Lachlan Murdoch, el poderoso heredero del imperio del magnate de los medios

A Lachlan Keith Murdoch no se le conocen grandes escándalos y su presencia en los medios es anecdótica, como cuando se compró una mansión de 150 millones de dólares

Lachlan Murdoch y Sarah Murdoch Ron Sachs

05/07/2020
Actualizado 06/07/2020 a las 10:55h.

El hijo más conocido del magnate de los medios Rupert Murdoch y de la periodista escocesa Anna Murdoch Mann , es un hombre que trabaja en silencio. Al menos, casi siempre. A Lachlan Keith Murdoch , de 48 años, no se le conocen grandes escándalos y su presencia en los medios es anecdótica, como cuando se compró una mansión en California que le costó 150 millones de dólares (unos 133 millones de euros), un récord que fue superado el pasado febrero por otro peso pesado: Jeff Bezos , fundador de Amazon, que adquirió una por 165 millones de dólares.

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Fuera del breve incendio que provocó la adquisición de la lujosa vivienda, en la que vive con su esposa, la modelo, actriz y presentadora de televisión Sarah Murdoch , con quien tiene dos hijos y una hija de 15, 14 y 10 años, su trayectoria ha pasado sin pena ni gloria ante las cámaras, lo cual no ha sido impedimento para que tras bastidores haya obtenido cada vez más poder a lo largo de los años. Tanto, que se da por hecho, tanto en la industria como dentro de su familia, y mal que le pese a su hermano James , con quien tiene una relación complicada, que será el heredero del imperio mediático creado por su padre , que cumplió 89 años en marzo.

Rupert Murdoch, con sus hijos James (derecha) y Lachlan Andrew Parsons

Pese a que Lachlan dimitió de su trabajo en News Corporation en el 2005 tras haber pasado por varios puestos desde 1996, entre ellos director de operaciones y editor del «New York Post» -durante su mandato, el Post se convirtió en el periódico de más rápido crecimiento de la nación y el séptimo más grande en los Estados Unidos-, regresó como hijo pródigo y actualmente mantiene una importante presencia en el grupo como vicepresidente. Ejerce además como presidente y director ejecutivo de la conservadora Fox Corporation, una de las cadenas más poderosas del país, y también, de las más polémicas. Desde su renuncia intentó ir por libre, aunque siempre con mucha mano izquierda para gestionar las complejas relaciones políticas y sociales sobre las que se asienta su negocio, algo que ha quedado en evidencia en los últimos meses, cuando ha hecho públicas posiciones personales totalmente opuestas a la línea editorial del grupo .

La empresa de noticias sido acusada en múltiples ocasiones, pero sobre todo después de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos, de apoyar a los movimientos supremacistas blancos y promover la división racial. No obstante, el también presidente ejecutivo de Nova Entertainment, una compañía de medios australiana, envió un memorando hace unas semanas que dejó al personal cuando menos sorprendido, en el que declaró que «las vidas de los negros importan» y que los eventos derivados del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd el 25 de mayo en la ciudad de Minneapolis lo han dejado «conmocionado y entristecido». «Cada uno de ustedes ha estado en mis pensamientos mientras vemos que la trágica muerte de George Floyd continúa causando un inmenso dolor y provocando importantes protestas en todo el país», escribió Murdoch. «Es esencial que hagamos el duelo con la familia Floyd, que escuchemos atentamente las voces de protesta pacífica y comprendamos fundamentalmente que las vidas negras importan». Este posicionamiento abierto a favor del movimiento Black Lives Matters no cayó bien en la cadena, que durante la cobertura de las protestas ha puesto el foco en los actos de vandalismo.

Fuentes de su propio imperio lo han tildado de hipócrita por ese mensaje, pero al príncipe de la dinastía Murdoch las críticas parecen no rozarlo. Nacido en Londres y criado en Manhattan, se graduó en Filosofía la Universidad de Princeton con una tesis titulada «Un estudio de la libertad y la moral en la filosofía práctica de Kant», en la que desarrolló la idea de la necesidad de llevar una vida guiada por la moral y el amor. No sabía aún -o quizá sí- que la suya iba a estar guiada, sobre todo, por el poder.