Origen y evolución del latín

Cuando hablamos del latín mucha gente piensa en una lengua muerta, un idioma que con el pasar de los siglos murió con aquel glorioso imperio que lo expandió. Sin embargo, hoy en día la lengua de Julio César es el idioma de las ciencias y vive en un sinfín de locuciones, términos y lemas que podemos ver y escuchar en muchos lugares. Sin ir muy lejos, el castellano que usamos día a día debe su origen a este idioma. ¿Pensarían los antiguos latinos que su idioma perduraría por la eternidad?

Origen del latín

¿Cuándo empezó a hablarse el latín?

El latín es un idioma de la familia indoeuropea, un grupo de idiomas que presentan rasgos y características similares, por lo que tienen un ancestro en común: el idioma protoindoeuropeo. De él derivan gran parte de las lenguas modernas, siendo el latín una de las formas que tomó con el tiempo.

Es inevitable hablar del latín y no pensar en la antigua Roma, esa pequeña ciudad-estado que con su fuerza conquistó el mundo a través del Imperio romano.

Pero, aunque fueron los romanos quienes la expandieron como la lengua vernácula de su imperio, debe su nombre a los latinos, un antiguo pueblo étnico indoeuropeo que migró a la península itálica y se estableció en una región conocida como Latium (actual Lacio) alrededor del año 1000 a. C., desarrollando varios poblados (entre ellos Roma).

Un idioma de campesinos

En un principio los latinos tenían un carácter de pueblo rural, por lo que la extensión del idioma era muy limitada y en base a esto desarrolló en su etimología muchos términos basados en la vida campestre. Por ejemplo, el término stippulare (estipular) deriva de stippa (paja), cosa que nos permite suponer la vida campestre de estos asentamientos iniciales.

No sabemos mucho de estos primeros hablantes, ya que el idioma no poseía escritura, sino que se valían de tradiciones orales. No sería hasta el siglo VII a. c que desarrollarían su propia escritura: el alfabeto latino.

Los hablantes del latín se encontraban sometidos por sus vecinos etruscos, quienes desarrollaron un alfabeto derivado del griego y que por aquella época poseían varias colonias en el sur de Italia. Los latinos, basándose del alfabeto etrusco, desarrollaron una variante de este, adoptando 21 de sus 26 letras y dando así origen al sistema de escritura más difundido del mundo moderno.

Evolución del latín

Roma invicta est

Sería Roma quien expandiría su territorio sobre las demás ciudades latinas y, al hacerlo, la forma romana del latín fue la que perduró. Al igual que el griego, el latín poseía varios dialectos con diferencias entre sí, por lo que no era una lengua unitaria. Al vencer Roma, las demás variantes del idioma fueron reemplazadas, dejando así solo una forma de lengua hablada y escrita.

La expansión romana no se limitó a la región y pronto avanzó sobre los demás pueblos tras poner fin a la amenaza etrusca y a la de otros vecinos. En su apogeo ocupó toda la península itálica y gran parte del mediterráneo; mientras esto ocurría, el latín se dotaba de nuevas influencias, principalmente del griego, que dotó de helenismos y un amplio léxico al idioma que alguna vez fue de campesinos.

Primero bajo la figura de república y luego de imperio, Roma se expandió a lo largo de Europa, Asia y el norte de África implantando su cultura sobre la de los pueblos conquistados. Esta romanización cambió el estilo de vida y las costumbres de las poblaciones locales.

Coexistencia

En las provincias romanas, la diversidad lingüística era amplia y respetada; el latín era la lengua de los jueces, los asuntos militares, la literatura y la política. Era la huella del poder romano y la lengua franca de todos los territorios (junto al griego koiné).

Aunque muchas lenguas nativas perduraron, en gran parte de Europa sus idiomas perdían fuerza en la vida diaria. Este proceso de latinización logró que gran parte de la población hablara el latín como lengua materna, dando origen al llamado latín vulgar (de la palabra vulgaris, que significa común o del pueblo).

A diferencia del latín clásico (el usado por las autoridades), que mantenía las formas gramaticales y léxicas del idioma, el vulgar era una forma más coloquial e informal usada por las masas.

Mientras que la forma culta perduraría en la literatura y las autoridades, la forma vulgar, debido a su gran diversidad dialéctica, comenzaría a mutar, dando así origen a una variedad de idiomas conocidos como las lenguas romances, que comparten características similares.

Tipos y variedades del latín

Mientras Roma era eclipsada por su decadencia y la inestabilidad se hacía ley, el idioma seguía tomando su propia forma en muchas provincias, llevando a cabo un lento proceso de transformación en el que todas sus formas se diferenciarían cada vez más entre sí, hasta el punto de tomar su propio rumbo.

Hoy en día existe una amplia variedad de lenguas mas allá del español, francés, portugués o italiano que deben sus similitudes a este proceso. Cabe destacar el caso del idioma rumano: la provincia romana de Dacia (actual Rumania) atravesó por este proceso y, debido a su aislamiento geográfico, evolucionó de forma independiente.

Más allá de estas zonas, hubo otras donde el latín no perduró debido a que fue reemplazado por los idiomas de los pueblos que se asentaron en dichas áreas. Varias lenguas romances murieron en el proceso de asimilación, como en el norte de África o en Gran Bretaña.

Con el pasar de los años, lo que quedaba de esta lengua se fue extinguiendo hasta desaparecer su uso en la vida cotidiana, siendo reemplazado por las lenguas resultantes de su fragmentación.

Sin embargo, aunque no tuviese hablantes nativos, el idioma logró sobrevivir en su forma clásica dentro de la Iglesia católica como lengua litúrgica y en los círculos intelectuales como lengua culta, perdurando hasta nuestros días como el idioma de las ciencias y filosofía (es decir, se mantuvo durante la Edad Antigua, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea).

A pesar del tiempo, los vestigios del idioma se conservan en cada palabra que decimos. La lengua de los antiguos latinos evolucionó en una familia lingüística de más de 1.000 millones de hablantes que sigue en constante crecimiento. El latín, por tanto, es la raíz de todas las lenguas romances actuales y, aunque no sea oficial en ningún país (salvo la ciudad del Vaticano), seguirá dejando su huella en el porvenir de la humanidad.

Referencias:

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