ESTRENO

'El discurso del rey'

Jorge VI, el rey tartamudo de Inglaterra curado por el teatro

  • La obra, dirigida por Mag�i Mira, recorre la lucha del monarca y su papel en la corona

Adri�n Lastra, Jorge VI y Roberto �lvarez, Lionel Logue, durante un...

Adri�n Lastra, Jorge VI y Roberto �lvarez, Lionel Logue, durante un ensayo de la obra. CARLOS MONTENEGRO.

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No pod�a pronunciar la "k", se bloqueaba con esta letra. Por esta raz�n, cuando intentaba referirse a s� mismo como rey, king, algo que nunca quiso ser, Alberto Federico Arturo Jorge, (1895-1952), Bertie para familiares y amigos, se quedaba paralizado y empezaba el "infierno". Esa era la palabra que empleaba cada vez que ten�a que dar un discurso y son muchos los que imparte a partir del 11 de febrero de 1936, fecha en la que Bertie pasa a ser Jorge VI, rey de Inglaterra.

Sobre ese trabajo constante que hace para perder el miedo a hablar en p�blico, para vencer la tartamudez, para recuperar la confianza en s� mismo, para creerse e interpretar el papel de regente trata El discurso del rey, la obra teatral que desde este viernes y hasta el pr�ximo 28 de junio se podr� ver en la Sala Principal del Teatro Espa�ol.

Basada en la pel�cula de Tom Hoope con gui�n de David Seidler, ganadora de cuatro �scar en 2011, la representaci�n, dirigida por Mag�i Mira, con Adri�n Lastra en el papel de Jorge VI y Roberto �lvarez en el de Lionel Logue, indaga en la parte m�s humana del monarca y en su relaci�n con el poder. " Quer�a poner la lupa en ver c�mo esos dos hermanos, que son dos cachorros de la misma camada, se relacionan con el poder de manera tan diferente. Los dos son enfermos de esa educaci�n absolutamente r�gida y absurda de una monarqu�a medieval. Uno, Bertie, es absolutamente responsable con el poder, y cuando se ve contra las cuerdas asume ese destino y el otro, Eduardo, hace justamente lo contrario", reflexiona la directora.

La pieza invisible del puzzle real

Tartamudo desde que nace hasta los 30 a�os, Jorge VI lucha desde bien joven contra su deficiencia en el habla. El ni�o oculto en la sombra, escondido del exterior y con cierta carencia de cari�o familiar, -su padre Jorge V le obligaba a escribir con la derecha siendo zurdo y a llevar tablas en las rodillas para enderezarlas-, acaba por convertirse en la pieza rota que no encaja en el puzzle real. Factores que provocan la aparici�n de nuevos miedos e inseguridades.

Su timidez y nerviosismo no ayudaron a combatir esta situaci�n que se vuelve cada vez m�s asfixiante. Un ahogo que se nota el 31 de octubre de 1925 cuando clausura la Exposici�n del Imperio Brit�nico en Wembley. El acto se hace eterno tanto para �l como para los asistentes al mismo, debido a la pausas y silencios que hace durante su intervenci�n.

El rey Jorge VI en Bella Houston Park, Glasgow el 3 de mayo de 1938, durante su discurso de inauguraci�n de la Exposici�n del Imperio./ AP.

Ese es el momento en el que el Duque de York, por aquel entonces a�n no es rey, decide ponerse en manos de Lionel Logue, logopeda, profesor de dicci�n y de teatro en su tiempo libre. Un hombre algo exc�ntrico en sus planteamientos y metodolog�a, que iba en contra de los principios tradicionales de la sociedad brit�nica y de su mentalidad conservadora.

Procedente de Australia y con experiencia en clases de oratoria, Logue llega a Inglaterra en 1924. Dos a�os m�s tarde abre su consulta en el 146 de Harley Street, en Westminster (Londres), donde conoce a Jorge. "Lionel es un terapeuta que detesta la instituci�n mon�rquica y el poder en s� mismo, es un �crata. Bueno, pues a�n as�, es capaz de desestructurar al rey, de romper las cadenas que llevaba puestas, de sacarle la persona que lleva dentro para que as� recupere su identidad", explica Roberto �lvarez.

De t� a t�

Aunque en un primer momento Lionel s�lo es el profesional que trata el problema del rey, la confianza que ambos establecen va m�s all� de logopeda y paciente. De hecho, est� presente en todos y cada uno de los momentos decisivos de Jorge VI, como en su coronaci�n, el 12 de mayo de 1937 en la Abad�a de Westminster. "Es una historia interesante ver c�mo dos personas procedentes de dos mundos tan distintos empiezan con una relaci�n asim�trica porque no se entienden el uno al otro. Est�n en zonas tan diferentes pero luego, poco a poco, van llegando a una relaci�n de t� a t� que eso para m� es fascinante, porque es ah� donde est� el verdadero respeto", apunta Mag�i.

Coronaci�n de Jorge VI el 12 de mayo de 1937 en la Abad�a de Westminster.

Ese respeto mutuo influye en la concepci�n que Jorge VI tiene de s� mismo. El hombre que prefer�a no hablar ante el p�nico de hacer el rid�culo y huir al campo para evadirse de todo, comienza a tener la firmeza y carisma de un jefe de Estado que toma decisiones pensando en el futuro del pueblo brit�nico. As� sucede el 3 de septiembre de 1939, cuando Gran Breta�a declara la guerra a la Alemania nazi por su invasi�n en Polonia.

Mensaje a Hitler

Por segunda vez en la vida de la mayor�a de nosotros estamos en guerra. Una y otra vez hemos tratado de encontrar una salida pac�fica de las diferencias entre nosotros y los que ahora son nuestros enemigos. Pero ha sido en vano. Nos han forzado a un conflicto. Hemos sido llamados, con nuestros aliados, para afrontar el desaf�o de un principio, que, si tuviera que prevalecer, ser�a fatal para cualquier orden civilizado en el mundo.

Este era uno de los fragmentos del discurso que el monarca dirige a toda la naci�n a trav�s de la radio y, precisamente, uno de los momentos destacados de la obra teatral. "�Sabe bailar?, le ayudar� a relajar el cuerpo", le sugiere Lionel Logue a un Jorge VI que est� a siete horas de dar este aviso y que se encuentra en plano ataque de p�nico. Un estado que desaparece cuando escucha el sonido de unas gaitas y comienza a bailar y a gritar el discurso de carrerilla sin tartamudear.

La cura de la desinhibici�n

Adri�n Lastra: Me propuse tartamudear durante las cuatro horas de ensayo y sal� con una ansiedad brutal porque no se me iba la tartamudez.

En la anterior escena se refleja el tratamiento estramb�tico del logopeda que finalmente logra curar al rey. "El valor de la palabra es lo m�s importante. Te das cuenta de la impotencia que sent�a Bertie al no poder expresarse", remarca un Adri�n Lastra vestido de Jorge VI, chaqu�, corbata color crema y la cadena dorada de su reloj de bolsillo que sobresale del mismo.

Metido totalmente en el papel, Lastra reconoce lo complicado que es su personaje. "Cuando empezamos a ensayar me propuse tartamudear durante las cuatro horas de ensayo y sal� con una ansiedad brutal porque no se me iba la tartamudez. Lo pas� fatal, fatal, fatal, no pod�a hablar, pero se me pas�". Para el actor, lo destacado de la obra es retratar c�mo era el verdadero Jorge VI. "Nosotros lo que estamos trabajando est� alejado de lo que hizo Colin Firth porque quer�amos tratar el punto personal, no tratar ese punto pol�tico, que no se vea al rey, sino que se vea a la persona". Y esta es la primera lectura. El resto, en el escenario.

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