Lady Hester Stanhope y su atrevida personalidad

LA PERSONALIDAD DE LADY HESTER STANHOPE

Lady Hester Stanhope, además de ser una de las exploradoras y aventureras más destacadas y audaces de toda la época en la que vivió, fue una mujer extraordinaria.

INTRODUCCIÓN

A lo largo de su vida, Lady Hester Stanhope incurrió en todo tipo de extravagancias que no encajaban en el modelo de señorita aristócrata del siglo XIX: fue una aventurera excéntrica que vagó en solitario por los desiertos de Oriente Medio, vistió ropas de hombre, montó a caballo como ellos y no con las dos piernas hacia el lomo izquierdo del animal, escandalizando al personal, fumó pipa con jeques y tiranos árabes y lideró la primera misión arqueológica en Tierra Santa.

BIOGRAFÍA DE LADY HESTER STANHOPE

La viajera inglesa Lady Hester Stanhope (1776-1839) era la hija del
político inglés Lord Charles Stanhope y de su esposa Lady Hester
Pitt. Lord Stanhope era un personaje excéntrico muy aficionado a las
ciencias, la política y sobre todo a la literatura. Su madre, Lady Pitt, era
hija del primer conde de Chatham y hermana del Primer
Ministro William Pitt. La biografía de esta aristócrata aventurera, a
caballo entre dos siglos, resulta excepcional desde su infancia.

Lady Hester creció en su casa paterna de
Chevening hasta principios de 1800. Con 24 años, aquella joven de 1,80
metros de estatura se fue a vivir al castillo de Walmer, en Burton
Pynsent, con su tío soltero William Pitt, ejerciendo como su secretaria
y realizando labores de anfitriona en aquella casa debido a la enorme
admiración que sentía hacia su tío.

Lady Hester tenía talento para los
negocios y cuando Pitt estaba fuera de la oficina actuaba como su
secretaria privada. También fue la promotora principal de los jardines de Walmer Castle durante su mandato como Señor Guardián del Cinque
Ports, en este aspecto, Lady Hester aprendió el arte de la jardinería. Sin embargo, cuando este falleció, en 1806, su mundo se derrumbó.
Poco después, la relación que mantenía con el héroe británico Sir John
Moore, se vio cercenada por la muerte de este en la batalla de Elviña, en
A Coruña, un 16 de enero de 1809. Ella conservó un guante
ensangrentado de su amante hasta el fin de sus días.

Soltera, con el corazón roto y con una herencia no demasiado
abundante, Lady Hester decide partir con sus criados y su médico y
amigo Charles Meryon, hacia Oriente en octubre del 1810. Una de las múltiples leyendas que se crearon en torno a la figura de esta asombrosa mujer cuenta que, cuando llegaron a Atenas, el mismísimo Lord Byron se lanzó al mar para saludarla. Después de dejar atrás Atenas, Hester Stanhope partió hacia Constantinopla, para seguir hacia el Cairo; pero una fuerte tormenta provocó que los viajeros naufragaran en la isla de Rodas.

Aprendió turco y árabe, visitó harenes y viajó y fue recibida en los principales centros palaciegos de Egipto,
Malta, Grecia, Turquía o Siria. Su viaje prosiguió por Egipto, Palestina,Líbano y Siria.
En una caravana de más de veinte camellos, vestida como un beduino, aunque con aspecto lujoso, y arropada por un grupo de hombres
uniformados como la guardia pretoriana, la inglesa esperaba emular a
la reina Zenobia a su llegada a Palmira. Un 29 de marzo de 1813, la comitiva alcanzó las ruinas de la ciudad, donde fue recibida con
alboroto por los nómadas que la habitaban. Tras aquella aventura fue conocida como la Reina Blanca de Palmira.

Según la biografía que posteriormente realizó su médico sobre la vida de
la aristócrata, esta encontró un manuscrito italiano medieval donde se
detallaba el mapa para encontrar un tesoro oculto en las ruinas de la
ciudad de Ascalón. Lady Hester encabezó la primera excavación
arqueológica en Palestina.
En 1815, a punto de cumplir los 40 años y tras haberse sobrepuesto de
una enfermedad que casi acaba con su vida, Lady Hester
decidió organizar una expedición arqueológica en la ciudad de Ascalón
(hoy Israel) para intentar desenterrar un tesoro de monedas de oro que
supuestamente había sido escondido en la zona durante la Edad Media.
Tan solo halló una gran estatua de mármol que terminaría rompiendo en
mil pedazos y arrojándolos al mar, pero su empresa fue pionera de la
arqueología en Tierra Santa.

En 1837, finalmente cayó gravemente enferma y el doctor Meryon viajó
a Damasco para poder asistirla encontrándola muy abandonada y postrada
en cama. Meryon hizo lo posible por reconfortarla y la acompañó un
tiempo hasta su regreso obligado a la Costa Azul. Tan singular mujer
falleció en 1839, aislada del mundo, rodeada de gatos y olvidada por sus
contemporáneos.

SU PERSONALIDAD

Si algo caracteriza a esta audaz aventura es su gran carácter y su fuerte personalidad, que ella manifestó desde una muy temprana edad.

Lady Hester fue educada con institutrices, pero ella no sentía especial
interés por los asuntos de las niñas de su edad y de su misma
posición social, no le interesaba seguir las mallas curriculares de
educación de una aristócrata como la danza, la música y la pintura pues
le aburrían, además tenía una personalidad fuerte con gran tendencia al
liderazgo natural, sentía atracción por la caza, los caballos y lo
relacionado con las aventuras y exploraciones. Su mente soñaba con
aventuras y sitios lejanos. Ciertas personas cercanas a la familia de Hester Stanhope, claramente de su misma posición social, no entendían por qué Lady Hester no se comportaba como las demás señoritas de su edad y siempre andaban criticando las distintas actitudes y comportamientos que Lady Hester mostraba. Cuando tenía 24 años y se fue a vivir con su tío, tuvo la oportunidad de acercarse a varios círculos políticos y fue desempeñando su enorme capacidad para los negocios, convirtiéndose en la secretaria privada de su tío.

Después de la pérdida de su amado Sir John Moore, ella decide partir hacia Oriente con varios criados, y este en este enorme viaje que Lady Hester afronta donde rompe con varios de los esquemas que eran dictados en aquella sociedad de entonces para las señoritas. Cuando los viajeros naufragaron en Rodas, el equipaje de muchos de ellos fue perdido, incluidas las vestimentas de Hester.

Sin equipaje, tuvieron que adoptar la vestimenta turca, y Lady Hester no dudó en escogerla vestimenta típica de los hombre de aquella época. La
comodidad de aquellas vestiduras la caracterizó entonces, negándose a
llevar en todo momento un velo. Era muy raro que una mujer vistiese pantalones y se negase a ponerse un velo y muchas personas o bien la confundían con un hombre a primera vista o bien la criticaban por atreverse a utilizar vestimentas sin seguir el código dictado para las mujeres.

Otra de las mayores aventuras de Lady Hester fue cuando ella comenzó la primera excavación arqueológica en Tierra Santa. Nunca jamás se había permitido que una mujer interviniese en ese tipo de actividades, y menos se le había permitido a una mujer extranjera como Lady Hester. Sin embargo, con su gran carácter y su determinación, Lady Hester consiguió llegar a dirigir esta excavación. Después de esta fallida aventura, ella se retiró al monasterio de Joun. Cuando le preguntaron si no preferiría volver a casa y vivir sus días con relativa comodidad, su respuesta fue despectiva e insistió en que no tenía intención de volver a «tejer o coser como una inglesa». Aquí, Lady Hester demuestra que ella no encajaba en este modelo de señorita aristócrata de aquella época.

CONCLUSIÓN

Sin duda alguna, Lady Hester fue un personaje de la historia que todos deberían recordar principalmente por su carácter tan fuerte y tan único. A lo largo de su vida, ella ha mostrado que la mujer no sólo debía ser tratada como un objeto de belleza y delicadeza, mostrando que las mujeres pueden ser fuertes, viajar por el mundo, portar vestimenta típica de los hombres e inclusive, liderar una expedición arqueológica. Todo esto sin perder su condición de mujer. Lady Hester debería ser tomada como un gran ejemplo de coraje y sobre todo, debería ser tomada como ejemplo a la hora de querer romper o desafiar los distintos esquemas sociales.

«I have always found that giving too much education was only painting a character over, and that . . . whatever is born in man will, sooner or later, show itself.»

Memoirs of the Lady Hester Stanhope | august 1836