Mercedes de Acosta: la indómita lesbiana de Hollywood

Mercedes de Acosta: la indómita lesbiana de Hollywood

'Ni chica ni chico'

Pariente de la duquesa de Alba y famosa por sus romances con Greta Garbo y Marlene Dietrich, De Acosta desafió la moral de su época mostrándose abiertamente homosexual y feminista

La escritora y activista Mercedes de Acosta en una mesa electoral en Nueva York, c. 1918.

La escritora y activista Mercedes de Acosta en una mesa electoral en Nueva York, c. 1918.

International Film Service/FPG/Archive Photos/Getty Images

Hasta los siete años, Mercedes de Acosta creyó ser un niño. Su madre, la acaudalada aristócrata madrileña Micaela Hernández de Alba y de Alba, la había criado como tal. Micaela quería un varón. Después de tener a dos niñas consecutivamente y haber perdido a su primogénito a los 16 años en un accidente, deseaba que su nuevo hijo, el último de los ocho que tendría, fuera un niño. Incluso ya había elegido un nombre: Rafael. También lo deseaba su padre, Ricardo de Acosta, un rico empresario cubano de origen asturiano propietario de plantaciones de azúcar.

Sin embargo, en 1892, a la gran casa que los Acosta poseían en Manhattan (tenían como vecinos a los Vanderbilt, los Astor, los Roosevelt) llegó una niña. Sus padres la bautizaron como Mercedes, pero en la intimidad a su madre le gustaba llamarla Mercedes Rafael o simplemente Rafael. La vestía con ropa de niño y la dejaba participar en actividades propias de los varones. No fue hasta que la pequeña Mercedes descubrió la anatomía sexual de un compañero de juegos, cuando se dio cuenta de que algo no encajaba.

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Sus padres intentaron reconducir esa ambigüedad genérica enviando a su hija a estudiar a la escuela de la iglesia del Santísimo Sacramento, un exclusivo centro católico en el Upper West Side (Mercedes fue compañera de clase de la también escritora Dorothy Parker). Según se explica en la biografía Loving Garbo: The Story of Greta Garbo, Cecil Beaton, and Mercedes de Acosta (Hugo Vickers, 1994), esa “reconducción” no tuvo mucho éxito. “No soy una chica ni tampoco un chico. O puede que sea ambas cosas, no sé”, cuentan que les decía a las monjas.

Hermana y madrina

En la adolescencia, Mercedes estuvo muy influida por su hermana Rita de Acosta, 18 años mayor que ella. Rita, conocida por su apellido de casada, Lydig, fue una famosa modelo, mecenas (del pintor Zuloaga, entre otros) y socialite durante la Belle Époque. Célebre por su estilo de vida poco convencional, su excéntrico modo de vestir y su activismo sufragista, Rita introdujo a su hermana pequeña en los círculos intelectuales y artísticos de Nueva York.

Mercedes no tardó en destacar. Llamó la atención tanto por su aspecto andrógino, vestida habitualmente con pantalones y de un “masculino” blanco y negro, como por la libertad –para la época– con la que vivía su homosexualidad. De Acosta tuvo numerosas relaciones amorosas con mujeres durante su juventud, entre las que se cuentan la bailarina Isadora Duncan y las populares actrices de Broadway y el primer Hollywood Alla Nazimova, Tallulah Bankhead y Eva Le Gallienne. Esta última fue quien la animó a convertirse en escritora.

Retrato de estudio de Mercedes de Acosta en 1904.

Retrato de estudio de Mercedes de Acosta en 1904.

Ernest Walter Histed/Museum of the City of New York/Getty Images

De Acosta comenzó escribiendo libretos para su amante Le Gallienne, aunque sin mucho éxito. En total, a lo largo de su vida, Mercedes escribió una docena de obras de teatro (Jacob Slovak, estrenada en Broadway en 1927, fue la más celebrada), la novela Until the Day Break (1928) y tres volúmenes de poesía: Moods (1919), Archways of Life (1921) y Streets and Shadows (1922), recientemente recopilados y traducidos al castellano con el título Imposeída (Torremozas, 2018).

Hollywood Babilonia

A pesar de la calidad de su poemario, su obra más famosa fue su escandalosa autobiografía. De Acosta escribió Here Lies the Heart (Aquí yace el corazón) en 1960, cuando estaba necesitada de dinero y se encontraba gravemente enferma a causa de un tumor cerebral. Aunque el libro no contenía referencias explicitas a sus relaciones lésbicas con celebridades, cualquier lector perspicaz entendía perfectamente a qué se refería la autora cuando hablaba de sus amigas íntimas (el texto se difundió rápidamente como una obra de culto entre la comunidad LGTB+).

Nombres tan conocidos como Marlene Dietrich, Greta Garbo o la mencionada Eva Le Gallienne, convertida en esa época en una gran dama de la escena teatral neoyorquina, aparecieron mencionados en el libro, provocando la indignación de estas. Sobre todo la de Le Gallienne, quien descalificó públicamente a Mercedes tachándola de oportunista y mentirosa. “Here the Heart Lies and Lies and Lies” (“Aquí miente y miente y miente el corazón”, le dijo parodiando el título de la autobiografía.

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De Acosta había conocido a las estrellas de Hollywood cuando se mudó a Los Ángeles a finales de los años veinte para trabajar como guionista (aunque no llegaría a firmar ningún guion). Allí entró en contacto con el llamado “círculo de la costura”, un selecto club de mujeres homosexuales y bisexuales de la industria del cine que se reunían discretamente en mansiones y bares para compartir intereses y disfrutar abiertamente de su sexualidad.

La mayoría eran estrellas que tenían cláusulas morales en sus contratos que las obligaban a seguir una conducta “respetable” en público. Muchas habían contraído el llamado lavender marriage (casamiento lila), matrimonios de conveniencia con varones, muchos de ellos también homosexuales, para guardar las apariencias. La propia Mercedes lo había hecho: se casó en 1920 con el pintor gay Abram Poole. Se divorciarían 15 años después.

Mercedes de Acosta (dcha.) y Edith Morgan en una marcha de 'suffragettes' en 1917.

Mercedes de Acosta (dcha.) y Edith Morgan en una marcha de 'suffragettes' en 1917.

FPG/Archive Photos/Getty Images

De Acosta no tardó en convertirse en una de las “costureras” más activas del grupo, celebrando encuentros, ampliando el grupo con sus conquistas y, como militante sufragista, sumando para la causa feminista a más mujeres cultas y poderosas del gremio. “Aquella lesbiana furiosa”, la llamaba su amigo el fotógrafo de las estrellas Cecil Beaton, en alusión a su carácter impetuoso, abierto y vivaz.

Garbo, su gran amor

En Hollywood, Mercedes conocería a la que sería el amor de su vida. Se la presentó en 1931 Salka Viertel, judía austriaca exiliada del nazismo que se convertiría en la guionista de algunas de las películas más famosas de la Garbo, como La reina Cristina de Suecia (1933) o Ana Karenina (1935). “Llevaba un jersey blanco y pantalón marinero azul oscuro. Cuando nos dimos la mano y me sonrió, sentí que era como si la hubiera conocido toda mi vida”, escribió en sus memorias.

De Acosta y la Divina vivieron un apasionado romance, una relación que hizo pública la escritora en sus memorias. Mercedes describió unas vacaciones que había compartido con su “amiga íntima” el verano de 1932, en una casa apartada en un lago de montaña, e incluyó en el volumen algunas fotos comprometedoras, con poca ropa, que había hecho a la actriz.

Greta Garbo en el cénit de su belleza posa ante la cámara en agosto de 1927

Greta Garbo posa ante la cámara en agosto de 1927. 

Propias

Aunque, según la escritora, la atracción había sido mutua, parece que Garbo no lo sentía igual. Para la actriz sueca, famosa por su carácter introvertido y algo volátil, Mercedes no era una prioridad. Esa falta de correspondencia provocó que De Acosta, mucho más insegura y sensible de lo que aparentaba, sufriera enormemente y llegara a obsesionarse con ella, sintiéndose celosa y muy dependiente de sus atenciones. Aun así, mantuvieron una relación de casi treinta años, conviviendo como vecinas en Nueva York cuando la actriz se retiró en 1941 en la cúspide de su fama.

Regreso a Nueva York

La complicada relación que mantuvo con Greta Garbo marcó el inicio de la decadencia de la escritora. A sus problemas sentimentales se unieron los laborales. De Acosta, quien, junto a Viertel, deseaba convertir a la Divina en un icono feminista y lésbico de la pantalla, fue despedida de la Metro-Goldwyn-Mayer. “Hemos estado durante años construyendo a la Garbo como una gran actriz glamurosa, y ahora vienes tú e intentas ponerle pantalones y convertirla en un mono”, cuenta que le dijo el productor Irving Thalberg.

Mercedes buscó consuelo en otras mujeres –incluida la rival de Garbo, Marlene Dietrich– y en la espiritualidad oriental, llegando a visitar en la India al maestro Ramana Maharshi, quien se hizo muy famoso en Occidente gracias al superventas de Paul Brunton La India secreta (1934). Durante esa época apoyó públicamente al gobierno de la República en la Guerra Civil española. En sus memorias, De Acosta aseguraba sentirse española y poseer un carácter español, al que atribuía su “sentido trágico de la vida”.

Al no poder seguir trabajando en Hollywood, la escritora regresó a Nueva York. Continuó manteniendo una intensa vida social y una postura muy abierta en cuanto a su homosexualidad. Esto fascinó a Andy Warhol, quien se convertiría en uno de sus mejores amigos desde que se conocieron a través del círculo de Cecil Beaton a finales de los años cincuenta. El artista fue quien diseñó la portada de su polémico libro de memorias.

Mercedes de Acosta llegando a Nueva York a bordo del S. S. Normandie en 1935.

Mercedes de Acosta llegando a Nueva York a bordo del S. S. Normandie en 1935.

Getty Images

Enferma, arruinada y apartada por aquellas personas que se sintieron traicionadas por su autobiografía, Mercedes de Acosta murió en 1968 a los 76 años. La escritora había vendido su fondo documental al Museo Rosenbach de Filadelfia. Los documentos relacionados con Greta Garbo no se hicieron públicos hasta diez años después de su muerte, en 2000. La caja contenía su correspondencia con Garbo, un álbum con más fotos de sus vacaciones y un mechón de pelo de la actriz.

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