La Herencia del Viento (Inherit the Wind, 1960)

Religión, negocios, ciencia a hipocresía a raudales se mezclan en esta película, que nos cuenta el desarrollo de uno de los procesos más famosos del S.XX, el «Juicio del Mono» en el que un profesor de escuela tuvo que enfrentarse a una posible condena de cárcel por enseñar la teoría de la evolución de Darwin.

Una de las supuestas conquistas del S.XX ha sido la laicidad en el mundo occidental, la separación de religión y Estado en aspectos como la ética ciudadana o educación. Durante siglos, la religión, cualquiera que fuese la predominante en cada rincón del mundo, dictaba no sólo cuál era el marco ético de la sociedad, sino también el marco jurídico, las conductas aceptables, las que merecían castigo y qué castigo merecían.

La laicidad, la separación de iglesia y estado, rompe esa vinculación y permite un análisis crítico de las situaciones, porque la religión es incuestionable, al estar basada en dogmas, pero una sociedad laica está abierta al debate y la actualización o sustitución de principios, si éstos se revelan erróneos o se pueden mejorar. Este es el centro del problema, cada vez que salta el debate entre religión y ciencia en aspectos como la evolución, las relaciones familiares o la forma de sacrificar a los animales.

En 1925, un profesor de escuela llamado John Scopes fue acusado de violar el Acta Butler, que prohibía enseñar la teoría de la evolución de Darwin en las escuelas. El juicio levantó un enorme revuelo y fue uno de los primeros en recibir una amplia cobertura por parte de los medios de comunicación, que por aquel entonces eran fundamentalmente la radio y el periódico.

Esta historia es la que nos cuenta el director Stanley Kramer en la adaptación que hizo en 1960 de la obra teatral del mismo nombre, basada a su vez en los hechos reales del juicio a Scopes. La obra ya había sido un éxito de Broadway en 1955 y rápidamente surgió la posibilidad de convertirla en una película.

Para los papeles principales se eligió a un actor con mucha experiencia, pero no de primera fila, en el papel del profesor de escuela (Dick York), reservando a dos «pesos pesados» para interpretar a los abogados que representaron a las dos partes del juicios: del lado de la defensa un maduro Spencer Tracy lleno de ironía, y de parte de la acusación Fredric March, casi al final de su carrera, jugando un delicado equilibrio para representar el fanatismo del personaje original sin caer en la parodia.

La decisión del Stanley Kramer de rodar en blanco y negro, la excelente ambientación, el estilo casi teatral, con una cámara que se desplaza por la sala del juzgado como si fuera un escenario, y las largas escenas de diálogo en el juicio consiguen un resultado entretenido, que nos hace dudar sobre la época en que realmente se rodó la película. Porque se hizo en 1960, el mismo año en que, por ejemplo, se lanzó el primer satélite meteorológico del mundo; pero parece que podría ser de los años 40.

El ritmo es ágil, los diálogos son a menudo agudos e invitan a la reflexión personal, las interpretaciones son correctas y la película es, en general, entretenida incluso a los sesenta años de su realización.

No me chirrían tanto los ciudadanos enfervorecidos, como Gene Kelly, que aparece en un papel secundario como un reportero de prensa sarcástico y algo cínico, que casi es el narrador de la historia. Ni encaja en el papel, ni el personaje es muy útil al desarrollo de la película.

Siendo una adaptación de una adaptación, el rigor histórico es muy pobre. Ni se arrestó al profesor en un aula, ni el abogado de la acusación era un fanático religioso, ni ocurrieron otros muchos detalles que me callo para que disfrutes de la película. Hay que entender que la obra de teatro se estrenó en pleno auge del Macartismo, la «caza de brujas» que impulsó el senador Joseph McCarthy contra todo el que fuera sospechoso se ser comunista o anti-americano, lo que terminó convirtiéndose en una acusación genérica para atacar a todo el que pensara de una forma incómoda. Y de eso, de la liberta de pensamiento, es de lo que realmente trata la película, usando este episodio de la reciente historia norteamericana como telón de fondo.

Una película recomendable y entretenida, de esas que invitan a tomarse algo al terminar de verla y reflexionar si avanzamos o retrocedemos. Por cierto que, si te interesa este tema, te animo a que veas el estupendo documental que hizo la cadena pública PBS en su serie Nova sobre un juicio muy similar, el de Kitzmiller contra el Distrito Escolar de Dover, en 2007.

La Herencia del Viento (1960)

Desde 11'00 €
7.1

Premisa

7.5/10

Guión

6.5/10

Interpretación

7.0/10

Producción

7.5/10

Factor "La volvería a ver"

7.0/10

Pros

  • La producción, estupenda
  • Las interpretaciones, teatrales pero entretenidas
  • El debate que plantea, interesante

Cons

  • Se hace un poco larga (más de dos horas)
  • Gene Kelly, que hace de chistoso sin gracia