Crimen con mal presagio; asesinan al primer socio - Grupo Milenio
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Crimen con mal presagio; asesinan al primer socio

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  • Raúl Martínez

Muchos podrían pensar que el ser abogado es una profesión tranquila y que quienes la ejercen viven y trabajan en completa calma y sin sobresaltos.

Quienes piensan de esa manera están equivocados. La profesión de abogado en muchas ocasiones es peligrosa y riesgosa.

Y más cuando los litigantes son requeridos por personas de dudosa solvencia moral y que incluso han infringido la ley por algún delito cometido con dolo.

Obviamente no son muchos los que aceptan, pues saben que esa clase de clientes, aunque pagan bien, exigen éxito, a pesar de ser indefendibles. Lo peor es que son vengativos.

Raquenel Villanueva fue una de esas arriesgadas abogadas que tras la violenta muerte de su tutor Leopoldo del Real (17 de enero de 1996) comenzó a cobrar notoriedad por aceptar la defensa de clientes cuestionables.

El abogado Américo Delgado, quien defendía narcos, igual que Raquenel Villanueva, sufrieron varios atentados hasta terminar sus vidas de manera violenta.

Pero antes de esa ejecución, fue la del litigante Julio Vargas Zavala, quien fuera socio durante varios años precisamente de Raquenel.

Julio Vargas, quien también era arriesgado, no dudó ni en lo más mínimo cuando formó un contubernio con Raquenel.

La sociedad no solo los proveyó de buenos dividendos, sino de una fama que creció como la espuma, primero porque el dúo fue un tanto arbitrario en los juzgados.

Parecían no tener respeto a los jueces, gritaban y exigían que sus casos fueran aprobados, aun y cuando habían sido manipulados a su conveniencia.

Y también porque aceptaron ser la defensa de personajes peligrosos, entre ellos Carlos Reséndez Bertolucci, hombre de confianza de Juan García Ábrego.

Ese caso no solo les dejó dinero a los socios Villanueva-Vargas, sino también prestigio entre el mundo del crimen.

Otra cosa que la hizo ser apreciada por unos y odiada por otros fue cuando se dijo que Raquenel dio información a la DEA para la captura de García Ábrego.

Los socios lo negaron, pero a partir de ese momento ambos estuvieron en la mira de los facinerosos. Raquenel se convirtió en el blanco de los sicarios.

El 13 de mayo de 1998 lanzaron una bomba casera al despacho. Ninguno de los dos resultó herido. El 23 de marzo del 2000 sufrió un atentado en la Ciudad de México. El 31 de noviembre del 2000 fue baleada en su despacho.

Aunque eran muchas las ganancias, también los riesgos, al grado que ambos tuvieron que contratar guardaespaldas para que los protegieran.

Debido a todos esos incidentes, el dúo de abogados comenzó a tener desacuerdos. A consecuencia surgieron inconformidades como socios. En el 2001 tuvieron más discrepancias.

Entonces en buenos términos deshicieron la sociedad. Cada quien trabajaría por su lado. Prometieron que aunque no juntos, se apoyarían.

Julio Vargas se quedó con la defensa del ex policía judicial Jaime Valdez Martínez y de su hermano Francisco Javier, a quienes se les investigaba por tener nexos con el narco.

Por su parte, Raquenel siguió con la defensa de Raúl Martínez Lugo La Chiva, quien también era investigado por la PGR por delitos de secuestro, asesinato y narcotráfico.

En febrero del 2003, Villanueva fue arrestada por un operativo del Ejército cuando estaba con Jaime Valdez en una casa de Cumbres Quinta Real.

En esa ocasión Raquenel comprobó que su ex socio Julio Vargas era un buen amigo. Se hizo cargo de su defensa y la ayudó a salir libre junto con Jaime Valdez.

En esa ocasión, gracias a su destreza y habilidad, Vargas se anotó un rotundo éxito más en su larga carrera como litigante. Era tan buen abogado como su ex socia.

Julio quizá ensoberbecido por sus triunfos no pensó que muchos sicarios ya tenían la orden de accionar sus armas, no solo en contra de él, sino también de sus clientes.

El 23 de noviembre de 2005, su cliente Jaime Valdez fue atacado a tiros por varios sicarios cuando llegaba a su casa en Colinas de San Jerónimo. Quedó gravemente herido.

El 31 de enero de 2006, enfrente de la frutería La Famosa, en Cumbres Segundo Sector, un grupo de sicarios disparó contra Francisco Javier Valdez, de 46 años, y su esposa Norma Alicia Rebollo Garza, de 36. Ella murió y Francisco Javier quedó gravemente herido. Quedó imposibilitado para caminar.

El 27 de abril del 2006, otro grupo de sicarios intentó ejecutar a Vargas, pero los guardaespaldas de los hermanos Valdez lo impidieron. Los dos escoltas murieron.

Julio, quien estaba al tanto de todos los ataques que sus clientes habían sufrido, quiso pactar con ellos para que se entregaran. Estarían más seguros en la cárcel que en libertad.

Pero ese día nunca llegó. Para su desgracia, el miércoles 3 de mayo de 2006, a las 11:20, Julio Vargas fue asesinado a balazos, precisamente afuera de su despacho ubicado en Rangel Frías y Ruiz Cortines, en Burócratas del Estado.

Los sicarios que lo estaban cazando, los sorprendieron cuando subía a su camioneta. Le dispararon con armas 9 milímetros directo a la cabeza y al tórax. Huyeron en un Tsuru.

Tras la violenta muerte de Vargas, el 16 de junio del mismo año, agentes de la PFP capturaron a Valdez y a tres de sus escoltas, y de inmediato fueron llevados a la Siedo, en Ciudad de México.

Y 53 días después de la ejecución de Vargas, la Policía detuvo al ex SWAT y jefe del cártel de los Beltrán Leyva, Omar Ibarra Lozano, El Caballo, quien confesó haber ejecutado al abogado por órdenes de su jefe.

También declaró haber asesinado a Alejandro Hernández y Ricardo Peña, guardaespaldas de los Valdez.

Así, entre balas concluyó la vida de Julio Vargas. Tres años después, en el 2009, Raquenel Villanueva también tendría una muerte violenta.

Sin duda un asesinato premonitorio que marcó el destino de su ex socia y amiga. Triste muerte para quienes eligen el éxito fácil con clientes difíciles. Al final, el dinero malhabido siempre cobra la factura. 


FIN

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