MADRID
Operaci�n Ogro

50 a�os del asesinato de Carrero Blanco, el "atentado perfecto" que cambi� la historia de Espa�a: "Ha habido un silencio c�mplice y muchas sombras, no existe inter�s en investigar lo ocurrido"

Este mi�rcoles se cumple medio siglo del atentado que mat� al entonces presidente del Gobierno, poniendo en marcha el cron�metro de la Transici�n y la barbarie terrorista. Un documental recupera todas las "dudas" que a�n hoy sobrevuelan alrededor de uno de los cr�menes m�s impactantes de los �ltimos tiempos

50 a�os del asesinato de Carrero Blanco, el "atentado perfecto" que cambi� la historia de Espa�a: "Ha habido un silencio c�mplice y muchas sombras, no existe inter�s en investigar lo ocurrido"
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Eran las nueve, 28 minutos y 40 segundos cuando una tremebunda explosi�n bajo la calzada hizo volar por los aires el coche oficial de Carrero Blanco, un Dodge 3700 GT de 1325 kilos, que se elev� las cinco plantas del Colegio de los Jesuitas, y termin� suspendido en la azotea. Esa es la hora que marcaba el reloj del veh�culo, detenida en el tiempo para siempre como un se�uelo mortal, como un reguero de n�meros macabros, como la r�brica oficial y siniestra del atentado que remover�a los cimientos de la Historia de Espa�a. La explosi�n de tres cargas de 75 kilos de Goma 2 dej� un cr�ter en el asfalto de 19 metros de ancho y tres de profundidad, una brecha que bien puede servir como met�fora de las consecuencias que arrastrar�a aquel atentado firmado por ETA.

El pr�ximo mi�rcoles se cumplen 50 a�os del asesinato de Carrero Blanco en la calle Claudio Coello de Madrid, en el coraz�n del barrio de Salamanca -tambi�n fallecieron su ch�fer y su escolta-. Presidente del Gobierno desde hac�a seis meses, era tal vez el hombre m�s fuerte del r�gimen de Franco, si acaso la f�rrea mano derecha de un Caudillo devorado por la vejez y la demencia. Las implicaciones, pues, de su muerte, fueron un aut�ntico castillo de naipes en la geopol�tica de la dictadura, y a�n hoy siguen alimentando todo tipo de conspiraciones y teor�as con m�s o menos fuelle. �Es el asesinato m�s importante de nuestra historia reciente. Y sin embargo, parec�a que nadie estaba interesado en resucitar un caso que nunca fue juzgado [los miembros del comando Txikia, autores del atentado, se beneficiaron de la amnist�a del a�o 77], que sufri� una investigaci�n repleta de errores, inexplicables fallos en los cuerpos de seguridad del Estado, desaparici�n y manipulaci�n de documentos e incluso dudas sobre la autor�a en solitario de ETA�. Quien habla es Eulogio Romero, director y guionista de la serie documental Matar al presidente, que se emite en Movistar+.

Todas estas sombras que desliza Romero han dado p�bulo a las sospechas y las interpretaciones, muy en la l�nea de las que gener� el balazo que seg� la vida de Kennedy. �Se produjo una conspiraci�n dentro del propio r�gimen para acabar con el hombre fuerte del r�gimen y facilitar la Transici�n en la figura de Juan Carlos de Borb�n? �Hasta qu� punto la CIA estuvo implicada en la muerte de Carrero, m�ximo garante de la continuidad del Franquismo, dados los intereses de Estados Unidos en el futuro de Espa�a?

Era la primera vez que la banda terrorista actuaba en Madrid, una ciudad blindada por los f�rreos resortes de la dictadura y, hasta entonces, aparentemente infranqueable. Por eso, el asesinato del presidente dej� en el aire la sensaci�n de fragilidad del r�gimen, a la vez que muchas cosas cambiaron en el seno de ETA: la l�nea de la lucha armada violenta termin� imponi�ndose a la facci�n que defend�a el activismo pol�tico. E inaugur� varias d�cadas de terror que se saldaron con m�s de 800 fallecidos.

Aunque en un principio se pens� en un secuestro para exigir, a cambio de su puesta en libertad, la excarcelaci�n de los 150 etarras que se encontraban presos, el nombramiento de Carrero como presidente hizo a la banda cambiar de planes. Incluso se hab�a construido un zulo en un piso de Alcorc�n donde iban a retenerlo. Pero a principios de noviembre, uno de los etarras del comando Txikia, Argala, ve que en el n�mero 104 de la calle Claudio Coello se alquila un bajo. Era la base de operaciones perfecta desde la que excavar un t�nel hasta el centro de la calzada y dinamitar un explosivo al paso de Carrero, que todos los d�as repet�a la misma rutina. A las 8.55 horas sal�a de su casa de la calle Hermanos B�cquer, para o�r misa en la iglesia de San Francisco de Borja. Desde all� regresaba a su domicilio para desayunar, con el tiempo justo para acudir a su despacho en el paseo de la Castellana. Esta repetici�n descuidada de desplazamientos hizo que ETA se decantase por el asesinato. Y as� fue como uno de los etarras, vestido con un mono de electricista, deton� la carga minutos antes de las 9.30, cuando divis� el Dodge del presidente pasar a su altura. Tras el golpe, los tres etarras escapan en coche y se refugian en el piso de Alcorc�n hasta final de a�o, cuando huyen a Fuenterrab�a (Guip�zcoa) y cruzan el r�o Bidasoa hasta Francia.

Fue, dicen los expertos, el atentado perfecto. Tan perfecto que muchos investigadores han dudado de la autor�a de ETA en solitario. Eso, unido a la proximidad de la calle Claudio Coello a la embajada de Estados Unidos -y a que horas antes el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, se hubiese reunido en Madrid con Carrero-, dio pie a muchas de las teor�as de la conspiraci�n que no han dejado de brujulear en estos 50 largu�simos a�os. A pesar de las versiones que vienen implicando a la CIA, la misma noche del 20 de diciembre ETA reivindic� el atentado en el informativo en castellano de Radio Par�s. Seg�n su comunicado, su objetivo era ahondar en las divisiones intestinas del r�gimen entre los aperturistas y los puristas, se�alando adem�s a Carrero Blanco como �pieza fundamental e insustituible del Franquismo�. El propio jefe del Gobierno vasco en el exilio, Jes�s Mar�a de Leizaola, puso en duda la autor�a etarra, obligando a la banda a emitir un segundo comunicado reafirm�ndose.

El pr�ncipe Juan Carlos presidi� el cortejo f�nebre.
El pr�ncipe Juan Carlos presidi� el cortejo f�nebre.EFE

En un primer momento, la posibilidad de un atentado en el coraz�n mismo de la dictadura parec�a inveros�mil. De hecho, en las primeras comunicaciones con la Direcci�n General de Seguridad, unos polic�as no creen que Carrero est� fallecido: �Que manden otro coche para escoltar al presidente, que el m�o est� hundido�. Al no encontrar el veh�culo, la principal hip�tesis es que se ha precipitado por el socav�n de la calzada, e incluso Arias Navarro, entonces ministro de la Gobernaci�n, sostiene inicialmente que se trata de una explosi�n de gas. Son los jesuitas los que advierten que el Dodge est� en la azotea, desde la que el presidente, a�n con un hilo de vida, es trasladado al Hospital Francisco Franco, hoy el Gregorio Mara��n, donde fallece. Es el desenlace fatal de la llamada Operaci�n Ogro.

�A medida que �bamos investigando para el documental, descubrimos que en torno al asesinato hab�a muchas capas, muchas conexiones, demasiadas sombras en las que nadie hab�a puesto el foco�, explica Eulogio en relaci�n a su serie, producida en colaboraci�n con 100 Balas (The Mediapro Studio). �Ha habido un silencio c�mplice a lo largo de todo este tiempo, qui�n sabe si por miedo a escarbar en ciertos asuntos. A Carrero Blanco se le asesin� y al d�a siguiente se le olvid�, pues no hubo inter�s alguno en realizar una investigaci�n seria y responsable de lo que ocurri� aquel 20 de diciembre. �Cu�ntos casos existen en los que no se haya celebrado un juicio por el asesinato del presidente de un pa�s?�.

Matar al presidente recoge decenas de testimonios que ahondan en �sta y otras muchas cuestiones. �Franco estaba en sus �ltimos d�as y la pregunta que todos se hac�an es: '�Y ahora qu�?'�, explica Eulogio. �Se desencadena una lucha de poder, y en ese momento el poder lo ten�a Carrero Blanco. Eso le granje� muchos enemigos�. La Ley de Secretos Oficiales del 68 impide acceder a buena parte de la documentaci�n sobre su asesinato, y de ah� la queja del cineasta: ��Por qu� 50 a�os despu�s no se modifica esa ley tan herm�tica y se nos deniega consultar esa informaci�n que nos pertenece a todos?�.

Tras sacudir demasiadas alfombras, Eulogio lanza al vuelo varias preguntas, algunas �m�s probadas� y otras �m�s conspirativas�: �Existe un documento con los nombres de las personas que estaban en la diana de ETA: el entonces pr�ncipe Juan Carlos de Borb�n, el director de la Guardia Civil y el propio Carrero. Se reforz� la escolta de los dos primeros, pero no la del presidente. �C�mo es posible que a Arias Navarro, entonces m�ximo responsable de la seguridad de Carrero, no sufriera ninguna repercusi�n y, adem�s, fuera premiado con la Presidencia del Gobierno? �Por qu� los miembros del comando Txikia no han querido hacer ninguna declaraci�n sobre un atentado del que deber�an estar orgullosos, porque coloc� a ETA en el panorama internacional por su lucha contra la dictadura, como si fuera un asunto tab� dentro de la propia organizaci�n? Hay un miembro del CESID muy importante que, durante el juicio del 23-F, afirm� que en el entorno del Congreso hab�a coches del Servicio Secreto, igual que tambi�n los hubo en las inmediaciones de Claudio Coello en el a�o 73. Dio a entender que exist�a alg�n tipo de conexi�n, y se le atribuye la siguiente afirmaci�n: 'Si me condenan un solo d�a por el 23-F, cuento hasta lo de Carrero'. Por supuesto, se libr� de la c�rcel. La tarde antes del atentado se fotografi�, en las inmediaciones de la Embajada de Estados Unidos, a un terrorista fichado por la polic�a. �Por qu� nadie hizo nada cuando le identificaron?�.

Todo este tsunami de preguntas va y viene por los recovecos de la historia reciente de Espa�a. Se infla y desinfla como globos sonda. Y contin�an sin respuesta a las puertas de esta efem�ride. Como ha escrito la periodista Victoria Prego en alguna ocasi�n, �no estalla el p�nico, pero se instala el miedo. Y el silencio�.

Un silencio, sin embargo, que no impidi� que Madrid fuese a partir de entonces uno de los territorios m�s castigados por la banda terrorista, solo superado en derramamiento de sangre por el Pa�s Vasco. Un a�o despu�s de la muerte de Carrero Blanco, ETA comete en la capital el primer atentado indiscriminado de su historia: la explosi�n de una bomba en la cafeter�a Rolando, junto a la Direcci�n General de Seguridad en la calle del Correo, dej� 13 fallecidos y 80 heridos. En el 86, 12 personas mueren en el atentado de la plaza de la Rep�blica Dominicana. En el 92, cinco militares pierden la vida en la plaza de la Cruz Verde. Un a�o despu�s, ETA asesina a otras seis personas en la glorieta de L�pez de Hoyos. En el 95, un coche bomba acaba con otros cinco inocentes en el Puente de Vallecas. Y as�, hasta 123 asesinados solo en Madrid -los dos �ltimos, en el parking de la T4 de Barajas- en un horrible despliegue de terror que, este mi�rcoles, vivir� uno de sus aniversarios m�s importantes: el asesinato del almirante Carrero Blanco con el que se puso en marcha el cron�metro de la Transici�n.

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