La interminable muerte del zar Nicolás II

La interminable muerte del zar

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Rusia sigue estudiando la ejecución de Nicolás II y su familia, y cree que hay más enterramientos

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El asesinato de la última familia imperial rusa sigue siendo objeto de estudio en Rusia. Y no sólo para los historiadores, sino también para los detectives judiciales y policiales. El Comité de Instrucción, que en Rusia se encarga de los grandes crímenes, lleva cinco años investigando. El objetivo es llegar a conocer todos los detalles de lo ocurrido el 17 de julio de 1918 en la Casa Ipátiev de Yekaterimburgo, donde los bolcheviques tirotearon a Nicolás II y a su familia, e identificar a todos los que participaron en el asesinato.

La investigación, completada con 37 análisis forenses, incluidos recreaciones 3D, estudios antropológicos, genético-moleculares o caligráficos, también ha permitido conocer más detalles, descartar algunas teorías y mitos sobre lo sucedido y deducir que podría haber más restos aún no hallados y que los bolcheviques dispersaron en otros enterramientos.

La nueva investigación comenzó en el 2015 y, tras 37 análisis forenses, pretende fijar todos los detalles y actores

Los experimentos han descartado que tras matarlos, intentaran destruir los cuerpos utilizando ácido sulfúrico o, simplemente, quemándolos, como hasta ahora se ha creído. Marina Molodtsova, la investigadora principal, ha explicado al diario Izvestia que los experimentos establecieron que al aplicar ácido concentrado en la superficie de los tejidos biológicos, el proceso de su posterior combustión se ralentiza. No habría sido un buen método para hacerlos desparecer.

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Nicolás II abdicó en 1917, poco después de la Revolución de Febrero. Desde entonces, sufrió el exilio interno. Cuando los bolcheviques se hicieron con el poder, en la Revolución de Octubre, la familia real estaba prisionera en Tobolsk (Siberia). En marzo del 2018 los bolcheviques les llevaron a Yekaterimburgo y los alojaron en una mansión que había sido propiedad del ingeniero militar Nikolái Ipátiev.

Según el relato del oficial bolchevique Yákov Yurovski, el jefe de quienes ejecutaron a la familia real, les despertaron en la madrugada del 17 de julio de 1918 y se les bajó al sótano con la excusa de que les iban a atacar y ese era un lugar más seguro. Allí les ejecutaron.

Además del zar y de su esposa, la zarina Alejandra Fiódorovna, estaban presentes sus hijos Olga, María, Anastasia, Alexéi y Tatiana; su médico Yevgueni Botkin y tres sirvientes que voluntariamente les habían seguido: la criada Anna Demídova, el cocinero Iván Jarítonov y el ayuda de cámara Alexéi Trupp.

Según el relato del oficial bolchevique Yákov Yurovski, el jefe de quienes ejecutaron a la familia real, les despertaron en la madrugada del 17 de julio de 1918 y se les bajó al sótano con la excusa de que les iban a atacar

Los bolcheviques ocultaron los cuerpos y nunca dieron una versión clara de lo ocurrido, lo que levantó muchos mitos, como que algún miembro de la familia podría haber sobrevivido, y que la investigación actual intenta aclarar.

En 1979 se hallaron los restos de los emperadores, de tres de sus hijos y de sus cuatro empleados, pero la tumba no se abrió hasta 1991. Identificados, en 1998 se les enterró en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

En el 2007 se hallaron los huesos de un niño y una joven. Los análisis indicaban que podría tratarse del zarévich Alexéi, que tenía sólo 13 años, y su hermana María. Pero la Iglesia Ortodoxa Rusa, que en el año 2000 había declarado santos a los miembros de la familia imperial, tenía dudas.

En el 2015 el patriarca ortodoxo Kiril pidió al Gobierno ruso “estudios de identificación adicionales”. Así comenzó una investigación aún en marcha, cuando se exhumaron los restos de los Romanov para extraer muestras de Nicolás y de Alejandra.

El Comité de Instrucción ha determinado que con toda probabilidad los restos del 2007 corresponden al zarévich Alexéi y a la Gran Duquesa María.

En 1979 se hallaron los restos de los emperadores, de tres de sus hijos y de sus cuatro empleados, pero la tumba no se abrió hasta 1991

Pero los análisis de estos restos han llevado a otra de las novedades de esta investigación. Y es que, “debido a la poca cantidad de fragmentos óseos encontrados”, los investigadores consideran que tiene que haber más lugares aún no hallados donde se enterró a las víctimas.

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También se han analizado elementos externos a lo ocurrido en la casa Ipátiev. Por ejemplo, para confirmar que algunos de los restos hallados eran del zar se utilizó un modelo en 3D de un sombrero que llevó en 1891 en Japón, donde sufrió un atentado cuando un policía nipón le golpeó en la cabeza con un sable. Dicho sombrero se guarda en el Hermitage de San Petersburgo.

Para confirmar el número de asesinados, los investigadores recrearon lo sucedido en una habitación del mismo tamaño que el sótano de la casa Ipátiev. “Eso nos permitió refutar los argumentos de algunos investigadores que sostenían que era una habitación muy pequeña para que estuvieran las once víctimas y a quienes les ejecutaron”, apuntó Molodtsova.

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