregunta: "�No ser� esto el reinado de las limitaciones campesinas?"

Vladimir Ilich conoc�a bien a nuestra gente, sab�a perfectamente que habr�a acusaciones de que estar�a predicando el "reinado de las limitaciones campesinas", de que estar�a hablando demasiado del campesinado, etc. En respuesta a ello, dice:

"No. Si logramos que la clase obrera siga dirigiendo al campesinado, podremos, mediante estrictas econom�as en la vida de nuestro Estado, utilizar todo ahorro para el desarrollo de nuestra gran industria maquinizada, para el desarrollo de la electrificaci�n, de la extracci�n hidr�ulica de la turba, para terminar la construcci�n de la central hidroel�ctrica de V�ljov, etc.

"En esto y s�lo en esto residen nuestras esperanzas"".

Entonces nos mantendremos sin duda, y adem�s "no al nivel de un pa�s peque�o campesino [... ] sino a un nivel que se elevar� incesantemente hacia la gran industria maquinizada"".

�D�nde est� la "clave"? �En qu� consiste el pensamiento pol�tico particularmente profundo? �D�nde est� lo especial, que distingue la orientaci�n leninista de cualquier otra? Primero, que todo el plan se basa en la alianza de los obreros y campesinos y en la "extrema prudencia" en este punto, prudencia que separa tan tajantemente la "tierra" leninista de los "cielos" trotskistas; segundo, el hecho de que aqu� se da una respuesta perfectamente definida a lo siguiente: sobre qu� debernos edificar la industrializaci�n del pa�s v d�nde est�n las fuentes de recursos complementarios que debemos invertir cada vez m�s en industrializar el pa�s. Estas fuentes pueden ser diversas. Pueden consistir en gastar las reservas que ten�amos (incremento del balance pasivo), pueden consistir en emitir papel moneda con riesgo de inflaci�n y escasez de mercanc�as; pueden residir en aumentar los impuestos al campesinado. Pero todo ello no constituye una base sana para la industrializaci�n. Nada de esto es s�lido ni firme; todo esto puede encerrar una amenaza de ruptura con el campesinado. El camarada Lenin se�ala otras fuentes. Consiste, ante todo, en reducir al m�ximo todos los gastos improductivos, que son enormes en nuestro pa�s, y elevar los �ndices cualitativos, en primer t�rmino elevar la productividad del trabajo del pueblo. No es la emisi�n, el consumo de las reservas (en oro, en mercanc�as, en divisas) ni el aumento de los impuestos al campesinado, sino el aumento cualitativo de la productividad del trabajo de todo el pueblo y la lucha decidida contra los gastos improductivos, he aqu� las principales fuentes de acumulaci�n. Esta es una directiva definida, una l�nea pol�tica definida, y su sabidur�a reside en que es la �nica l�nea con la cual la edificaci�n econ�mica, la acumulaci�n socialista, etc., tendr�n una verdadera base, fuerte y sana, tanto en la faz econ�mica como social de clases. El rumbo hacia la industrializaci�n, la respuesta al interrogante sobre las fuentes de acumulaci�n, la directiva de que la pol�tica de industrializaci�n no s�lo no provoque una ruptura con el campesinado, sino que, por el contrario, fortalezca la alianza con el campesinado y la evaluaci�n general de la industrializaci�n como cuesti�n decisiva ("en esto v s�lo en esto residen nuestras esperanzas" escribi� Lenin sobre la gran industria maquinizada), estas son las orientaciones que en Lenin derivan de toda la situaci�n econ�mico-social y del an�lisis de la situaci�n internacional.

Al concretar el tema de sobre qu� base organizativa debe obtenerse el empalme entre la creciente industrializaci�n y las haciendas campesinas peque�as y muy peque�as, Lenin desarrolla su "plan de cooperativizaci�n", el plan de empalme a trav�s del "comercio cooperativo"". �Por qu� ese empalme debe producirse a trav�s del cooperativismo? �Por qu� se propone el cooperativismo como m�todo decisivo? Porque este es un paso, corno lo expresa con mucha prudencia Vladimir Ilich, "al nuevo sistema por el camino m�s sencillo, m�s f�cil y m�s aceptable para el campesino", cuando la poblaci�n marcha hacia el socialismo a trav�s del cooperativismo, gui�ndose por su propio beneficio.

El tema del empalme entre la clase obrera y el campesinado (desde el punto de vista econ�mico y social de clases) se puede plantear, por supuesto, de diversas maneras. Se lo puede plantear de modo que la clase obrera construir� el socialismo, el campesinado en cambio no construye ning�n socialismo, igual que la peque�a burgues�a (los propietarios) que en ning�n caso es capaz de nada en este sentido. No fue de este modo como plante� la cuesti�n Vladimir Ilich. Al se�alar que el cooperativismo es el m�todo m�s simple y f�cil para incorporar al campesinado, prosigue:

"Y esto, una vez m�s, es de importancia fundamental. Una cosa es trazar planes fant�sticos para construir el socialismo mediante todo tipo de asociaciones obreras, y otra aprender en la pr�ctica a construir el socialismo de modo tal que cada peque�o campesino participe en ella. Esa es la etapa que hemos alcanzado ahora, y es indudable que, despu�s de haberla alcanzado, la aprovechamos muy poco".

Esto �ltimo es acertado aun hoy.

Es sabido c�mo evaluaba en general el cooperativismo el camarada Lenin; dec�a que el cooperativismo general de la poblaci�n en nuestras condiciones es socialismo y que necesitamos "s�lo" eso.

"Ninguna otra sabidur�a se necesita ahora para avanzar hacia el socialismo. Mas para realizar ese �s�lo� es preciso una verdadera revoluci�n, un per�odo de desarrollo cultural de todo el pueblo. Por lo tanto, nuestra norma debe ser: la menor cantidad posible de lucubraciones y vueltas. En este sentido, la NEP es un progreso, pues se adapta al nivel del campesino m�s corriente y no le exige nada superior"'.

Ahora, cuando atravesamos toda una serie de nuevas dificultades con el campesinado, no nos resultar�a nada nocivo recordar esta regla muy simple y a la vez muy sabia. Necesitamos atraer al campesino por sus intereses, sin filosofar, sin ninguna extravagancia, necesitamos buscar la forma m�s sencilla de abordarlo. Para llevar a cabo el plan de cooperativizaci�n es necesaria la revoluci�n cultural, ya que para realizar la cooperativizaci�n general hace falta, en primer lugar, que los cooperativistas comercien civilizadamente. Nuestro cooperativista, escribi� literalmente el camarada Lenin, comercia "ahora al estilo asi�tico, pero para convertirse en un buen comerciante es necesario comerciar al estilo europeo"'.

En efecto, se toma como base la teor�a de que es necesario partir de m�todos sencillos y accesibles al campesino: ligar "nuestra causa" con los intereses particulares del campesino. En otro punto de ese mismo art�culo Vladimir Ilich plantea esta cuesti�n en forma excepcionalmente aguda: la NEP -escribe- es "el grado de conjugaci�n del inter�s privado, del inter�s comercial privado, con la verificaci�n y control de este inter�s por el Estado, el grado de su subordinaci�n a los intereses generales, lo que antes constituy� un escollo para muchos socialistas"'. Lenin ense�aba: atraer al campesino por su propio beneficio y, sobre esta base, mediante el comercio cooperativo, mediante la cooperativizaci�n, conducirlo al socialismo. Pero para que el cooperativismo conduzca al socialismo es necesario un cooperativismo civilizado, para lo cual se debe comerciar no al estilo asi�tico, sino al estilo europeo.

VI. Problemas de las relaciones de clase fundamentales

Vladimir Ilich abordaba todas las cuestiones econ�micas no desde el punto de vista de cierta econom�a extraclasista: un�a cualquier tema importante, por un lado, con la situaci�n internacional, y por el otro, con la lucha de clases en nuestro pa�s. Para �l, la econom�a se desarrolla junto con los desplazamientos y entrelazamientos constantes en el terreno de la estructura de clases de nuestra sociedad. A la vez, la principal garant�a de la edificaci�n SOCIALISTA en nuestro pa�s es la preocupaci�n por la conjugaci�n m�s favorable de las fuerzas de clase, que nos garantizar�a la posibilidad de la edificaci�n ulterior del socialismo... la preocupaci�n por la combinaci�n de la 'revoluci�n proletaria" con la "guerra campesina" en una forma nueva, "constructiva" en este caso. Esto es lo PRINCIPAL. Esto es lo que se�alaba Marx, lo que, pese a las tradiciones lassalleanas y pese a cualquier kautskyano, menchevique, etc., es la continuaci�n de las ideas marxistas. La necesidad de la m�s estrecha alianza de los obreros y campesinos es se�alada especialmente por la penosa y dif�cil situaci�n internacional. En relaci�n con esta tesis central de Lenin se encuentra ese extraordinario pasaje que ninguno de nosotros debe perder ni por un minuto. Este pasaje es por todos conocido, pero considero mi deber recordarlo aqu� una vez m�s:

"Como es natural, el orden social de nuestra Rep�blica Sovi�tica se basa en la colaboraci�n de dos clases: los obreros y los campesinos, colaboraci�n en la que ahora se admiten tambi�n, con ciertas condiciones, los �nepman�, es decir, la burgues�a. Si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisi�n ser�a inevitable. Pero en nuestro r�gimen social las causas de esa escisi�n no son inevitables; y la tarea principal de nuestro CC y de la Comisi�n Central de Control, as� corro de todo nuestro partido, es la de vigilar muy atentamente las circunstancias que pudieran originar una escisi�n y prevenirlas, ya que al fin de cuentas los destinos de nuestra Rep�blica depender�n de que las masas campesinas marchen unidas con la clase obrera, manteni�ndose fieles a la alianza con �sta, o que permitan que los �nepman�, es decir, la nueva burgues�a, los desunan, los separen. Cuanto mayor sea la claridad con que veamos esta alternativa cuanto mayor sea la claridad con que la comprendan todos nuestros obreros y campesinos, tanto mayores ser�n las posibilidades de que evitemos una escisi�n, que ser�a funesta para la Rep�blica Sovi�tica"

Parecer�a que yo presto atenci�n a ciertas cosas, "monstruosas" para un marxista. Todos saben que la clase obrera no es lo mismo que el campesinado. El campesinado, aun refiri�ndose al campesino medio y pobre, es la peque�a burgues�a rural (en esos art�culos, Vladimir Ilich ni siquiera menciona a los kulaks). Cualquiera entiende que si existen dos clases, existen diferencias de clase entre ambas, y Vladimir Ilich lo formula diciendo que si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisi�n ser�a inevitable y la Rep�blica Sovi�tica sucumbir�a ineludiblemente. Pero, �c�mo es el problema? �Lenin se apart� del marxismo o dej� de considerar al campesinado una clase especial? No hay modo de entender este "asunto" si uno adopta una postura trivial, vulgar, antileninista, si no se entiende toda la dial�ctica real del original desarrollo 'sovi�tico'. Ahora se plantea ante la clase obrera la tarea de cambiar al campesinado en forma constante, de cambiarlo 'a su imagen y semejanza', sin separarse de �l sino fundi�ndose con su masa, de conducirlo. Es totalmente distinta la correlaci�n que existe entre el proletariado y el campesinado en la sociedad capitalista. Nuestro Ej�rcito Rojo, que en buena medida est� constituido por campesinos, es la m�quina cultural m�s grande para cambiar al campesino, que saldr� de ella con una nueva sicolog�a.

Vladimir Ilich est� absolutamente en lo cierto: la escisi�n entre estas dos clases, vale decir, la aparici�n de serias divergencias de clase entre ellas, que este mecanismo de reorganizaci�n de una clase por otra eliminar�a, significa la desaparici�n de la Rep�blica Sovi�tica. Por lo tanto, es plenamente comprensible que Vladimir Ilich enfocara cualquiera de sus tesis desde el punto de vista de la correlaci�n entre la clase obrera y el campesinado. Y precisamente de aqu� se deriva su directiva general: la tarea PRINCIPAL de todo nuestro partido, de todos sus organismos, consiste en observar de d�nde puede provenir la escisi�n y, notando a tiempo el peligro, liquidarlo.

VII. Los problemas de la edificaci�n cultural

De modo que tenemos industrializaci�n m�s cooperativismo. Pero la cooperativizaci�n presupone una revoluci�n cultural. Aqu�, Lenin, al presentar la consigna de la revoluci�n cultural, no se limita con ello a la consigna en s� ni mucho menos. Tambi�n aqu� muestra su contenido concreto, dice qu� hay que hacer, a qu� hay que prestar la principal atenci�n, d�nde est� aqu� el "eslab�n'. A ello est� especialmente dedicado su art�culo P�ginas de un diario. Desde luego, Lenin plantea tambi�n esta cuesti�n desde el �ngulo de la correlaci�n entre la clase obrera y el campesinado: 'Aqu� tenemos una cuesti�n pol�tica fundamental: las relaciones entre la ciudad y el campo, que tiene una importancia decisiva para toda nuestra revoluci�n". La orientaci�n general est� clara. No estamos haciendo 'lo principal": no hemos colocado al maestro de escuela a la altura debida. Esta es una directiva. Y Lenin prosigue de inmediato; al encarar la confecci�n de nuestro presupuesto estatal, dice: si quieren realizar la revoluci�n cultural, la indicaci�n que les doy es que es indispensable trasladar todo nuestro presupuesto estatal a la educaci�n primaria. O sea que Lenin no s�lo proclam� la consigna de la revoluci�n cultural, sino que enseguida extrajo de esto las indicaciones pr�cticas y, por a�adidura, indicaciones de muy largo alcance. Nadie podr� decir que esto se puede llevar a cabo de inmediato y ni siquiera durante el corriente a�o, pero la directiva es audaz, revolucionaria, profundamente correcta. Vean qu� significa en realidad: eliminar todo lo superfluo de nuestras relaciones sociales, todas las nimiedades de se�ores, todo lo innecesario; desplazar el presupuesto estatal hacia la educaci�n popular primaria, elevar a nuestro maestro de escuela a la altura debida. Esto, desde luego, es todo una "revoluci�n". Esta revoluci�n se debe realizar, pero se oponen a ella las fuerzas espont�neas de las costumbres, del modo de vida, de los prejuicios, de la rutina burocr�tica, de la imitaci�n a los se�ores. Vladimir Ilich no se avergonzaba de decir: "Al margen del presupuesto oficial o de los cauces oficiales es poco o nada lo que hacemos por los distritos rurales". Y partiendo de las tareas de la revoluci�n cultural, plantea la idea de las organizaciones obreras de masas, que penetrar�an en el campo, plantea el tema de las sociedades patrocinadoras y expresa que los obreros de vanguardia deben llevar el comunismo al campo. Pero, al mismo tiempo, descifra el contenido del concepto, sabiendo una vez rn�s c�mo agrada entre nosotros la frase y el tambor batiente en lugar de los hechos. Explica su pensamiento:

No se pueden difundir inmediatamente en el campo ideas pura y exclusivamente comunistas. Hasta que no dispongamos en el campo de una base material para el comunismo, hasta entonces esto resultar�, dir�a, perjudicial, esto resultar�, dir�a, funesto para el comunismo.

"No. Debemos comenzar por establecer relaciones entre la ciudad y el campo sin el objetivo preconcebido de implantar el comunismo en los distritos rurales. Es un objetivo que no puede ser alcanzado ahora. Es inoportuno, y plantearse ahora un objetivo semejante reportar�a da�o a la causa en lugar de beneficio".

Esta es la sabidur�a del organizador, que organiza no simplemente una c�lula de j�venes entre los empleados sovi�ticos, sino que organiza a decenas y centenares de millones,'y sabe c�mo abordar a esas decenas de millones. Al discutir el tema de las formas de v�nculo entre el campo y la ciudad (patrocinio, etc.), insiste: no lo hagan en forma burocr�tica, y plantea la consigna de todas las asociaciones posibles de obreros, evitando a toda costa su burocratizaci�n.

Lenin plantea de este modo el tema de la revoluci�n cultural y especialmente en lo que se refiere al campo, al tiempo que es caracter�stico cu�nto valoraba Vladimir Ilich esta labor. En el art�culo Sobre el cooperativismo dice: se nos plantean dos tareas principales: l) reorganizar el aparato estatal y 2) trabajar en la esfera cultural entre los campesinos. En otro punto eval�a esta labor cultural entre el campesinado como una tarea cultural hist�rico-mundial.

De este modo, vemos qu� plan vasto expresa Vladimir Ilich con respecto a la labor cultural y c�mo est� estrechamente vinculada, c�mo -podr�amos decir- est� "acomodado" a otras de sus tesis: sobre la organizaci�n cooperativa, sobre la industrializaci�n del pa�s, sobre la lucha contra el capitalismo internacional, etc�tera.

VIII. Las cuestiones del aparato estatal y de la direcci�n del partido y del Estado

Aqu� Vladimir Ilich manifiesta que una de las cosas m�s importantes que integran los momentos de la revoluci�n cultural, una de las palancas principales de la acumulaci�n socialista y de la incorporaci�n de las masas a la construcci�n -�y todo peque�o campesino debe construir el socialismo!- es el estado del aparato estatal y las cualidades de la direcci�n.

Este tema se desarrolla en dos art�culos: C�mo reorganizar la Inspecci�n Obrera y Campesina y Mejor poco, pero mejor. Es interesante el propio enfoque de Vladimir Ilich:

"Es el momento de que corrijamos esto. Debemos mostrar una saludable desconfianza hacia el avance demasiado r�pido, hacia cualquier jactancia, etc. Debemos proponernos comprobar cada uno de los pasos hacia adelante que proclamamos cada hora, que damos cada minuto, y que luego, cada minuto, demostramos que son fr�giles, inseguros y confusos. Lo m�s perjudicial en este caso ser�a apresuramos".

Partiendo de esta orientaci�n, que presupone "solidez', 'estabilidad', 'claridad' -cosas sumamente sencillas-, Vladimir Ilich encara el tema de nuestro aparato.

Ustedes recuerdan qu� premisas ten�a Vladimir Ilich en el problema del aparato estatal: hay que economizar, porque s�lo entonces se puede llevar a cabo la industrializaci�n. Hay que simplificar porque solo entonces podremos incorporar a las masas. Hay que alcanzar una elevaci�n general de la productividad del trabajo. De esta manera, el problema del aparato estatal, desde el punto de vista de la incorporaci�n de las masas, de la econom�a y de la productividad del trabajo, se vincula con todos los problemas. En el tema del aparato estatal se enlazan, como en un foco, todos los temas, desde los econ�micos hasta los culturales.

Y esto es, comprensible. Al fin de cuentas el aparato estatal es esa palanca, esa m�quina, mediante la cual nuestro partido, dirigente victorioso del proletariado, orienta toda su pol�tica; al fin y al cabo, si miramos desde cierta perspectiva, nuestro aparato estatal es esa organizaci�n que, abarcando a millones, abarcando a todos los trabajadores en general, despu�s debe constituirse en una etapa en el paso al Estado-comuna, del que -lamentablemente todav�a estamos muy, pero muy lejos. De este modo, camaradas, Vladimir Ilich pregunta: si se plantea as� el tema del aparato estatal, �c�mo repararlo, ad�nde debemos dirigimos, a qu� palancas debemos aferramos? Y brinda una formulaci�n extraordinaria. Dice: debemos apelar a la fuente m�s profunda de la dictadura; y esta fuente m�s profunda la constituyen los 'obreros de avanzada".

Entonces, primero, hay que recurrir a los obreros de avanzada y, segundo, a 'los elementos realmente esclarecidos" en nuestro pa�s. Es menester preocuparse por concentrar en la Inspecci�n Obrera y Campesina a 'lo mejor que tenemos en nuestro sistema social"", "un material humano de caracter�sticas realmente modernas, es decir, que no sea inferior a los mejores modelos de Europa occidental".

A partir de este extremo hay que depurar el aparato estatal. Los elementos 'realmente esclarecidos" deben tener las siguientes caracter�sticas: primero, no creer ni una palabra al pie de la letra; segundo, no decir ni una palabra en contra de su conciencia (en pol�tica, la conciencia no se anula, como algunos piensan); tercero, no temer decir la verdad ante ninguna dificultad, y cuarto, no temer a ninguna lucha para lograr el objetivo que uno se ha planteado seriamente.

Estas son las exigencias que Vladimir Ilich presentaba a esas personas.

Pero esto es poco. Para renovar el aparato estatal y comenzar por la Inspecci�n Obrera y Campesina unida a la Comisi�n Central de Control, el camarada Lenin propon�a introducir pruebas o ex�menes" especiales (un examen para candidato a empleado de la Inspecci�n Obrera y Campesina y un examen para candidato a miembro de la Comisi�n Central de Control). Estos ex�menes deben consistir en la comprobaci�n de conocimientos sobre la estructura de nuestro aparato estatal, sobre la teor�a de la organizaci�n en la esfera de trabajo en la que desean trabajar, etc�tera.

Despu�s de convertir la Inspecci�n Obrera y Campesina en ese acumulador de primera clase de energ�a racionalizadora, es indispensable hacer de ella una palanca que defina por s� sola todos los dem�s comisariatos del pueblo, que cambie todo el sistema de trabajo y -eleve la productividad del trabajo. Pero, �por qu� Vladimir Ilich propon�a la uni�n con la Comisi�n Central de Control, c�mo se vincula esto con todo el plan? Esto, camaradas, es muy sencillo y comprensible si estudiamos atentamente todo el plan de Lenin en su conjunto. Tiene dos ejes principales del plan: primero, mejor trabajo, econom�a, industrializaci�n, elevaci�n de la productividad del trabajo, aumento de los �ndices de calidad y, segundo, correlaciones acertadas entre la clase obrera y el campesinado y la preocupaci�n para que no se inicie una escisi�n entre estas dos clases a trav�s de nuestro partido, a trav�s de la escisi�n de nuestro partido. De aqu� la unificaci�n de la Inspecci�n Obrera y Campesina con la Comisi�n Central de Control, la organizaci�n de esta d�ada que debe responder por las dos tareas principales, que consta de los mejores elementos del pa�s. De este modo, ese proyecto organizativo est� vinculado por entero con todo lo anterior comenzando desde la pol�tica internacional. Y por �ltimo, en ese mismo plan tambi�n est�n desarrolladas las correspondientes exigencias con respecto a las masas.. Vladimir Ilich reuni� estas exigencias en una f�rmula extraordinariamente breve, pero expresiva: 'la verdadera participaci�n de las verdaderas masas'. Porque se puede reunir un mont�n de gente, pero no ser� la verdadera masa; se la puede reunir como si 'participara", pero en realidad no participa. De ah� la f�rmula: 'la verdadera participaci�n de las verdaderas masas".

As� pues, si ahora reunirnos todo el plan en uno solo, veremos que adem�s de la evaluaci�n general de nuestra revoluci�n se da una evaluaci�n de la situaci�n internacional; de esa situaci�n internacional se deduce el problema de la consolidaci�n del poder, de su fortalecimiento, y la directiva principal a la clase obrera de conservar el poder sobre el campesinado peque�o y muy peque�o. De aqu�, a su vez, se desarrolla el rumbo hacia la industrializaci�n del pa�s en base a ahorros, en base a la elevaci�n de la calidad del trabajo mediante la cooperativizaci�n del campesinado, es decir, la incorporaci�n, del campesinado a la edificaci�n socialista del modo m�s f�cil, m�s sencillo y sin ning�n tipo de violencia. Una vez m�s, de aqu� derivan las consignas de la revoluci�n cultural, de la transformaci�n del aparato eficaz, que trabaje bien e incorpore a las masas; de la preocupaci�n en cuanto a una correcta correlaci�n de las clases se deriva la preocupaci�n por la l�nea partidaria, por la unidad de nuestro partido; a partir de aqu� es que se confecciona tambi�n el plan de la d�ada (Inspecci�n Obrera y Campesina m�s Comisi�n Central de Control) que observa, por un lado, la calidad del trabajo, re�ne en s� el control, las tareas pr�cticas y las tareas te�rico cient�ficas en el terreno de la organizaci�n del trabajo y, por el otro, vela por la unidad del partido y-a trav�s de �ste- por la concreci�n en com�n de la alianza obrero-campesina.

Todo el plan es grandioso, todo el plan est� calculado para muchos a�os. Todo el plan parte de la m�s amplia perspectiva. Todo el plan descansa sobre el s�lido fundamento de las tesis leninistas b�sicas. Y, al mismo tiempo, el plan es concreto, vale decir que da toda una serie de indicaciones de car�cter realmente pr�ctico.

Camaradas, he intentado no omitir aqu� ning�n pensamiento importante de Lenin y no agregu� absolutamente nada propio, excepto algunos comentarios que se derivan de los respectivos art�culos de Vladimir Ilich. He tratado de presentarlos como un todo �nico, como el testamento pol�tico de Vladimir Ilich. Se sobrentiende que esa gran franja hist�rica que hemos atravesado desde su fallecimiento introdujo cambios significativos en las condiciones objetivas del desarrollo: en el terreno de las correlaciones de clase internacionales, en el terreno de las relaciones entre los Estados imperialistas y la Uni�n Sovi�tica, en el terreno de-nuestra construcci�n en econom�a, en el terreno de las correlaciones entre las clases (esto concierne tambi�n a la creciente actividad de los kulaks), en el terreno del reagrupamiento dentro de nuestro partido, etc., etc. Quiz� pueda decir, sin temor a equivocarme, que dif�cilmente alguien de nosotros esperara que pudi�ramos colocar toda una serie de enormes cifras record, por ejemplo, en cuanto a la construcci�n de la industria. Pero en realidad hemos inscrito toda una serie de cifras record, tenemos muchos logros tanto en la racionalizaci�n de la industria, como en la fecundaci�n cient�fica de la econom�a, en la reorganizaci�n t�cnica inmediata, en el incremento de la producci�n, etc., etc. En la esfera econ�mica hemos hecho un enorme avance.

En cierta medida nos hemos afianzado tambi�n en la escena internacional, aunque las contradicciones del desarrollo se muestran aqu� en la forma m�s aguda. Pero nuestro crecimiento se dio en forma extremadamente despareja, lo que provoc� toda una serie de dificultades, de las cuales hablamos tanto ahora. En el �ltimo tiempo se plante� ante nuestro partido toda una serie de nuevas tareas que no est�n escritas en los textos del testamento de Vladimir Ilich.

Hemos planteado los problemas de la edificaci�n koljosiana (lo que est� vinculado con el cooperativismo y en lo cual hacemos hincapi� ahora), de la edificaci�n en los sovjoses, las tareas de la reconstrucci�n t�cnica, problemas y tareas que Vladimir Ilich s�lo plante� en l�neas generales. Muchos de nuestros problemas han resultado algo diferentes. Pero el esbozo b�sico de nuestra pol�tica, de nuestra estrategia y de nuestra t�ctica fue genialmente anticipado y predeterminado por Vladimir Ilich. Y las dificultades, por las que ahora atraviesan nuestro pa�s y nuestro partido, nos obligan a recurrir una y otra vez a una de las fuentes inagotables de sabidur�a pol�tica, al testamento de Lenin, y a examinar atentamente una y otra vez el problema fundamental: la relaci�n de la clase obrera con el campesinado. Porque los problemas de la industrializaci�n, de los cereales, de la escasez de mercanc�as, de la defensa, son todos problemas sobre el obrero y el campesino. No en vano nuestro partido incluye este tema en la orden del d�a de su pr�xima conferencia.

Camaradas, hace cinco a�os, un apacible d�a de invierno, nos abandon� el genio de la revoluci�n proletaria. Muchos tuvimos la suerte de trabajar junto a este hombre, ese 'Viejo" de hierro, como lo llam�bamos, el jefe, el revolucionario, el cient�fico.

A cinco a�os de su fallecimiento, despu�s de comprobar sus legados con la dura experiencia de la vida, levantamos nuestras banderas rojas con m�s pasi�n, m�s tenacidad y m�s conocimiento de la realidad que nunca antes, �para avanzar cada vez m�s!


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