Nell Tiger Free, en 'La primera profecía'

Nell Tiger Free, en 'La primera profecía'

Cine

'La profecía', ¿buenos tiempos para el Anticristo?

'La primera profecía' resucita una de las franquicias más diabólicas del cine de terror, confirmando que el apocalipsis hace tiempo que llegó.

5 abril, 2024 02:21

En plena crisis de ideas, al menos en Hollywood, retornar a las viejas franquicias de toda la vida parece haberse convertido en solución de emergencia para el cine de terror que, semana tras semana, no da respiro al espectador.

Si el año pasado resucitaba con poca fortuna El exorcista, le toca el turno ahora al concepto apocalíptico, apostólico y romano (que no católico) de La profecía (1976), el clásico que fundió en un solo argumento el arquetipo del niño maligno, las conspiraciones satánicas y la llegada del Anticristo con las muertes gráficamente creativas, para solaz y diversión del público, tanto creyente como escéptico.

La primera profecía (estreno 5 de abril), dirigida por la experta en series Arkasha Stevenson y en cuya producción encontramos al veterano de lo mejor y lo peor del género, David S. Goyer, se presenta como precuela del filme original, después de que este conociera tres secuelas oficiales, un remake y alguna serie televisiva, amén de incontables plagios.

Descubriremos ahora los acontecimientos que llevaron a la concepción y nacimiento del pequeño Anticristo, conoceremos a su madre (pero… ¿no era un chacal?), desentrañaremos los hilos de la satánica conspiración de sus seguidores y asistiremos, sin duda, a un nuevo y nutrido body count con las consabidas muertes “accidentales”, barrocas y sangrientas, parte inexcusable de la marca de la casa y de la Bestia.

Medio siglo de Damien

Teniendo en cuenta que ha pasado casi medio siglo desde que el siniestro Damien hiciera su aparición, convendrá quizá que echemos una mirada a los verdaderos orígenes del Mal.

La profecía (1976) desciende directamente de dos de los títulos más influyentes en la historia del cine de terror: La semilla del diablo (1968) y El exorcista (1973), con los que podría formar una trinidad impía, cuya progenie es tan numerosa como eternamente actual. No es extraño que, como en el caso de aquellas, su director no fuera un realizador especializado en cine de horror.

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Aunque no tan “autor” como Polanski o Friedkin, Richard Donner cultivó una amplia variedad de géneros, del drama a la comedia y el wéstern, con especial inclinación por la fantasía y el thriller, con éxitos como Superman, Los Goonies, Lady Halcón o la saga de Arma letal, pero prácticamente una sola incursión cinematográfica en el terror: La profecía. Pero si la ecuación Semilla del diablo + Exorcista = Profecía es obvia, no debe ocultarnos otros sorprendentes antecedentes.

Uno de los factores fundamentales para su éxito fue la presencia de un tierno infante perverso, Damien, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de niño malvado. Una tradición que venía de títulos fundacionales como La mala semilla (1956) o El otro (1972), pero que La profecía transformó radicalmente, al introducir el elemento satánico sobrenatural.

Aunque un curioso filme británico, el psicotrónico Sharon’s Baby, de Peter Sasdy (1975), estrenado un año antes e imitación a su vez de El exorcista, presentaba ya un ridículo bebé poseído por el diablo, capaz de asesinar a todo quisque sin moverse del carrito o de la cuna.

El sesgo milenarista del guion de David Seltzer, quien después de escribir la novela se desvinculó de la franquicia, procedía del exitoso libro del evangelista Robert Munger, The Late, Great Planet Earth (1970), que, siguiendo las interpretaciones bíblicas literales de los dispensacionalistas, preveía la pronta llegada del Anticristo y el fin de los tiempos.

Pero quizá la influencia más directa y menos conocida proceda de un episodio de la mítica serie televisiva Kolchak: The Night Stalker, inédita en España salvo por sus dos pilotos. En el capítulo The Devil’s Platform, emitido en 1974, Tom Skerrit encarna a un político que ha hecho un pacto con el diablo.

En cincuenta minutos tenemos las muertes “accidentales” de sus opositores; la aparición de un perro guardián que ataca a sus enemigos y que es, como en La profecía, un negro rottweiler; un periodista, Kolchak, que descubre el pastel porque en sus fotografías aparecen fenómenos extraños (como le ocurre al personaje de David Warner en el filme de Donner); y un final donde el villano es destruido con un símbolo cristiano.

No sólo adelanta detalles del primer filme, sino de sus continuaciones, especialmente de la tercera: El final de Damien (1981).

Secuelas y más precuelas

La profecía es un clásico perfecto. A la altura de sus modelos. Un reparto espléndido encabezado por Gregory Peck y Lee Remick, un ritmo de thriller ocultista sobrio y hitchcockiano, con muertes espectacularmente coreografiadas, envuelto todo ello en la escalofriante música de Jerry Goldsmith, merecedora de un Oscar gracias a sus coros.

El escalofriante Damien de 'La profecía' de Donner

El escalofriante Damien de 'La profecía' de Donner

Seguirían dos secuelas nada despreciables: La maldición de Damien (1978) y El final de Damien; una mediocre continuación televisiva, La profecía IV: el renacer (1991), donde la paridad hizo de las suyas convirtiendo al niño perverso en niña no menos satánica; y un innecesario remake en 2006.

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Mejores resultarían imitaciones delirantes como las italianas Holocausto 2000 (1977), con Kirk Douglas; El visitante del Más Allá (1979) y Manhattan Baby (1982), o las estupendas Lucifer (1981) y El legado del diablo (1981), de extraño aroma filogay.

Ahora, La primera profecía, que probablemente no será la última, nos demuestra que Hollywood necesita desesperadamente al Anticristo, tanto como este a Hollywood. Si no más.