Los cuatro desgraciados matrimonios de Doris Day, que murió en la absoluta soledad - Chic
Menú

Los cuatro desgraciados matrimonios de Doris Day, que murió en la absoluta soledad

Los cuatro matrimonios de Doris Day fueron más bien poco deseables.

Los cuatro matrimonios de Doris Day fueron más bien poco deseables.
Doris Day | Cordon Press

Hay contrastes en las vidas de muchos actores. Doris Day fue algo así como "la novia perfecta de los norteamericanos", con aquellas comedias románticas en las que con su habitual sonrisa hacía frente a cuantos problemas le surgían con sus parejas de cine. Representaba el ideal de un ama de casa trabajadora, o en sus ocupaciones profesionales fuera del hogar, sin que por ello se resintieran sus deberes de esposa y madre en algunos argumentos. El símbolo femenino de clase media con la que se identificaban infinidad de matrimonios. Sin embargo, su existencia fuera de los focos era todo lo contrario: se casó cuatro veces y en todas ellas resultó maltratada o engañada. Para sufrir como colofón la muerte de uno de sus dos hijos. No es extraño recordar que sus últimos diez años los asumiera en la más completa soledad, encerrada en su casa de Carmen Valley Village, California. Tenía noventa y siete años cuando se fue de este mundo, van a cumplirse ahora tres años. Y en este mes de abril, de vivir, hubiera alcanzado el centenario.

Nacida en Cincinatti, estado norteamericano de Ohio, hija de un matrimonio de ascendencia germana, de ahí que llevara como apellido Kappenlhoff. Adoptó Day para su carrera. Siendo jovencita quiso ser bailarina pero un accidente de coche echó por tierra aquel sueño porque una de sus piernas, la derecha, quedó malherida. Fue su madre quien la animó a inscribirse en una escuela de canto. Dedicada a la música tradicional y jazz. En aquellos años 40, cuando las orquestas estaban en su apogeo, se dio a conocer a través de la radio, desde donde saltó a los estudios cinematográficos. Pero no siempre interpretó canciones en las treinta y nueve películas en que intervino. Al comienzo de su debut en la pantalla rodó en 1948 Romance en alta mar, en cuya banda sonora compuesta de ocho melodías, cinco estaban interpretadas por Doris. Y en otra, cinco años más tarde, El hombre que sabía demasiado, dirigida por Alfred Hitchcock, cantaba el estribillo tan pegadizo en español, "Qué será, será", y el resto en inglés, cuyo título original era "Whatever vill be, will be.

" A lo largo de su carrera, que duró alrededor de setenta años, obtuvo muchos premios, la satisfacción de ser conocida en múltiples países, emparejada en la pantalla con actores de primera fila, por ejemplo Rock Hudson, que fue quizás con quien mejor se entendió ante las cámaras. Rodó varias películas con él, la primera Confidencias a medianoche, en 1959. Su amistad trascendió al margen del cine. Ella estaba al corriente de que era gay y cuando en los años 80 se hizo público que padecía sida, Doris fue de las pocas que estuvo a su lado, confortándolo. Fue asimismo feliz de trabajar junto a Clark Gable, James Stewart, Frank Sinatra… Y por dentro, Doris escondía al público y a la prensa sus problemas y muchas dificultades para sobrellevar el martirio de un hogar, donde nunca encontró el equilibrio. Lo que ya le venía de su pasado: sus padres se había separado cuando Doris contaba diez años. Su progenitor era un depravado que se buscó como amante a la madre de la mejor amiga de Doris. Y cuando ésta se enteró le supuso un duro golpe, que nunca olvidó. Tenía diecinueve años cuando en 1941 se casó con un músico llamado Al Jorden, que tocaba el trombón. Tuvieron un hijo, Terry. El marido la maltrataba y, no aguantando más, dos años más tarde Doris se divorció. Su ex, acto seguido, se suicidó. También el segundo esposo de la actriz era músico, saxofonista, llamado George Weidler. Tres años duró aquella infortunada unión, desde 1946. Éste Weidler no soportaba la popularidad de su mujer y le hizo la vida imposible, hasta que se dijeron adiós. Y llegó el tercero, tal vez el peor de todos sus maridos: Martin Melcher, que oficiaba de agente artístico, preciándose de ser un cazatalentos que se convirtió en productor de las películas de Doris Day. Manera de no dar golpe a costa del dinero de ella, al punto de que la arruinó, derrochando alrededor de veinte millones de dólares, que era casi toda la fortuna de la diva del cine. Por eso, en 1968, cuando dieron por finiquitada su convivencia iniciada diecisiete años atrás, Doris dejó definitivamente el cine, despidiéndose con El novio de mamá y hubo de ganar dinero en otro medio, la televisión, donde se mantuvo al frente de su propio "show". Lo único respetable que hizo aquel aprovechado fue darle su apellido a Terry, el hijo que Doris había tenido con su primer marido. Desde luego lo denunció y al celebrarse el juicio el frescales fue condenado a indemnizarla con veintidós millones de dólares en concepto de daños y perjuicios.

No está claro si ese Martin Melcher no quiso que Doris interpreta el papel de la señora Robinson, que luego hizo Ann Bancroft, en El graduado. O acaso fue la propia estrella quien rechazó el papel. En cualquiera de los dos casos, una equivocación pues aquel filme dio mucho dinero en taquilla y encumbró sobre todo a su protagonista masculino, Dustin Hoffman.

08-doris-day.jpg
Doris Day | Archivo

Doris volvió a tropezar si no con la misma piedra con otra no menos indeseable, contrayendo esponsales con un maître, Barry Comden, en 1976 y no soportándolo más un quinquenio después, lo dejó. Resulta que a la actriz siempre le habían encantado los perros, tuvo varios. Y el susodicho Comden alegó, cuando estuvo ante el juez que entendía la causa del divorcio de la pareja, que Doris hacía más caso a los chuchos que a él. Semejante sandez evidenciaba la catadura del sujeto. Y a partir de entonces Doris Day ya no quiso saber nada de amores. Y como había abandonado los estudios de cine, se concentró más en su condición de cantante, que nunca había abandonado del todo, pues grababa discos regularmente. El último está fechado en 2011, "My Heart". Contaba ochenta y nueve años y ya su corazón delataba su avanzada edad y sus recuerdos, unos felices en su condición de actriz y cantante, y muchos penosos en su vida sentimental. Así es que decidió olvidarse de fiestas, compromisos sociales, recluyéndose en su vivienda.

Recordando a su hijo Terry, que había fallecido en 2004 a causa de un melanoma, a los sesenta y dos años. El otro hijo se llamaba Ray, que la convirtió en abuela. Pero para entonces, Doris no quería ver a nadie, si siquiera a ese nieto llamado como el padre. Rodeada de sus canes, les hablaba con ternura, que era su único entretenimiento diario. La estela de aquella mujer sonriente de sus amables películas, se había esfumado.

Temas

En Chic

    0
    comentarios