Soldados británicos que participaron en la batalla de Mons

Soldados británicos que participaron en la batalla de Mons

   El estreno de las tropas británicas en la Primera Guerra Mundial fue el 23 de agosto de 1914 en la batalla de Mons, al occidente de Bélgica, contra el ejército alemán, que estaba invadiendo ese país y Francia. Los británicos eran muy inferiores en número, por lo que se vieron obligados a retirarse al día siguiente. Como esta retirada podía ser fácilmente interpretada por parte de ambos bandos como una debilidad de Gran Bretaña frente a Alemania, había que justificar a cualquier precio el resultado de este primer encuentro. Incluso echando mano de un cuento literario y convirtiéndolo en una leyenda con visos de realidad. Así fue como nació la leyenda de los Ángeles de Mons, que decía que, a pesar de haber perdido la batalla, la tropa británica, había sido protegida por ángeles en su retirada.

   Su origen se encuentra en un relato publicado por el escritor galés Arthur Machen el 29 de septiembre de 1914 en el periódico inglés The Evening News bajo el título de «Los arqueros». En él los arqueros dirigidos por San Jorge de Capadocia en la mítica batalla de Agincourt regresan al mundo de los vivos para ayudar a las tropas británicas en la Batalla de Mons ‒un recurso que más tarde Tolkien reciclaría en El señor de los anillos‒. Aunque la historia aparecía en el diario bajo la etiqueta de ficción, poco después de su publicación Machen comenzó a recibir montañas de correspondencia de lectores que, tomando por verdadera la narración, le pedían que facilitara las fuentes que había utilizado para redactar la historia. Machen, que en ningún momento se propuso engañar a sus lectores, respondió que aquella era una historia inventada. Sin embargo, eso no impidió que continuara recibiendo correspondencia, especialmente peticiones por parte de editores de revistas parroquiales para reimprimir su historia.

   A partir de abril, y a pesar de los intentos de Machen por aclarar los hechos, el rumor de que aquella historia era verdadera fue haciéndose cada vez mayor, como si de una bola de nieve se tratara. Poco importaba que el propio creador del relato tratara de desmentirlo. En una de estas solicitudes se le pedía además que escribiera un breve prefacio añadiendo las fuentes de su historia. Machen respondió al sacerdote que no solo no podía ofrecer fuentes sino que aquella historia era inventada, a lo que este contestó que debía estar equivocado y que los hechos que se contaban en aquella historia debían ser completamente reales.

   Al acabar la guerra distintas versiones de la historia se fueron propagando hasta convertirse en una leyenda popular ‒no sería esta la única vez que se utilizaría el poder de la literatura en favor de los aliados durante la Primera Guerra Mundial‒. En una de las versiones los cadáveres de los soldados alemanes aparecían con heridas de flecha en el campo de batalla; y en otra, la que llegó a ser más popular, los arqueros fantasmas acabaron convertidos en un ejército de ángeles. Esta última versión encajaba mejor en unos sermones que trataban de argumentar que la divina providencia estaba del lado de los aliados y así impulsar la moral de las tropas.

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