Mira Sorvino: “Lamento la pérdida de las dos décadas de carrera que yo podría haber tenido"

La actriz, ganadora de un Oscar, está lista para seguir adelante con su carrera después de pasarse veinte años apartada de la industria por culpa de Harvey Weinstein, quien la condenó a la lista negra. Es una de las estrellas de la recién estrenada serie ‘El caso Lewinsky’.
© Amy Sussman/Invision/AP/Gtresonline

En 2019, dos años después de que Mira Sorvino contribuyese a inspirar el movimiento #MeToo, Ryan Murphy contrató a la actriz para su proyecto de mayor repercusión de las últimas dos décadas. Hollywood de Netflix nos permitió ver a la ganadora del Oscar interpretando a una actriz cuya carrera se estancó después de tener una relación con un pez gordo de un estudio cinematográfico. En una escena conmovedora su personaje es rescatado del infierno de las películas de serie B cuando los personajes de Patti LuPone y de Holland Taylor le ofrecen de repente la posibilidad de trabajar (y además de hacerlo en serio) con un buen papel dramático al que poder hincarle el diente.

Sorvino me describe la escena en una mañana de un día laborable porque le acabo de preguntar cómo se siente al ver que está volviendo a conseguir papeles atractivos después de que Harvey Weinstein acabase con su carrera cinematográfica por haber rechazado sus insinuaciones sexuales. En El caso Lewinsky, Sorvino interpreta a Marcia Lewis, la madre de Monica Lewinsky, toda una figura protectora en pleno escándalo que da título a la serie. Sorvino además volverá al terreno de la comedia de la mano de la próxima serie de Sharon Horgan, protagonizada por Courteney Cox y Greg Kinnear, en la que interpretará a un fantasma que canta, baila y rompe con todos los estereotipos.

Sorvino dice que siente lo mismo que su personaje sintió en Hollywood.

Sorvino en el papel de Jeanne Crandall en Hollywood, de Netflix.

By Saeed Adyani/Netflix.

“Se me saltan las lágrimas de pura gratitud cada vez que alguien me demuestra tener tanto corazón y ser así de generoso. Si alguna vez ves la escena, sabrás que me salió de las entrañas” dice Sorvino con lágrimas en los ojos. “Es una escena realmente potente porque capta la gratitud y la magnanimidad de la gente que toma la decisión de creer en las supervivientes y de darles una segunda oportunidad en la industria. La nuestra es una industria muy fría.

Siendo como es alguien a quien expulsaron a la fuerza de su círculo íntimo, Sorvino sabe esto mejor que nadie. “Es casi como si estuvieras en el Coliseo y el emperador pusiera el pulgar hacia arriba o hacia abajo, con la muchedumbre siguiéndole la corriente y luego siguiendo a lo suyo mientras sacan el cuerpo a rastras. La nuestra no es una comunidad cálida y afectuosa. Se trata de una comunidad en constante cambio, en la que no paran de rodar las cabezas. El hecho de que la gente asuma el riesgo de volver a darme oportunidad, volver a creer en mí y ver algo dentro de mí… no puedo expresar lo mucho que eso significa para mí".

Sorvino con su Oscar a Mejor Actriz de Reparto por Poderosa Afrodita en 1996.

By Jeff Haynes/AFP/Getty Images.

En la vida real, a Sorvino la metieron en la lista negra de Hollywood durante dos décadas enteras, pese a tener un Oscar, haber sido nominada tres veces a los Globos de Oro y haber ganado uno y tener un Emmy a sus espaldas. En el transcurso de esos 20 años, Sorvino tuvo cuatro hijos “preciosos” con el actor Christopher Backus, se inclinó por el activismo (es embajadora de buena voluntad de la ONU y ha colaborado con la organización Equal Rights Advocates para luchar por los derechos laborales de las mujeres, entre otras causas) y aceptó lo que entonces consideró que sería su destino profesional: “Supongo que aquello no estaba predestinado… fue muy doloroso para mí y lo sentí como algo personal, sentí que no era lo suficientemente buena”.

En los últimos años se vio forzada a aceptar papeles en proyectos menos apetecibles para poder mantener a su familia, entre ellos un papel impensable para otros actores oscarizados: aparecer como invitada en un telefilm de Lifetime. “No me avergüenzo de ello porque hacía de una jueza que hablaba sobre la violencia machista”, dice Sorvino, la actriz licenciada en Harvard que se pasó toda nuestra conversación telefónica sacándole el lado positivo a las cosas.

Sorvino no se esperaba el impacto que acabaría teniendo su decisión de hablar públicamente sobre Weinstein. En el artículo de Ronan Farrow publicado en la revista New Yorker en octubre de 2017, ella fue una de las primeras estrellas hollywoodienses en hacer públicas sus acusaciones sobre el ejecutivo, afirmando que trató de establecer un contacto físico no deseado con ella en una habitación de hotel en el Festival de Cine de Toronto en 1995 y más adelante se presentó en su piso en plena noche sin haber sido invitado. Weinstein, que en la actualidad cumple condena en prisión después de ser condenado por violación y delitos sexuales, ha negado todas las acusaciones de conducta sexual inapropiada.

“Aquello supuso sin duda un antes y un después en mi vida. No hay manera de minimizar el impacto de aquella decisión: fui una de las muchas personas que rompieron su silencio y decidieron exigirle que rindiese cuentas a un hombre muy, muy malvado”, explica Sorvino. “Formar parte de algo así de grande y con tantísimo potencial positivo ha significado muchísimo para mí”.

La decisión de Sorvino de hacer pública su historia la convirtió en uno de los rostros más famosos del movimiento #MeToo. Pero la atención pública repentina con la que tuvo que convivir mientras volvía a procesar su propio trauma (y los de tantas otras mujeres) supuso todo un desafío en sí mismo. Además, tuvo que enfrentarse a otros traumas que también había enterrado, como una agresión sexual violenta que sufrió siendo adolescente y un encuentro inapropiado con un director de casting.

“Era más fácil ser anónima que tener a todo el mundo reabriendo todas aquellas heridas, en cierto sentido”, dice Sorvino. “En el pasado no supe cuidar de mí misma lo suficientemente bien. Pero tampoco creo que nadie se pueda imaginar qué se siente al acudir a un programa de entrevistas y, de pronto, tener las caras de 98 mujeres que también habían sido víctimas de Harvey apareciendo detrás de ti [en un gráfico]. Quieren ver mi reacción y yo empiezo a llorar. Este es el tipo de cosas con las que normalmente no se encuentran las víctimas. Ha sido complejo… pero creo que me ha hecho más fuerte”.

En diciembre de 2017 se destapó otro bombazo cuando Peter Jackson, el director de El señor de los anillos, confirmó lo que Sorvino llevaba tiempo sospechando: que Weinstein emprendió una campaña de desprestigio contra ella y Ashley Judd.

“Obviamente, era consciente de que Harvey estaba enfadado conmigo”, dice Sorvino. “Pero no era consciente de su influencia, de que pudiese paralizar por completo toda mi carrera, consiguiendo que no pudiese volver a trabajar en el mundo del cine. Aquello me hizo caer en picado… el saber que no fue casual, que no fue cosa del destino. Fue una mano maliciosa que alteró la trayectoria de mi vida y de mi carrera.

“Este es el problema del acoso sexual: No es ninguna molestia o fastidio o algo que las mujeres tengan que andar esquivando. Es algo que determina toda su vida y su potencial. Que un hombre pueda malograr tu carrera, hacer que te despidan o te dejen de contratar por negarte a cumplir con sus exigencias sexuales, con sus abusos sexuales… aquello supone la destrucción de muchísimas mujeres y hombres. Y yo solo soy una de los millones de personas a las que les ha sucedido esto. Es francamente horrible y estremecedor”.

Las dinámicas de poder problemáticas forman parte del núcleo de El caso Lewinsky, la serie que analiza la relación entre Lewinsky y Clinton y sus consecuencias infernales para Lewinsky. Interpretar a la madre de Lewinsky ha supuesto un reto más que bienvenido para Sorvino, que pudo hablar largo y tendido con Lewinsky sobre Lewis.

“Ella trató de proteger a su hija y hacer todo lo posible por cambiar su situación, pero no pudo hacerlo”, explica Sorvino, refiriéndose a Lewis. “Lo único que pudo hacer fue darle consuelo. Es una situación horrible en la que verse como madre, cuando tu hija está sufriendo y tiene al mundo entero en su contra, burlándose sin parar y profundizando en los detalles sexuales más turbios de su relación con el presidente. Y no solo eso, sino también culpándola de la relación cuando, por supuesto, el líder del país la ha buscado por su propia cuenta y riesgo… les tengo un inmenso respeto y admiración hacia ellas como familia”.

Hay escenas en las que lo único que la Lewis interpretada por Sorvino puede hacer, estando encerrada con Beanie Feldstein (Lewinsky) en su piso en Watergate, es instar a su hija a que apague el canal de noticias.

“Para mí fue increíblemente conmovedor ver [a Monica] en el sofá en estado catatónico, viendo cómo la gente la destrozaba en los programas de televisión o en las entrevistas. Y luego ver cómo el presidente podía ir de un sitio a otro sin problemas y dar ruedas de prensa donde negaba su existencia como si tal cosa…”.

Sorvino se interrumpe a sí misma para hacer la siguiente reflexión en voz alta: “Debe ser terrible ver esto para Hillary [Clinton]... pero empatizo con todos los implicados, salvo quizás con Bill Clinton.

La actriz se entusiasma al hablar sobre su próximo proyecto, la serie de comedia de terror Shining Vail, coescrita por la actriz Sharon Horgan. Courteney Cox la protagoniza interpretando a una escritora de literatura erótica que trata de replicar el éxito de sus primeros años de carrera mudándose a una vieja casa, un nuevo lugar desde el que inspirarse. Una vez allí conoce a Rosemary, el personaje de Sorvino, que es o bien un fantasma, un alter ego, su otra personalidad, su musa o una suerte de demonio.

“El personaje de Courteney es el único que puede verme”, explica. “Vengo de los años 50, solo llevo ropa de aquella época, tengo el pelo rubio platino, hablo como si estuviese en una película o serie de los años 50 y no pillo muchas de las referencias actuales. Ni siquiera es consciente de que fumar es malo para la salud. Es una fiestera de los años 50, pero en su día no le permitieron serlo. Es una delicia, ya lo verás”.

Sorvino ha tenido que asimilar que ha perdido una buena parte de su carrera (de sus años de esplendor, máxime en una industria así de edadista) por culpa de Weinstein.

“Lamento la pérdida de las dos décadas de carrera que podría haber tenido si no me hubieran hecho eso. Es duro, la verdad”, admite antes de volver a sacarle el lado positivo. “Es posible que no hubiese tenido a mis cuatro hijos de haber estado ocupada trabajando de película en película… tengo que tomármelo con filosofía. Ser madre es lo mejor que me ha pasado nunca. No podemos volver atrás. No podemos cambiar el pasado. Lo único que podemos hacer es habitar el presente y disfrutar de la belleza de la vida y reconocer nuestra vulnerabilidad y dolor en lugar de fingir que no están ahí. Crecer, ayudar a los demás y ser útiles”.

Sorvino trabajó durante tres años como portavoz de la iniciativa Stop Violence Against Women (“Basta de violencia contra las mujeres”) para Amnistía Internacional, y siguió a la búsqueda de oportunidades similares que le diesen un sentido del propósito y le permitiesen sentirse valiosa lejos de Hollywood.

“Pensaba ‘¿Y qué hago ahora para empoderarme? Porque me siento tan perdida y dolida que no sé qué hacer’. Empecé a colaborar con Equal Rights Advocates, que es un grupo de acción legislativa del sur de California que se centra específicamente en los problemas laborales que afrontan las mujeres. Tanto con ellas como con Time’s Up he podido participar en la aprobación de 10 proyectos de ley en el estado de California y en Nueva York. Me sentí como si estuviera cogiendo mis traumas y transformándolos en un movimiento capaz de ayudar a otras personas”.

Sorvino también empleó su tiempo en empezar a escribir, publicando ensayos sobre Weinstein en Time y en The Hollywood Reporter, además de una carta abierta en el HuffPost en la que pidió disculpas a Dylan Farrow por haber trabajado con Woody Allen en Poderosa Afrodita.

Hace unos años le preguntaron a Sorvino si el movimiento Time’s Up había ido demasiado lejos. La actriz, que se ve a sí misma teniendo que poner a su hija en antecedentes con respecto a la violencia sexual, no cree que sea así. “Es horrible tener que aconsejarle a tu hija que se proteja. En realidad tendríamos que decir ‘No violes’ en lugar de ‘Nunca vayas sola a ese sitio’”.

“Si se sigue violando a las mujeres a este ritmo— en torno a una de cada cinco, pero creo que más bien será una de cada dos o siete de cada ocho, porque me da la sensación de que la mayoría de la gente no cuenta lo que le ha sucedido porque le resulta demasiado doloroso; hasta que eso deje de suceder, nunca se llegará lo suficientemente lejos. Hasta que las mujeres no sientan que pueden dedicarse a lo que mejor se les da, tener alegrías y ambiciones sin miedo a tener que humillarse ante los peores impulsos de quienes las abusan, entonces no habrán alcanzado su zénit. Y eso aún no se ha hecho efectivo. Tenemos que acercarnos a la cifra de cero en lo que a la violencia sexual se refiere antes de poder decir que el movimiento Me Too ha llegado lo suficientemente lejos”.

Sorvino me pide que transmita un mensaje en el artículo cuando la entrevista se va acercando a su fin.

“Quiero que toda persona que sufra de depresión por haber vivido algo así sepa que no está sola. Que estamos ahí para ellas. Estoy aquí para ellas, las entiendo. Que no se rindan y pidan ayuda en lugar de encerrarse en sí mismas. Creo que es a lo que tendemos, cuando lo pasamos mal nos sumimos en la oscuridad y el silencio. Y eso puede hacerte sentir muy sola y llevarte a un punto muy peligroso que te haga tener malas ideas y cometer actos autodestructivos. Y que recurran a todas las opciones que tenemos a nuestra disposición, como RAINN…. Hay gente en todo el país que se dedica profesionalmente a ayudarnos, pero acude también a las personas a las que quieres porque seguramente no sepan por lo que estás pasando”.

“Hay gente que entiende por lo que estás pasando y hay esperanza de que puedas salir de ahí”, añade Sorvino, señalándose a sí misma como ejemplo. “La vida se divide en diferentes actos. Ahora mismo creo que estoy en el segundo o en el tercero. Espero que sea el tercero, porque eso significa que habrá un cuarto y un quinto”.

No ha sido tarea fácil, pero la ha convertido en una persona más sabia.

“Me siento muy agradecida por estar donde estar ahora y por poder ser el tipo de persona que me gustaría que mi hija tuviese de ejemplo de cómo desenvolverse en el mundo. Habrá quien diga ‘Madre mía, ha tenido muy mala suerte’. Pero estoy viviendo el resurgir de mi carrera, lo cual siento como una bendición. Adoro actuar y poder volver a hacerlo al mismo nivel en el que estaba antes de que Harvey me metiese en su lista negra. Me siento afortunada. Me siento agradecida”.

Artículo original publicado por Vanity Fair US y traducido por Darío Gael Blanco Gómez de Barreda. Acceda al original aquí.