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El día en que Marlon Brando rechazó un Óscar y nos dejó un fuerte mensaje

Publicado 11 Sep 2017 – 07:00 PM EDT | Actualizado 23 Mar 2018 – 08:26 AM EDT
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Hoy en día es común que se discutan cuestiones como el racismo y la discriminación en distintos eventos televisivos. En 1973, sin embargo, año en el que Marlon Brando se hizo acreedor del Óscar a mejor actor, la situación era muy diferente.

El actor que pasó a la historia por su encarnación de  Vito Corleone en El padrino decidió no aceptar el galardón y, para realizar esta difícil tarea, envió a Sacheen Littlefeather, una joven de 27 años de ascendencia apache que era, además, una activista por los derechos de los nativos norteamericanos.

Y ese es justamente el motivo por el cual Brando rechazó el premio. El actor quería cuestionar la manera en que las poblaciones indígenas eran retratadas en las películas de Hollywood (recordemos que los Western eran muy populares en la época).

El discurso del Óscar

Según cuenta Littlefeather en una entrevista con Los Angeles Times en 2016, antes de dar su discurso recibió amenazas de todo tipo, incluso le dijeron que sería detenida en el caso de extenderse durante más de 60 segundos. Por ese motivo, Sacheen no pudo leer el extenso discurso que Brando escribió, sino que tuvo que hacer una breve declaración para luego poder leerle el discurso completo a la prensa.

En los pocos segundos que tuvo para expresarse, la joven recibió abucheos y aplausos al mismo tiempo. Con ese discurso, afirmó, su intención y la de Brando era llamar la atención sobre una protesta indígena que se estaba desarrollando por ese entonces en Wounded Knee, el sitio de una masacre de nativos norteamericanos ocurrida en 1890. La prensa de la época había emitido un deliberado silencio sobre el tema, con el fin de boicotear la protesta. De esta forma, la magnitud histórica de este discurso se amplía, ya que logró visibilizar la situación ante una audiencia internacional.

¿Qué decía el discurso de Brando?

En su extenso discurso, el actor condena los hechos que llevaron a la población indígena al lugar en el que hoy se encuentra: los asesinaron, les sacaron sus tierras, los dejaron morirse de hambre. Pero no termina ahí (y me parece que esto es lo más interesante), Brando también critica cómo hemos reconstruido la historia en nuestro favor y cómo aún reproducimos estereotipos que no hacen más que brindar una visión sesgada de la realidad.

«Creo que la respuesta [...] es que la comunidad cinematográfica ha sido tan responsable como cualquiera por degradar al indígena y burlarse de él, describiéndolo como salvaje, hostil y malvado. Ya es bastante difícil para los niños crecer en este mundo. Cuando los niños indígenas miran televisión y ven películas, y cuando ven cómo su raza es representada en las películas, esto hiere sus mentes de formas que no somos capaces de imaginar».

¿Qué podemos aprender de él?

Si bien han pasado más de 40 años, no demasiado ha cambiado. Hago mías las palabras que Brando profirió en 1973: «Recientemente ha habido algunos vacilantes pasos para corregir esta situación, pero demasiado vacilantes y demasiado pocos».

Pero podemos ir más allá y pensar: además de los estereotipos indígenas, ¿cuáles son los estereotipos de nuestro tiempo? ¿Será que todos los rusos son mafiosos? ¿Y todos los árabes, terroristas?

Pequeña pluma

Littlefeather nos trae posibles soluciones. En la misma entrevista, Sacheen expresa:

«El racismo prevalece tanto es nuestra sociedad, es como respirar aire. Tenemos que desaprander y reaprender y reeducar. Y creo que la industria del entretenimiento es parte de esa reeducación. Mucha gente no lee libros hoy en día. ¿De dónde sacan su educación? De las películas, la televisión y cosas así. Por eso, es tan importante, es una cuestión mucho más amplia que solo entretenimiento».

Y añade que, si Hollywood vende estereotipos, como consumidores no deberíamos comprarlos:

«Deja que tus dólares hablen. Tus dólares son los que harán la diferencia. Apoya las películas y actores que quieres ver una y otra vez. Eso incluye a las películas independientes. [...] ¿Sabes? La verdad dura para siempre, a través de las décadas del tiempo. No se va. Resuena de una generación a otra, mucho más allá del momento en el que me vaya a la tumba. Nos hemos convertido en la generación de la diversidad. [...] Esa es nuestra verdad. Y nuestras películas deberían reflejar eso».

Por último, me gustaría terminar con las palabras finales del discurso de Littlefeather de 1973: «Espero no haberlos importunado esta noche y que, en el futuro, nuestros corazones y nuestros entendimientos se encuentren con amor y generosidad».

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