Lord Mountbatten, el hombre que marcó a cuatro generaciones de la familia real británica | Gente | EL PAÍS
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Lord Mountbatten, el hombre que marcó a cuatro generaciones de la familia real británica

El primo de Isabel II fue asesinado en 1979. Ahora el IRA pide perdón por primera vez por la muerte de quien fue mentor del príncipe Carlos

El príncipe Carlos y lord Mountbatten, en un partido de polo en Windsor el 1 de julio de 1979.
El príncipe Carlos y lord Mountbatten, en un partido de polo en Windsor el 1 de julio de 1979.Tim Graham (Tim Graham Photo Library via Get)

Lord Mountbatten tuvo 11 nietos, pero en su vida ninguno fue tan relevante como el “honorífico”. Así llamaba a Carlos de Inglaterra, que a su vez correspondía a ese afecto con el título de “abuelo honorífico”. Al contrario que Mountbatten, el príncipe no tenía abuelos, ni por parte de padre (Andrés de Grecia murió en una habitación de hotel en Montecarlo en 1944) ni de madre (el rey Jorge VI falleció en 1952). Por lo que todo su afecto recalaba en quien fue su amigo y mentor.

Es de suponer, por tanto, que el heredero al trono se habrá sentido reconfortado o simplemente en paz cuando haya sabido que el IRA, el grupo terrorista que mató a su mentor en agosto de 1979, ha hecho un acto de contrición y ha reconocido lo “doloroso” que debió ser aquel asesinato para su familia. Ocurrió hace pocos días cuando se pronunció Mary Lou McDonald, hoy líder del Sinn Féin (el que fue brazo político de la organización terrorista), en un gesto que marca así las distancias con su predecesor, Gerry Adams. En una entrevista radiofónica, McDonald fue preguntada sobre si le pediría disculpas a Carlos. “El Ejército y las Fuerzas Armadas vinculadas con el príncipe Carlos perpetraron muchas acciones violentas en nuestra isla y puedo decir, por supuesto, que lamento lo que ocurrió”, afirmó.

Fueron 23 kilos de explosivos colocados la noche anterior en la barca con la que saldría a pasear lo que mató a lord Louis Francis Albert Victor Nicholas Mountbatten, primer conde Mountbatten de Birmania, que falleció en un hospital horas después del atentado. Esa carga también acabó con las vidas de su nieto Nicholas, de 14 años; con la de un muchacho de 15 años de ese pueblo, Mullaghmore, a 20 kilómetros de Irlanda del Norte, que salió a ayudarles a faenar; y con la de su consuegra. Sobrevivieron su hija mayor, Patricia, su yerno y otro de sus nietos, Timothy, gemelo de Nicholas.

Aquel atentado marcó un antes y un después en la familia real. Carlos perdió a un mentor, pero no fue el único que sintió la baja. Isabel II veía marchar a algo así como un tío —ella era tataranieta y él bisnieto de la reina Victoria— y a un poderoso consejero, sobre todo en sus primeros años de reinado. Y Felipe de Edimburgo se le iba un tío carnal (era hermano de su madre, Alicia de Battenberg) y sobre todo un consejero, un amigo, casi un segundo padre.

Lord Mountbatten, con el príncipe Carlos; a la derecha, lady Mountbatten con la princesa Ana de Inglaterra, durante un picnic en Malta en abril de 1954.
Lord Mountbatten, con el príncipe Carlos; a la derecha, lady Mountbatten con la princesa Ana de Inglaterra, durante un picnic en Malta en abril de 1954.Getty Images

Compartían Felipe de Edimburgo y Dickie (diminutivo de Richard, nombre que no poseía; le llamaban Nicky, pero al haber demasiados en la familia, entre ellos el zar Nicolás II zar de Rusia, modificaron la ene por la de) mismo carácter, misma forma de ser. Hombres de guerra y de mar, se formaron muy pronto como militares. Mountbatten empezó su formación con solo 13 años y con 16 entró en la Marina. Batalló al final de la I Guerra Mundial y tuvo gran importancia su papel en la India, de la que fue su último virrey, pero también su primer gobernador general independiente del país, como le enconmendó Nehru. Por orden del entonces primer ministro, Clement Attlee, fue quien puso en marcha la independencia del país y su división en India y Pakistán (después llegó Bangladés).

Su relación con el núcleo más duro de la familia real se remontaba a Eduardo VIII (el tío de Isabel II que dejó el trono por amor a Wallis Simpson) cuando todavía era príncipe de Gales. Viajaron juntos a Australia en 1920 y a India y Japón en 1921. Así entablaron una gran amistad que se mantuvo con los años. Pero fue con su sobrino Felipe, al que acogió en el Reino Unido tras verse obligado a exiliarse de Grecia y tener que vivir por media Europa, gracias al que entró en el círculo más íntimo de la familia. Fue él —dicen las siempre oficiosas biografías— quien le insistió al rey Jorge VI que llevara a sus hijas, Isabel y Margarita, de visita a la escuela navío Dartmouth Royal Naval College aquel 22 de julio de 1939, y quien gestionó que fuera un joven oficial Felipe el que hiciera de guía para las princesas. Si aquello fue una maniobra de acercamiento entre los jóvenes, le salió redonda. Isabel quedó prendada de Felipe, tanto que años después el romance acabaría en un matrimonio de 73 años. Su legado ha continuado saltándose una generación. Archie, el hijo de Enrique y Meghan Markle, lleva de manera casi honorífica el apellido Mountbatten, que fue el de Dickie y Felipe.

Otra maniobra amorosa no le salió tan redonda: intentó unir a su nieta Amanda, hija de su hija Patricia, lady Brabourne, con el príncipe Carlos. A mediados de los setenta, el heredero rozaba la treintena y confiaba ciegamente en su tío abuelo, con quien tenía una conexión mucho mayor que con su padre. Y él le recomendó que se casara con su nieta. La relación era amistosa y las familias parecían de acuerdo, pero lady Brabourne no accedió ya que la joven entonces era todavía una adolescente. Llegaron a planear una gira juntos por India en 1980. Carlos no se decidió a pedirle matrimonio a la joven—de entonces 22 años— hasta ese 1979, poco después del atentado de Dickie, cumpliendo una especie de última voluntad. “Estaba muy encariñado con ella”, cuenta Robert Lacey en su libro Battle of Brothers: William and Harry (Batalla de hermanos: Guillermo y Enrique). Pero para ella era “renunciar a sí misma”. Así que cuando la llevó a un viaje por Bahamas y le propuso matrimonio ella le rechazó.

Lord y Lady Mountbatten, últimos virreyes de la India, retratados en 1948 justo antes de dejar el país.
Lord y Lady Mountbatten, últimos virreyes de la India, retratados en 1948 justo antes de dejar el país.Hulton-Deutsch Collection (Getty Images)

Pero la más curiosa de las historias de amor que rodearon a Mountbatten fue la suya. Se casó con lady Edwina en 1922, con 22 años, y ambos tuvieron multitud de amantes durante su matrimonio de casi cuatro décadas. “Pasamos nuestra vida matrimonial metiéndonos cada uno en las camas de otros”, fueron las palabras con las que el propio lord Mountbatten admitió sus mutuos escarceos. Edwina fue muy criticada por la conservadora prensa de entonces por esas relaciones, entre las que se rumoreó al propio Nehru (se escribían con mucha frecuencia, aunque su hija menor, Pamela, aseguró que Edwina solo era “su confidente”), mientras que su esposo solía salir indemne, pese a atribuírsele romances con actrices como Shirley MacLaine o muchas relaciones homosexuales con chicos jóvenes y del Ejército. Hasta su chófer en Malta confirmó sus visitas habituales a un burdel gay de oficiales de la marina.

Más allá de la aristocracia, los amoríos o la influencia que ejerció sobre sus allegados, lord Mountbatten trascendió por sus muchos inventos: de elásticos para zapatos a buenas cremalleras. Como él mismo dijo: “He hecho tantas cosas en mi vida que no sé qué he sido en realidad. Quizá deba decir que lo verdaderamente importante de todo lo que he hecho ha sido crear un sistema para curar la cojera de los caballos”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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