Biografia de Napoleón III

Napoleón III

(Carlos Luis Napole�n Bonaparte; Par�s, 1808 - Chislehurst, Kent, Inglaterra, 1873) Presidente de la Rep�blica y emperador de Francia. Era sobrino del primer Napole�n y quiz� hijo natural suyo. En su juventud tuvo una trayectoria como conspirador liberal, participando en los movimientos revolucionarios italianos de 1831; y desde que, en 1832, hered� la �jefatura� de la dinast�a Bonaparte por la muerte del duque de Reichstadt, se dedic� a intentar la conquista del poder protagonizando sendos intentos frustrados de derrocar a Luis Felipe de Orl�ans, uno en Estrasburgo en 1836 y otro en Boulogne en 1840.


Napoleón III

Este �ltimo fracaso le cost� la condena a cadena perpetua en el castillo de Ham, pero consigui� evadirse en 1846 y hall� refugio en Inglaterra. De aquella �poca le qued� una mala salud que le acompa�ar�a durante el resto de su vida (reumatismo y problemas renales), una aureola rom�ntica de aventurero y luchador por las libertades, y un c�rculo de amigos incondicionales en los que se apoyar�a durante su carrera pol�tica.

La Revoluci�n de 1848, que instaur� en Francia la Segunda Rep�blica, le permiti� regresar al pa�s y participar en la pol�tica activa. El restablecimiento del sufragio universal en un pa�s predominantemente campesino le proporcion� un �xito electoral inmediato, benefici�ndose de la memoria de su t�o y de la asociaci�n del nombre Bonaparte con una �poca de orden en libertad y de hegemon�a continental de Francia.

Fue as� como se convirti� en primer -y �nico- presidente de la Segunda Rep�blica en 1848, con un mensaje pol�tico ambiguo que propon�a la s�ntesis entre los principios de la Revoluci�n Francesa de 1789 y los deseos de orden y paz social que albergaba la Francia m�s conservadora: en su mensaje y en su acci�n de gobierno se mezclar�an siempre el autoritarismo contra el �peligro� de la revoluci�n social y un reformismo liberal de tendencia democr�tica (contrario al predominio de los notables tradicionales) e incluso socialista (bajo la influencia de los disc�pulos de Henri de Saint-Simon).

Como presidente de la Rep�blica, Luis Napole�n sigui� la corriente conservadora mayoritaria en la Asamblea: se gan� el apoyo de los cat�licos al dejar la ense�anza privada en manos de la Iglesia (Ley Falloux, 1849) e intervenir militarmente para reponer el poder del papa contra la Rep�blica Romana (1849); al mismo tiempo, salvaguard� su imagen present�ndose como v�ctima impotente de las medidas m�s impopulares de la Asamblea. Y, sobre todo, se esforz� por acrecentar su poder personal, recortando el sufragio universal y las libertades.

En 1851 protagoniz� un golpe de Estado destinado a perpetuarse en la presidencia en contra de las prescripciones constitucionales, golpe que sancion� despu�s con un plebiscito que gan� abrumadoramente. Hab�a comenzado su estilo de gobierno, consistente en una mezcla de autoritarismo personal y apelaci�n directa al pueblo, eliminando la intermediaci�n de los partidos y del Parlamento. En 1852 complet� la configuraci�n de su dictadura promulgando una carta otorgada de corte cesarista, inspirada en la Constituci�n del a�o VIII (1799), y restableciendo en su persona la dignidad imperial hereditaria; el que hab�a sido pr�ncipe presidente pasaba a llamarse entonces Napole�n III, emperador de los franceses.

El car�cter dictatorial y el origen violento de aquel Segundo Imperio le oblig� a buscar una legitimaci�n suplementaria por la v�a de las realizaciones: lanz� una pol�tica exterior encaminada a desmontar el orden europeo establecido por el Congreso de Viena (1815) y restablecer el papel de Francia como gran potencia mundial, pol�tica nacionalista y expansiva que le atrajo la simpat�a de las masas populares urbanas (ya que se present� como intervenci�n en favor de nobles causas liberales y nacionalistas, como la de la unificaci�n italiana luchando a favor del Piamonte contra Austria, en 1859) y que ten�a la ventaja adicional de mantener a los militares absorbidos en aventuras exteriores.

En el interior, compens� el recorte de las libertades individuales con una pol�tica de reformas sociales dirigida a desmovilizar el potencial revolucionario del movimiento obrero (legalizando la huelga e impulsando la organizaci�n sindical obrera desde 1864); y se esforz� por potenciar el desarrollo econ�mico apoyando a la gran industria, facilitando las grandes concentraciones financieras (como la de la banca P�reire), extendiendo la red de ferrocarriles, remodelando las ciudades (fundamentalmente Par�s, reformada bajo la direcci�n de Haussmann), exportando capitales (por ejemplo, con la construcci�n del canal de Suez, obra de Lesseps), ampliando los mercados con la expansi�n colonial (Senegal, Argelia, Nueva Caledonia, Siria, Egipto, Indochina.) y suscribiendo un audaz tratado de libre comercio con Gran Breta�a (el Tratado Cobden-Chevalier de 1860). Con todo ello, hizo del Segundo Imperio (1852-70) una fase muy significativa en el proceso de industrializaci�n de Francia.

La dureza de los siete primeros a�os de �Imperio autoritario� (1852-59) dej� pas� a un cambio de tendencia m�s progresista desde la intervenci�n militar en Italia de 1859 (que llev� al r�gimen a romper con la opini�n cat�lica y conservadora, al apoyar la unificaci�n italiana a costa del poder temporal del Papado) y del Tratado comercial de 1860 (que inauguraba una pol�tica econ�mica m�s liberal, enemistando al r�gimen con parte de la clase empresarial francesa). Pero este giro no modific� sustancialmente las instituciones pol�ticas, que siguieron marcadas por el autoritarismo hasta que, en 1869-70, el r�gimen inici� una evoluci�n hacia el parlamentarismo, en un experimento de �Imperio liberal� que no lleg� a cuajar por la inmediata ca�da del Imperio.

�sta vino provocada por las aventuras exteriores: las primeras se hab�an visto coronadas por el �xito, por ejemplo, la intervenci�n contra Rusia en la Guerra de Crimea de 1854-55, que llev� al r�gimen a su momento de m�xima gloria con la reuni�n del Congreso de paz en Par�s, simult�neamente a la Exposici�n Universal de 1855 (que proyect� al mundo la imagen de una Francia moderna y pujante) y al nacimiento de un pr�ncipe heredero del matrimonio de Napole�n III con Eugenia de Montijo (lo que parec�a asegurar la sucesi�n mon�rquica).

Aquel �xito, completado con el de la guerra de unificaci�n italiana, llev� al emperador a confiar excesivamente en su propio sue�o de poder�o universal, anim�ndole a un intento de intervenci�n diplom�tica en la Guerra de Secesi�n americana (1861-65), a un proyecto de hegemon�a francesa sobre Am�rica Latina que comenzar�a por la instauraci�n en M�xico del r�gimen imperial de Maximiliano I (1864-67) y a la pretensi�n de obtener compensaciones territoriales en Alemania por la �ben�vola� neutralidad de Francia en la Guerra Austro-Prusiana (1866); todos esos intentos se saldaron con otros tantos fracasos, que prepararon el descalabro final: dej�ndose arrastrar por un incidente diplom�tico sin importancia (el telegrama de Ems, a prop�sito de la candidatura de un pr�ncipe Hohenzollern al vacante Trono de Espa�a), Napole�n III acept� ir a la guerra contra Prusia en 1870, confiando en su capacidad para frenar la potencia ascendente de la Prusia de Bismarck y el peligro de que condujera a formar un Estado alem�n fuerte y unido.

La derrota en la Guerra Franco-Prusiana (1870) fue completa, cayendo incluso el emperador prisionero del ej�rcito prusiano en la batalla de Sed�n. Ello provoc� el hundimiento del Segundo Imperio frente a las fuerzas republicanas, al tiempo que estallaba en Par�s la Revoluci�n de la Comuna y que Bismarck completaba la unificaci�n del Imperio Alem�n (declarada en Versalles en 1871) y arrebataba a Francia las provincias de Alsacia y Lorena.

Una vez puesto en libertad, el ex emperador se refugi� en Inglaterra, desde donde sigui� proclamando las virtudes del bonapartismo y reclamando sus derechos al Trono, pues nunca abdic�. El controvertido y ambiguo dictador mor�a tres a�os despu�s, dejando a la posteridad un modelo de populismo autoritario y modernizador, que sin duda ha inspirado a pol�ticos como el general De Gaulle.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].