Es una iglesia neogótica de muy principios del XX, tan bien construida y con tanto detalle que podría ser gótica de verdad. La ambientación contribuye mucho: huele a cera de velas (de las de verdad, no de bombillita) y a veces a incienso. Entre ceremonias el ambiente es silencioso y recogido, con luces suaves: ideal para un rato de descanso y reflexión. Si coincides con una misa, puedes coincidir con una en latín, cosa que te transporta a los años del gótico auténtico. Es grande, casi tamaño catedral pequeña, está llena de capillas (incluso una a San José, con altar y velas y todo) y recovecos, y está muy limpia y bien cuidada; y bien climatizada. Si te paseas encontrará junto a una capilla un tapiz con el escudo del Rey de España, donado a esta Iglesia por el mismo Rey de España a principios de 1900, con una inscripción interesante. Como pista, la dirección postal de esta iglesia, a la que se entra desde George Street, calle céntrica del encantador barrio de Marylebone (a unos pasos de Oxford Street) es en realidad 22, Spanish Place, que hoy es un callejoncito adyacente.