Revista de cultura católica Tesoros de la Fe / Santa Margarita de Escocia
Vidas de Santos Santa Margarita de Escocia

Reina y patrona de Escocia


Santa Margarita es recibida por el rey Malcolm III de Escocia, su futuro esposo


Por maravillosos designios de Dios, lleg� al trono de Escocia. Perfeccion� el esplendor de las iglesias y de la corte, aliando admirablemente una profunda piedad con mucha firmeza.


Plinio Mar�a Solimeo


Cuando el rey de Inglaterra Edmundo II fue asesinado en 1017, Canuto II, el Grande, rey de Dinamarca, aprovech� la ocasi�n para tratar de concluir la conquista de ese pa�s, del cual ya ocupaba algunas provincias. Envi� a los dos hijos del fallecido rey, Edmundo y Eduardo, a Suecia con la intenci�n de que all� encontraran la muerte. Pero el rey sueco no quiso manchar sus manos con sangre inocente y mand� a los dos hu�rfanos a Hungr�a, donde reinaba el gran San Esteban. �ste los recibi� con gran afecto y se encarg� de darles una educaci�n acorde con su cuna. Edmundo muri� sin sucesi�n, pero Eduardo, llamado �de Ultramar� o �el Proscrito�, se cas� con Agata, sobrina del Emperador San Enrique y hermana de Gisela, esposa del rey San Esteban. De ese matrimonio nacieron tres hijos: Edgard, Cristina y Margarita, �sta en 1046.

En 1041 sube al trono de Inglaterra San Eduardo III, el Confesor. Tan pronto se afirm� en el trono, sabiendo que su pariente viv�a exiliado en la corte de Hungr�a, lo invit� a volver con su familia a Inglaterra. Volvieron en 1054, siendo recibidos con pruebas de estima y afecto.

La princesa Margarita, entonces en la albor de la adolescencia, encant� a todos por su piedad y modestia. Era devot�sima de la Santa Madre de Dios y extremadamente caritativa con los pobres y necesitados.

Designio de la Divina Providencia

El padre de la santa falleci� en 1057, y su hermano Edgard se convirti� en heredero directo del santo rey, que no ten�a descendientes. Siendo a�n menor de edad y habiendo nacido en tierra extranjera, colocaron en su lugar al conde Haroldo. Guillermo, el Conquistador, atraves� el Canal de la Mancha en 1066 e invadi� Inglaterra. En la batalla de Hastings, mat� a Haroldo y se apoder� del trono ingl�s. Para escapar de la tiran�a del conquistador, Edgard y Margarita, �sta con 20 a�os de edad, huyeron en una embarcaci�n, pretendiendo llegar a Hungr�a, donde sab�an que ser�an bien recibidos. Pero otro era el designio de la Providencia, y durante una tempestad el barco fue lanzado a las costas de Escocia.

En ese pa�s fueron bien recibidos por el rey Malcolm III que, encantado con las cualidades de Margarita, le propuso matrimonio. �sta desde hac�a mucho tiempo alimentaba el deseo de hacerse religiosa como su hermana Cristina. Pero su confesor le hizo ver que podr�a auxiliar m�s a la religi�n subiendo al trono. As�, se realiz� en el a�o de 1070 el matrimonio y la coronaci�n de Margarita como reina de Escocia. A los 24 a�os de edad, era reconocida como la m�s hermosa princesa de su siglo.

Una reina que aliaba piedad y firmeza

Aunque Malcolm era un tanto rudo, ten�a muy buena �ndole y disposici�n para la virtud. Sobre todo amaba tiernamente a la reina y ten�a por ella una confianza sin l�mites. As�, Margarita, por una conducta llena de respeto y condescendencia, se hizo due�a de su coraz�n; y se sirvi� del ascendiente que ten�a sobre el rey para hacer florecer la religi�n y la justicia, procurar la felicidad de sus s�bditos e inspirar a su marido los sentimientos que lo volvieron uno de los m�s virtuosos reyes de Escocia. Ameniz� su car�cter, cultiv� su esp�ritu, puli� sus maneras y lo inflam� de amor hacia la pr�ctica de las m�ximas evang�licas. La reina se empe�aba en ese apostolado, pues no dudaba que la transformaci�n y mejora de las costumbres del pueblo depend�an en gran medida del ejemplo del rey y de la corte. As�, toda Escocia progres�, haciendo del reinado de Malcolm uno de los m�s felices y pr�speros de Escocia.

En suma, Margarita era una reina �piadosa y varonil al mismo tiempo. Cabalgaba gentilmente entre los magnates, tej�a y bordaba entre las damas, rezaba entre los monjes, discut�a entre los sabios, y entre los artistas, planeaba proyectos de catedrales y monasterios�.1

Dios bendijo sus matrimonio con ocho hijos, seis hombres y dos mujeres, habiendo seguido todos la senda de su madre. Dos de ellos �una hija, tambi�n llamada Margarita, casada con el rey de Inglaterra, y un hijo, David I, rey de Escocia� fueron elevados a la honra de los altares.

Santa Margarita compra la libertad de algunos prisioneros

Celo por el esplendor tanto en la casa de Dios y como en la corte

Uno de los cuidados de Margarita fue el de establecer en todo el reino sacerdotes virtuosos y predicadores celosos. Fue convocado as� un s�nodo, y las m�s importantes reformas instituidas en �l fueron la regulaci�n del ayuno durante la Cuaresma y la observancia de la comuni�n pascual, entonces casi olvidados, y la remoci�n de ciertos abusos concernientes al matrimonio dentro de los grados de parentesco prohibidos.

La reina procur� tambi�n organizar la Iglesia en Escocia. En consecuencia, por sus consejos, el reino fue dividido en di�cesis, con una demarcaci�n claramente determinada. Fueron creados cabildos en las catedrales, con su correspondiente clero, y establecidas parroquias. Atrajo a las �rdenes religiosas, principalmente de Francia y de Inglaterra, con miras a contribuir eficazmente al incremento de la vida lit�rgica, pues deseaba el esplendor en la casa de Dios. Para eso, construy� magn�ficas iglesias y restaur� otras, dot�ndolas con lo que hab�a de mejor para el servicio divino. Aunque era poco exigente hacia su propia persona, la reina quer�a que la corte fuese espl�ndida, a fin de valorizar la autoridad real; que la nobleza se vistiera muy bien, y que los reyes se ataviasen con pompa. Protegi� tambi�n las ciencias y las artes y fund� diversos establecimientos de cultura.

�Oh reina santa, socorrednos�, �Oh madre nuestra, asistidnos�

Sobresali� tambi�n por la caridad hacia el pr�jimo. En nuestra �poca, en que se hace tanta demagogia y poco de concreto por los pobres, el ejemplo de Margarita de Escocia es paradigm�tico.

Serv�a diariamente con sus propias manos la comida a nueve ni�as hu�rfanas y a 24 ancianos. Durante el Adviento y la Cuaresma, atend�a con el rey �ambos de rodillas por respeto a Nuestro Se�or Jesucristo en sus miembros padecientes� a 300 pobres, sirvi�ndoles la comida en la mesa real. Tambi�n todos los d�as la reina sal�a por las calles, siendo rodeada por innumerables hu�rfanos, viudas y necesitados de toda especie, que clamaban: �Oh reina santa, socorrednos�, �Oh madre nuestra, asistidnos�.

Y ella a todos socorr�a, aunque para eso tuviese que pedir a los miembros de su comitiva algo con que asistir a aquella gente. Regularmente visitaba los hospitales para socorrer a los enfermos pobres. Los deudores insolventes encontraban en ella su auxilio. Rescataba a cautivos, no s�lo escoceses, sino tambi�n de otras nacionalidades. En fin, no hubo miseria f�sica o moral que ella no hubiese socorrido.

Profundamente humilde y austera

Santa Margarita, como todos los santos, ten�a una profunda humildad. Ped�a frecuentemente a su confesor que la advirtiese de cualquier falta que la viese practicar. Y le reclamaba �pues �ste no encontraba qu� advertir� alegando que no estaba cumpliendo su misi�n.

Dorm�a poco y rezaba mucho. Su alimentaci�n era tan parca, que se restring�a apenas a lo necesario. Comenz� a sentir el organismo minado, con terribles dolores de est�mago. Se privaba de todo pasatiempo f�til y hu�a de todo cuanto pudiese alimentar la sensualidad. Pose�a tambi�n un vivo esp�ritu de compunci�n y ten�a el don de las l�grimas. Guardaba silencio absoluto en la iglesia, por respeto a la Presencia Real, y bastaba verla rezar para conocer c�mo es que se practica la oraci�n.

Margarita observaba dos Cuaresmas, la de Navidad y la de Pascua, aumentando a�n m�s sus austeridades.

Su confesor y bi�grafo dice que no es necesario constatar si practic� milagros, pues su vida entera fue un prodigio.

Ultima privaci�n y santa muerte

Cuando la reina estaba en cama durante su �ltima enfermedad, tuvo que pasar por una prueba dur�sima. Habiendo el rey Guillermo, el Rojo, de Inglaterra, invadido la Northumbria escocesa, Malcolm organiz� un ej�rcito para reconquistarla. La reina le insisti� en que no fuese personalmente a esa campa�a, pero �l resolvi� ir con sus hijos Eduardo y Edgard, juzgando que el temor de la reina se deb�a a la bondad de su coraz�n.

Capilla de Santa Margarita en el castillo de Edimburgo

Cuatro d�as antes de su muerte, ella dijo a los presentes: �Hoy tal vez haya sucedido una gran infelicidad para Escocia, como ella no ve�a hace muchos a�os�. Entretanto su hijo Edgard regres� de la guerra, y ella le pidi� noticias de su padre y de su hermano. Temiendo que la verdad le fuese fatal, el joven respondi� que estaban bien. ��Ah! Hijo m�o, s� muy bien lo que ha pasado; por eso no tienes que negarme la verdad�, respondi� ella. Edgard entonces relat� la muerte de su padre y hermano en una emboscada durante la campa�a. Margarita, elevando los ojos al cielo exclam�: �Dios todopoderoso, os agradezco por haberme enviado tan grande aflicci�n en los postreros momentos de mi vida. Espero que, con vuestra misericordia, servir� para purificarme de mis pecados�.

Por fin, su alma qued� libre de los lazos del cuerpo el d�a 16 de noviembre de 1093, a los 47 a�os de edad. Se volvi� as� patrona de Escocia.

Alg�n tiempo despu�s, al caer este pa�s en la herej�a protestante, los cat�licos recogieron secretamente las reliquias de la reina santa y de su esposo, a quien tambi�n consideraban santo, y las enviaron al rey Felipe II de Espa�a, quien les dio refugio seguro en el monasterio de El Escorial, que acababa de construir en las cercan�as de Madrid.2     


Notas.-

1. Fray Justo P�rez de Urbel  O.S.B., A�o Cristiano, Ediciones Fax, Madrid, 1945, t. II, p. 579.
2. Otras obras consultadas:

  • P. Jean Croisset, A�o Cristiano, Saturnino Calleja, Madrid, 1901, t. II, pp. 807-810.
  • Les Petits Bollandistes, Vies des Saints, Bloud et Barral, Libraires-�diteurs, Par�s, 1882, t. VI, pp. 548-554.
  • Edelvives, El Santo de Cada D�a, Editorial Luis Vives, Zaragoza, 1947, t. III, pp. 413-423.
    G. Roger Huddleston, The Catholic Encyclopedia, tomo IX, Online Edition, Copyright � 2003 by Kevin Knight.
  • P. Pedro de Ribadeneyra  S.J., Flos Sanctorum, in Dr. Eduardo Mar�a Villarrasa, La Leyenda de Oro, L. Gonz�lez & C�a. Editores, Barcelona, 1896, t. II, pp. 412-414.


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