En febrero de 1985, fue torturado y asesinado Enrique “Kiki” Camarena, quien era agente de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), en una habitación del inmueble ubicado en el número 881 de la calle Lope de Vega, en Guadalajara, Jalisco.
La casa, ubicada en la colonia Jardines del Bosque, era propiedad de Rafael Caro Quintero y fungía como centro de operaciones y negociaciones del Cártel de Guadalajara. Pero, antes de eso, la casa fue propiedad de Rubén Zuno Arce, hijo del ex gobernador de Jalisco José Guadalupe Zuno.
En ella, según datos del periódico El Informador, llegó a dormir el expresidente Luis Echeverría Álvarez con su esposa María Esther Zuno. Pero luego del escándalo del doble homicidio, donde murieron el “Kiki” Camarena y el piloto Alfredo Zavala Avelar, quedó abandonada.
SPA, AVIARIO Y CANCHA DE TENIS
De acuerdo con reportes publicados por diversos medios como El Informador, Proceso y Milenio, la casa de Lope de Vega 881, en Guadalajara, estaba equipada como una mansión de lujo. Contaba con una piscina enorme, en un jardín tan grande como la propia casa, un aviario, spa y hasta una cancha de tenis.
Para un reportaje de la revista Proceso, varios vecinos describieron que la mansión tiene una forma de L invertida, una amplia cochera al frente, cocina, dos escaleras que llevan a las habitaciones del segundo piso y cuatro habitaciones en la planta baja, unidas por un corredor.
Además de esos lujos, la casa cuenta con otra particularidad: fue diseñada por el arquitecto mexicano Luis Barragán, premiado con el reconocimiento Pritzker en 1980 por su estilo moderno que ponderaba los espacios abiertos, coloridos y con entrada de luz natural.
Según la descripción de los vecinos, la fachada contaba con arcos en forma angular y eran de cantera roja. Después de su abandono –y de que entrara en litigio entre la familia Zuno y otro comprador– hay una barda que impide su visibilidad.
EL LITIGIO POR LA PROPIEDAD
Fue precisamente en 1984 –un año antes del crimen del “Kiki” Camarena– cuando Rubén Zuno Arce vendió la propiedad que le había regalado su padre a un médico llamado Rubén Sánchez Barba, en 70 millones de pesos, de acuerdo con el reportaje de la revista Proceso.
Después, ya en 1985, el médico la vendió a Rafael Caro Quintero, por lo que terminó convirtiéndose en el punto de reunión para los integrantes del Cártel de Guadalajara. “Siempre había guardias armados, las 24 horas del día, y no estaban”, dijo uno de los vecinos a la revista.
La casa se encuentra en disputa entre Rubén Sánchez Barba y la familia Zuno, pues Rafael Caro Quintero nunca terminó de pagar los 70 millones de pesos que costó en ese momento el inmueble.