Diego Velázquez: biografía y características de la pintura - Cultura Genial

Diego Velázquez: biografía y características de la pintura


Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural

Diego Velázquez es considerado el pintor más importante del período barroco español. Su servicio como pintor de cámara de Felipe IV le permitió estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional y, con ello, logró un estilo personalísimo que dejaría una huella indeleble en la historia de la pintura.

Pero ¿cómo fue la vida de Diego Velázquez? ¿Cuál son las características de su estilo y su técnica? ¿Qué maestros tuvieron infuencia en él? ¿Cuáles fueron sus obras más importantes?

Biografía de Diego Velázquez

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Diego Velázquez: Autorretrato, 1640, óleo sobre lienzo, 45,8 cm × 38 cm, Museo de Bellas Artes de Valencia.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mejor conocido como Diego Velázquez, nació en Sevilla en el año 1599. De abuelos portugueses, fue hijo de Juan Rodríguez de Silva, y de la sevillana Jerónima Velázquez.

La formación artística de Diego Velázquez transcurrió mayormente en su ciudad natal, Sevilla. Allí recibió clases de dos importantes maestros. Aparentemente, el primero fue Francisco de Herrera. Después, ingresó al taller del maestro Francisco Pacheco, quien fue una figura fundamental en su vida y posterior desempeño.

De hecho, en 1618 se casó con la hija de su maestro, Juana Pacheco, cuando aún no cumplía los 19 años de edad. Con ella tuvo dos hijas, Francisca e Ignacia, también nacidas en la ciudad de Sevilla.

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Diego Velázquez: El aguador de Sevilla, c. 1620, óleo sobre lienzo, 106,7 cm × 81 cm, Apsley House, Londres, Reino Unido.

Durante su etapa sevillana, Diego Velázquez desarrolló ampliamente los bodegones, así como escenas de taberna o escenas de cocina y cuadros religiosos. En todo, Velázquez hacía gala de un naturalismo tenebrista de gran factura que le mereció amplio reconocimiento.

De esta etapa, de hecho, es su celebrado lienzo El aguador de Sevilla, que le dio una importante proyección profesional. Este naturalismo de Velázquez dialogaba con los grandes maestros Caravaggio y Ribera, representantes de esta tendencia de la pintura que alcanzaba niveles nunca antes explorados.

De Sevilla a la corte del rey Felipe IV

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Diego Velázquez: Retrato del Infante Don Carlos, 1626-1628, óleo sobre lienzo, 209 cm × 125 cm, Museo del Prado, Madrid.

Alentado por su maestro y suegro, Velázquez viaja a Madrid en 1622 con la idea de obtener algún cargo al servicio de la monarquía española. Aunque no logra su objetivo y regresa a Sevilla, pinta en ese tiempo un retrato de Luis de Góngora que atrapa la atención de la élite capitalina.

Un año después, en 1623, es llamado a Madrid por el conde duque de Olivares para elaborar un retrato del rey Felipe IV. Gustó tanto que obtuvo el cargo de maestro de cámara de la corte. Una vez instalado, pudo estudiar a los maestros de la colección del palacio, como Tiziano, a quien Velázquez consideraba su pintor favorito.

Bajo la protección real, Velázquez produjo gran parte de su obra. Dadas las condiciones de ese momento, su producción se circunscribía mayormente a retratos de la familia real, retratos cortesanos y personalidades destacadas.

Velázquez contaba con el reconocimiento de importantes sus pares en el mundo de la pintura europea. Fue el caso de Pedro Pablo Rubens, quien estuvo en Madrid por esos años y con quien llegó a colaborar. Fue el mismo Rubens quien le recomendó viajar a Italia para estudiar a los grandes maestros. Bajo su influjo, Velázquez produjo el famoso lienzo El triunfo de Baco, pero a diferencia de los pintores convencionales, su franco naturalismo lo aproximaba más a la escena de un bodegón que a una escena mitológica.

Los viajes a Italia en la obra de Velázquez

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Diego Velázquez: Retrato ecuestre del rey Felipe IV, h. 1635, óleo sobre lienzo, 301 cm × 314 cm, Museo del Prado, Madrid.

En 1626, Velázquez viaja con destino a Italia a fin de estudiar a los grandes maestros y perfeccionar su técnica artística. Durante este período, estudia consecuentemente la obra de Tintoretto, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio. Amparado por tales estudios, perfecciona su modelo de perspectiva.

Velázquez regresó a Madrid en el año de 1631. Su obra, ya madura y sometida a un cambio de estilo perceptible, fue sumamente prolífica a partir de entonces, y colaboró con muchos proyectos reales, entre los que podemos mencionar la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro y de la Torre de la Parada. Es también la época de sus grandes lienzos La rendición de Breda y la Coronación de la Virgen.

En 1649, Velázquez viajaría una segunda y última vez a Italia con el propósito de adquirir nuevas piezas para la colección real, tanto pictóricas como escultóricas. El viaje fue también una oportunidad para profundizar sus estudios.

En ese período, Velázquez tiene un hijo fuera del matrimonio, llamado Antonio. También le da la libertad a su esclavo Juan de Pareja, retratado por él en uno de sus trabajos más conocidos.

Influenciado por la técnica, la composición y el sensualismo de los grandes maestros italianos, el artista hizo en Roma su único desnudo femenino: Venus en el espejo. El prestigio del pintor era tal que, tras su insistencia, logró que el papa Inocencio X le concediera hacerle un retrato. En dicho retrato, Velázquez haría gala de un nuevo trazo artístico acrisolado en Italia, el cual le garantizaría su consagración definitiva de regreso a España.

Como se puede ver, Velázquez ganaba en técnica y ampliaba el espectro de temas y géneros pictóricos que ejecutaba con igual maestría: bodegones, retratos, cuadros de historia, escenas de género, escena religiosas y escenas mitológicas. El ascenso de su prestigio era indetenible.

La definitiva consagración de Velázquez y sus últimos años

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Diego Velázquez: Las meninas, 1656, óleo sobre lienzo, 318 cm × 276 cm, Museo del Prado, Madrid.

Al regresar a Madrid, Velázquez llevó una dotación de 300 piezas nuevas para la colección de la casa real. Tras esto, fue nombrado aposentador del palacio y continuó trabajando para el rey hasta el final de sus días. En esta etapa, Velázquez obtuvo el tan anhelado nombramiento como caballero de la Orden de Santiago.

Será este el período en que pinte su más afamada obra, Las meninas, que revela el interés conceptual del artista por dignificar la pintura a la par de las artes liberales, al tiempo que deja entrever las preocupaciones de la monarquía por la sucesión real.

Diego Velázquez muere el 6 de agosto de 1660 con todos los honores que podría recibir un artista talentoso y consagrado como él.

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Características, estilo y aportaciones de Diego Velázquez

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Diego Velázquez: Retrato del papa Inocencio X, 1650, óleo sobre lienzo, 140 cm × 120 cm, Galería Doria Pamphili, Roma.

Si bien en todas sus etapas Velázquez demostraba gran maestría, es reconocible la transformación de su trazo a lo largo de los años, gracias a lo cual logró desarrollar un lenguaje particular y distintivo que lo inmortalizaría. Por ello, para hablar de sus características de estilo es necesario tener en cuenta su evolución en el tiempo.

De cualquier modo, como rasgos generales podemos mencionar los siguientes: profundidad espacial, uso de la perspectiva aérea y trabajo directo sobre el lienzo, es decir, sin bocetos, técnica llamada "pintura alla prima".

Primera etapa o etapa sevillana

  • Naturalismo tenebrista.
  • Modelado preciso.
  • Gran realismo en las escenas.
  • Iluminación de alto contraste.
  • Manipulación de las fuentes de luz en función de los efectos.
  • Composición de tipo diagonal.
  • Pinceladas pastosas.
  • Paleta de colores entre terrosa y encarnada.

Segunda etapa o etapa madrileña

En los primeros años de su etapa madrileña, el pintor modificó su paleta de colores. Poco a poco se fue separando del naturalismo tenebrista. La influencia del arte italiano puede percibirse en los rasgos de esta etapa, expresión de su madurez artística. Veamos.

  • Luminosidad franca en sus composiciones.
  • Uso de fondos claros.
  • Sustitución de pinceladas acabadas por pinceladas sueltas, con aplicación de colores traslúcidos para acentuar los detalles.
  • Perfeccionamiento de la perspectiva.
  • Perfeccionamiento anatómico.

Con esto último, Velázquez dejaba atrás la coloración por capas, como era propio de sus colegas españoles. Esto le permitió crear un estilo original que sentó un precedente en la historia de la pintura española.

Sus últimos cuadros muestran este nuevo concepto del trazo pictórico que no se agota en el detalle, sino que deja abiertas las texturas para que la imagen se complete en el ojo del espectador. Quizá por ello, Velázquez fue una importante influencia para los impresionistas.

Pinturas de Diego Velázquez

Es difícil hacer una lista de las obras más importantes de Diego Velázquez, ya que el pintor demostró gran trascendencia en cada una de ellas. Aun así, sobresalen algunas piezas en particular. Amén de las que ya hemos exhibido, como El aguador de Sevilla, Retrato del Infante Don Carlos, Retrato ecuestre del rey Felipe IV, Las meninas y Retrato del papa Inocencio X, podemos referir las siguientes obras de Diego Velázquez:

La inmaculada concepción

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Diego Velázquez: Inmaculada Concepción, c. 1618, óleo sobre lienzo, 135,5 cm. × 101,6 cm, National Gallery, Londres.

Vieja friendo huevos

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Diego Velázquez: Vieja friendo huevos, 1618, óleo sobre lienzo, 100,5 cm × 119,5 cm, Galería nacional de Escocia, Edimburgo.

El triunfo de Baco

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Diego Velázquez: El triunfo de Baco o Los borrachos, 1628-1629, óleo sobre lienzo, 165 cm × 225 cm, Museo del Prado, Madrid.

La túnica de José

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Diego Velázquez: La túnica de José, 1630, óleo sobre lienzo, 223 cm × 250 cm, Monasterio El Escorial, San Lorenzo de El Escorial, España.

La coronación de la Virgen

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Diego Velázquez: La coronación de la Virgen, 1635-1648, óleo sobre lienzo, 176 cm × 124 cm, Museo del Prado, Madrid.

Retrato de la infanta Margarita Teresa en un vestido azul

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Diego Velázquez: Retrato de la infanta Margarita Teresa en un vestido azul, 1659, óleo sobre lienzo, 127 × 107, Museo de Historia del Arte, Viena.

La rendición de Breda o Las lanzas

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Diego Velázquez: La rendición de Breda o Las lanzas, 1634, óleo sobre lienzo, 307 cm × 367 cm, Museo del Prado, Madrid.

La fábula de Aracne o Las hilanderas

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Diego Velázquez: La fábula de Aracne o Las hilanderas, c 1657, óleo sobre lienzo, 222,5 cm × 293 cm, Museo del Prado, Madrid.

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Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Profesora universitaria, cantante, licenciada en Artes (mención Promoción Cultural), con maestría en Literatura Comparada por la Universidad Central de Venezuela, y doctoranda en Historia en la Universidad Autónoma de Lisboa.