El tormentoso pasado de Maureen O'Hara, la irlandesa que arrodilló a Hollywood

El tormentoso pasado de Maureen O'Hara, la irlandesa que arrodilló a Hollywood

La actriz que conquistó a John Wayne murió hace hoy cuatro años

John Wayne y Maureen O'Hara en «El hombre tranquilo»
Lucía M. Cabanelas

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Tan solo la música pudo calmar a la fiera indomable de Maureen O'Hara . Fue hace ya cuatro años, cuando la combativa Reina del Technicolor murió mientras dormía escuchando la banda sonora de «El hombre tranquilo», su película favorita, que protagonizó junto a John Wayne a las órdenes del único director que le hizo justicia en pantalla.

Porque a pesar de que la Academia de Hollywood la relegase al olvido hasta el Oscar honorífico un año antes de su muerte, fue el siempre alabado John Ford quien le regaló los mejores personajes de su carrera como actriz, desde Angharad en «¡Qué verde era mi valle!» a Kathleen Yorke en «Río Grande» y, por supuesto, Mary Kate Danaher («El hombre tranquilo»), donde volvió a poner en cintura a El duque, que una vez dijo de ella: «Prefiero vérmelas con un matón de dos metros que con ese huracán devastador llamado Maureen O'Hara ».

En ese temperamento debió ver el director de «Las uvas de la ira» algo de sí mismo, toda vez que disfrutaba torturando al propio Wayne, su actor fetiche, que las pasó canutas durante el rodaje de «La diligencia».

Wayne, imperturbable, sufrió el azote del genio del parche y la rebeldía de la pelirroja indomable, pero supo sacar lustre a su talento en 24 títulos del director de Maine y en otros cinco con la fiera irlandesa, de la que dijo: «He tenido muchos amigos y prefiero la compañía masculina, excepto con Maureen . Ella es un gran tipo». O'Hara, por su parte, le devolvió el elogio siempre que pudo, como cuando en 1979 pidió una medalla conmemorativa para su pareja en pantalla y dijo de él que, junto a su padre y su último marido, había sido uno de los «tres grandes hombres» de su vida.

También se las vio con su fuerte carácter Charles Laughton , su padrino en la industria y quien la rescató después de una terrible primera prueba en Londres a los 17 años. El actor y director le sugirió que cambiase su apellido FitzSimons por otro más corto para que entrase en las marquesinas, y junto a él debutó en un filme de Alfred Hitchcock, «La posada de Jamaica», donde conoció al primero de sus tres maridos y al más breve de todos, el guionista y productor George H. Brown. Aún tendría dos más: el peor hombre de su vida, el guionista y director Will Price , padre de su única hija, y su último marido, el exaviador de las fuerzas armadas Charles Blair.

Sus ojos verdes y la película de Hitchcock le valieron a Maureen O'Hara el pasaporte a Hollywood, donde en 1939 volvió a acompañar a Laughton en otro filme, en este caso ella como Esmeralda y él como jorobado. Aún coincidirían una tercera vez en la extensa y por momentos brillante filmografía de la actriz, que volvió a mostrar su genio en 1946, cuando, tras conseguir la nacionalidad estadounidense, se negó a firmar un documento que la definía como «antigua súbdita británica» .

Abusos de la industria

Maureen O'Hara , que deslumbró a Hollywood tras llegar a EE.UU. desde Irlanda, se encontró con una industria machista y se sintió indefensa. En una entrevista concedida en 1945 a «The Mirror» se definió como «una víctima indefensa de una campaña de descrédito en Hollywood». «Por no haber permitido que el productor o el director me besen cada mañana o me toqueteen, han contado por toda la ciudad que yo no soy una mujer, sino una fría estatua de mármol», lamentó la actriz, a la que consideraban «una patata fría sin atractivo sexual» . Ella, que no se rendía ante nada, denunció setenta años antes del Me Too los abusos a los que la sometió la meca del cine, levantando la voz ante una injusticia que no estaba dispuesta a tolerar: «Supongo que Hollywood seguirá sin considerarme otra cosa que no sea un frío trozo de mármol hasta que me divorcie de mi marido, abandone a mi bebé y ponga mi nombre y fotografía en todas las portadas . Si esa es la idea que Hollywood tiene de lo que debe ser una mujer, estoy preparada para marcharme ahora».

Mil vidas vivió en los sesenta títulos de su carrera y otras tantas fuera de ella, donde entre otras cosas atesoró el título de primera mujer al frente de una compañía aérea, tras la muerte de Blair, que la dejó devastada: «Charlie fue un regalo de Dios. Nunca fui tan feliz como en el tiempo que estuvimos juntos». Pero nada debió sorprender a Maureen O'Hara, ya que, cuando tenía cinco años, un burlesco y anciano gitano romaní predijo toda su vida . Recordó la actriz en su autobiografía, «‘Tis Herself», que el hombre apareció en la puerta de su casa, le leyó la mano y le dijo que saldría de Irlanda y se haría famosa: «Vas a hacer una fortuna y serás muy, muy rica, pero todo se te escapará de las manos un día».

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