La loba, de Alfonsina Storni | Poema

    Poema en español
    La loba

    Yo soy como la loba. 
    Quebré con el rebaño 
    y me fui a la montaña 
    fatigada del llano. 

    Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley, 
    que no pude ser como las otras, casta de buey 
    con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza! 
    Yo quiero con mis manos apartar la maleza. 

    Mirad cómo se ríen y cómo me señalan 
    porque lo digo así: (las ovejitas balan 
    porque ven que una loba ha entrado en el corral 
    y saben que las lobas vienen del matorral). 

    ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! 
    No temáis a la loba, ella no os hará daño. 
    Pero tampoco riais, que sus dientes son finos 
    ¡y en el bosque aprendieron sus manejos felinos! 

    No os robará la loba al pastor, no os inquietéis; 
    yo sé que alguien lo dijo y vosotras lo creéis 
    pero sin fundamento, que no sabe robar 
    esa loba; ¡sus dientes son armas de matar! 

    Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta 
    de ver cómo al llegar el rebaño se asusta, 
    y cómo disimula con risas su temor 
    bosquejando en el gesto un extraño escozor... 

    Id si acaso podéis frente a frente a la loba 
    y robadle el cachorro; no vayáis en la boba 
    conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor... 
    ¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor! 

    Ovejitas, mostradme los dientes. ¡Qué pequeños! 
    No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños 
    por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha 
    no sabréis defenderos, moriréis en la brecha. 

    Yo soy como la loba. Ando sola y me río 
    del rebaño. El sustento me lo gano y es mío 
    donde quiera que sea, que yo tengo una mano 
    que sabe trabajar y un cerebro que es sano. 

    La que pueda seguirme que se venga conmigo. 
    Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo, 
    la vida, y no temo su arrebato fatal 
    porque tengo en la mano siempre pronto un puñal. 

    El hijo y después yo y después... ¡lo que sea! 
    Aquello que me llame más pronto a la pelea. 
    A veces la ilusión de un capullo de amor 
    que yo sé malograr antes que se haga flor. 

    Yo soy como la loba, 
    quebré con el rebaño 
    y me fui a la montaña 
    fatigada del llano.

    Alfonsina Storni (Suiza, 1892 - Mar del Plata, Argentina, 1938) es una de las más grandes poetas del continente sudamericano. Nacida en Suiza, vivió desde muy niña en Argentina, donde murió arrojándose al mar. Dotada de una exquisita sensibilidad y de un temperamento depresivo, plasmó en su poesía la intensa lucha interior, librada a lo largo de su vida, entre el ideal de justicia y nobleza que, a su entender, debía regir la vida de los seres humanos, y la realidad mediocre y poco grata que la rodeaba. Seriamente preocupada por las desigualdades sociales, su talante marcadamente rebelde asoma en sus primeros libros de poemas: La inquietud del rosal (1916), El dulce año (1918) e Irremediablemente (1919). Ocre (1925), poemario considerado su obra maestra en opinión de la crítica especializada, y que gira en torno al sentimiento de fracaso ante el amor y la vida, inicia su segunda etapa poética, caracterizada por el abandono de las formas poéticas modernistas y el acercamiento a una estética basada en el uso de elementos simbólicos: El mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Menos musical, y acaso menos intimista, marcada por la voluntad reflexiva y por el impacto de las nuevas vanguardias, la última etapa poética de Alfonsina Storni es una muestra de una inquietud creativa que busca renovarse constantemente. Poesía de una intensa humanidad, está siempre presente en ella el indignado sentir de la autora frente a la injusta situación de la mujer en una sociedad regida por hombres.