Hay películas que nada más terminar de verlas dejan en el espectador una evidente sensación de trascendencia. Es el caso de Civil War, una película que no por clásica en su premisa, una mezcla entre Apocalypse Now y La Carretera, deja de ser una de la apuestas más interesantes del director Alex Garland. Una película que tiene algo de metatextual, porque parafraseando uno de los diálogos de la película, uno pensaría que después de tantas advertencias la humanidad habría aprendido de sus errores.
La película, que presenta un esquema muy clásico de descenso a los horrores y relevo generacional. Y con todo, es impactante, y sin duda va a ser uno de los estrenos más interesantes del año, de esos que acumulan premios, méritos y reconocimientos internacionales. La narrativa no solo mantiene al espectador pegado al asiento, sino que también invita a la reflexión sobre los horrores de la guerra. Una guerra que, aunque no queramos admitirlo, siempre está más cerca de lo que a nadie le gustaría, y que llega de un día para otro.
Cruda y elegante
En Civil War, seguimos a un grupo de reporteros de guerra mientras viajan por los Estados Unidos devastados por la guerra civil. Liderados por Lee, interpretada brillantemente por una soberbia Kirsten Dunst, el equipo se enfrenta a peligros constantes mientras intentan documentar la brutalidad del conflicto en un viaje que se torna cada vez más oscuro. Con un reparto estelar que incluye a Cailee Spaeny, Wagner Moura y Stephen McKinley Henderson, la película es uno de los mejores trabajos de Alex Garland, quien demuestra una vez más su habilidad para crear experiencias cinematográficas tan cautivadoras como interesantes. Además, el trabajo técnico en la película es impecable, con una fotografía deslumbrante de Rob Hardy y un montaje magistral de Jake Roberts que eleva aún más la experiencia cinematográfica.
Garland resulta incostestable en su trabajo por crear una atmósfera intensa y perturbadora que deja su huella en el espectador. Si bien ni Garland ni la película se posicionan claramente por ninguno de los bandos presentados en la historia, esta equidistancia moral sirve para reforzar las ideas de fondo de la película, donde el cómo o el por qué de la situación es menos importante que sus consecuencias.
El enfoque único de Garland al mostrar los horrores de la guerra dentro de las fronteras de los Estados Unidos, alejándose de los tropos convencionales del cine de Hollywood, es el punto fuerte de la película. Unida a una calidad cinematografía sobresaliente, la película ofrece una representación realista de la devastación causada por el conflicto interno, con sus ajustes de cuentas particulares, sus misterias y sus terribles particularidades.
La premisa de Civil War no podría ser más relevante en el contexto actual. Con la creciente polarización social y política en muchas partes del mundo, la película plantea preguntas importantes sobre la naturaleza humana, la fragilidad de la democracia y la vida de privilegios de la que disfrutamos. A través de secuencias sobrecogedoras y unos diálogos tan cuidados como inteligentes, Civil War nos recuerda que la guerra nunca es un infierno muy real, y que siempre es peor para los civiles, arrastrados al papel de protagonistas de este tipo de conflictos.
La guerra en casa
Uno de los aspectos más destacados de Civil War es su capacidad para mostrar los horrores de la guerra dentro de las propias fronteras de los Estados Unidos. A menudo, el cine de Hollywood recurre a invasiones alienígenas o villanos extranjeros con planes terroristas de dominación global para crear espectaculares conflictos cinematográficos, pero Civil War despierta a los fantasmas de Pearl Harbour o el 11S y agita la caja de los traumas norteamericanos recordándoles (y de paso, al resto de Occidente) que la verdadera tragedia puede ocurrir en nuestras propias casas. Esta representación cruda y realista de la guerra es un recordatorio poderoso de que nadie está a salvo una vez que los caballos de la guerra se desbocan y quedan sueltos los perros y las bestias.
Además, Civil War también aborda el tema del valor de la vida y la supresión de los derechos individuales en tiempos de conflicto. Es algo que damos por sentado en nuestro día a día, la inviolabilidad de la ley y nuestros derechos, pero que no son más que una convención que de nada sirve una vez se da el primer disparo. Civil War es muy clara, serena y explícita a la hora de hablar del escaso valor de la vida en la guerra y la completa supresión de los derechos individuales durante los conflictos, en lo que no existen ni acuerdos ni banderas blancas, ni treguas, ni respeto a los civiles. Esta exploración profunda y preocupante de la naturaleza humana y de la guerra es una de las razones por las que Civil War es una película tan impactante y relevante en la actualidad, que no se recrea en su crudeza, si no que destaca en su ficción especulativa la facilidad con la que puede llegar a ocurrir algo semejante. Como os decía al principio, cine trascendente.
Civil War es una película que no se puede ignorar. Una tremenda mezcla única de acción, drama y reflexión social, que hará que no solo se hable de ella este año, sino que se la siga señalando como un pequeño clásico sobre los horrores de la guerra y las consecuencias de la polarización política. El escenario dibujado por Civil War es preocupante por lo aterradoramente plausible que resulta, sin ir más lejos, no hace tantos años que España vivió su propia y terrible Guerra Civil. De ahí que debamos tomarnos esta película como una advertencia seria, firme e inteligente, en la que los motivos que desencadenan los acontecimientos son lo de menos, lo importante es que la guerra nunca cambia y está siempre ahí.
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