En el extremo noroeste de Sajonia, una de las regiones más bonitas de Alemania, Leipzig suena a música clásica entrelazada con renovadoras corrientes artísticas. Si a Dresde, especialmente a su reconstrucción, la reunificación alemana le sentó bien, Leipzig perdió una parte importante de su industria y su población (como buena parte de la antigua República Democrática Alemana, RDA). Tras la caída del muro de Berlín, muchos jóvenes alemanes del este partieron al otro lado en busca de un futuro mejor.

En las dos últimas décadas Leipzig ha recuperado buena parte de lo que perdió a principios de los 90. Ha llamado la atención de muchos alemanes y viajeros por ser una ciudad con un profundo respeto por su pasado cultural: la música y Leipzig forman una asociación indisoluble. Ha estado asociada con batallas famosas como «Teutoburgo» (aunque le queda lejos) o la de «las naciones» y fue una pieza indispensable en la caída del Telón de Acero.

Está salpicada de museos muy interesantes, los festivales de música pueblan su calendario y en su callejero lo moderno y lo antiguo comparten espacio en sintonía. Los precios de la ciudad son baratos, tanto para disfrutarla unos días como para vivir en ella. Los jóvenes han vuelto e incluso los vecinos viven entusiasmados con su equipo de fútbol, que logró en 2017 el subcampeonato alemán.

Leipzig ha pasado desapercibida en la mayoría de guías de viaje por Alemania pero ha cogido fuerza como destino turístico en los últimos años. Con mucho que ver y experimentar en sus calles, Leipzig se ha ganado el sobrenombre de «la nueva Berlín» gracias a sus bajos precios, una universidad que atrae a muchos jóvenes y revitaliza la ciudad y un incipiente movimiento artístico contemporáneo que la ha metido en el mundillo del arte.

Capítulo 1 Por qué Leipzig sigue siendo un centro cultural

Pero antes de entrar en qué ver en Leipzig tenemos que conocer su pasado. De este modo tendremos un conocimiento que nos dará herramientas para comprender mejor lo que estamos viendo, de dónde procede y cómo ha llegado a ser lo que es.

Aunque Leipzig es oficialmente milenaria (del año 1015 se tiene el primer documento en que se la nombra) se conocen poblaciones en la zona desde antes. Existe en la historiografía una interesante discusión sobre si pudo estar originada en una aldea romano-germánica en torno a los siglos II y III d.C. llamada Lips, que más tarde aparece en la crónica de la batalla del bosque de Teutoburgo como Læpzium. Sea como fuere, si en el año 1015 es nombrada es verosímil pensar que ya había población asentada antes en la zona.

Tan sólo un siglo después, Leipzig recibió el título de ciudad y el derecho a comerciar, lo que propulsó de manera notable su desarrollo. De hecho, su feria internacional de comercio se mantiene hoy día y, además de ser una de las más antiguas en activo, es de las más importantes del mundo.

Con la posibilidad de comerciar Leipzig jugó bien sus cartas durante siglos y sacó partido de la situación. La riqueza suele atraer población en busca de oportunidades y esto hizo crecer la ciudad mientras la enriquecía de otra manera. Diferentes órdenes religiosas fundaron monasterios y levantaron templos, entre ellos, la iglesia de Santo Tomás ha acompañado a Leipzig desde el siglo XIII, y su coro sigue siendo uno de los emblemas hasta nuestros días. Casi un milenio de relación ininterrumpida con la música.

La universidad de Leipzig, el influjo de lo nuevo

Además de los monasterios, en 1409 se fundó la universidad de Leipzig, que sigue siendo una de las más punteras de Europa. Gracias al ambiente universitario, la ciudad se fue convirtiendo en un centro de desarrollo de leyes y uno de los lugares donde más libros se imprimían del mundo. Gracias a esta tradición, en Leipzig estuvo la Reichsgericht (corte imperial de justicia) desde 1879 a 1945 (hoy es una de las sedes del tribunal supremo federal) y todavía tiene en activo una de las sedes de la Deutsche Nationalbibliothek (biblioteca nacional alemana).

Hasta el siglo XIX Leipzig vivió con relativa calma, salvo por la guerra de Esmalcalda y un par de enfrentamientos cercanos durante la guerra de los treinta años. Durante las guerras napoleónicas, en las cercanías de Leipzig se lucho «la batalla de las naciones» entre las fuerzas de Napoleón y las de Prusia, Austria, Rusia, Suecia, Sajonia, Wurtemberg y Hesse-Homburg, miembros de la Sexta Coalición. Aquel choque acabó con la presencia francesa en tierras germanas al este del Rin y condujo a Napoleón a su primer exilio a la isla de Elba.

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Recreación de la batalla de Leipzig.

El sentimiento nacionalista alemán y la conciencia cívica que produjo en los alemanes la invasión napoleónica es uno de los capítulos fundamentales de la formación de Alemania, y uno de los episodios clave de ese proceso fue la batalla de Leipzig de 1813. No es de extrañar que en 1913 se levantara un monumento kolossal para recordarla.

Leipzig, además de un centro del comercio y la cultura, ha sido también una ciudad moderna que se ha adaptado a las novedades. En 1701 el ayuntamiento instaló un sistema de iluminación con lámparas alimentadas con aceite; la red de 700 farolas necesitó de un cuerpo de guardas encargados de encenderlas a la hora adecuada. Pero quizás el mayor símbolo del progreso de la ciudad es el ferrocarril: en 1839 Leipzig y Dresde se conectaron con la primera línea de larga distancia de Alemania, que la situó como uno de los mayores centros de transporte de Europa con su Hauptbahnhof (estación central), que ha llegado a nuestros días.

El siglo XX, las dos caras del terror

Durante el siglo XIX Leipzig se había conformado como una de las ciudades pioneras de las ideas liberales en Alemania, donde incluso se formaron algunas organizaciones. Con la llegada al poder de los nazis las cosas cambiaron. No fue fácil hacerse con las resortes del poder en Leipzig para los seguidores de Adolf Hitler, y es que su alcalde, Carl Friedrich Goerdeler, era un reconocido opositor al régimen totalitario que se resignó cuando vio que era incapaz de controlar la situación. No contentos, los nazis lo ejecutaron.

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Felix Mendelssohn.

Una vez que tuvieron el control total, los nazis comenzaron a limpiar la ciudad de los elementos que consideraban indeseables y, además de a los opositores, le tocó el turno a los judíos. Ni siquiera se salvó el recuerdo de Felix Mendelssohn, compositor que dirigió la Gewandhaus (primera orquesta civil de Alemania) y que, además de revitalizar el interés por Johann Sebastian Bach, fundó el primer conservatorio alemán. Los nazis tiraron su estatua, uno de los personajes históricos que más hizo por Leipzig, porque era de familia judía.

Con el avance de las tropas aliadas durante la IIGM, a Leipzig no le llegó la liberación esperada. Primero sufrió un durísimo bombardeo parecido al de Dresde, no obstante, no se llevó por delante todo el casco antiguo como sí ocurrió con la capital de Sajonia. Una vez que las tropas de Estados Unidos entraron en la ciudad, acabaron saliendo para entregársela a las de la URSS. Otra forma de opresión y pérdida de libertades se cernió sobre Leipzig hasta la caída del Telón de Acero. De hecho, fue aquí donde unas concentraciones para rezar acabaron como marchas de protesta contra la opresión comunista, y fue Leipzig eslabón clave en el engranaje que derribó el muro de Berlín y acabó con la Unión Soviética.

La reunificación de Alemania, como apuntamos antes, no sentó del todo bien a Leipzig. El atraso económico y la despoblación dejaron la mayor parte del este alemán en una difícil situación que todavía no se ha solucionado. No obstante, en un marco de crecimiento poblacional negativo, Leipzig ha conseguido recuperar en las últimas décadas buena parte de lo perdido, tanto en población como en infraestructura, y vuelve a ser hoy una ciudad moderna y rebosante de cultura. Un destino turístico de primer nivel.

Capítulo 2 Qué ver en Leipzig

Con casi 600.000 habitantes, Leipzig es una ciudad no demasiado grande que se deja conocer con facilidad: su red de transportes lo deja todo cerca de sus visitantes y ciudadanos, además una gran parte de los principales atractivos están cerca entre sí, lo que facilita mucho las cosas. No obstante, es un destino que necesita varios días para conocerlo a fondo.

Si estás pensando en ir a Leipzig, te recomendamos que no lo dejes todo en una visita de un día. Si tienes la ocasión, deja de lado el turismo exprés de postal y adéntrate de lleno en una ciudad cuyas calles suenan a música clásica. Llena tu reproductor de piezas de Bach, Mendelssohn y Wagner y déjate llevar. Disfruta del viaje.

Leipzig, mucho más que el museo de Bach

Conocer la historia de un lugar es un recurso que nos ayuda a comprenderla mejor e incluso hace que la vivamos más de cerca. Si a ese conocimiento le añadimos lo que los museos atesoran y muestran, la experiencia de viajar se convierte en algo mucho más enriquecedor.

A pesar de que uno de los más famosos y solicitados es el de Bach, hay una interesante y amplia oferta de museos que ver en Leipzig que añaden enteros para una visita inolvidable. Repasamos los más interesantes para que los tengas en cuenta al planificar tu viaje.

§1. Frente a la iglesia de Santo Tomás, donde el músico inició su carrera en Leipzig, el Museo de Bach está alojado en la Bosehaus, una magnífica casa burguesa del XVIII en la que Johan Sebastian Bach pasó muchos ratos de su vida. El edificio perteneció al comerciante Georg Heinrich Bose (de ahí su nombre «casa de Bose»). El prolífico compositor acudió muchas veces a dar conciertos privados, lo que refleja el poder de los comerciantes de Leipzig.

Este museo no se limita a hacer un pequeño recorrido por la vida de Bach. El visitante interactúa con la muestra y, además de conocer los detalles del recorrido vital del músico, podrá aprender a distinguir el sonido de instrumentos de la época o incluso dirigir una coral. El Museo de Bach es original, interactivo y un ejemplo perfecto de que se puede llegar al conocimiento de maneras diversas y entretenidas. No puede faltar en tu visita.

§2. Otro de los museos más interesantes de Leipzig es el Zeitgeschichtliches Forum (Foro de Historia Contemporánea), que se centra en explorar la vida diaria en la Alemania del este en tiempos de la RDA. La muestra rastrea la oposición y la desobediencia civil ante la opresión soviética desde 1945 hasta la revolución pacífica de 1989 que comenzó en Leipzig y que llevó a la reunificación.

Es un museo interesante y moderno con una amplia muestra que no puedes perderte si te interesa el periodo de la Guerra Fría y la vida tras el Telón de Acero. Además la entrada es gratuita. La pega es que no hay audioguía y si no sabes alemán no aprovecharás la visita al máximo. Hay librillos informativos en inglés que te pueden ayudar durante el recorrido, así como guías (servicio que hay que pedir antes de ir) que te lo explicarán todo con detalle, de nuevo, si sabes inglés.

§3. Como en toda ciudad donde ha florecido el comercio, la consiguiente entrada de dinero ha permitido que Leipzig tenga una interesante y extensa colección de arte. En el Museum der bildenden Künste (bellas artes) se exponen en su exhibición permanente obras desde finales de la Edad Media hasta el siglo XX en una muestra mixta de pintura, escultura y dibujos y grabados.

A lo largo y ancho de sus salas podemos contemplar obras de maestros alemanes como «El mulato» de Frans Hals, «La ninfa del agua y la fuente» de Lucas Cranach el viejo, «El milagro de Santa Walburga» de Pedro Pablo Rubens, «La visitación» de van der Weyden o «Vista de Dordrecht» Albert Cuyp. Del romanticismo y el impresionismo podemos ver «Las edades de la vida» de Caspar David Friedrich o «Botes en la orilla de Étretat» de Claude Monet.

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Las edades de la vida – Caspar David Friedrich

En la otra sección más interesante del museo, la de escultura, destaca especialmente la impresionante obra de Max Klinger de Beethoven, en una sala en la que el compositor es el rey absoluto. «Condenación» de Balthasar Permoser (encargado del baño de las ninfas del Zwinger de Dresde) impacta a los visitantes con su poderosa expresividad.

§4. Muy cerca del Zentrum (centro) de Leipzig, el Grassi es un espacio museístico que acoge tres museos diferentes. Todos y cada uno de ellos merecen la pena, pero dado lo diferentes que son podrían no interesarte. A continuación los repasamos:

  1. El Museo de Etnografía de Leipzig tiene una impresionante colección que lo sitúan entre los más grandes de Alemania. Su muestra se centra en objetos de pueblos de Asia y Oceanía y en ella destacan las tsubas (guardamanos) de muy bella factura de espadas japonesas, las impresiones japonesas en madera de tipi nishiki-e y los tapices thangka tibetanos.

  2. El Museo de Instrumentos Musicales, por su parte, presenta una preciosa colección de instrumentos de algunas de las mayores eras de la música, especialmente aquellas con una estrecha relación con Leipzig. En una ciudad como esta cualquier amante de la música debería visitar este museo.

  3. El Museo de Artes Aplicadas expone una importante colección de arte decorativo desde la Antigüedad. En sus salas podremos ver cerámica, textiles, escultura, monedas y muebles de diferentes partes del mundo a lo largo de los milenios. Su gran atractivo y, por lo que es más conocido, es su muestra de art decó.

§5. Muy cerca de la Gewandhaus (que dirigió) se encuentra la Casa de Mendelssohn, un museo que recorre su vida y nos muestra cómo vivió el compositor. Se trata de una mirada a la parte profesional de su vida y también a la personal: están sus muebles, las cartas que intercambió y, en definitiva, la atmósfera en la que vivió y los rincones en los que trabajó Mendelssohn. Si estás el tiempo suficiente en Leipzig, en el salón de música todavía se dan conciertos matutinos en un ambiente único.

§6. En la Marktplatz (plaza del mercado) se encuentra el Museo de la Ciudad de Leipzig. Está en un hermoso edificio en el que estuvo el antiguo ayuntamiento. Tan sólo conociendo los detalles de la construcción ya estaríamos dando un importante recorrido por la historia de la ciudad, por lo que no hay mejor lugar para establecer esta muestra que recorre los 1.000 años del pasado de la villa.

Es un museo que deja a los visitantes encantados con su variada colección de objetos y la interesante información que ofrece. Si queremos visitar y entender la ciudad a fondo este es uno de los lugares indispensables que ver en Leipzig. Y su localización es un punto de partida perfecto para un recorrido por las calles del centro.

El Zentrum, lo indispensable que ver en Leipzig

Leipzig tiene en el Zentrum, un espacio que podemos pasear de cabo a rabo sin cansarnos, la mayor parte de sus atractivos. En este sentido se parece mucho a Dresde, solo que la capital sajona lo tiene todo mucho más concentrado. Nada más que con todo lo que tiene que ofrecer esta zona nos daremos cuenta de lo mucho que podemos hacer en Leipzig, y que necesitaremos varios días si queremos conocer la ciudad a fondo. De hecho, con las posibles escapadas a su alrededor seguramente querrás reservar un día más para una excursión, pero llegaremos a eso al final del artículo.

A Leipzig puedes viajar de muchas formas. El avión, el autobús o el coche son opciones siempre recomendables pero, si puedes, viaja en tren.

§7. No decimos esto sólo porque nos guste viajar en tren (es una de las opciones más cómodas), es que hay algo especial en llegar a Leipzig y bajarse en los andenes de la Hauptbahnhof (estación central de tren). Una ciudad que recibe a sus visitantes con una estación como esta (la más grande del mundo en superficie) lo que haces es darles un abrazo de bienvenida.

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Entre los andenes de la estación uno se siente pequeño y se maravilla con las proezas de las que es capaz el ser humano. Al igual que la estación central de Berlín, la Hauptbahnhof de Leipzig es un símbolo eterno del progreso. Nada más salir del tren estaremos rodeados de comercios y, al dejar la estación, tendremos frente a nosotros el Zentrum.

§8. A un par de manzanas de la Hauptbahnhof está la Marktplatz, una de las joyas de la ciudad. Es uno de los primeros lugares que ver en Leipzig por que, al estar casi en el centro del casco antiguo, está rodeado del resto de puntos de interés de la ciudad.

La Marktplatz (plaza del mercado) está dominada por el antiguo ayuntamiento, donde está ahora el Museo de la Ciudad de Leipzig que ya hemos comentado. Se trata de una preciosa construcción renacentista rematada por una torre barroca. El antiguo ayuntamiento (altes rathaus, literalmente, antigua casa del consejo) reúne en su estructura una buena parte del pasado de la ciudad y ha sido testigo de muchos de los intercambios que la enriquecieron durante siglos.

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El Altes Rathaus.

En la cara norte de la plaza hay varias casas de época con esas características inconfundiblemente hanseáticas que son visibles en buena parte de Europa y Escandinavia. Aunque la ciudad no fuera parte de esta liga su feria se convirtió en una escala más del circuito internacional de comercio y, además de un intercambio de bienes, hubo otro cultural.

§9. En la cara sur de la Marktplatz, justo frente al antiguo ayuntamiento, se abre uno de los pasajes comerciales más famosos de Leipzig: el Mädler Passage. Además de ser uno de los más grandes y bonitos de la ciudad, aquí se encuentra el restaurante Auerbachs Keller.

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El Auerbachs Keller es una parada recomendable para comer y para respirar historia, literatura y teatro. Es el segundo restaurante más antiguo de la ciudad y su salto a la fama mundial y a la posteridad lo propició Goethe, quien fue un cliente habitual, tanto que aparece en su obra «Fausto«. De hecho, delante de la entrada del restaurante hay dos estatuas que representan una escena de la obra, en la que Mefistófeles lleva a Fausto al Auerbachs Keller.

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§10. Si salimos por donde entramos al Mädler Passage y nos dirigimos a la otra cara del antiguo ayuntamiento, llegaremos a la estatua de Goethe, que mira hacia el pasaje. Justo tras Goethe está el edificio de la Alte Börse (la antigua bolsa). Una ciudad adinerada gracias al comercio necesitó, más pronto que tarde, un lugar dedicado al mercado de valores. Hoy es un pequeño edificio en un espacio coqueto, casi encajonado entre el Altes Rathaus y el Steigenberger Grandhotel.

§11. Si dejamos atrás la antigua bolsa de Leipzig y giramos hacia la derecha, llegaremos, tras pasar el hotel, al Café Riquet. Se trata de un local clásico de la ciudad, y un poco caro, pero si quieres un café y un dulce para reponer fuerzas, es un buena opción. Si no te va lo más típico y turístico, todo el Zentrum está repleto de calles, pasajes y callejones con muchas opciones para todos los gustos y bolsillos.

Sin ir más lejos, frente al Riquet está la entrada a la Specks Hof, la galería comercial más antigua de Leipzig. Además de tiendas y restaurantes, es una zona excelente para buscar un lugar donde sentarse y degustar un café y un dulce, como el Café Central o el Kandler.

§12. A través de una de las salidas del Specks Hof llegamos a la portada de la Nikolaikirche (Iglesia de San Nicolás). Se trata de una sencilla iglesia evangélica donde se fraguaron las marchas de los lunes en 1989. Fue un largo proceso que, junto a las manifestaciones de otros lugares de la RDA, llevaron al fin del dominio soviético y al camino de la reunificación. Creyentes o no, esta iglesia es uno de los lugares que hay que ver en Leipzig.

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La Nikolaikirche.

§13. Si dejamos la Nikolaikirche atrás y giramos a la derecha, podemos tomar el pasaje del teatro a mano izquierda para llegar a la Augustusplatz (plaza de Augusto), la plaza más importante de Leipzig junto a la Marktplatz. En este gran espacio se encuentra el edificio de la Ópera, otra de las grandes tradiciones de la ciudad. El edificio actual es de 1960 y se restauró en 2007, ambas veces se inauguró con obras de Richard Wagner, natural de la ciudad que dio sus primeros pasos como compositor aquí.

En la misma acera a la que se sale desde el pasaje del teatro están varios de los edificios de la Universidad de Leipzig, entre ellos, el central. El más llamativo y que da a la Augustusplatz es el de la Facultad de Matemáticas e Informática, una joya de la vanguardia arquitectónica. En la misma acera, a la altura de la Ópera, está el Museo Egipcio de la Universidad, una visita que los amantes del país de los faraones no se pueden perder.

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Facultad de Matemáticas e Informática.

Justo frente a la Ópera se alza otro de los edificios más modernos de la Augustusplatz, el de la Gewandhaus, otra de las instituciones más antiguas y queridas de Leipzig. Si vienes con tiempo y eres un amante de la música, deberías considerar seriamente asistir a un concierto, es una ocasión irrepetible. Casi a sus puertas, la Mendebrunnen (fuente de Mende) es la fuente más grande de la ciudad y uno de sus iconos. Se construyó porque, Pauline Mende, viuda de un rico comerciante, legó su dinero a Leipzig para construir una fuente.

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Detalle de la Mendebrunnen.

Entre la Gewandhaus y la Universidad resalta la Panorama Tower, una torre de 142 metros de altura que ofrece las mejores vistas que ver en Leipzig, y que tiene forma de libro abierto. También es un restaurante en las alturas y hay otra serie de servicios, pero lo más interesante para los viajeros son sus vistas panorámicas.

§14. Justo detrás de la Panorama Tower encontramos el Moritzbastei, único puto de las fortificaciones de Leipzig que queda en pie. El elector Moritz de Sajonia las mandó reconstruir tras la Guerra de Esmalcalda, entre las ciudades de la liga luterana contra las que el emperador Carlos V guerreó y venció. Hoy es un centro cultural que busca mantener el ambiente estudiantil y académico de Leipzig.

§15. Si seguimos paseando por el parque que rodea al Moritzbastei estaremos bordeando el fin del Zentrum y llegaremos, en su esquina suroeste, al Ayuntamiento actual o Neues Rathaus. Se trata de un enorme edificio del siglo XX en estilo neobarroco con una imponente torre centra de cerca de 100 metros. Merece la pena verlo, pero nos quedamos con la sencillez del antiguo.

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Torre del Neues Rathaus.

Desde el Ayuntamiento se puede apreciar el Palacio de la Justicia al otro lado de la calle Karl-Tauchnitz. Tambien en un estilo neobarroco, aunque más serio, el edificio es una de las sedes del tribunal supremo federal y un lugar destacado que ver en Leipzig.

§16. Si volvemos al Ayuntamiento (el nuevo) y tiramos calle arriba, llegaremos a la Iglesia de Santo Tomás. Si la Gewandhaus, Mendelssohn y Wagner son notas esenciales de la partitura de Leipzig, la partitura sería probablemente menos interesante y rica sin el coro de esta iglesia y el trabajo que Johann Sebastian Bach realizó en él.

En esta iglesia Bach compuso e interpretó muchas de sus obras, entre ellas, «La Pasión según san Mateo», sin duda, una de las obras cumbre de la música. En «Demian» Hermann Hesse escribió:

Cuando escuchaba La Pasión según San Mateo, de Bach, el sombrío y poderoso fulgor del dolor que irradiaba aquel mundo misterioso me inundaba con estremecimientos místicos. Aún hoy esta música y el Actus Tragicus [también de Bach] son para mí la quintaesencia de la poesía y la expresión artística.

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No obstante, el Coro de Santo Tomás llevaba en actividad desde 1212 y Bach entró en 1723. La relación de la música y Leipzig es tan antigua casi como la ciudad y la fundación del coro se la debemos Teodorico I, Margrave de Meißen por aquel entonces. Lo que sí está claro es que lo de la música en esta ciudad fue una gran explosión cuando llegó Bach. Frente a la Thomaskirche está el Museo de Bach y, entre ambos, una estatua en memoria del compositor, cuyo cuerpo descansa en el interior de la iglesia. Un lugar esencial que ver en Leipzig.

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Bach con la Iglesia de Santo Tomás detrás.

La movida alternativa de Leipzig

Aunque en el Zentrum tienes lo esencial y ya sólo con eso hay para varios días, algo alejado del casco antiguo está el ambiente alternativo de Leipzig. Al sur y al suroeste del Zentrum los habitantes han revitalizado zonas industriales y las han reconvertido por completo. Lo que eran grandes fábricas ahora son espacios para galerías, talleres o restaurantes y salas de conciertos. Lo que antes era una zona prácticamente abandonada, ahora bulle de vida.

§17. El Spinnerei es un gran edificio que solía albergar la fábrica de algodón más grande de Europa. Ahora acoge galerías de arte, imprentas y talleres de fotografía, porcelana y otras artesanías y artes. Es visitable y resulta francamente curioso ver cómo un espacio de la maquinaria industrial soviética se ha convertido ahora en un lugar de emprendimiento ciudadano y arte.

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Uno de los canales del Leipzig alternativo.

La zona (Plagwitz) está salpicada por edificios de este tipo, acompañados por restaurantes, bares y otros locales de ocio. Todo tiene un aire alternativo y bohemio y es una zona muy importante de la ciudad, pues ha ayudado a recuperar buena parte de su población y ha metido a Leipzig en el mundillo del arte.

§18. En lo que sería el sur, Connewitz, hay más movida alternativa para los viajeros que quieran ver «la otra Leipzig» y experimentarla. El Werk 2 era una fábrica de vidrio y ahora es un espacio donde podemos encontrar diferentes talleres de artesanía. No muy lejos de allí, el Panometer acoge una exposición permanente de vistas en 360º, y es la más grande del mundo en su clase. Si te pica la curiosidad, anímate a ir.

Las huellas de la era napoleónica

En 1813 se luchó en la zona este de las afueras de Leipzig la «batalla de las naciones». Fue un enfrentamiento clave entre las fuerzas de Napoleón y las de la Sexta Coalición. Una durísima derrota para los franceses que, tras la debacle en Rusia y las derrotas en España, condujo al emperador francés camino a su primer exilio a la isla de Elba.

§19. Para conmemorar los 100 años de este hito, en 1913 se levantó con donaciones privadas el Völkerschlachtdenkmal (monumento «denkmal» a la batalla «schlacht» de las naciones «völker»). Una construcción enorme frente a un lago artificial que representa la sangre y las lágrimas derramadas durante la contienda. Muy cerca del monumento está la Napoleonstein (piedra de Napoleón), que demarca la posición del emperador durante la batalla. Una zona que los amantes de la historia tienen que ver en Leipzig.

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§20. Si cruzamos varias manzanas hacia el Zentrum desde el Völkerschlachtdenkmal, llegaremos a la Russische Gedächtniskirche (Iglesia Rusa del Recuerdo), una iglesia ortodoxa que se construyó, también en 1913, en memoria de los cerca de 22.000 soldados rusos que perdieron la vida durante la batalla de Leipzig. Además, los amantes de los libros tienen la espectacular Biblioteca Nacional muy cerca.

Capítulo 3 Los mejores hoteles de Leipzig

§21. Alojarte en Leipzig es, francamente, uno de los menores quebraderos de cabeza a la hora de preparar tu viaje. Al igual que Dresde, es una ciudad barata y con muchas posibilidades de alojamiento en el centro, lo que sería impensable en Berlín a unos precios tan bajos.

Leipzig es una ciudad pequeña que ha cogido fuerza como destino en los últimos años. Todavía es considerada a veces como escapada de un día desde Berlín, pero a estas alturas de artículo te hemos demostrado que, si quieres conocerla a fondo, necesitas varios días, y merece la pena. Para que tengas tiempo de conocer Leipzig te recomendamos algunos de sus mejores hoteles:

  • Con cuatro estrellas el Adina Apartament Hotel se encuentra en la zona norte del Zentrum, muy cerca de la Hauptbahnhof. Una situación perfecta para dejar las maletas al bajarse del tren y para visitar la mayor parte de Leipzig a pie.

  • El Steigenberger Grandhotel Handelshof es uno de los más prestigiosos de Leipzig con cinco estrellas y a unos pocos pasos del antiguo ayuntamiento. Tiene un precio algo más caro que la media pero a muchos les merecerá la pena.

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El precioso restaurante del Steigenberger.
  • El Gästehaus Leipzig no está en el centro pero sólo le separan unos 200 metros, y tiene al lado el Palacio de la Justicia. Con muy buenas críticas, un precio asequible y una buena localización, es una opción a tener en cuenta.

Capítulo 4 Excursiones desde Leipzig

Lo mejor de Leipzig es que tiene una buena cantidad de opciones cerca para hacer escapadas de un día, de hecho resulta complicado decantarse por una sola y la idea de pasar varios días en la ciudad cobra más sentido que nunca. Te presentamos los lugares más interesantes que visitar si estás en Leipzig.

§22. A 42 kilómetros de Leipzig, la pequeña localidad de Colditz se extiende a ambas orillas del río Zwickauer Mulde. Es uno de los destinos más visitados desde Leipzig debido a su castillo, que domina la orilla norte del río desde un promontorio en lo que es una estampa preciosa y típica de muchos castillos alemanes.

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Colditz con su castillo al fondo.

El castillo de Colditz tiene una historia de cerca de un milenio, sin embargo, es especialmente conocido debido a la IIGM. La apariencia del castillo que vemos hoy viene del siglo XVI, cuando se reformó de cabo a rabo tras un incendio que arrasó buena parte de la villa, y del XX, cuando los nazis convirtieron el edificio en una prisión de máxima seguridad para oficiales del bando aliado.

Hoy es un destino habitual que se puede visitar con guía para conocer cómo era la prisión más segura que construyeron los nazis dentro de Alemania. Además, en una parte del castillo hay un hotel en caso de que a alguien le pique el morbo pasar noche en una antigua prisión.

§23. Algo más hacia el sureste está Meißen, una pequeña y preciosa ciudad a orillas del Elba. Fue el centro de poder de los Wettin y capital del Margraviato de Meißen hasta que la corte se trasladó a Dresde cuando los Wettin recibieron el Electorado de Sajonia. Tiene unos 27.000 habitantes, lo que la convierte en un lugar muy tranquilo, apacible.

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Su principal atractivo es el Albrechtsburg (castillo de Alberto) que tiene la catedral pegada como en la colina de Wawel de Cracovia. El efecto desde lo lejos es que no se distinguen y forman un conjunto impresionante y precioso. Es uno de los puntos más altos de la ciudad al igual que en el caso de Colditz: está sobre un promontorio que lo hace visible desde casi todos los puntos de los alrededores. Un lugar que merece la pena visitar.

§24. Hacia el este de Meißen está uno de los lugares más bonitos de Alemania: el Palacio de Moritzburg. Mauricio de Sajonia comenzó aquí un pabellón de caza que fue usado habitualmente por diferentes lectores sajones hasta que Juan Jorge II lo comenzó a convertir en un palacio. Por su parte, Augusto el Fuerte fue quien le dio la bella apariencia que podemos contemplar hoy.

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Una isla artificial resguarda el palacio en mitad de una laguna en lo que es una estampa mágica con un bosque al fondo. Merece la pena visitarlo aunque sea para verlo por fuera. Además, en el bosque hay más lugares de interés, como la Casa del Infierno y el Pabellón de los Faisanes.

§25. Si Leipzig ha tenido que recuperar su población, Dresde tuvo que ser reconstruida casi desde 0 tras la IIGM. El trabajo de reconstrucción ha sido constante y preciso a lo largo de décadas, y ha devuelto el esplendor perdido a la ciudad, que es un destino turístico de primer orden. En nuestra guía os recomendamos no visitarla en un día pero, si estás en Leipzig, es una buena opción para pasarse a contemplarla.

Si sólo tienes tiempo para una escapada a Dresde, esta visita guiada en español de Civitatis ofrece un recorrido por lo indispensable de la ciudad. Con muy buenas críticas es una opción recomendable.
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Dresde está repleta de joyas en un pequeño casco antiguo donde no hay una calle sin detalles que merezcan la pena una parada para maravillarse. El Palacio Zwinger es un tesoro que acoge museos como la Galería de los Maestros Antiguos. Muy cerca, el aire toscano del Palacio Real hacen que se la conozca como la Florencia del Elba. Iglesias como la Frauenkirche y la Hofkirche embellecen, todavía más, una casco antiguo precioso.

§26. En el cercano Estado de Turingia, a tan solo una hora y veinte minutos en coche, está una de las joyas culturales de Alemania. Weimar es una ciudad pequeña y tranquila con un casco antiguo que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Weimar es la ciudad de los mayores dramaturgos de Alemania: Goethe y Schiller. Varias generaciones de artistas de todo tipo acudieron a esta pequeña localidad gracias al mecenazgo de sus duques, que se empeñaron durante décadas en promover la cultura como mejor legado para las generaciones venideras. Es además, donde se firmó la Constitución de la República de Weimar. Un destino maravilloso.

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