La Sinrazón del Testimonio: Chagall, más allá de lo simbólico

martes, 26 de marzo de 2024

Chagall, más allá de lo simbólico

-¿Qué es? -me dijo. -¿Qué es qué? -le pregunté. -Eso, el ruido ese. -Es el silencio ... 
Juan Rulfo, Luvina

«Señor, […], haz que se revele mi alma, mi pobre alma de niño tartamudo. Muéstrame mi camino. No quiero parecerme a los otros, quiero ver el mundo a mi manera».
Marc chagall 

“De alguna manera intento llenar mis lienzos con objetos y figuras que son tratados como formas […], como formas que suenan igual que tonos musicales […], formas pasionales, cuya función es abrir una nueva dimensión no alcanzada por los cubistas con su geometría ni por los impresionistas con sus manchas” 
Marc Chagall


Llegué hasta el paseo de Recoletos con el recuerdo imperecedero de la mirada del maestro Currentzis sosteniendo una mañana sin nubes. Narcotizado todavía por el Réquiem  escuchado el día anterior, en mitad de la pista del circo, una yegua verde, de inconfundibles formas femeninas, que toca aplicada el violonchelo recibe al visitante ( me recibe) de la extraordinaria exposición de Marc Chagall en la Fundación Mapfre de Madrid. A su alrededor acróbatas, payasos y una vaca con alas que revolotea sobre una gallina. El equino y los demás personajes visten los más luminosos tonos azules, verdes, violetas, naranjas y rojos que se pueda imaginar. Con un recorrido que supera las ciento sesenta obras, la exposición presenta además, como novedad, un conjunto de más de noventa documentos, en su mayoría inéditos, procedentes del Archivo Marc e Ida Chagal, en los que puede contemplarse, por primera vez, una selección de los escritos del artista en yidis, su lengua materna, en la que expresaba preferentemente sus compromisos políticos y humanistas.
De entre los artistas nacidos y formados en Rusia, quizá sea Marc Chagall el que goce de mayor reconocimiento y popularidad en el mundo. Chagall es el pintor poeta, el pintor errante, el pintor solitario, el pintor de los mil adjetivos que remiten a su originalidad y a una producción artística difícil de clasificar. En sus obras , el pintor de Vítebsk, crea un mundo personal entre la realidad y la imaginación. Sus pinturas, siempre narrativas, están repletas de personajes a los que la felicidad y la alegría de vivir les hacen ingrávidos. Esta emoción que impregna la obra de Chagall es también una actitud ante la vida fuertemente impregnada de religiosidad. Como ocurre con otros pintores rusos, protagonistas de los movimientos de vanguardia, hay una serie de influencias de la tradición popular rusa que forman parte de su lenguaje plástico. En la obra de Chagall no es difícil reconocer cómo los personajes se mueven en un concepto de espacio y tiempo muy parecido al de la pintura medieval, libres de los convencionalismos de la perspectiva. Para Chagall, la vida nunca fue un monótono e idéntico discurrir de tiempo con una serie de acontecimientos recurrentes. 

De joven reflexionaba sobre la vida como si de un elemento cósmico se tratara. Ya entonces le parecía que las personas podían volar. En su libro de memorias, Mi vida, describe sus visionarias fantasías infantiles: «Todos los sábados el tío Nej vestía un talit cualquiera y leía la Biblia en voz alta. Tocaba el violín como un zapa. [...] Se pasaba el día llevando las vacas al establo, las hacía caer tirándolas de las patas atadas y las degollaba, y ahora tocaba la canción del rabino. ¡Poco importa si lo hacía bien o mal! Yo sonrío ensayando con su violín, saltando dentro de sus bolsillos, sobre su nariz. Zumba como una mosca. Mi cabeza revolotea plácidamente por la habitación». De aquí surgen los violinistas de Chagall que sobrevuelan los tejados de las casas, las vacas voladoras, personajes con cabezas desgajadas del tronco y a veces puestas del revés. Todos estos elementos procedían de su infancia como ejemplifica el extraordinario "vionilista verde.
El cuadro es parte de la nostalgia por la tierra natal rusa, mientras, la conexión con lo religioso y cultural es representado con el violinista sobre los techos de una aldea. El jasidismo de la infancia de Chagall piensa como posible la unión con Dios a través del baile y la música. Chagall escribió que conocía bien a los animales, entre los que creció, la vida de la gente que lo rodeaba. Pero su arte no copiaba la realidad tal como se hacía en el siglo XIX. Zambullendo la vida en la atmósfera de sus fantasías, Chagall transfiguraba lo visto y conocido hasta el punto de que transformaba lo representado en un cuento maravilloso. Incluso en los retratos de sus parientes más cercanos -hermanas, hermano y padre-, añadía a sus semblantes individuales algo que los convertía en cuadros temáticos.Y así sucede casi en cada obra de Chagall. 
A pesar de la intención original en cuanto al género de sus cuadros (retrato, paisaje, naturaleza muerta, escena costumbrista), en ellos se funden realidad y fantasía, desapego y experiencia emocional directa.
Los iconos rusos y la iconografía bizantina también forman parte de esa tradición. Chagall estará influido por la riqueza cromática, la sencillez y la expresividad de esos iconos, y sobre todo por el repertorio de la iconografía. Asimismo, los lubkí,  estampas populares rusas en las que se mezcla la imagen con la palabra, con el objetivo de contar historias de manera sencilla son también un elemento clave en la obra de Chagall. Por otro lado, a lo largo de toda su trayectoria como pintor, mantiene un diálogo con sus raíces religiosas, con la cultura judía, especialmente la tradición jasídica que habla de la alegría y del éxtasis del corazón.
De pronto ,el dolor, esa punzada aguda en las lumbares, llega puntual y sin aviso, como siempre me ocurre cuando paso muchas horas seguidas de pie, la memoria sujeta mi hombros sobre mi cabeza, el recuerdo rompe sobre mi costado consiguiendo  que me encoja un poco  pero las sesiones diarias de abdominales lo mantienen a raya el tiempo suficiente hasta llegar al ibuprofeno que tengo en la mochila que dejé en la taquilla. Antes de abandonar la exposición, vuelvo al inicio. De nuevo estoy delante de la representación pictórica de la comedia del arte chagalliana: Colores intensos y luminosos combinados con un lenguaje plástico mágico y simbólico.
Algunos se convierten en pintores controlando o desviando sus cuamidades innatas, e incluso así, alcanzan la grandeza, Chagall nació en la pintura, en el lienzo, en el cuadro, y por eso, entre otras cosas, su pintura me conmueve. Las obras de Chagall conjugan el verbo sobrevolar. El cielo de Vitebsk, la ciudad de Bielorrusia donde nació Chagall, anula la ley de la gravedad. Sin embargo las figuras que el artista 'pega' sobre el lienzo por encima de casas, iglesias, lagos y parejas de enamorados no flotan, sino que hacen que todo lo que está sobre tierra firme lo haga. Y es que muchas de las obras del maestro ruso, están pintadas en Re, como un Réquiem. 
Ya en la calle, me pregunto qué regla   ordenará la música pictórica de Chagall oculta bajo la implacable geometría del caos que gobierna la atmósfera de Madrid 


Let's be careful out there 









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