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Al hablar de Mazarino y La Fronda, TODAS LAS FRONDAS

RECOPILACIÓN DE APUNTES DE INTERNET Y PROPIOS PARA LA PEC
Asignatura

Historia Moderna (Historia del Arte) (67022092)

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Año académico: 2020/2021
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Al hablar de Mazarino y La Fronda, debemos hablar de Luis XIV y su minoría de edad ya que tenía 4 años cuando heredó el reino de su padre Luis XIII a su muerte en 1643, apenas un año después de su primer ministro el cardenal Richelieu (1585-1642). Luis XIV (1639-1715) sucede al trono bajo la regencia de su madre Ana de Austria (1602- 1666) y según mandato del testamento que había dejado Luis XIII. Fue un testamento complejo donde dejaba a Ana de Austria, a Gaston de Orléans, hermano de Luis XIII, quien conspiraría en varias ocasiones contra el cardenal Richelieu, finalmente se pondría de parte de la corona y sería notable en la denominada “La Fronde”, de la que hablaremos a continuación. También formaría parte del testamento Enrique III de Borbón (1643-1709) primer príncipe de sangre ( Ley Sálica) príncipe de Condé y Par de Francia entre otros miembros de la casa real. Sin embargo y tras la impugnación del mismo el poder efectivo del reino terminó por recaer en la regente y en el cardenal Mazarino como primer ministro. Giulio Mazarino (1602-1661) fue nombrado cardenal sin ser sacerdote (1641) por petición de Luis XIII en agradecimiento por los servicios prestados primero al papado y posteriormente a la monarquía a parte que Richelieu valoró su buen hacer político y era de su total confianza. Luis XIV nació tras muchos años de matrimonio y el aprecio del Rey hizo que Mazarino apadrinara a su primogénito. La reina madre Ana de Austria se colocó al frente del gobierno tras ser el eliminado el consejo de regencia que Luis XIII había designado y Mazarino se gano su plena confianza, además de sus funciones como ministro, recibió, por parte de la reina el encargo de ocuparse de la educación del joven rey y de su hermano Felipe de Orleans , el Petit Monsieur. Según fuentes fue su amante y posiblemente incluso pudieron contraer matrimonio en secreto.

Los primeros años de gobierno de Mazarino fueron años complicados, especialmente en el plano económico, puesto que el reino se encontraba profundamente endeudado por las diferentes campañas bélicas que mantenía Francia en ese preciso momento con la guerra franco española. Esta situación lo llevó a tomar una serie de decisiones, así como medidas fiscales y financieras abusivas que provocaron un clima de descontento en gran parte de la sociedad francesa. El movimiento fue causado por las hambrunas, epidemias y presiones fiscales que había impuesto Richelieu y que Mazarino continuaba, como los préstamos forzados y la tradicional supresión de libertades. El caldo de cultivo vino desde la muerte del cardenal y su sustitución por el valido italiano, quien seguía la política absolutista de Luis XIII y Richelieu. La burguesía y la nobleza, sectores muy afectados, estallaron contra el ministro en 1648. El descontento del pueblo con el cardenal siciliano termino en una serie de revueltas que la historia conocerá como “ La Fronda”, que azotará Francia durante los años 1648 y 1653. La Fronda será un movimiento revolucionario y de carácter reivindicativo que pretenderá neutralizar los abusos de la Corona mediante diversas acciones. Durante su primera fase, el movimiento se mostró inefectivo y carente de cohesión interna a la larga, por lo que finalmente todas las reformas obtenidas fueron derogadas y Mazarino pudo continuar en su cargo de primer ministro, el cual había tenido que abandonar durante algunos momentos por la enorme presión ejercida. Debemos dividir estas revueltas en tres períodos:

La Fronda Parlamentaria comenzó en agosto 1648 desde los tribunales soberanos, que intentaron desmantelar todo el trabajo de centralización y refuerzo del poder real comenzado por Richelieu y continuado por Mazarino. La “Paz de Rueil” en marzo de 1649 le puso fin, perdonando a los parlamentarios implicados a cambio de no volver a celebrar más reuniones con los tribunales soberanos.

La Fronda de los Príncipes tuvo lugar en 1650. El príncipe Condé, que había ayudado a Mazarino en los disturbios de la Fronda anterior en París, fue arrestado por intentar sustituirle. Sus colaboradores, nobles de todo tipo, sufrieron una derrota militar y Mazarino salió reforzado tras el conflicto

La denominada unión de las dos Frondas es un periodo que va de diciembre de 1650 a septiembre de 1651 y que tenía como única motivación la destrucción de Mazarino que, se vio obligado a huir. Tras este logro, no hubo entendimiento entre los propios frondistas y Condé huyó a la Guyena.

La Fronda de Condé, (1651-1653) Luis XIV ganó una serie de importante batallas, derrotando al conde que se exilió en los países bajos españoles. En Enero de 1653, Mazarino, quien primero se autoexilio consciente de que el único problema para el joven rey era su presencia en Paris, más tarde regresaría al poder, restableciendo el orden anterior e imponiendo definitivamente la monarquía absoluta de Luis XIV, quien entró triunfante en París junto con su familia y validos fieles.

El primer objetivo de La Fronda fue canalizar el descontento provocado por el hambre, las enfermedades y las presiones fiscales para limitar el Absolutismo. Por contra, la Fronda desembocó en la entronización de Luis XIV, el Rey Sol, auge del Absolutismo europeo.

Regalismo y galicanismo

Otro rasgo in1portante del siglo xvrr fue la intensificación de los conflictos regalistas entre los poderes soberanos y el papa de Roma. A ello contribuyeron el reforzamiento del poder real en la línea del absolutismo y el paralelo incremento del que tenía el papa en el seno de la Iglesia católica, claramente reforzado en el Concilio de Trento. La Iglesia de la Contrarreforma es más claramente romana, a lo que contribuye el propio pontificado con hechos como la beatificación y posterior canonización de Pío V , el primer papa posterior al concilio, que destacó en la aplicación de los decretos conciliares, en la lucha contra la herejía y en la organización de la liga armada contra los turcos que llevaría a la victoria de Lepan to. Asamblea del Clero o la Facultad de Teología de París, defensora del conciliarismo -doctrina que consideraba superior la autoridad de los concilios a la del papa- o de la autoridad divina de los obispos frente a la dependencia de Roma.

Un primer conflicto se planteó en la reunión de los Estados Generales de 1614, cuando el rey se negó a legalizar los decretos del

Pero sin duda el elemento que potenció al máximo el galicanismo fue el avance del absolutismo monárquico con Luis XIV. Por un edicto de 1673 , Luis XIV, respaldado por la Facultad de Teología de la Sorbona, la extendió a todo el reino y pretendió además conseguir la regalía espiritual o derecho de presentación de candidatos a los beneficios eclesiásticos de las diócesis vacantes, iniciando un largo conflicto con el papa Inocencio XI , que afectó también a varios obispos franceses contrarios a la decisión real. En 1682, la Asamblea del Clero aprobó la declaración de los Cuatro Artículos, redactados por Bossuet, obispo de Meaux, que reafirmaban las tesis galicanas y conciliaristas. Como quiera que Luis XIV rehusó distinguir los que habían asistido de los que no, en 1688 había treinta y cinco diócesis vacantes.

Un primer acercamiento se produjo con el nuevo papa Alejandro VIII. A cambio de algunas cesiones, Luis XIV renunció al derecho de asilo de la embajada romana, como habían hecho ya otros soberanos, y restituyó a la Santa Sede los territorios ocupados. El papa, no obstante, declaró nulos los Cuatro Artículos y la extensión de los derechos de regalía a todo el territorio de Francia. El pontífice Inocencio XII confirmó en sus sedes a todos los obispos, después de que cada uno de ellos le enviara una carta manifestándole su sentimiento por lo ocurrido.

El regalismo no agotaba los conflictos de la Santa Sede con los soberanos católicos. Tras la rebelión de Portugal, el papa se encontró en una situación difícil, por lo que se negó a nombrar obispos en dicho territorio para evitar problemas con el rey de España, Felipe IV. Un caso similar se produciría a comienzos del siglo xvm cuando, en el curso de la Guerra de Sucesión de España, el papa Clemente XI se vio obligado a optar entre los dos príncipes enfrentados por el trono, con las consiguientes tensiones con el que resultara perjudicado.

 Hubert Méthivier , La Fronde , PUF, coll. « L'Historien », 1984

los primeros monarcas de la Edad Moderna en aplicar dentro de su programa político el regalismo más descarado. El regalismo en España

Concretamente en España, el regalismo se refiere a las prerrogativas reclamadas por el Estado y a su intervencionismo sobre las instituciones eclesiásticas, fundamentalmente sobre la Inquisición, el Tribunal de la Rota y las órdenes monásticas.

Con el advenimiento al trono castellano-aragonés de los Reyes Católicos, las autoridades eclesiásticas peninsulares fueron paulatinamente supeditándose a la política de la Corona. Esta tónica fue madurando a lo largo del siglo XVI, para desembocar en el reinado de Felipe II, paradigma perfecto del triunfo del regalismo en Castilla-Aragón. Posteriormente, los restantes monarcas de la Casa de Austria persiguieron las mismas directrices, tendentes a absorber áreas hasta entonces colocadas bajo la exclusiva esfera pontificia o eclesiástica, lo que provocó, poco más tarde, no pocas ocasiones de enfrentamientos enconados entre ambos poderes, llegándose incluso al cese total de las relaciones diplomáticas. La peculiar idiosincrasia del programa mantenido por los Austrias, en el que la propagación y defensa de la fe ocupó un lugar destacado en su política, siendo así difícil delinear las fronteras entre ambas potestades, y el prolongado y nunca desaparecido enfrentamiento entre ciertos papas y los monarcas españoles, hicieron que, entre otras cosas, el regalismo de los Austria tuviera cierto desarrollo virulento que no se vio en otras monarquías, con iguales intereses y objetivos. Pero este movimiento regalista no adquirió plena realidad o concreción en España hasta mediados del siglo XVIII, con la implantación de la nueva dinastía borbónica en el trono español. Según los especialistas en el tema, fue durante el reinado del primer rey borbón español, Felipe V, cuando el regalismo hispánico sufrió su más profunda transformación, al basarse en supuestos totalmente diferentes a los anteriores. Antes, durante los siglos XVI y XVII, la Corona, siempre buscando su propio interés, mantuvo una cierta “tolerancia”, a pesar de los enfrentamientos arriba indicados, hacia las reservas romanas, asegurándose el control mediante el derecho de presentación y otras regalías más y dejando los asuntos de orden interno a cargo directo de los propios eclesiásticos. Con Felipe V en el trono español todo cambió. Fiel al programa centralizador de sus principales colaboradores, no frenó su marcha en el terreno eclesiástico, inmiscuyéndose progresivamente en todas las actividades de la Iglesia donde la Corona pudiera sacar beneficios. Salvo excepciones, la mayor parte de la jerarquía eclesiástica se mostró partidaria de los planes y medidas del poder real, que no encontró apenas oposición a su política. La práctica regalista borbónica alcanzó su máximo nivel en el año 1753, fecha en la que se firmó un Concordato entre el papa Benedicto XIV y el rey español Fernando VI, que habría de regir las relaciones de ambos estados durante un siglo, y por el que los monarcas españoles quedaron instituidos en patronos universales de todas las iglesias de sus territorios, permitiendo a la Corona usufructuar en adelante a título exclusivo el derecho de nombrar los poseedores de la mayoría de los beneficios eclesiásticos mayores.

Los esfuerzos de continuidad regalista fueron importantes a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, incluyendo a las revoluciones liberales, particularmente durante el Trienio Liberal (1820-1823). En el año 1851 se volvió a firmar otro concordato. Se renovó el patronato regio, vigente (con breves pausas) hasta la II República, fecha en la que se derogó. Con el régimen franquista, las ideas regalistas volvieron a tener entidad, alimentadas por el nacionalcatolicismo que propugnaba la nueva situación política del país, hasta la promulgación de la Constitución de 1978.

Las regalías eclesiásticas más “usurpadas” por los monarcas españoles fueron las siguientes: el Derecho de Presentación, por el que los reyes se reservaban el derecho de nombramiento de personas para la provisión de diócesis, abadías y beneficios; el Regium Exequatur , también conocido como la retención de bulas, que suponía una especie de censura política y que consistía en el control por parte del Gobierno de todos los documentos procedentes de la Santa Sede, reteniéndolos antes de su aplicación o difusión por el reino por si pudieran contener materia lesiva para los intereses de la corona; y, por último, el llamado Recurso de la Fuerza, que consistía en la queja ante un tribunal civil de la presunta injusticia cometida por un eclesiástico, pudiendo ser juzgado por encima de los tribunales de la Iglesia. Esta última regalía fue la que más conflictos y problemas dio entre ambos poderes, puesto que significaba la eliminación de uno de los privilegios más importantes que siempre gozó el orden sacerdotal, el escapar de la justicia ordinaria. Otras regalías

Los monarcas de la Europa Moderna no sólo intentaron apropiarse de ciertas prerrogativas exclusivas de la Iglesia, sino que también extendieron su dominio sobre todos los ámbitos posibles de su gobierno. En los reinos peninsulares, siguiendo la tradición romanovisigótica, en la época altomedieval se incluían en este concepto de regalía básicamente las tierras yermas, las aguas, minas y salinas. En plena Edad Media, las regalías encontraron un nuevo fundamento con la incorporación del Derecho Romano tardío, consolidándose como una manifestación más del aumento del poder de los soberanos. De esta manera, a las regalías tradicionales se le agregaron otras, como la acuñación de moneda y la administración de justicia a nivel supremo. La monarquía castellana, además se hizo con otros derechos exclusivos de raigambre musulmana, como las alcaicerías, las almonas, el quinto del botín de la guerra, etc. En su vertiente económica, estas regalías eran un capítulo muy importante dentro del conjunto de ingresos ordinarios de la Corona. Bibliografía  ORLANDIS, J: Historia de la Iglesia. Madrid, 1995.  VV (coordinación de Ricardo García Villoslada): Historia de la Iglesia en España. Madrid, 1974.  SUÁREZ FERNÁNDEZ, L: Los Reyes Católicos: fundamentos de la monarquía. Madrid, 1989.  HERA, A. de la: El regalismo borbónico. Madrid, 1963.  NIETO SORIA, J: Consideraciones sobre el Patronato Real castellano-leonés en los siglos XIII y XIV. Barcelona, 1985.  NIETO SORIA, J: Las relaciones monarquía-episcopado castellano como sistema de poder. Madrid, 1982.  CORRAL, C y ECHEVARRÍA, L: Los acuerdos entre la Iglesia y España. Madrid, 1980.  MITRE FERNÁNDEZ, E: Iglesia y vida religiosa en la Edad Media. Madrid, 1991.

Estado. Reconociendo a aquélla tan sólo competencias en lo espiritual, reservaba la esfera de lo temporal y de los asuntos de gobierno a los poderes civiles y más concretamente a su representación esencial, la monarquía. Las relaciones administrativas entre ambas instituciones, la regulación de los asuntos que concernían a sus respectivas jurisdicciones y la limitación de la soberanía de la Iglesia, fueron los puntos centrales que trató la teoría galicana regalista. En Francia, donde alcanzó su forma característica, el galicanismo civil fue, ante todo, la afirmación de la libertad del poder monárquico frente a la doctrina teocrática del papado.

El origen histórico del galicanismo civil puede remontarse a la época de Carlomagno, cuando dicho monarca puso bajo su protección a la Iglesia franca, si bien su primera formulación como doctrina política se sitúa a principios del siglo XIV, en el marco del conflicto de soberanías que enfrentó a Felipe el Hermoso de Francia y al papa Bonifacio VIII. Los juristas afectos a dicho monarca se apoyaron en el derecho romano para proclamar la soberanía del rey sobre la Iglesia de su reino, en oposición a las pretensiones centralizadoras de la teocracia pontificia. El avance de la centralización monárquica en Francia, más avanzado que en el resto de los Estados cristianos de Europa Occidental, posibilitó el que estas pretensiones tuvieran continuidad. El exilio del papado en Aviñón y el estallido del Cisma a fines del siglo XIV fortalecieron el galicanismo al debilitar la autoridad pontificia frente a los poderes monárquicos en ascensión. El conciliarismo, que proclamaba la superioridad sobre el Papa de la comunidad cristiana representada por el concilio universal, proporcionó un sólido armazón ideológico tanto al galicanismo episcopal como al regalista, y en 1407 el monarca francés publicó las libertades galicanas , es decir, el conjunto de las libertades tradicionales de la Iglesia de Francia, apoyándose para ello en las doctrinas conciliaristas. Estas libertades constituyeron el eje vertebral de un derecho galicano que se gestó en el transcurso del conflicto secular entre el poder monárquico y pontificio. En 1438, Carlos VII, mediante la pragmática sanción de Bourges, puso en vigor en su reino los cánones del concilio de Basilea, asamblea en la que se había llevado a su extremo el conciliarismo, lo que equivalía a desgajar de hecho a Francia de la autoridad de Roma. Sin embargo, poco después el monarca francés estableció un primer concordato con Roma, lo que suscitó la oposición de los defensores de la libertad episcopal, que veían cómo sus reivindicaciones de independencia doctrinal y disciplinar iban quedando relegadas por los intereses de la monarquía. Los sucesores de Carlos VII prosiguieron esta política ambigua que, al tiempo que consolidaba el control estatal sobre el clero, abandonaba las pretensiones propias de éste. Francisco I negoció en 1516 el concordato de Bolonia con el papa León X, documento que se convirtió en el texto regulador de las relaciones entre la Iglesia y el Estado de Francia hasta el final del Antiguo Régimen. Dicho documento selló el triunfo del galicanismo regalista sobre el clerical, pues, al tiempo que reconocía la supremacía del Papa sobre el concilio, reservaba numerosos privilegios a la monarquía en la administración eclesiástica. El galicanismo clerical recurrió entonces al apoyo de los parlamentos provinciales, que tomaron la causa galicana como un medio eficaz de contestar el creciente absolutismo monárquico. También la Universidad se sumó a la protesta de los galicanos, de forma tal, que la Sorbona se convirtió en el principal

baluarte del galicanismo clerical. La resistencia de la Universidad y del parlamento obstaculizó de continuo la aplicación en Francia de las constituciones y cánones pontificios. Así ocurrió con las disposiciones del concilio de Trento, cuya aplicación en dicho país fue en extremo problemática. En 1594 Pierre Pithou publicó su obra Las libertades de la Iglesia galicana , texto que sistematizaba la teoría galicana producida hasta entonces. A lo largo de la centuria siguiente, el galicanismo regalista penetró en las filas del alto clero francés, de la mano de Luis XIV, monarca que mantuvo bajo un férreo control a la cúpula eclesiástica de su reino y suscitó una dura pugna con el papado. De resultas de este conflicto, Luis XIV reunió una asamblea del clero en 1681-82, de la que saldría la Declaración de los cuatro artículos sobre el poder eclesiástico y el secular. La Declaración, que resumía las doctrinas galicanas, fue promulgada como ley de Estado. Derogada en 1693 debido a la presión que ejerció la Santa Sede sobre el monarca francés, los parlamentos se negaron, sin embargo, a aceptar tal derogación y consideraron en vigor la Declaración hasta la Revolución de 1789. En 1790 la Asamblea Constituyente se inspiró en el galicanismo parlamentario para la redacción de la Constitución civil del clero, que pretendió crear en Francia una Iglesia nacional en la que la provisión de cargos eclesiásticos se realizara mediante elección popular y el Estado se ocupara del mantenimiento del clero. La condena de la Constitución por el papa Pío VI en 1791 tuvo como consecuencia la división del clero francés en dos facciones irreconciliables: juramentados o constitucionales y no juramentados o refractarios. En 1794 la Convención Nacional estableció la separación entre la iglesia y el Estado y en 1801-02 Napoleón I pactó con Roma un nuevo concordato que se mantuvo en vigor durante el período de la Restauración borbónica. Dicho documento restablecía la sujeción de la iglesia francesa al papado en lo doctrinal y lo disciplinario, pero al mismo tiempo contenía una serie de artículos de inspiración galicana que permitieron al Estado mantener el control sobre la iglesia francesa. Durante la época de la Restauración se produjo la lucha entre los ultramontanos (partidarios de una sumisión total a la Santa Sede) y los galicanos. Pero, a medida que se producía la secularización de Estado y sociedad, las doctrinas galicanas perdieron su sentido. En 1830 el catolicismo dejó de ser religión de Estado en Francia, lo que invalidaba las pretensiones de los galicanos en cuanto a la intervención estatal en la administración de la Iglesia católica. Este hecho y la proclamación de la infalibilidad de Papa en el concilio Vaticano I (1870) asestaron un golpe definitivo al galicanismo. La separación definitiva de Iglesia y Estado se produjo en 1905, lo que permitió a la Santa Sede recuperar el control completo en la provisión de cargos eclesiásticos y consagró de forma definitiva la separación de las esferas de lo temporal y lo espiritual, vaciando de contenido las reivindicaciones galicanas.

Bibliografía.  EHLER, S. Historia de las relaciones entre Iglesia y Estado. Madrid, 1966.  EHRHARD, A. y NEUSS, W. Historia de la Iglesia , IV. Madrid 1962.  FLICHE, A. y MARTIN, V. Historia de la Iglesia , XXV-1. Valencia, 1985.

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Al hablar de Mazarino y La Fronda, TODAS LAS FRONDAS

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Al hablar de Mazarino y La Fronda, debemos hablar de Luis XIV y su minoría de edad ya que tenía 4 años cuando
heredó el reino de su padre Luis XIII a su muerte en 1643, apenas un año después de su primer ministro el cardenal
Richelieu (1585-1642). Luis XIV (1639-1715) sucede al trono bajo la regencia de su madre Ana de Austria (1602-
1666) y según mandato del testamento que había dejado Luis XIII. Fue un testamento complejo donde dejaba a Ana de
Austria, a Gaston de Orléans, hermano de Luis XIII, quien conspiraría en varias ocasiones contra el cardenal Richelieu,
finalmente se pondría de parte de la corona y sería notable en la denominada “La Fronde”, de la que hablaremos a
continuación. También formaría parte del testamento Enrique III de Borbón (1643-1709) primer príncipe de sangre
( Ley Sálica) príncipe de Condé y Par de Francia entre otros miembros de la casa real. Sin embargo y tras la
impugnación del mismo el poder efectivo del reino terminó por recaer en la regente y en el cardenal Mazarino como
primer ministro. Giulio Mazarino (1602-1661) fue nombrado cardenal sin ser sacerdote (1641) por petición de Luis
XIII en agradecimiento por los servicios prestados primero al papado y posteriormente a la monarquía a parte que
Richelieu valoró su buen hacer político y era de su total confianza. Luis XIV nació tras muchos años de matrimonio y
el aprecio del Rey hizo que Mazarino apadrinara a su primogénito. La reina madre Ana de Austria se colocó al frente
del gobierno tras ser el eliminado el consejo de regencia que Luis XIII había designado y Mazarino se gano su plena
confianza, además de sus funciones como ministro, recibió, por parte de la reina el encargo de ocuparse de la
educación del joven rey y de su hermano Felipe de Orleans, el Petit Monsieur. Según fuentes fue su amante y
posiblemente incluso pudieron contraer matrimonio en secreto.
Los primeros años de gobierno de Mazarino fueron años complicados, especialmente en el plano económico, puesto
que el reino se encontraba profundamente endeudado por las diferentes campañas bélicas que mantenía Francia en ese
preciso momento con la guerra franco española. Esta situación lo llevó a tomar una serie de decisiones, así como
medidas fiscales y financieras abusivas que provocaron un clima de descontento en gran parte de la sociedad francesa.
El movimiento fue causado por las hambrunas, epidemias y presiones fiscales que había impuesto Richelieu y que
Mazarino continuaba, como los préstamos forzados y la tradicional supresión de libertades. El caldo de cultivo vino
desde la muerte del cardenal y su sustitución por el valido italiano, quien seguía la política absolutista de Luis XIII y
Richelieu. La burguesía y la nobleza, sectores muy afectados, estallaron contra el ministro en 1648. El descontento del
pueblo con el cardenal siciliano termino en una serie de revueltas que la historia conocerá como La Fronda”, que
azotará Francia durante los años 1648 y 1653. La Fronda será un movimiento revolucionario y de carácter
reivindicativo que pretenderá neutralizar los abusos de la Corona mediante diversas acciones. Durante su primera
fase, el movimiento se mostró inefectivo y carente de cohesión interna a la larga, por lo que finalmente todas las
reformas obtenidas fueron derogadas y Mazarino pudo continuar en su cargo de primer ministro, el cual había tenido
que abandonar durante algunos momentos por la enorme presión ejercida. Debemos dividir estas revueltas en tres
períodos:
La Fronda Parlamentaria comenzó en agosto 1648 desde los tribunales soberanos, que intentaron desmantelar todo el
trabajo de centralización y refuerzo del poder real comenzado por Richelieu y continuado por Mazarino. La “Paz de
Rueil” en marzo de 1649 le puso fin, perdonando a los parlamentarios implicados a cambio de no volver a celebrar más
reuniones con los tribunales soberanos.
La Fronda de los Príncipes tuvo lugar en 1650. El príncipe Condé, que había ayudado a Mazarino en los disturbios de
la Fronda anterior en París, fue arrestado por intentar sustituirle. Sus colaboradores, nobles de todo tipo, sufrieron una
derrota militar y Mazarino salió reforzado tras el conflicto
La denominada unión de las dos Frondas es un periodo que va de diciembre de 1650 a septiembre de 1651 y que tenía
como única motivación la destrucción de Mazarino que, se vio obligado a huir. Tras este logro, no hubo entendimiento
entre los propios frondistas y Condé huyó a la Guyena.
La Fronda de Condé, (1651-1653) Luis XIV ganó una serie de importante batallas, derrotando al conde que se exilió en
los países bajos españoles. En Enero de 1653, Mazarino, quien primero se autoexilio consciente de que el único
problema para el joven rey era su presencia en Paris, más tarde regresaría al poder, restableciendo el orden anterior e
imponiendo definitivamente la monarquía absoluta de Luis XIV, quien entró triunfante en París junto con su familia y
validos fieles.

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