Fisiología
HUMANA
NOTA
La medicina es una ciencia sometida a un cambio constante. A medida que la investigación y la experiencia clínica amplían nuestros conocimientos, son necesarios
cambios en los tratamientos y la farmacoterapia. Los editores de esta obra han contrastado sus resultados con fuentes
consideradas de confianza, en un esfuerzo por proporcionar información completa y general, de acuerdo con los
criterios aceptados en el momento de la publicación. Sin
embargo, debido a la posibilidad de que existan errores
humanos o se produzcan cambios en las ciencias médicas,
ni los editores ni cualquier otra fuente implicada en la preparación o la publicación de esta obra garantizan que la
información contenida en la misma sea exacta y completa
en todos los aspectos. Por ello, se recomienda a los lectores que contrasten dicha información con otras fuentes. Por
ejemplo y en particular, se aconseja revisar el prospecto
informativo que acompaña a cada medicamento que desean administrar, para asegurarse de que la información
contenida en este libro es correcta y de que no se han producido modificaciones en la dosis recomendada o en las
contraindicaciones para la administración. Esta recomendación resulta de particular importancia en la relación con
fármacos nuevos o de uso poco frecuente. Los lectores también deben consultar a su propio laboratorio para conocer
los valores normales.
3a Edición
Fisiología
HUMANA
桴瑰㨯⽢潯歳浥摩捯献潲
J. A. F. Tresguerres
•
•
•
•
•
C. Ariznavarreta • V. Cachofeiro
D. Cardinali • E. Escrich Escriche
P. Gil-Loyzaga • V. Lahera Juliá
F. Mora Teruel • M. Romano Pardo
J. Tamargo Menéndez
MÉXICO • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • LISBOA
MADRID • NUEVA YORK • SAN JUAN • SANTIAGO
AUCKLAND • LONDRES • MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI
SAN FRANCISCO • SINGAPUR • ST. LOUIS • SIDNEY • TORONTO
Coordinadora editorial: Marisa Álvarez
Editora sponsor: Rosario Femenía
Editora de desarrollo: Cristina Sánchez
Supervisora de producción: Olga A. Sánchez Navarrete
FISIOLOGÍA HUMANA
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento informático, la transmisión
de ninguna otra forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u
otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
DERECHOS RESERVADOS © 2005, respecto de la tercera edición, por
J.A.F. TRESGUERRES
DERECHOS RESERVADOS © 2005, respecto de la tercera edición, por
McGRAW-HILL INTERAMERICANA DE ESPAÑA, S.A.U.
Edificio Valrealty
Basauri, 17, 1.a planta
28023 Aravaca (Madrid)
Primera edición: 1992
Segunda edición: 1999
Primera reimpresión: 2000
Segunda reimpresión: 2003
Tercera edición: 2005
ISBN: 84-486-0647-7
Impreso en México
1234567890
Printed in Mexico
09876432105
DIRECTOR
JESÚS A. F. TRESGUERRES
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
DIRECTORES ASOCIADOS
CARMEN ARIZNAVARRETA RUIZ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
VICTORIA CACHOFEIRO RAMOS
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
DANIEL P. CARDINALI
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires
ARGENTINA
EDUARD ESCRICH ESCRICHE
Unidad de Fisiología Médica
Dpto. de Biología Celular, Fisiología e Inmunología
Facultad Medicina
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA
PABLO GIL-LOYZAGA
Dpto. de Oftalmología y Otorrinolaringología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
VICENTE LAHERA JULIÁ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
FRANCISCO MORA TERUEL
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
MARTA ROMANO PARDO
Dpto. de Fisiología, Biofísica y Neurociencias
Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados
del Instituto Politécnico Nacional
MÉXICO
JUAN TAMARGO MENÉNDEZ
Dpto. de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
v
vi
COLABORADORES
COLABORADORES
P. ABREU
Escuela Universitaria de Enfermería
Facultad de Medicina
Universidad de La Laguna
TENERIFE
R. ALONSO SOLÍS
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de La Laguna
TENERIFE.
J. BERNAL
Instituto Cajal
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
MADRID
E. BLÁZQUEZ FERNÁNDEZ
Dpto. de Bioquímica
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
A. ÁLVAREZ SÁNCHEZ
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
H. BOURGES RODRÍGUEZ
Subdirector División de Nutrición, Instituto Nacional
de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán
MÉXICO
V. ARCE
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA
F. J. CALDERÓN MONTERO
Instituto Nacional de Educación Física
Universidad Politécnica de Madrid
MADRID
A. ARANDA
Instituto de Investigaciones Biomédicas
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Universidad Autónoma de Madrid
MADRID
A. ARTIGAS
Dpto. de Fisiología Aplicada
Instituto Universitario Parc Taulí
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA
N. M. ATUCHA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
MURCIA
C. CAPUTO
Centro de Biofísica y Bioquímica
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
CARACAS, VENEZUELA
C. CARAMELO
Dpto. de Medicina
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Madrid
Laboratorio de Nefrología
Fundación Jiménez Díaz
MADRID
J. A. CARBONELL DI MOLA
Servicio de Nefrología
Fundación Jiménez Díaz
MADRID
J. A. BARBERÁ MIR
Servicio de Neumología
Hospital Clínico y Provincial
Facultad de Medicina
Universidad de Barcelona
BARCELONA
R. CARRÓN DE LA CALLE
Dpto. de Farmacognosia y Farmacodinamia
Facultad de Farmacia
Universidad de Salamanca
SALAMANCA
C. BELMONTE MARTÍNEZ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Miguel Hernández
ELCHE, ALICANTE
C. CASTILLO ROBLES
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
COLABORADORES
C. CERVERÓ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Alcalá de Henares
MADRID
J. DEVESA MÚGICA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA
J. A. COSTOYA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA
M. DÍAZ RUBIO
Servicio de Patología Digestiva
Dpto. de Medicina
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
M. DE LA FUENTE
Dpto. de Fisiología Animal II
Facultad de Ciencias Biológicas
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
N. DE LAS HERAS
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
A. DEL ARCO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. M. DELGADO GARCÍA
División de Neurociencias
Departamento de Fisiología y Biología animal
Facultad de Biología
Universidad Pablo de Olavide
SEVILLA
J. L. DELGADO LAMAS
Hospital de Especialidades
Centro Médico Nacional de Occidente
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)
MÉXICO
E. DELPÓN MOSQUERA
Instituto de Farmacología y Toxicología
Facultad de Medicina y CSIC
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. DESOLA-ALA
CRIS
Dpto. de Medicina
Unidad de Terapéutica Hiperbárica
Hospital de la Cruz Roja
BARCELONA
vii
M. DVORKIN
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires
ARGENTINA
A. ESCALONILLA
Centro de Patología de la Mama
Fundación Tejerina
MADRID
F. ESCOBAR DEL REY
Unidad de Endocrinología Experimental
Instituto de Investigaciones Biomédicas, CSIC
Universidad Autónoma de Madrid
MADRID
M. ESCUDERO GONZÁLEZ
Profesor Titular de Fisiología
Facultad de Biología
Universidad de Sevilla
SEVILLA
I. FERNÁNDEZ-TRESGUERRES HERNÁNDEZ-GIL
Facultad de Odontología
Universidad Juan Carlos 1.º de Madrid
MADRID
J. FERRER SANCHO
Servicio de Neumología
Hospital Universitario Vall d’Hebron
BARCELONA
E. GARCÍA
Centro de Investigaciones Biomédicas
Facultad de Medicina
Universidad de Colima
MÉXICO
J. GARCÍA ESTAÑ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
MURCIA
viii
COLABORADORES
O. S. GERSHANIK
Dpto. de Neurología
Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires
ARGENTINA
X. LÓPEZ KARPOVITCH
Dpto. de Hematología y Oncología
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición Salvador Zubirán
MÉXICO
F. GONZÁLEZ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA
J. M. LÓPEZ NOVOA
Dpto. de Fisiología y Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Salamanca
SALAMANCA
N. GONZÁLEZ MANGADO
Laboratorio de Fisiopatología Respiratoria
Fundación Jiménez Díaz
MADRID
J. E. MARCO-FRANCO
Servicio de Nefrología
Hospital Universitario Son Dureta
PALMA DE MALLORCA
J. HERNÁNDEZ
Fundación Renal Álvarez de Toledo
MADRID
J. MARTÍN PÉREZ
Instituto de Investigaciones Biomédicas
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Universidad Autónoma de Madrid
MADRID
R. IZAGUIRRE ÁVILA
Dpto. de Hematología
Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez
MÉXICO
E. H. JAFFE
Centro de Biofísica y Bioquímica
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
CARACAS, VENEZUELA
J. C. LEGIDO ARCE
Escuela de Medicina Deportiva
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
R. W. LIGHT
Vanderbilt University
Saint Thomas Hospital
Nashville, Tennessee
U.S.A.
M. T. LLINÁS
Profesora Titular
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
MURCIA
A. LÓPEZ-CALDERÓN BARREDA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
M. LÓPEZ GALLARDO
Dpto. de Fisiología
Universidad Europea de Madrid
MADRID
J. M. MARTÍNEZ OROZCO
Dpto. de Fisiología
Universidad Europea de Madrid
MADRID
J. A. MARTÍNEZ-VERANO
Dpto. de Medicina
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
M. MAS
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de La Laguna
TENERIFE
L. A. MEILLÓN GARCÍA
Servicio de Hematología
Hospital de Especialidades
Centro Médico Nacional Siglo XXI
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)
MÉXICO
G. MONREALE DE ESCOBAR
Unidad de Endocrinología Experimental
Instituto de Investigaciones Biomédicas, CSIC
Universidad Autónoma de Madrid
MADRID
O. A. MORA-NOVARO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
COLABORADORES
F. MORELL i BROTAD
Servicio de Neumología
Hospital Universitario Vall d’Hebron
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA
L. PALACIOS RAUFAST
Dpto. de Bioquímica y Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Barcelona
BARCELONA
A. MORERA
Dpto. de Medicina Interna, Dermatología
y Psiquiatría
Facultad de Medicina
Universidad de La Laguna
TENERIFE
M. PEDEMONTE
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de la República. Montevideo
URUGUAY
J. MUÑIZ MURGUÍA
Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas
Universidad de Colima
MÉXICO
A. L. PERAZA CAMPOS
Facultad de Ciencias Químicas
Universidad de Colima
MÉXICO
J. MUÑOZ i GALL
Servicio de Neumología
Hospital Universitario Vall d’Hebron
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA
M. T. MUÑOZ YAGÜE
Dpto. de Medicina
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Universitario 12 de Octubre
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
M. G. MURER
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires
ARGENTINA
D. NAVAJAS NAVARRO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Barcelona
BARCELONA
B. OREJAS GONZÁLEZ
Servicio de Medicina Interna
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
M. CLARA ORTIZ
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
MURCIA
F. PÉREZ BARRIOCANAL
Dpto. de Fisiología y Farmacología
Facultad de Farmacia
Universidad de Salananca
SALAMANCA
J. PÉREZ DE LA SERNA Y BUENO
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario San Carlos
MADRID
F. PÉREZ-VIZCAÍNO
Instituto de Farmacología y Toxicología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. PIEDRAS ROSS
Dpto. de Hematología
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición Salvador Zubirán
MÉXICO
L. PINILLA JURADO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
CÓRDOBA
S. PRIETO RODRÍGUEZ
Dpto. de Medicina
Servicio de Medicina Interna
Hospital Universitario 12 de Octubre
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
ix
x
COLABORADORES
R. PUJOL
INSERM
Hospital St. Charles
Dpto. de Oftalmología
Facultad de Medicina
Universidad de Montpellier
FRANCIA
J. F. RABADÁN
Centro de Patología de la Mama
Fundación Tejerina
MADRID
A. RUIZ DE LEÓN SAN JUAN
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. F. SALAZAR APARICIO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
MURCIA
E. REY DÍAZ RUBIO
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
V. SALAZAR NUSSIO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. ROCA TORRENT
Servicio de Neumología
Hospital Clínico y Provincial de Barcelona
Facultad de Medicina
Universidad de Barcelona
BARCELONA
R. J. SALÍN-PASCUAL
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Nacional Autónoma de México
MÉXICO
F. J. RODRÍGUEZ LEGA
Médico Residente
Hospital Nuestra Sra. de Sonsoles
ÁVILA
F. J. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Patología General
Dpto. de Medicina
Hospital Gregorio Marañón
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
G. SAMPOL
Servicio de Neumología
Unidad del Sueño
Hospital Universitario Vall d’ Hebrón
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA
J. E. SÁNCHEZ CRIADO
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
CÓRDOBA
R. RODRÍGUEZ ROISÍN
Servicio de Neumología
Hospital Clínico y Provincial de Barcelona
Facultad de Medicina
Universidad de Barcelona
P. SANTISTEBAN
Instituto de Investigaciones Biomédicas
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Universidad Autónoma de Madrid
MADRID
E. T. ROLLS
Dpto. Experimental Psychology
South Parks Road
Universidad de Oxford
OXFORD, INGLATERRA
G. SEGOVIA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
A. RUIZ DE AGUIAR
Servicio de Medicina Interna
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
C. SEVILLA MANTILLA
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
COLABORADORES
M. SOLANAS GARCÍA
Unidad Fisiología Médica
Dpto. de Biología Celular, Fisiología e Inmunología
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Barcelona
BARCELONA.
J. A. SOLÍS HERRUZO
Departamento de Medicina, Servicio de
Aparato Digestivo, Hospital Universitario
12 de Octubre, Universidad
Complutense de Madrid.
MADRID
P. TALAMÁS ROHANA
Dpto. de Patología Experimental
Centro de Investigación y Estudios
Avanzados del IPN
MÉXICO
A. TEJEDOR
Servicio de Nefrología
Hospital Gregorio Marañón
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
A. TEJERINA
Centro de Patología de la Mama
Fundación Tejerina
MADRID
A. TEJERINA BERNAL
Centro de Patología de la Mama
Fundación Tejerina
MADRID
E. VARA
Dpto. de Bioquímica
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
D. VATICÓN HERREROS
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
R. A. VELLUTI
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de la República de Montevideo
URUGUAY
M. A. VILLANÚA
Dpto de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
J. VIÑA
Dpto. de Fisiología
Facultad de Medicina
Universidad de Valencia
VALENCIA
P. ZARCO†
Dpto. de Medicina
Hospital Clínico Universitario San Carlos
Universidad Complutense de Madrid
MADRID
xi
Contenido
FISIOLOGÍA GENERAL Y CELULAR
CAPÍTULO
1
Concepto y contenido de la Fisiología. José M. Delgado García
CAPÍTULO
2
Fisiología del músculo. Jesús Muñiz-Murguía
y Ana Lilia Peraza-Campos
13
Los componentes del sistema nervioso. Daniel P. Cardinali
35
CAPÍTULO
3
2
NEUROFISIOLOGÍA I
CAPÍTULO
4
Transmisión sináptica. Carlo Caputo y Erica H. Jaffe
46
CAPÍTULO
5
Sistema sensorial (Sensibilidad somática y visceral).
Carlos Belmonte y Fernando Cerveró
72
CAPÍTULO
CAPÍTULO
6
7
Sistema motor I. Médula espinal. Tono muscular.
Control de la postura y del equilibrio. Generación del movimiento.
Mario Dvorkin y Daniel P. Cardinali
104
Sistema motor II. Cerebelo y ganglios de la base.
M. Gustavo Murer y Oscar S. Gershanik
121
CAPÍTULO
8
Sistema nervioso autónomo. Esperanza García Martínez
140
CAPÍTULO
9
Fisiología de la vigilia y el sueño. Ricardo A. Velluti
y Marisa Pedemonte
149
CAPÍTULO 10
Sistema límbico. José María Delgado García
166
CAPÍTULO 11
Funciones cognitivas. Rafael J. Salín-Pascual
184
NEUROFISIOLOGÍA II
CAPÍTULO
12
El sistema visual. Francisco González
200
CAPÍTULO
13
Fisiología del receptor y la vía auditiva. Pablo Gil-Loyzaga
y Remy Pujol
217
Sistema vestibular. Miguel Escudero González
y José María Delgado García
229
Fisiología del olfato. Orlando A. Mora Novaro
y José E. Sánchez Criado
241
Fisiología del receptor y la vía gustativa. Pablo Gil-Loyzaga
254
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
14
15
16
xiii
xiv
CONTENIDO
FISIOLOGÍA DE LA SANGRE
CAPÍTULO
17
Propiedades de la sangre. Raúl Izaguirre Ávila
264
CAPÍTULO
18
Fisiología del eritrocito. Josefa Piedras Ross
281
CAPÍTULO
19
Hematopoyesis. Xavier López Karpovitch
295
CAPÍTULO
20
Fisiología de los granulocitos. José Luis Delgado Lamas
303
CAPÍTULO
21
Bases celulares y moleculares del sistema inmunitario.
Patricia Talamás Rohana
309
Bases funcionales de la respuesta inmunitaria.
Mónica de la Fuente del Rey
331
Fisiología de la hemostasia. Luis Antonio Meillón García
347
CAPÍTULO
CAPÍTULO
22
23
FISIOLOGÍA RENAL
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
24
25
26
27
28
29
30
31
Composición y compartimientos líquidos del organismo.
Francisco Javier Rodríguez Rodríguez
y Francisco Javier Rodríguez Lega
364
Aspectos anatomofuncionales del riñón. Victoria Cachofeiro,
Vicente Lahera y Jesús A. F. Tresguerres
374
Hermodinámica renal y filtración glomerular. Ma. Clara Ortiz,
Noemí M. Atucha, Joaquín García-Estañ
380
Manejo tubular del filtrado glomerular. Alberto Tejedor y
Victoria Cachofeiro
389
Regulación del volumen y la osmolaridad de los líquidos
corporales. Mecanismos de concentración y dilución de la orina.
Carlos Caramelo, Jesús Hernández, José A. Carbonell Di Mola
402
Regulación humoral de la función renal. F. Javier Salazar,
Victoria Cachofeiro, Vicente Lahera y María T. Llinás
414
Regulación renal del equilibrio ácido-base.
José Miguel López Novoa y Fernando Pérez Barriocanal
423
Fisiología de la micción. Julio E. Marco-Franco
432
FISIOLOGÍA DEL SISTEMA CARDIOVASCULAR
CAPÍTULO
32
Generalidades del aparato cardiovascular. La célula cardíaca.
Juan Tamargo y Eva Delpón
438
CAPÍTULO
33
Propiedades eléctricas del corazón. Eva Delpón y Juan Tamargo
449
CAPÍTULO
34
Bases electrofisiológicas del electrocardiograma. Pedro Zarco
463
CAPÍTULO
35
Mecánica cardíaca. Eva Delpón y Juan Tamargo
477
CONTENIDO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
36
37
38
xv
La función de bomba del corazón: el ciclo cardíaco.
Juan Tamargo y Eva Delpón
485
Aspectos generales del sistema vascular. Francisco Pérez-Vizcaíno
y Juan Tamargo
507
Fisiología del endotelio. Vicente Lahera, Natalia de las Heras,
Victoria Cachofeiro
520
CAPÍTULO
39
Fisiología del sistema venoso. Juan Tamargo y Rosalía Carrón
528
CAPÍTULO
40
Circulación capilar. Juan Tamargo y Eva Delpón
535
CAPÍTULO
41
Regulación del flujo sanguíneo en los tejidos.
Vicente Lahera, Victoria Cachofeiro
545
Regulación de la presión arterial. Vicente Lahera
y Victoria Cachofeiro
554
CAPÍTULO
42
CAPÍTULO
43
Circulación coronaria. Juan Tamargo y Eva Delpón
563
CAPÍTULO
44
Circulaciones regionales. Juan Tamargo
y Francisco Pérez-Vizcaíno
573
FISIOLOGÍA DEL SISTEMA RESPIRATORIO
CAPÍTULO
45
Estructura y función del aparato respiratorio. Joan Albert Barberá
586
CAPÍTULO
46
Mecánica de la respiración. Daniel Navajas y Josep Roca
593
CAPÍTULO
47
Fisiología de la pleura. Richard W. Light y Jaume Ferrer Sancho
605
CAPÍTULO
48
La circulación pulmonar. Antonio Artigas
609
CAPÍTULO
49
Intercambio pulmonar de gases.
Roberto Rodríguez Roisin y Nicolás González Mangado
618
Transporte sanguíneo e intercambio periférico de gases respiratorios.
Josep Roca
634
CAPÍTULO
50
CAPÍTULO
51
Equilibrio ácido-base. Luis Palacios Raufast
643
CAPÍTULO
52
Regulación de la ventilación pulmonar. Gabriel Sampol
652
Fisiología de la respiración en ambientes especiales. Eduard Escrich
Escriche, Montserrat Solas García y Jordi Desola-Ala
663
Fisiología aplicada de la respiración. Ferran Morell i Brotad
y Xavier Muñoz i Gall
673
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO
54
FISIOLOGÍA DEL SISTEMA DIGESTIVO
CAPÍTULO
55
Introducción al aparato digestivo. Cavidad bucal.
Isabel Fernández-Tresguerres Hernández-Gil
682
xvi
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CONTENIDO
56
57
El esófago. Ángel Álvarez Sánchez, Enrique Rey Díaz-Rubio
y Manuel Díaz Rubio
688
El estómago. Antonio Ruiz de León San Juan,
Concepción Sevilla Mantilla y Julio A. Pérez de la Serna y Bueno
694
CAPÍTULO
58
Páncreas exocrino. Baltasar Orejas y Ángel Ruiz de Aguiar
703
CAPÍTULO
59
Fisiología de la bilis y de la vía biliar.
José A. Solís y María Teresa Muñoz
715
Motilidad del intestino delgado. Antonio Ruiz de León,
Concepción Sevilla, Julio Pérez de la Serna y Manuel Díaz Rubio
727
CAPÍTULO
60
CAPÍTULO
61
Secreción y absorción intestinales. Carmen Ariznavarreta
731
CAPÍTULO
62
Intestino grueso. Enrique Rey Díaz-Rubio,
Ángel Álvarez Sánchez y Manuel Díaz-Rubio
745
Fisiología hepática. Juan A. Martínez-Verano,
Meritxell López Gallardo y Juan Miguel Martínez
750
Nutrición. Héctor Bourges Rodríguez
760
CAPÍTULO
CAPÍTULO
63
64
FISIOLOGÍA DEL SISTEMA ENDOCRINO
CAPÍTULO
65
Introducción al sistema endocrino: concepto de hormona.
Jesús A. F. Tresguerres
794
CAPÍTULO
66
Mecanismos de acción hormonal. Pilar Santisteban y Ana Aranda
803
CAPÍTULO
67
Integración neuroendocrina. José Antonio Costoya y Víctor Arce
824
CAPÍTULO
68
Neurohipófisis. Ma. Angeles Villanúa Bernués
839
CAPÍTULO
69
Hormona de crecimiento. Víctor Arce, Jesús A. F. Tresguerres
y Jesús Devesa
847
CAPÍTULO
70
Fisiología de la prolactina. Jorge Martín Pérez
871
CAPÍTULO
71
La glándula pineal. Rafael Alonso, Pedro Abreu y Armando Morera
880
CAPÍTULO
72
La glándula tiroides. Francisco Escobar del Rey,
Gabriela Morreale de Escobar y Juan Bernal
890
CAPÍTULO
73
Glándulas suprarrenales. Asunción López-Calderón Barreda
913
CAPÍTULO
74
Páncreas. Elena Vara Ameijeiras
932
CAPÍTULO
75
Hormonas gastrointestinales. Enrique Blázquez
948
CAPÍTULO
76
Control del metabolismo del calcio, fósforo y magnesio.
Santiago Prieto
964
CAPÍTULO
77
Fisiología del hueso. Santiago Prieto
981
CAPÍTULO
78
Determinación y diferenciación sexual. Pubertad. Leonor Pinilla
995
CONTENIDO
CAPÍTULO
79
xvii
Fisiología del eje hipotálamo-hipófiso-ovárico.
Jesús A. F. Tresguerres y Carmen Castillo
1007
CAPÍTULO
80
Fisiología del testículo. Jesús A. F. Tresguerres y Verónica Salazar
1024
CAPÍTULO
81
Fisiología del testículo. Dolores Vaticón Herreros
1039
CAPÍTULO
82
Fisiología de la mama. Armando Tejerina, Alfonso Escaloñilla,
Antonio Tejerina Bernal y José Francisco Rabadán
1057
INTEGRACIÓN Y ADAPTACIÓN DEL ORGANISMO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
83
84
Control y regulación de la temperatura corporal.
Francisco Mora Teruel*
1066
Fisiología del ejercicio. Julio César Legido Arce
y Francisco Javier Calderón Montero
1078
CAPÍTULO
85
Estrés. Asunción López-Calderón Barreda
1097
CAPÍTULO
86
Hambre, sed y saciedad. Edmund T. Rolls y Francisco Mora Teruel
1107
CAPÍTULO
87
Ritmos biológicos. Daniel P. Cardinali
1119
CAPÍTULO
88
Fisiología de la respuesta sexual. Manuel Mas
1134
CAPÍTULO
89
Biología del envejecimiento. Jose Viña
1147
CAPÍTULO
90
Envejecimiento cerebral. Francisco Mora Teruel,
Gregorio Segovia y Alberto del Arco
1154
* Este capítulo fue originalmente escrito de forma conjunta con el profesor C.V. Grisolfi, que por desgracia
falleció en junio del año 2000.
Prólogo a la tercera edición
Ve su tercera edición el tratado de FISIOLOGÍA
HUMANA del Profesor Tresguerres, experto director de
una amplia obra que ha acometido con la colaboración de
un importante grupo de directores asociados, científicos y
clínicos.
La Medicina actual se fundamenta en amplias bases
anatómicas, biofísicas y bioquímicas, en la fisiología y
fisiopatología clínicas, además de en la clínica humana. El
saber médico exige la aplicación permanente de los incesantes avances de sus ciencias esenciales, de las cuales la
fisiología humana constituye un conjunto prioritario
imprescindible. Los tratados de esta disciplina, incluso los
grandes Handbuch de Fisiología normal y patológica, han
sido en gran medida responsables de la difusión de los
conocimientos fisiológicos, y ejemplo de ello son los
libros editados en los siglos XIX y XX.
Las bases fisicoquímicas, la biología molecular, la
genética, la química, en su brillante progresión, propician
los cimientos de la Fisiología moderna; y los avances en la
fisiología celular y tisular, de la regulación intracelular y
del medio interno, fundamentan su actualización.
Desde los trabajos y tesis de Claude Bernard, Ludwig,
Pavlov y Sherrington, entre otros, de diversas escuelas de
Fisiología europeas (también españolas) y americanas, se
fueron concretando conceptos sobre funcionamiento celular, intercambios celulares y modificaciones del medio
ambiente a nivel de órganos y sistemas. El desarrollo de la
fisiología y la fisiopatología ha transcurrido en paralelo a la
obtención de hallazgos funcionales, celulares y tisulares.
El organismo, como unidad orgánica funcional, cumple sus cometidos unitarios. Las funciones se encaminan a
un fin, la integridad y conservación de la vida, y este fin
dispone de variados mecanismos de autorregulación. Funciones vitales del organismo vivo se agrupan y suman para
cada trabajo en sus múltiples facetas: capacidad de reacción; respuestas de órganos y sistemas vinculadas al individuo, al ser vivo animal y humano que siente, padece y
sufre; nivel consciente en el hombre y, a su vez, suma
resultante funcional de cada una de sus parcelas, función
unitaria superior y el nivel más elevado de la fisiología
que más y mejor debemos y se pretende conocer. Pero el
organismo no es sólo adición de partes, sino peculiar integración entre ellas, subordinadas e interrelacionadas para
conseguir mantener las funciones vitales, la vida y la
salud.
La actividad celular y tisular, de órganos y sistemas,
constituye la función y el conocimiento esencial de la
Fisiología, que debe llegar al entendimiento de sus mecanismos últimos aprovechando variados métodos analíticos.
De ahí que un tratado de fisiología humana conste de capítulos generales —Fisiología general y celular—, y de otros
especiales, como aquellos sobre fisiología del sistema nervioso —neurofisiología I y II—, de la sangre, del riñón,
del sistema cardiovascular, de los aparatos respiratorio y
digestivo, sobre metabolismo y sistema endocrino.
Se ha concedido peculiar importancia y gran interés,
por original, a la sección que glosa la integración y adaptación del organismo, parte fundamental de la fisiología,
que incluye capítulos dedicados al estudio de la temperatura corporal, el ejercicio, el hambre y la saciedad, así
como las funciones vitales y reproductivas, el envejecimiento y los diversos ritmos biológicos.
El tratado de Fisiología Humana del Prof. Tresguerres
mantiene una directriz fundamental que permite, con la
profundidad necesaria, la conexión entre fisiología y fisiopatología, en ausencia de espacios vacíos sino, al contrario, con una lógica transicional. Su lectura, desde la
perspectiva de la patología clínica, permite enjuiciar que
se trata de un libro completo, al contener todo lo que debe
ser conocido para fundamentar correctamente los fenómenos patológicos.
La labor directriz de la obra de FISIOLOGÍA HUMANA del Profesor Tresguerres es encomiable, desde el
momento mismo de su división en apartados y capítulos en
los que se insiste, en todo momento, en lo fundamental,
destacándolo sobre lo accesorio.
Cada capítulo tiene la extensión debida, y en ellos se
destaca la relación entre unos y otros, labor por cierto no
sencilla, al ser un tratado de multiautoría.
La extensión y diversidad de sus capítulos así como la
experiencia de sus autores son el mejor fundamento para el
conocimiento de la patología y de la clínica, que permitirán modelar el conocimiento de las bases médicas para
que, en la actualidad y en el futuro inmediato, se consiga
la máxima capacitación del médico para desenvolverse en
cualquier campo de la patología.
La segunda mitad del siglo XX y los comienzos del XXI
han multiplicado los hallazgos fisiológicos trascendentes,
rigurosamente enlazados con la patología, de forma tal que
la actual formación del médico obliga a tratados como el
llamado “Tresguerres”, hoy fundamental e indispensable
para el ulterior conocimiento de la Patología.
AMADOR SCHÜLLER PÉREZ
Presidente de la Real Academia Nacional de Medicina
Marzo de 2005
xix
Prefacio a la tercera edición
En 1992 se editó la primera edición de este libro, en
un momento en el que consideramos que el nivel científico de la Fisiología había alcanzado, en los países hispanohablantes, el nivel suficiente como para dejar de depender
de la bibliografía anglosajona de la que nos habíamos
nutrido durante varias décadas. Reclamábamos entonces
la necesidad de ser autosuficientes y de abandonar la colonización científica de que éramos objeto, pues no existía
ningún texto en español de estas características. Todos los
buenos textos de Fisiología existentes en español habían
dejado de cumplir su misión hacía ya muchos lustros.
Expresábamos con aquel motivo dos deseos importantes: Primero, que el libro pudiera ser útil a las nuevas
generaciones de médicos, veterinarios, farmacéuticos y
biólogos de habla hispana y segundo, que esperábamos
recibir críticas constructivas de alumnos y profesores que,
junto al paso del tiempo, nos permitieran ir mejorando
aquella primera edición del libro en sucesivas ediciones.
Necesitábamos todo ello para poder ir adecuando poco a
poco la obra a los fines para los que había sido escrita.
A lo largo del tiempo transcurrido desde entonces,
hemos ido consiguiéndolo.
La primera edición se fue introduciendo gradualmente en las aulas de universidades no sólo españolas y portuguesas, sino también de países como México, Venezuela,
Colombia y, más lentamente, Argentina y Chile. La segunda edición contaba ya con la contribución de editores asociados de Argentina y México y de colaboradores de estos
y otros países de Iberoamérica, con lo que consiguió pene-
trar todavía más en este continente. Estamos muy orgullosos y somos plenamente conscientes de que a ello han
contribuido en gran manera todos los colaboradores de esa
parte del océano.
En esta tercera edición y continuando con el proceso
de mejora gradual del que hablábamos al principio, se han
reestructurado totalmente con respecto a la segunda los
sistemas cardiovascular, excretor, respiratorio y digestivo, que tienen nuevos editores asociados. Se han puesto al
día sangre, nutrición, y los sistemas nervioso y endocrino
y, en general, se ha continuado con la labor de simplificación y eliminación de todo aquello no estrictamente indispensable sin perder ninguna información pertinente. Se
han vuelto a dibujar todas las ilustraciones, renovándose
totalmente más del 40% de las mismas e intentando su
mejora desde el punto de vista didáctico.
Por todo ello esperamos que esta tercera edición, que
hemos tratado de adaptar lo más posible a su misión
docente en el área de las ciencias biomédicas, siga siendo
del interés de los profesores y alumnos de las universidades de España, Portugal e Iberoamérica, y aprovechamos
la oportunidad para solicitar a los lectores, tanto docentes
como alumnos, que continúen aportando sus críticas constructivas para poder seguir mejorando la obra todavía más
en el futuro.
J. A. F. TRESGUERRES
2005
xxi
Prólogo a la primera edición
Para cualquier español atento a la vida de su país, la
aparición de este Tratado de Fisiología debe ser motivo de
reflexión; y a condición de no quedarse en el hecho de sentirla, también de complacencia. Debe serlo, porque el libro
está escrito por españoles, es una obra ampliamente colectiva y se mueve con suficiencia indudable en el nivel a que
ha llegado el saber fisiológico. Está, diría Ortega, a la altura de su tiempo.
Desde comienzos del siglo XVII –entre 1605 y 1613
fueron publicadas las Opera omnia de Luis Mercado– hasta los años iniciales de nuestro siglo –en 1904 acabó de
imprimirse Textura del sistema nervioso del hombre y los
vertebrados, de Cajal; en 1916 comenzó la publicación del
Tratado de Medicina Interna, de Hernando y Marañón; en
1917 apareció la primera edición de la Patología General
de Nóvoa Santos–, ninguna de las disciplinas que integran
las llamadas ciencias médicas, desde la anatomía a la patología y la terapéutica, fue tratada al día por médicos españoles, y no pudo, en consecuencia, ofrecer una expresión
solvente de lo que el saber relativo a ellas era en el mundo
culto. Aquilatando el juicio, ni siquiera las Opera de Mercado cumplían exactamente tal exigencia, porque la doctrina tan bien expuesta en ellas –«el Santo Tomás de la
Medicina», llamó Sprengel a su autor– no pasaba de ser el
galenismo renovado con que en torno a 1600 se iniciaba en
Europa la medicina moderna.
He subrayado el carácter ampliamente colectivo de
este libro. Su director ha sabido cumplir la regla que desde la segunda mitad del siglo XIX rige la edición de los
grandes tratados de Medicina, y en el nuestro va siendo
norma incluso para los tratados de volumen medio: la
colaboración de varios autores en la ejecución de la
empresa. En lo tocante a la Fisiología, esa regla hubo de
imponerse, ya en los años veinte, para la confección del
monumental Handbuch der normalen und pathologischen
Physiologie que dirigieron Bethe y Embden, y tres décadas más tarde para la edición del Handbook of Physiology
que patrocinó la American Physiological Association; y
con el constante y en ocasiones fabuloso progreso de la
investigación fisiológica, necesariamente había de extenderse a la publicación de cualquier texto de fisiología destinado a ser algo más que un epítome o vademécum. Tal ha
sido el caso del que ahora se publica. Razón por la cual, y
a esto principalmente se refería mi elogio, queda bien
patente la elevada calidad científica de nuestros fisiólogos
y el considerable número de quienes entre ellos la poseen.
Como acontece en otras disciplinas científicas –la bioquímica y la biología molecular, la física, la psicología, varias
ramas de la filología–, vamos avanzando en España hacia
la meta que varias veces he propuesto: producir la ciencia
correspondiente a un país europeo y occidental de cuarenta millones de habitantes.
A comienzos del siglo XX, el saber fisiológico era ante
todo el conjunto de los tocantes a los distintos órganos y
aparatos. Es cierto que varios de los conceptos relativos a
la unidad de ese conjunto –cenestesia, medio interno,
secreción interna, sistema nervioso vegetativo, esferas
cerebrales de asociación– habían sido formulados a lo largo del siglo XIX; pero, como tan oportuna y autorizadamente mostró Pi y Suñer en La unidad funcional (1917) y
en Los mecanismos de correlación fisiológica, adaptación
interna y unificación de funciones (1920), el fisiólogo de
nuestro siglo no podía conformarse con estudiar cada uno
de los factores –electrólitos, hormonas, enzimas, impulsos
nerviosos– que intervienen en la correlación de órganos y
aparatos del organismo; debía esforzarse también por
demostrar científicamente cómo la cabal intelección de las
distintas funciones particulares exigía tener en cuenta su
condición de partes integrales de un todo unitario: una
estructura viviente cuya actividad tiene propiedades no
reducibles a la suma o la combinación de tales funciones.
Lo que en Letamendi no pasó de ser el resultado de una
especulación de gabinete –la sentencia en que acuñó la
peculiaridad del organismo viviente: multiplex quia vivus,
vivus quia unus–, se hizo programa científico en la mente
y en la obra, por desgracia inacabada, del gran fisiólogo
barcelonés.
Ese programa tenía como meta suprema la elaboración de una fisiología humana que además de ser «comparada» (conocimiento de la actividad fisiológica del hombre
comparándola metódicamente con la de los animales superiores, y en definitiva con la de todos los restantes animales), fuese también «diferencial» (conocimiento científico
y no meramente especulativo de lo que en sí misma es la
actividad fisiológica del hombre en cuanto tal hombre);
por tanto, el estudio fisiológico de los dos aspectos de esa
actividad en que de modo más notorio se manifiesta la
especificidad de nuestro organismo, el psiquismo y la conducta. Con ingenio y alguna verdad, mas también con no
poca injusticia, juzgó Letamendi la fisiología humana en
su tiempo diciendo de ella: «fáltale hombre, sóbrale rana».
Con alguna verdad, porque la mayor parte de los fisiólogos de entonces apenas tenían en cuenta, como tales fisiólogos, el psiquismo y la conducta del hombre; aunque no
faltaran los que, como Luciani en su magnífico Tratado,
procuraban no olvidar las funciones superiores del animal
humano. Con no poca injusticia, sin embargo, porque el
ingenioso crítico cerraba sus ojos ante lo mucho que la
fisiología experimental del siglo XIX –Cl. Bernard, Ludwig, Goltz, Pavlov; anteriores a 1900 fueron los primeros
trabajos de éste– habían hecho para que la rana, el conejo,
el gato y el perro suministrasen conocimientos científicos
de algún modo extrapolables al organismo del hombre.
Podía decirse, eso sí, que la fisiología de la rana, el conexxiii
xxiv
jo, el gato y el perro no es y no puede ser condición suficiente para la edificación de una fisiología específicamente humana, pero ni siquiera entonces podía desconocerse
que era y sigue siendo condición necesaria para el buen
éxito de tal empresa.
Con posterioridad al programa y a la obra de Pi y
Suñer, la investigación neurofisiológica, endocrinológica y
etológica ha dado importantísimos pasos hacia la recta ejecución de ese empeño, sin duda el más central de cuantos
de por vida ilusionaron la mente de nuestro Cajal. Que la
vida individual y la vida colectiva del hombre es un continuo movimiento hacia el futuro, una y otra vez nos lo han
dicho los filósofos y los historiadores. Pero lo que pasa en
el organismo humano –conciencia de lo que él está siendo,
impulso hacia delante, prefiguración de lo que él puede
ser– cuando ejecuta ese ineludible movimiento, sólo la
neurofisiología y la endocrinología más recientes han
empezado a decirlo. El conocimiento científico del papel
que el lóbulo frontal del cerebro desempeña en la decisión
y en la actuación hacia el futuro muestra con elocuencia
cómo el saber fisiológico se ha ido haciendo específicamente humano, así comparativa como diferencialmente,
en el curso del último medio siglo. No sólo mecanismos de
retroalimentación (feedback) actúan en la dinámica del
organismo animal; también, como certeramente ha subrayado el neurofisiólogo Pribram, mecanismos de anteroali-
mentación (feedforward), recursos para la activa previsión
de lo venidero; y del modo más resuelto, hacia el conocimiento de lo que unos y otros son en la vida del hombre,
en tanto que vida animal y humana, se dirige buena parte
de la compleja fisiología actual, no sólo la del sistema nervioso central; porque todo el organismo actúa, cada sistema y cada aparato a su modo, en la actividad del hombre
en su presente y hacia el futuro. Lo mismo podría decirse,
si quiere añadirse otro ejemplo, de los fenómenos de adaptación. Vivir es adaptarse sabiamente al presente –de la
«sabiduría del cuerpo» habló Cannon– y penetrar innovadoramente en el futuro, y de ello va dando razón científica
la fisiología de nuestro siglo.
Más explícitamente en los capítulos en que se ha hecho
patente la exigencia de humanizar científicamente la fisiología humana, menos en aquellos en que el paso del enfoque comparativo al enfoque diferencial avanza con mayor
lentitud, así lo muestra esta excelente obra colectiva de
nuestros fisiólogos. Con satisfacción muy viva saludo su
aparicion, auguro para ella un rotundo éxito y deseo que,
convertida ya en «el Tresguerres», siga enseñando en coediciones sucesivas lo que fisiológicamente es esta maravillosa y terrible realidad que llamamos «cuerpo humano».
PEDRO LAÍN ENTRALGO
Marzo de 1992
Prefacio a la primera edición
Hace ya algunos años que un grupo de profesores procedentes de varias universidades españolas nos planteamos
la necesidad de escribir un tratado de Fisiología, por y para
hispanohablantes. El nivel científico y docente de la Fisiología ha alcanzado ya en nuestro país un grado suficiente
de madurez como para abordar esta tarea, que consideramos necesaria por varios motivos. Primero, porque no era
conveniente seguir dependiendo exclusivamente de las traducciones que se venían realizando de los textos anglosajones, algunos excelentes por cierto, porque éstos, o no se
adaptaban totalmente a nuestras enseñanzas, o no explicaban algunos temas de forma conveniente o, en cualquier
caso, aparecían con información un tanto desfasada en
función del tiempo adicional de la edición traducida.
Segundo, porque debíamos pasar de una situación de colonización científica a otra de autosuficiencia, como mínimo, o incluso de competencia con los textos anglosajones.
Y tercero, porque constituía un reto al que había que hacer
frente, por considerar que estábamos en condiciones científicas para afrontarlo.
Contando con profesores de las distintas Universidades de España que incluyen no sólo a fisiólogos sino también a farmacólogos e internistas para aquellas materias
donde el nivel de investigación fisiológica y fisiopatológica de los grupos así lo hacía aconsejable, se ha elaborado
un texto pensado no sólo para los estudiantes de 2.° curso
de medicina sino también para los de farmacia, biológicas
y veterinaria. En todos los casos, los profesores, que también son investigadores, aportan su experiencia personal
en temas que han contribuido a desarrollar con su propio
trabajo experimental.
Se ha intentado en cada momento mantener una uniformidad descriptiva a pesar de la pluralidad de autores y
adaptar las nuevas unidades del sistema S.I.
Se ha seguido una metódica expositiva nueva, comenzando por la neurofisiología para continuar después con la
sangre y el resto de los sistemas, haciendo en algunos
casos pequeñas incursiones en la fisiopatología, cuando
ésta nos sirve para comprender mejor los procesos fisiológicos. Se incluye un capítulo sobre nutrición, gran tema
olvidado en otros manuales, y también dos capítulos sobre
la fisiología hepática, que tampoco aparecen de forma
habitual, para terminar con una serie de temas de integra-
ción y adaptación del organismo que contribuyen a transmitir al alumno el concepto unitario del mismo que tan
necesario es para entender los procesos fisiológicos. El
estilo de escritura ha procurado ser sencillo, sin citas en el
texto para facilitar su lectura y con gran número de figuras
y esquemas a dos colores.
Se incluyen referencias al final de cada capítulo, de
revisiones actualizadas para ampliar conocimientos y sólo
en algunos casos especiales se citan trabajos originales.
Aunque la dirección de un tratado de tales características debería haber correspondido a alguien con más años
de experiencia, la necesidad de que dicha persona tuviera
además que gestionar el proceso editorial y asumir una alta
dedicación al mismo hizo que recayese sobre mí.
Cada uno de los grandes apartados del libro ha sido
coordinado por uno o dos directores asociados elegidos
precisamente por ser grandes expertos en el área y que,
juntamente con el director, seleccionaron los temas y los
autores que debían escribirlo supervisando después también los manuscritos y dibujos para darles la necesaria uniformidad. Vaya pues a ellos el reconocimiento por la
excelente labor realizada. La presencia de estos expertos y
el gran interés demostrado por la editorial McGrawHill/Interamericana, me han permitido en última instancia
asumir el reto de llevar adelante este libro y sólo cabe ya
esperar que tenga una buena acogida entre los alumnos de
las distintas facultades para los que está pensado.
Ninguna obra es capaz de cubrir de entrada todos los
objetivos que sus autores se proponen. Algunos temas son
quizá demasiado extensos y otros por el contrario podrían
ampliarse más. Pretendemos que si hay lugar a sucesivas
ediciones estos problemas se puedan ir subsanando, pues es
mejor salir adelante con una obra perfectible, que esperar
buscando una perfección que sería dificilísimo de conseguir de entrada. Las críticas de profesores y alumnos nos
ayudarán (o al menos así lo esperamos) en el futuro para
conseguir que este libro pueda ser útil para entender la
fisiología a las nuevas generaciones de médicos, biólogos,
veterinarios y farmacéuticos de habla hispana. Si conseguimos esto, habremos cumplido con creces nuestro objetivo.
J. A. F. TRESGUERRES
1992
xxv
Dedicado a la memoria de mi madre
PA RT E
FISIOLOGÍA
I
GENERAL
Y CELULAR
CAPÍTULO 1
Concepto y contenido de la Fisiología.
CAPÍTULO 2
Fisiología del músculo.
CAPÍTULO 3
Los componentes del sistema nervioso.
Capítulo
1
Concepto y contenido de la Fisiología
José M. Delgado García
INTRODUCCIÓN
CONCEPTO DE FISIOLOGÍA
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LOS SERES VIVOS
EQUILIBRIO BIOLÓGICO
REGULACIÓN E INTEGRACIÓN
A PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
BIBLIOGRAFÍA
“Si uno le pide a un químico que trate de averiguar qué es una dinamo, lo primero que hará será disolverla en ácido clorhídrico. Un bioquímico molecular, probablemente, descompondría la dinamo en piezas,
describiendo cuidadosamente las vueltas del alambre. Si uno tímidamente le sugiriera que la fuerza que mueve la máquina es, tal vez, un fluido invisible, la electricidad, desplazándose a través de ella, el bioquímico
molecular nos rechazaría, calificándonos de vitalistas”
A. Szent-Györgyi, Bioelectronics, 1968
2
CONCEPTO
Y CONTENIDO DE LA FISIOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
La especie humana es espectadora maravillada y única, tal vez, de todo lo que existe. En ausencia de los mecanismos cerebrales que hacen posible el estado consciente,
el cosmos sería un teatro inmenso y cambiante, pero sin
espectadores. Con la ayuda de muy diversas ciencias
(Astronomía, Matemáticas, Física, Geología) podemos
reconstruir a grandes rasgos los cambios ocurridos en el
Universo durante miles de millones de años, hasta llegar al
momento actual. Todo cambia y, en esto, los seres vivos no
somos una excepción. Desde sus inicios hasta el presente,
la vida ha ido desenvolviéndose en un espacio de la corteza terrestre que denominamos biosfera. El tema central
que integra todos los conocimientos actuales en el ámbito
de la Biología es la evolución. Los organismos vivos que
contemplamos hoy son el resultado de un proceso de génesis, modificación y selección ocurrido a lo largo de más de
tres mil quinientos millones de años. Por su parte, el conocimiento más preciso y elaborado que hemos adquirido
hasta este momento sobre los seres vivos es el de la naturaleza molecular de la herencia. Frente a esto, los grandes
retos de la Biología de nuestro tiempo son los que nos
plantean el desarrollo y la cognición. El desarrollo es el
mecanismo mediante el cual se forma un ser vivo de una
extraordinaria complejidad estructural y funcional a partir
de la información contenida en el genoma de su especie. A
su vez, el proceso cognitivo es el fruto de la actividad cerebral, y su estudio representa, con toda probabilidad, la última frontera a la que ha de acceder la ciencia del siglo XXI.
Así pues, el estudio experimental de cómo funciona el
organismo humano, sobre todo en lo que respecta a los
procesos que hacen posible las funciones superiores del
cerebro, es objeto de interés particular y se sitúa en los
límites de las teorías del conocimiento. Dado que nuestro
cerebro está construido con el mismo material que compone el Universo, parece razonable que si somos capaces de
entender éste también con el tiempo entenderemos aquél.
¿Qué papel representa o cuál es el sitio de la Fisiología en el estudio de los seres vivos? Aristóteles llamó
fisiólogos a los seguidores de la escuela filosófica de Mileto, porque éstos pensaban que todo lo que existe (ph_sis:
naturaleza, lo que surge o brota) está insuflado por un
idéntico espíritu creador y, más importante, que la Naturaleza es inteligible (lógos: tratado, razón) por el ser humano. Desde una perspectiva contemporánea, la Fisiología
trata de explicar la lógica funcional del estado viviente. En
palabras de B. A. Houssay, “la Fisiología es la ciencia que
estudia los fenómenos propios de los seres vivos y las
leyes que los rigen”. El fisiólogo se acerca a los seres vivos
armado de una pregunta elemental y repetida: ¿cómo funciona? El lector tendrá noticia de cómo otras ciencias de la
vida (Biofísica, Biología Molecular, Bioquímica) tratan de
explicar los procesos celulares, subcelulares y macromoleculares que subyacen a los fenómenos vitales. El fisiólogo debe ofrecer una perspectiva de conjunto. Los seres
vivos no sólo nos sorprenden por su complejidad, sino
también por su individualidad, por su delimitación morfo-
3
funcional del entorno en el que viven. Los biólogos
moleculares utilizan sus poderosas herramientas experimentales para desentrañar y reducir a partes inteligibles el
complejo entramado que es un ser vivo. Si el leitmotiv de
la Biología es la evolución, el de la Biología molecular es
explicar cómo las interacciones entre biomoléculas producen el estado viviente. La Fisiología se ocupa de dos
aspectos en particular no mencionados hasta aquí: la regulación y la integración. Se trata de entender cómo se coordinan e integran todos los procesos vitales para dar lugar a
un ser vivo individualizado capaz de interaccionar con sus
semejantes y con su entorno animado o inerte.
En las páginas que siguen se presenta el armazón conceptual en que se apoya la Fisiología del momento y algunos aspectos históricos de interés. Se presenta también una
visión integradora de los conceptos actuales sobre los
seres vivos y sobre el objeto de estudio de la Fisiología,
esto es, los procesos fisiológicos. Por último, se delimitan
las nociones de equilibrio biológico, regulación e integración que pueden ser muy útiles al lector como marco de
referencia para relacionar y unificar el variado contenido
que le ofrece una obra de esta naturaleza.
CONCEPTO DE FISIOLOGÍA
En su significado actual, el término fisiología fue usado por vez primera por J. Fernel en 1542, en el sentido de
conocimiento y estudio de la naturaleza viva; a partir de
entonces el término se aplicó al estudio de las actividades
vitales de individuos humanos sanos. La ciencia de la
Fisiología se conformó a lo largo del siglo XIX, desde el
punto de vista experimental y conceptual. En ese siglo se
crearon importantes centros para el estudio científico de
las funciones de los seres vivos, se publicaron elaborados
compendios de los conocimientos fisiológicos de la época
y se comenzaron a publicar revistas de la especialidad,
muchas de las cuales han llegado hasta nuestro tiempo.
¿Qué estudia la Fisiología?
El concepto actual de fisiología es en parte similar al
expresado por C. Bernard hace más de cien años. En general y para la mayoría de los autores, la Fisiología es la
ciencia que estudia los procesos fisicoquímicos que ocurren en los seres vivos y entre éstos y su entorno. De acuerdo con lo señalado, el peso específico de lo que es
Fisiología recae sobre el término proceso. Un bioquímico
también estudia los fenómenos vitales de los seres vivos
desde una perspectiva química y un biofísico hace algo
parecido desde una perspectiva física. Y, sin embargo, la
Fisiología no es una suma o integración de Bioquímica y
Biofísica. Al fisiólogo le interesa el carácter dinámico y
funcional de lo que ocurre en los seres vivos. Aquí se
entiende por proceso las fases sucesivas de un fenómeno.
Por lo tanto, un proceso fisiológico es una sucesión de
estados diferentes, y lo que cambia a lo largo de él recibe
el nombre de flujo.
4
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
¿Qué se entiende por proceso fisiológico?
La Fisiología estudia los flujos de materia, cargas,
energía e información que de forma continua, rítmica o
transitoria ocurren en los seres vivos y en las relaciones de
éstos con el mundo circundante. Cualquier ejemplo que se
piense de un fenómeno fisiológico (respiración, filtración
glomerular, absorción intestinal, comunicación intercelular) es un flujo en sus últimas consecuencias (flujo de
oxígeno y anhídrido carbónico; flujo de sodio, potasio y
agua; flujo de glúcidos, lípidos y prótidos; flujo de mensajes químicos). Los procesos fisiológicos se mantienen
durante toda la vida del individuo o, al menos, durante
fases específicas de ésta. Son, además, procesos que nunca llegan al equilibrio que, por ejemplo, se alcanza en un
tubo de ensayo, ya que esto significaría la desaparición de
su función y, en muchos casos, la muerte del individuo.
El concepto de flujo conlleva dos aspectos relacionados entre sí. En primer término, la presencia de un flujo de
materia, cargas o energía supone la existencia de una
estructura molecular (por ejemplo, una membrana plasmática semipermeable) como elemento espacial necesario
para el mantenimiento del gradiente que lo haga posible.
Sin embargo, de acuerdo con el segundo principio de la
Termodinámica, ni gradientes ni estructuras pueden mantenerse espontáneamente en un Universo en desorganización. Por tanto, un flujo supone también, en segundo
término, la presencia de una fuente de energía metabólica
(fundamentalmente el adenosín-trifosfato, ATP, que proviene en última instancia de los alimentos ingeridos)
encargada de crear y mantener el gradiente necesario y la
estructura a través de la que el flujo tiene lugar. Por ejemplo, para mantener un gradiente adecuado de oxígeno en
los alvéolos pulmonares y facilitar su paso a la sangre a un
ritmo suficiente es necesario consumir energía no sólo en
los movimientos respiratorios, sino también en el mantenimiento continuado de la estructura alveolar, de la síntesis de glóbulos rojos y hemoglobina, etc. Que el balance
neto de tan complejas relaciones funcionales sea rentable
a los organismos es una de las consecuencias del admirable orden biológico que los caracteriza.
De lo dicho se deduce que la Fisiología posee una connotación funcional, referente a la presencia de gradientes,
flujos y estados estables de desequilibrio y una connotación estructural, referente a la existencia de membranas
celulares, compartimientos y otras especializaciones morfológicas. Ambos significados hacen referencia tanto al
organismo en sí, como a las relaciones de éste con su entorno
físico (ingesta de alimentos, eliminación de desechos, etc.)
y social (exploración, comportamiento agonista, etc.). Conforme avance en la lectura de este libro, el lector advertirá
que es difícil imaginar un proceso fisiológico en el que no
intervenga una estructura determinada, un gradiente creado
a su través y una fuerza conjugada que lo mantiene en estado estable; la existencia de flujos transitorios, cíclicos o
continuos, es la consecuencia de esta situación.
Tal es el núcleo diferenciador de la Fisiología como
ciencia experimental. Sin embargo, como se apuntó en la
Introducción, en esta ciencia es fundamental una perspectiva integradora. Y ello no sólo porque su objetivo comprende también el estudio de los procesos de regulación e
integración en el organismo completo. La razón principal
es que los procesos fisiológicos, aunque se pormenorizan
por razones experimentales o didácticas, sólo adquieren un
significado biológico cuando se consideran en el organismo completo.
El organismo es un todo individual, separado por su
envoltura epidérmica del medio físico que le rodea y, al
tiempo, en continuo contacto con él. Todo en el organismo
está en renovación continua: los flujos, los gradientes, las
estructuras, e incluso las biomoléculas y otros materiales
inertes que forman dichas estructuras o que constituyen
gradientes y flujos. Y, sin embargo, el organismo se mantiene individualizado como tal durante todo su proceso
vital (Fig. 1.1).
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LOS
SERES VIVOS
Dado que la Fisiología estudia las características funcionales de los seres vivos, parece conveniente si no definir, al menos delimitar los rasgos principales que los
caracterizan.
La materia existe en diversos estados de organización:
partículas elementales, átomos, moléculas, agregados moleculares, biomoléculas, orgánulos celulares, células, tejidos,
órganos y aparatos, organismos y sociedades. A partir de
un cierto grado de complejidad, pero en un punto no definido de entre los diversos estados de agregación de la
materia, se considera que ésta tiene una propiedad que
caracteriza a los seres vivos.
El origen de la vida
En la actualidad, se acepta que la vida se originó en
los océanos de hace unos 3500 millones de años. En esa
sopa primordial es factible que hubiese abundancia de
moléculas relativamente complejas (aminoácidos, nucleótidos, etc.) capaces de polimerizarse y formar cadenas
moleculares (péptidos, polinucleótidos, etc.) precursoras
de las biomoléculas observables en la actualidad. La escasa disponibilidad de oxígeno en esas etapas geológicas
hacía viable la acumulación de tales sustancias. Para que
las moléculas puedan interaccionar entre sí es necesaria su
proximidad física (a lo que se opone la fuerza de disipación del solvente) y la presencia de catalizadores. En ese
momento fue primordial la existencia de moléculas anfóteras capaces de formar cúmulos en el medio acuoso y de
delimitar un espacio interno hidrofóbico y una superficie
hidrofílica en contacto con el agua. Parece que la bicapa
lipídica que caracteriza a la membrana plasmática celular
ha tenido una participación crucial en el origen y la perpetuación de la vida tal y como la conocemos hoy. En el interior de estas vesículas las sustancias prebióticas habrían
podido interactuar y concentrarse; alguna de ellas incluso
CONCEPTO
Y CONTENIDO DE LA FISIOLOGÍA
5
La separación de funciones y su especialización durante el transcurso de la evolución ha ido ligada a la creación
de compartimientos. El paso de procariotas a eucariotas
supuso un aumento del orden interno celular, con la definición y delimitación de espacios subcelulares y con una adecuada separación del núcleo celular, como elemento gestor
del comportamiento celular, pero definitivamente separado del mundo exterior. Los seres multicelulares hasta
el hombre repiten, de modo extremadamente complejo, el
mismo esquema. Aunque un ser humano está formado por
más de 1014 células, la piel delimita un medio interior, separado del entorno y regulado de modo activo para mantenerlo estable. Además, existe asimismo un mundo interior,
representado fundamentalmente por el cerebro, encargado
de elaborar estrategias y comportamientos con los que adecuarse al siempre cambiante entorno; no obstante, en esta
situación, el elemento gestor está también aislado del
medio externo, con el que se comunica a través de los
receptores sensoriales y sobre el que actúa con los distintos
tipos de efectores, en particular, con el músculo estriado.
¿Qué es la vida?
Figura 1.1. La báscula habitable y la determinación experimental de algo que no se siente. El médico veneciano Santorio
Santorio (1561-1636) fue uno de los iniciadores de la experimentación fisiológica introduciendo el uso de sofisticados instrumentos de medida como el que aquí se ilustra. Fue pionero
en el estudio de los procesos metabólicos. Su contribución más
importante fue la descripción de la perspiración insensible, es
decir, la transpiración que ocurre constantemente a través de la
piel y que, al contrario que la sudoración, no es percibida por
el individuo.
pudo comenzar a representar el papel de catalizador. Al
tiempo, la formación de cadenas estables de ácido desoxirribonucleico (ADN) haría posible la multiplicación celular, manteniéndose así el principio fundamental de que el
ser vivo siempre está delimitado físicamente con respecto
a su entorno, manteniendo en su interior los códigos funcionales para sobrevivir y reproducirse, pero, al mismo
tiempo, capturando de su alrededor los elementos materiales necesarios para su supervivencia.
En la Tabla 1.1 se muestra un resumen de los atributos fundamentales que, según doce prestigiosos fisiólogos,
bioquímicos, genetistas y filósofos de los siglos XIX, XX y
XXI, caracterizan a la materia viva. Del análisis detenido de
dicho cuadro se pueden extraer interesantes conclusiones.
En primer lugar, a pesar de que más de cien años separan al primer autor mencionado del más reciente, la relación de características fundamentales de los seres vivos
propuestas por los doce autores seleccionados es bastante
reiterativa y puede resumirse en: reproducción, nutrición,
organización, crecimiento, propósito específico, excitabilidad y motilidad, y, por último, adaptabilidad.
Es curioso que los autores incluidos en el cuadro
más alejados de las ciencias de la vida (filósofos, matemáticos y físicos) son los que señalan como específicos
de los seres vivos tres aspectos que no parecen llamar la
atención de sus compañeros, más próximos por su formación a la Biología. Los tres aspectos mencionados son
la excitabilidad, la motilidad y la capacidad de adaptarse
al medio circundante. Los fisiólogos clásicos (J. Loeb, J.
B. S. Haldane) al describir las propiedades fundamentales de los seres vivos hacen hincapié en su capacidad
para sintetizar materiales específicos a partir de otros
materiales inespecíficos y más desorganizados. En cambio, los biólogos moleculares y genetistas destacan más
los aspectos relacionados con las biomoléculas y con los
mecanismos de multiplicación y herencia con modificación.
En resumen, puede que de todos los intentos indicados para describir las propiedades fundamentales de los
seres vivos, la síntesis más acertada sea la realizada por C.
Bernard: reproducción, nutrición e idea directriz serían
para él los elementos característicos y específicos de la
materia viva.
6
TABLA 1.1. CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LOS SERES VIVOS SEGÚN DIVERSOS AUTORES
F. Engels
(1878)
C. Bernard
(1878)
Filósofo
Fisiólogo
de la
Naturaleza
J. Loeb
(1916)
J.B.S.
Haldane
(1939)
H. Davson
(1962)
C.H.
Wadington
(1968)
Fisiólogo
Fisiólogo
Biofísico
Genetista
Reproducción
Nutrición
A.C. Giese
(1973)
A.L.
Lehninger
(1975)
J. Maynard
Smith
(1986)
Biólogo
molecular
Biofísico
Bioquímico
Reproducción Información
Invariancia
Reproducción Autorreplitransferible
reproductiva
cación
por herencia
Síntesis de
material
específico
Nutrición
Organización
Idea directriz
Teleonomía
Crecimiento
Crecimiento
Irritabilidad
Excitabilidad
Adaptación
Motilidad
Morfogénesis
autónoma
Transformación de
la energía
D.E.
Koshland Jr
(2002)
Evolucionista
Fisiólogo
teórico
Biólogo
molecular
Multiplicación
y herencia
con
variación
Reproducción
Programa
Renovación
constante de
componentes
Energía
Organización Partes con
funciones
específicas
Auto-organización
Propósito
específico
Mantenimiento Improvisación
de forma y
y Regenefunción.
ración
Regeneración
Crecimiento
Crecimiento y
desarrollo
Respuesta
al medio
Adaptación
Compartimentación y
Seclusión
Adaptabilidad
GENERAL Y CELULAR
ManteniTransformiento de
mación de
una estrucla energía
tura específica
F.E. Yates
(1993)
FISIOLOGÍA
Autorregulación
(asimilación y
desasimilación
J. Monod
(1971)
CONCEPTO
Y CONTENIDO DE LA FISIOLOGÍA
Una perspectiva integradora
Desde una perspectiva termodinámica, los seres vivos
son sistemas abiertos en continuo intercambio de materia,
energía e información con el medio que les rodea; se
encuentran por tanto en un estado de desequilibrio permanente (estado estable) sometidos a un proceso continuo de
renovación de todos los materiales que los forman, sin por
ello perder su identidad. La constante de equilibrio del
estado estable es siempre distinta de la constante pasiva
del sistema del que forma parte. En estado inerte, el sistema caerá a su constante de equilibrio pasiva. La vida no es,
pues, la instauración o el mantenimiento de un equilibrio,
sino el continuo mantenimiento de desequilibrios.
Otra característica fundamental de los seres vivos es
que están más organizados que el medio que les rodea
y que mantienen esa situación a lo largo de sus vidas. Para
ello presentan niveles sucesivos (genético, conductual y
abstracto) de adaptación al medio externo. No son, por
otra parte, máquinas automáticas que respondan de modo
pasivo y reflejo a los estímulos del entorno, sino más bien
entidades capaces de resolver problemas de modo activo y
con soluciones adaptadas e inesperadas. Los seres vivos
unicelulares están muy limitados al espacio físico que les
rodea, pero los animales multicelulares son grandes exploradores de su entorno, y se adaptan a muy diversos nichos
biológicos. En este sentido, conviene recordar que el comportamiento de los animales y del hombre no sólo funciona para eliminar tensiones, sino que también tiende a
crearlas, por motivos más o menos definidos. Estos diversos programas conductuales proceden de su mundo interior
y pueden ser modificados de acuerdo con las circunstancias (adaptaciones conductual y abstracta) o mediante
herencia con variación (adaptación genética).
EQUILIBRIO BIOLÓGICO
En el marco conceptual esbozado hasta aquí es más
fácil situar el objeto de la Fisiología: el estudio de los estados estables de desequilibrio mantenidos de forma activa
en y por los seres vivos. En este apartado se consideran
algunos conceptos básicos que ayudarán al lector a entender las líneas maestras de la organización funcional de los
animales y del hombre.
Orden biológico
Hay un cuádruple orden subyacente a la principal
característica de los animales, que es, como ya se ha mencionado, la organización. Este orden se manifiesta desde
los puntos de vista estructural, funcional, informativo y
biológico. El orden estructural hace referencia a las formas, a la compartimentación, a la ordenación espacial de
órganos, aparatos y sistemas. El orden funcional hace referencia a la dinámica de los fenómenos vitales, al trasiego
continuo de nutrientes y metabolitos. El orden informativo
7
se refiere al flujo de códigos y mensajes. A veces se afirma que la Fisiología se ocupa del estudio de las propiedades energéticas y funcionales de los organismos, mientras
la Morfología lo hace de sus formas. Sin embargo, como
se apuntó con anterioridad, el orden funcional es irreal
(ideal) sin una sustancia material que le sirva de soporte.
Por otra parte, la significación de un mensaje, su especificidad o modalidad, depende de la ruta por la que circula,
de sus lugares de procedencia y destino, pero no de las
características fisicoquímicas del transmisor, mensajero o
receptor. Sirva de ejemplo que el neurotransmisor acetilcolina transmite mensajes muy distintos al músculo estriado, al músculo cardíaco y a las neuronas talámicas o
corticales. Por tanto, es en el orden biológico en el que
ocurren los procesos que aquí se califican de fisiológicos.
El orden biológico encierra una adecuación real entre
estructura y función y, al tiempo, confiere significado a los
mensajes de origen nervioso y endocrino, permitiendo una
aproximación completa al estudio de la lógica funcional de
los seres vivos.
A muy largo plazo el orden funcional incide sobre el
estructural, ya que las soluciones biomecánicas viables
suelen ser limitadas. Por ejemplo, a lo largo de la evolución el vuelo ha sido inventado en al menos cuatro ocasiones (pterosurios, insectos, aves y murciélagos) y la
solución fue siempre la incorporación de extensiones ligeras y movibles colocadas a ambos lados del cuerpo.
Significado biológico
Un aspecto importante de los procesos fisiológicos es
su significado biológico. Todo proceso fisiológico forma
parte de una función global, esto es, está integrado en un
todo que es el organismo, el ser vivo en el que el proceso
tiene lugar. El significado biológico de un proceso fisiológico es, por tanto, el análisis de su contribución al funcionamiento del organismo completo y su sentido dentro del
mismo.
El análisis del significado biológico de un proceso fisiológico ha de realizarse con gran cautela, ya que se corre el
riesgo de incurrir en interpretaciones finalistas. Una actitud
teleológica en la explicación de los fenómenos vitales es
siempre desaconsejable, sobre todo si se pretenden dilucidar
las funciones fisiológicas como si todas poseyesen un sentido preciso y estuviesen orientadas al mejor rendimiento del
organismo. La pregunta ¿para qué sirve...? suele ser perniciosa en Fisiología. En primer lugar, puede tener sentido si
se aplica, por ejemplo, a un órgano (¿para qué sirve el hígado?), pero carece de él si se aplica a un organismo (¿para qué
sirve un elefante?). En cualquier caso, esta cauta actitud al
enjuiciar el significado de un proceso fisiológico no supone
la inexistencia de un proyecto vital presente en los seres
vivos (idea directriz, teleonomía, propósito específico; véase
Cuadro 1.1), pero sí un aviso de prudencia. En lo posible, se
debe evitar recurrir a las explicaciones finalistas (el sueño
existe para recuperarse de la vigilia) y antropomorfas (los
elefantes existen para que los niños disfruten en el parque
8
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
zoológico), sobre todo, si la función que se estudia se puede
analizar y explicar en términos más moderados.
Otro aspecto importante relacionado con los seres vivos
se puede plantear de este modo: ¿Hay algo particular y
específico en la materia viva que la diferencia de la materia
inerte (inanimada)? Es una pregunta cuya respuesta no sería
unánime entre los fisiólogos contemporáneos, ya que los
vitalistas piensan que la materia viva es portadora de propiedades no presentes en la materia inanimada. El vitalismo
fue ya duramente refutado por los filósofos materialistas del
siglo XVIII, y vuelto a contestar por positivistas y marxistas
en los siglos XIX y XX. Quizá hoy está en su punto más bajo
de aceptación, pero de un modo u otro siempre impregna el
pensamiento biológico o se infiltra en él.
Un avance importante de las ciencias biológicas de este
siglo ha sido la posibilidad de explicar ciertas funciones con
apariencias de propósito o finalismo usando para ello métodos y concepciones propios de la Física y la Química. Por su
parte, teóricos de las ciencias biológicas como L. von Bertalanffy no han dudado en explicar las diferentes propiedades
de la materia animada y de la inerte a partir de conceptos
extraídos de la termodinámica de procesos irreversibles aplicada a los sistemas abiertos. Así por ejemplo, la tendencia a
alcanzar un peso determinado en una rata adulta, con cierta
independencia de las vicisitudes ambientales, es una propiedad —que este autor denomina equifinalidad— del estado
estable que caracteriza a los seres vivos (Fig. 1.2).
Aunque recurrir al vitalismo parece hoy innecesario,
sigue rondando la cuestión de que los sistemas complejos
manifiestan propiedades no deducibles del análisis reduccionista de sus partes. Así, cada nivel de integración de los organismos (biomoléculas, células, tejidos, órganos, aparatos y
sistemas, organismo, sociedades) presenta características que
le son propias. Por ejemplo, al igual que no se puede deducir
el Código Penal de los conocimientos neuropsicológicos de
que disponemos, tampoco es aceptable pensar que la conducta maternal se puede reducir a fenómenos descriptibles en
los niveles celular y molecular. La clásica afirmación de que
el todo es más que las partes, no encierra, pues, ningún misterio inasequible al método experimental; indica más bien
que los sistemas complejos compuestos de elementos múltiples y con enormes posibilidades de interacción muestran
posibilidades de funcionamiento no fácilmente deducibles
del estudio de sus componentes. Por tanto, cada nivel de integración puede presentar principios funcionales difícilmente
predecibles desde los niveles inferiores. Esta interpretación
es particularmente válida para el estudio y entendimiento de
lo que se ha dado en llamar funciones cerebrales superiores,
como el aprendizaje, el pensamiento o las emociones.
Descripción frente a explicación
En este apartado se insiste de nuevo en la importancia
de situar los conocimientos fisiológicos en los niveles de
PESO CORPORAL (gramos)
Reduccionismo, vitalismo y emergentismo
a
500
b
c
400
1
2
300
10
30
50
70
TIEMPO (días)
Figura 1.2. Ilustración del concepto de equifinalidad. La gráfica
representa la evolución del peso medio de un grupo de ratas. A
partir de la flecha 1, un tercio de los animales se sobrealimentó (a),
otro se mantuvo en la dieta normal (b) y otro se mantuvo con una
dieta más baja de lo normal. A partir del momento indicado por la
flecha 2, se permitió a los tres grupos de animales alimentarse
según sus deseos. Nótese que a partir de entonces, los animales
sobrealimentados perdieron peso y los infraalimentados lo ganaron hasta alcanzar en ambos casos los valores medios del grupo
control. (Modificado de KEESEY RE y cols.: The role of hypothalamus in determining the body weight set point. En: Hunger: Basic
mechanisms and clinical implications. Novin D, Wyrwicka W,
Bray GA (eds.). Nueva York, Raven Press, 1976:243-255).
integración en los que se describen o explican. Los diversos procesos fisiológicos se pueden describir, es decir,
señalar lo que son o en qué consisten. Por ejemplo, es
posible describir las acciones de la hormona adrenalina en
los distintos tejidos o las características eléctricas del
potencial de acción. En el primer caso, la descripción es a
nivel tisular, en el segundo a nivel celular. Pero ya se ha
señalado que lo que importa desde el punto de vista fisiológico es explicar cómo funciona: cómo actúa la adrenalina sobre las células que forman esos tejidos, o cómo
diversos tipos de canales iónicos localizados en la membrana plasmática producen el potencial de acción. Nótese
que la explicación ocurre según lo dicho en un nivel inferior a aquel en que se realiza la descripción. Para la adrenalina, la descripción es a nivel tisular y la explicación a
nivel celular. Para el potencial de acción, la descripción es
a nivel celular y la explicación a nivel molecular.
Por tanto, existen distintos niveles de explicación. Sin
embargo, es muy importante darse cuenta que explicar un
mecanismo a nivel celular puede ser muy similar a describirlo a nivel molecular; es decir, lo que es explicación a un
nivel es descripción en el nivel subyacente. Para cualquier
estadio del conocimiento fisiológico, siempre conviene
buscar la explicación correspondiente en el nivel inferior
al fenómeno que se describe. Cuanto más profundo sea el
conocimiento, más básico será el nivel en el que se puede
CONCEPTO
Y CONTENIDO DE LA FISIOLOGÍA
explicar el mecanismo de un proceso fisiológico determinado. No obstante, como norma general, en la interpretación de cómo funciona un sistema biológico no se pueden
saltar impunemente los distintos niveles de integración.
Conceptos de medio intracelular, medio interno
y medio externo
Como se ha sugerido anteriormente, el antecesor
común a los procariotas y eucariotas tuvo que disponer de
una envoltura o membrana plasmática que delimitase su
interior del mar inmenso donde se encontraba. Esto permitiría las interacciones bioquímicas entre elementos almacenados selectivamente en el interior celular, tras su captación
del medio extracelular. Ciertos materiales captados del
medio externo podrían ser utilizados en la obtención de
materiales y energía para los procesos metabólicos. En esta
situación, el genoma responsable de la supervivencia de la
célula y de su multiplicación queda físicamente separado
del medio acuoso en el que las células se encuentran.
Hemos de suponer que el medio externo marino permitiría
la supervivencia celular, por lo que las células podían interaccionar con su entorno sin estar sometidas a grandes variaciones en la disponibilidad de nutrientes o en otras variables
ambientales (pH, temperatura, presión osmótica).
Pero hace unos 300-400 millones de años se inició la
colonización de la tierra firme por plantas, insectos y anfibios. El medio aéreo terrestre obligó a estas especies al
diseño de un medio interno (referido a temperatura, pH,
presión osmótica, gases sanguíneos, concentración de
determinados iones y disponibilidad continuada de nutrientes) similar en su estabilidad al medio marino de aquella
era geológica. Fue C. Bernard a mediados del siglo pasado quien llamó la atención sobre la constancia del medio
interno que baña todas las células, frente a la variabilidad
de las condiciones observables en el medio externo. El
sentido biológico de este medio interno es, pues, ofrecer a
todas las células del organismo un medio estable del que
toman las sustancias que necesitan y al que arrojan sus
productos de desecho, sin que por ello se consuman o
acumulen las sustancias, sino que todas se mantienen en
las concentraciones necesarias para hacer posible los gradientes y flujos que las células necesitan. Esta capacidad
se mantiene incluso frente a grandes variaciones en el
medio externo, esto es, en el entorno físico del individuo.
No fue sino hasta 1926 cuando un fisiólogo (A. B. Macallum) observó que el medio interno de los animales terrestres presenta una composición iónica similar a la del agua
marina. Así, para sobrevivir en la superficie terrestre los
seres vivos se vieron en la necesidad de proveerse de una
envoltura similar a aquella en la que había surgido la vida.
No debe sorprender en demasía al lector esta decisión,
porque ahora que se inicia la era de los viajes espaciales,
el hombre ha de viajar al espacio envuelto en un medio
externo protector que en todo simula la biosfera a la que
sus antepasados accedieron hace varios centenares de
millones de años.
9
Conceptos de homeostasis y homeocinesis
El concepto de medio interno fue decisivo en el desarrollo de la Fisiología del siglo pasado, ya que ofreció
una estructura de referencia en la que insertar sucesivos
descubrimientos relativos sobre todo a los procesos metabólicos (anabolismo y catabolismo), a la respiración tisular
y a las diversas funciones de los sistemas excretores. Asimismo, el medio interno se reveló como un sistema en el
que es posible el envío de mensajes químicos de carácter
regulador que pueden acceder con prontitud y simultaneidad a todas las células que componen un organismo.
La estabilidad del medio interno requiere la presencia
de complejos mecanismos fisiológicos que se encargan de
mantener las distintas concentraciones o valores dentro
de unos límites adecuados para la supervivencia. En los años
30 del siglo pasado, W. B. Cannon propuso el término de
homeostasis (de hómoios: parecido y stásis: detención)
para indicar la uniformidad y estabilidad del medio interno frente a un entorno siempre cambiante. Sin embargo,
para el concepto de proceso fisiológico presentado aquí, el
término homeostasis tiene una significación estática referida preferentemente a concentraciones o valores estables,
olvidando el carácter eminentemente dinámico de los procesos fisiológicos. Así por ejemplo, se puede considerar
que el valor regulado es una determinada concentración de
glucosa en sangre (algo menos de 1 g/L), cuando sería más
interesante considerar el flujo continuo a que está sometida la molécula de glucosa, desde los procesos alimentarios
y digestivos, pasando por los mecanismos de almacenamiento y liberación hasta llegar al gradiente mínimo necesario para que esté disponible en las condiciones
adecuadas para los distintos tejidos. Este carácter dinámico de lo que se regula realmente (flujos, gradientes) está
implícito en el concepto de homeocinesis.
REGULACIÓN E INTEGRACIÓN
Los procesos fisiológicos están regulados por otros
procesos, y todos ellos se integran en la unidad que forma
cada organismo. Éste, a su vez, interacciona con su entorno, con su medio externo, obteniendo de él los materiales
y la energía que necesita para mantener su propia organización interna. Existe pues un continuo contacto y relación
entre los fenómenos vitales que se simultanean o suceden
en el organismo, y un permanente intercambio entre el
organismo y su entorno.
De lo dicho se desprende que es un tanto artificial tratar de entender los procesos fisiológicos separados de la
totalidad del organismo y, al tiempo, a éste del medio en el
que se desenvuelve. Si se hace así es con el fin de explicarlos con mayor sencillez o para estudiarlos con mayor facilidad y mejor control experimental; pero luego (y en ambos
casos) hay que reintegrarlos y buscar su significado biológico en la totalidad del ser vivo. Ocurre que, en particular en
nuestros días, las técnicas experimentales y el propio diseño
de la investigación biológica tienden a usar una aproxima-
10
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
ción de arriba→abajo, esto es, buscando casi siempre la
explicación molecular de un fenómeno observado a cualquier nivel de integración superior al de las biomoléculas. El
trabajo del fisiólogo es, en cierta forma, parecido al de Sísifo, condenado por Zeus a empujar una piedra enorme hasta
lo alto de una montaña, la cual rodaba ladera abajo sin remisión, nada más alcanzar la cima. Como ya se ha señalado, el
reduccionismo no es la imagen invertida de la integración de
conceptos, en particular por la presencia de propiedades
emergentes, impredecibles, que sólo se ponen de manifiesto
en el funcionamiento del sistema al completo.
Regulación intracelular
La célula es la unidad morfofuncional básica de los
seres multicelulares y, como se indicó con anterioridad,
presenta características básicas que se amplifican en los
animales superiores. No obstante, téngase en cuenta que
un protista (por ejemplo, un paramecio), a pesar de ser unicelular, es capaz de presentar una compleja conducta de
interacción con su medio físico, sus semejantes y sus predadores y presas. En concreto, las células ya presentan
mecanismos internos de regulación de sus procesos metabólicos que tan vitales serán para los seres multicelulares.
Ejemplo de lo que decimos es la presencia de enzimas
alostéricos (es decir, con dos estados) susceptibles de ser
regulados por la concentración de producto sintetizado por
la cadena metabólica de la que el propio enzima es parte
inicial. Este sistema regulador de la síntesis de determinados productos intracelulares es una versión simplificada,
pero no por ello menos útil, de los sistemas de regulación
por retroalimentación negativa que se explican más abajo.
Otro ejemplo de regulación intracelular es el descrito en
1959 por F. Jacob y J. Monod en la bacteria Escherichia
coli. Estos autores identificaron la presencia de proteínas
represoras de la síntesis de determinados enzimas en
ausencia de los substratos que justifiquen su actividad. En
este caso, se hace una previsión de las necesidades de síntesis de cadenas de enzimas, manteniendo abierta la posibilidad de sus síntesis en función de las disponibilidades
de substrato en el entorno de la bacteria.
Por otra parte, la célula dispone de transportadores de
membrana que regulan la entrada de solutos con o sin carga en su interior, así como de mecanismos para su almacenamiento o utilización. Naturalmente, todos estos
procesos activos de creación de gradientes y diferencias se
realizan con el consumo de energía metabólica, generalmente en forma de ATP.
Regulación del medio interno
Así pues, los animales repiten, amplificados y con
mayor complejidad, sistemas de regulación y control ya presentes en los seres unicelulares y en las propias células que
los integran. Los mecanismos homeostáticos (u homeocinéticos) mantienen la constancia del medio interno por la
acción coordinada de muy diversos mecanismos. La mayoría
de estos procesos fisiológicos reguladores siguen el diseño de
los sistemas de retroalimentación negativa. Cuando el valor
de una variable se sitúa por encima o debajo del valor deseado (el cual depende a su vez de otras necesidades y pulsiones) se pone en marcha un mecanismo regulador que, por
ejemplo, inhibe su síntesis o la potencia. El lector hallará
ejemplos palpables de estos sistemas de regulación en el
Capítulo 74, en el que se explica la regulación endocrina de
los niveles sanguíneos de glucosa. También encontrará ejemplos detallados de los sistemas de regulación por retroalimentación en los Capítulos 83 y 86, al hablar de la regulación
corporal de la temperatura y la ingesta de alimentos y agua.
En determinados procesos, como la fase inicial del
potencial de acción (Capítulo 4) o los estadios iniciales de
la ovulación (Capítulo 88) se ponen en marcha mecanismos de retroalimentación positiva, mediante los cuales se
favorece el incremento de un proceso o función. Por ejemplo, una despolarización relativamente pequeña de la
membrana plasmática de una célula excitable puede producir la apertura de canales iónicos para el ión sodio, que
penetra en la célula siguiendo su gradiente de concentración. La entrada de sodio al interior celular despolariza la
célula más todavía, lo que produce la consiguiente apertura de nuevos canales de sodio, etc.
Como se indicaba antes para E. coli, los animales disponen también de múltiples mecanismos de previsión de
sucesos de probable ocurrencia. Estos mecanismos de
anteroalimentación (positiva o negativa) existen desde en
las cadenas metabólicas hasta en los procesos de comunicación y coordinación neuronal. Un ejemplo de mecanismo de anteroalimentación es el incremento de la
frecuencia cardíaca, y de otros parámetros de la función
cardiovascular, en anticipación a un ejercicio físico inminente (véanse Capítulos 42 y 43). Por otra parte, la propia
actividad de complejas estructuras nerviosas como el cerebelo parece regirse por la utilización de sistemas de regulación por alimentación anterógrada (véase Capítulo 6);
mediante estos mecanismos se hace una previsión de cuál
va a ser el estado del sistema neuromuscular inmediatamente después de iniciado un movimiento y se ponen en
marcha con antelación órdenes nerviosas correctoras.
Aunque normalmente los términos regulación y control se usan como sinónimos, debería reservarse el uso del
término regulación para los mecanismos homeostáticos
automáticos. La regulación inconsciente del medio interno
nos libera de tener que regularlos con mecanismos de atención conscientes, por lo que estos últimos se pueden destinar por completo a los procesos interactivos con el medio
externo físico y social. El término control debería utilizarse para hacer referencia a actos conscientes o voluntarios
destinados a intervenir en una situación que afecte de un
modo u otro a los intereses del individuo.
Integración de procesos y funciones
Un animal no es un rompecabezas que se pueda
reconstruir pieza a pieza, sino un complejo entramado de
CONCEPTO
Y CONTENIDO DE LA FISIOLOGÍA
estructuras y funciones relacionadas en tiempo y espacio a
muy diversos niveles de integración. Existen más de 200
tipos celulares diferentes, sin contar los presentes en el sistema nervioso. Estos diferentes tipos celulares cumplen
funciones distintas y complementarias, siendo necesario
que su contribución se coordine con las necesidades reales
del conjunto, esto es, del individuo. Los sistemas nervioso
y endocrino son los encargados de regular el conjunto,
aunque existen otros muchos sistemas de regulación presentes en el interior de las propias células, en microambientes locales, etc. Además, procesos y funciones se
activan o desactivan en función de circunstancias ambientales, condicionamientos sociales, situaciones de emergencia, etc. Principalmente en la última sección de este libro
se consideran situaciones del entorno físico, individuales y
sociales en las que la compleja maquinaria orgánica interviene como un todo.
Rangos funcionales, aclimatación
y adaptación
Cada variable fisiológica permite una determinada
variación en relación con su valor medio. El rango de
esta variación depende de muchos factores, y no es igual
para todas las variables conocidas. Por ejemplo, el pH
sanguíneo acepta muy limitados cambios sobre su valor
medio. Otras estructuras presentan un mayor factor de
seguridad. El tubo digestivo puede ser resecado hasta
casi la mitad de su longitud sin comprometer la supervivencia del individuo. Esto no quiere decir, como se advirtió más arriba, que se pueda interpretar como superfluo
en un 50%; baste considerar la considerable mejora en la
alimentación humana en los últimos 50 años y la situación alimentaria para nuestra especie hace por ejemplo
5000 años. Pero sí es cierto que los factores de seguridad
para determinadas estructuras, funciones y estados son
muy diferentes.
Existen mecanismos en el organismo que pueden ser
activados para aclimatarlo a situaciones ambientales muy
distintas de las usuales. Ejemplo típico es el proceso de
adaptación a la altitud (véase Capítulo 53). Estos mecanismos pueden ser muy dispares entre sí y ponerse de manifiesto a corto, medio o largo plazos. Por ejemplo, en la
regulación de la temperatura corporal intervienen procesos
fisiológicos celulares (modificación de la actividad mitocondrial), regionales (vasodilatación, vasoconstricción),
mecanismos hormonales (mayor o menor liberación de
hormona tiroidea) o el individuo completo (ponerse a la
sombra o al sol).
El término adaptación debería reservarse para las
situaciones en las que se produce un cambio en el genoma
de una especie que supone alguna ventaja para los que lo
heredan. Tal vez tenga también valor adaptativo la presencia de estructuras y o funciones carentes de sentido biológico. Esta indefinición morfofuncional las hace
susceptibles de una utilidad en potencia, si se presenta el
caso.
11
A PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
Por sus orígenes anatómicos y médicos, es tradicional
que los manuales de Fisiología Humana se organicen
siguiendo los distintos órganos, aparatos o sistemas. En
este sentido, este manual no es una excepción. Sin embargo, se encarece al lector que trate siempre de hacer una
integración mental de lo que lee, rescatando lo que es funcional de su soporte estructural. Así, las secciones sucesivas dedicadas, por ejemplo, al sistema nervioso, sistema
circulatorio y sistema digestivo deben también entenderse
en términos de procesamiento de información, transporte,
nutrición y metabolismo. Como es lógico, la enorme información disponible acerca de la Fisiología Humana obliga
a seguir una sistematización en su presentación, lo que
supone un cierto carácter disgregador. No obstante, con la
lectura progresiva se irá alcanzando una perspectiva de
conjunto. Los datos, descripciones e interacciones localizadas representan primeros planos o breves escenas que
sólo toman un sentido completo una vez terminada la lectura completa del libro.
Aunque este libro se centra en el estudio de la Fisiología Humana, es evidente que muchos de los datos y
mecanismos que en él se describen proceden de estudios
experimentales realizados en especies próximas a la nuestra. En realidad, innumerables procesos, funciones y
mecanismos son básicamente similares para todas las
especies animales. Y en lo referente a las diferencias,
siempre se comprenderá de un modo más completo el funcionamiento de nuestro organismo entendiendo cómo
funcionan otros seres vivos.
Cuando los conocimientos actuales así lo permiten, se
ha incluido una descripción de aspectos fisiopatológicos
con una doble finalidad: iniciar al lector en el conocimiento de los procesos funcionales subyacentes a distintos procesos patológicos e ilustrarlo sobre las diferentes
posibilidades de funcionamiento, anómalo o no, que se
manifiestan cuando se altera la integridad funcional del
organismo. En numerosas ocasiones, los síntomas característicos de un proceso patológico aparecen cuando se superan los rangos funcionales, desapareciendo al tiempo la
capacidad para compensarlos. En este sentido un buen
conocimiento de la fisiología de un órgano o sistema puede poner sobre la pista de lo que se avecina; sería como
decir que las tendencias van por delante de los hechos. Así
pues, actuando con previsión se puede evitar, a veces, la
aparición de un síntoma.
El libro se ha dividido en diez grandes partes. En la
primera (FISIOLOGÍA GENERAL Y CELULAR) se consideran los aspectos básicos que caracterizan a las células
excitables, principalmente la neurona y la fibra muscular.
Entre los Capítulos 4 a 11 (segunda parte: NEUROFISIOLOGÍA I) se presenta una visión sucinta de los conocimientos básicos existentes acerca del funcionamiento del
sistema nervioso, desde los mecanismos de la comunicación neuronal, hasta la organización de los sistemas motores. También se presenta un panorama actualizado de las
funciones nerviosas superiores. La tercera parte (Capítulos
12
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
12 a 16; NEUROFISIOLOGÍA II) se destina a la presentación pormenorizada de los distintos sistemas sensoriales
que detectan distintas manifestaciones de la energía como
fuentes imprescindibles de información para el funcionamiento coordinado del individuo en relación con los acontecimientos de su entorno.
La FISIOLOGÍA DE LA SANGRE (cuarta parte) se
explica entre los Capítulos 17 y 23. Por su especial interés
experimental y clínico, se destinan dos Capítulos (21 y 22)
al estudio del sistema inmunitario. El complejo trabajo
regulador del equilibrio hidrosalino que realiza el riñón se
presenta en los Capítulos 24 a 31 (quinta parte: FISIOLOGÍA RENAL). Una vez explicada la anatomía funcional renal y los mecanismos de filtración, absorción y
secreción, se incluye un apartado sobre la fisiopatología de
este órgano excretor.
El sistema cardiovascular tiene una enorme importancia en la Fisiología y la Patología Humanas. En consecuencia, al estudio de la FISIOLOGÍA DEL SISTEMA
CARDIOVASCULAR (sexta parte) se dedica un total de
13 Capítulos (del 32 al 44), comprendiendo desde las propiedades funcionales de la célula cardíaca, pasando por un
detallado estudio del corazón como bomba impulsora de la
sangre, hasta la explicación pormenorizada de las propiedades funcionales de los distintos tipos de vasos sanguíneos, generales y regionales. La FISIOLOGÍA DEL
SISTEMA RESPIRATORIO (séptima parte) se explica
entre los Capítulos 45 a 54, considerándose la mecánica
respiratoria, los procesos de intercambio gaseoso, el transporte por la sangre de los gases respiratorios y la regulación
nerviosa y humoral de la respiración. Por su interés aplicado, se incluye un capítulo sobre la adaptabilidad de la respiración a diversas condiciones especiales.
La FISIOLOGÍA DEL SISTEMA DIGESTIVO y la
NUTRICIÓN (octava parte) se estudian en los Capítulos
55 a 64. Se presentan paso a paso los distintos estadios de
la función digestiva y de los procesos de ingestión, absorción y excreción, así como una visión detallada de los
aspectos más importantes desde un punto de vista médico
de la nutrición en el hombre.
La novena parte (Capítulos 65 a 82) se ocupa de la
FISIOLOGÍA DEL SISTEMA ENDOCRINO. El sistema
endocrino es el otro gran regulador de las funciones corporales y su conocimiento tiene un doble interés fisiológico y clínico. Los tres primeros capítulos se destinan a
explicar una visión pormenorizada de los mecanismos y
características de la acción hormonal. Seguidamente se
introducen una a una todas las glándulas de secreción
interna, con pertinentes comentarios de carácter fisiopatológico o acerca de las técnicas de exploración de la función endocrina.
Por último, los mecanismos de INTEGRACIÓN Y
ADAPTACIÓN DEL ORGANISMO se exponen en la décima parte (Capítulos 83 a 90). Esta sección se centra en la
exposición de diversas funciones que requieren la interven-
ción de muy variados sistemas reguladores de los organismos, como la regulación de la temperatura corporal y de la
ingestión de alimentos y agua, la fisiología de la respuesta
corporal o el papel de los ritmos biológicos en el funcionamiento global de los seres vivos.
Recuerde el lector que el fisiólogo es un corredor de
fondo. Se requiere tiempo, dedicación y paciencia para
tener una visión de conjunto sobre cómo funciona el cuerpo humano. La Fisiología obliga también a un razonamiento sistemático; las respuestas de corte finalista y
antropocéntrico suelen despistar. La explicación o entendimiento correcto de un mecanismo no suele ser inmediata y simplista, sino que necesita estudio y elaboración; eso
sí, una vez comprendido el proceso fisiológico, la explicación correcta tendrá indudablemente cabida en el espacio
de lo razonable. A fin de cuentas, el conocimiento, que es
fruto de nuestros procesos mentales, describe la realidad,
no se la inventa.
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Capítulo
2
Fisiología del músculo
Jesús Muñiz-Murguía y Ana Lilia Peraza-Campos
INTRODUCCIÓN
MÚSCULO ESQUELÉTICO
MÚSCULO LISO
BIBLIOGRAFÍA
13
14
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
INTRODUCCIÓN
Las funciones de movimiento de los seres vivos son
ejecutadas por órganos llamados músculos. Existen dos
tipos generales: el músculo estriado y el músculo liso. A su
vez el primero se clasifica en esquelético y cardiaco (véanse Capítulos 6, 7 y 32).
Los músculos esqueléticos son órganos que pueden
equipararse a motores flexibles y elásticos que se insertan
en palancas rígidas, los huesos, de manera que al contraerse producen el giro de estas palancas a través de las articulaciones, las cuales funcionan como puntos de apoyo. El
conjunto de los tres elementos: músculos, huesos y articulaciones, constituye el aparato locomotor, que está bajo
control de los sistemas nervioso y endocrino.
Los músculos esqueléticos, con base en la velocidad de
acortamiento y la resistencia a la fatiga de las fibras que los
forman, se clasifican en: 1) músculos rápidos y 2) músculos
lentos. Los primeros están formados por un alto porcentaje
de fibras de sacudida rápida, y los segundos mayoritariamente por fibras de sacudida lenta. Existe un tercer tipo de
fibra, llamada tónica, que no posee el mecanismo generador
del potencial de acción, tiene gran resistencia a la fatiga y
capacidad para desarrollar tensión finamente graduada.
Estas fibras están presentes en algunos músculos de mamífero, por ejemplo en los extraoculares.
MÚSCULO ESQUELÉTICO
Estructura
Arquitectura muscular
La arquitectura del músculo esquelético se define
como el arreglo (disposición) de las fibras musculares con
respecto al eje de generación de la fuerza. La arquitectura
muscular incluye: la masa muscular, la longitud de las
fibras y el ángulo de plumación o ángulo de inserción promedio de las fibras superficiales respecto al eje longitudinal del tendón.
La longitud muscular corresponde a la distancia que
hay desde el origen de las fibras más proximales hasta la
inserción de las fibras más distales. La longitud de las
fibras musculares nunca es la misma que la del músculo
completo. Estas mediciones se realizan en músculos fijados en su longitud óptima (L0).
El ángulo de plumación determina en los músculos
dos tipos genéricos de arquitectura: fusiforme y plumada.
En los músculos fusiformes, las fibras se extienden paralelamente al eje de transmisión de la fuerza (por ejemplo el
bíceps braquial). Los músculos plumados tienen sus fibras
insertadas oblicuamente en el tendón. El ángulo entre las
fibras y el eje de transmisión de la fuerza puede ser hasta
de 30°. En el músculo sóleo, por ejemplo, el ángulo de
plumación es de aproximadamente 25°, mientras que en el
vasto medial es de 5°.
El ángulo de plumación corresponde al componente
de la fuerza generada por las fibras musculares que es
transmitida de manera eficaz. La plumación por sí misma
resulta en una pérdida de fuerza muscular, pero permite el
empaquetamiento de las fibras musculares en los músculos, de ahí la importancia en la medición del área de corte
transversal funcional (ACTF).
El ACTF permite comparar la capacidad para el desarrollo de tensión de distintos músculos y representa la
suma de las áreas de corte transversal de las fibras musculares contenidas en un músculo. Se puede calcular usando
la ecuación propuesta por Gans y verificada experimentalmente por Roland Roy y Reggie Edgerton:
ACTF
Masa Muscular 3 cos
longitud Fibra
donde: Masa Muscular es el peso del músculo en gramos
(g), corresponde a la densidad muscular (1.056 g/cm3
para los músculos de mamífero), es el ángulo de plumación y longitud Fibra se mide en centímetros (cm) y puede ser sustituida por la longitud del fascículo. De esta
manera el ACTF queda expresada en cm2.
Consecuencias funcionales de la arquitectura muscular
En los músculos fusiformes la velocidad de acortamiento es mayor que en los plumados debido a que poseen fibras musculares largas. En cambio, los músculos
plumados son capaces de producir mayor fuerza en comparación con los músculos fusiformes al poseer mayor
número de fibras musculares en paralelo, pero tienen
menor rango de movimientos que los músculos fusiformes (Fig. 2.1). Por ejemplo, los músculos cuádriceps
tienen ángulos de plumación de 4.6°, ACTF de aproximadamente 21.7 cm2 y longitud de las fibras de 68 mm.
Esto contrasta con los valores promedio del músculo
bíceps femoral, el cual tiene fibras relativamente largas
(111 mm), ángulo de plumación de 2.0° y ACTF de 1.7
cm2. En términos de generación de fuerza, los músculos
cuádriceps tienen aproximadamente 50% más capacidad
que el bíceps femoral, el cual está diseñado para una
rápida velocidad de acortamiento. Esto sugiere que el
bíceps femoral puede ser susceptible de rasgarse si existe un desequilibrio súbito entre la fuerza ejercida por el
cuádriceps y por el bíceps femoral, como ocurre cuando
se corre velozmente hacia delante.
Los vientres musculares están divididos en compartimientos por una o más bandas fibrosas transversales; por
ejemplo: el sartorio tiene cuatro, el semitendinoso tiene
tres y el bíceps femoral y el grácil tienen dos. Cada compartimiento tiene su propia inervación y, a menudo, fibras
nerviosas individuales inervan a las fibras musculares de
compartimientos adyacentes. La inervación compartimentada permite una distribución eficiente de la excitación, que facilita la sincronía de la activación muscular. Es
probable que los compartimientos permitan una mejor dis-
FISIOLOGÍA
LF
LF
LF
LM
LM
LM
LM
Velocidad
15
DEL MÚSCULO
Fuerza
LF
Velocidad
Fuerza
Fibras cortas, # mayor ACTF
Fibras largas, # menor ACTF
Fuerza muscular, # N
200
150
100
50
0
0
A
50
100
150
Longitud muscular, # mm
200
0
B
50
100
150
200
Velocidad muscular, # mm s-1
Longitud
de la fibra
Longitud muscular
Longitud muscular
Área de corte
transversal
Figura 2.1. Propiedades de la arquitectura muscular en el miembro inferior. En el panel superior se muestran músculos con diferente
arquitectura y sus atributos en cuanto a fuerza y velocidad. Los músculos con fibras cortas desarrollan más fuerza en comparación con
los músculos de fibras largas pues poseen mayor área de corte transversal funcional (ACTF). En cambio, estos últimos desarrollan mayores velocidades de contracción debido a sus largas fibras musculares. En la parte inferior se muestran dos músculos hipotéticos de la
misma longitud y misma cantidad de tejido muscular. Las curvas fuerza-longitud (A) muestran que el músculo fusiforme tiene un rango de trabajo mayor y una menor generación de fuerza máxima comparada con el plumado. Esto es debido a que un cambio dado
en la longitud muscular (LM) se distribuye entre más sarcómeros en los músculos fusiformes. La mayor generación de fuerza de los
músculos plumados se debe a su mayor ACTF. La curva fuerza-velocidad (B) muestra que el músculo fusiforme desarrolla alta velocidad contráctil pero menor generación de fuerza máxima. (Modificado a partir de: McArdle, et al., 1996.)
16
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
tribución entre las fibras musculares de factores neurotróficos producidos por las motoneuronas.
Estructura microscópica del músculo esquelético
Las técnicas de microscopía electrónica, cristalografía
de rayos X, tinción histoquímica y difracción con láser de
helio-neón han revelado que existe un acople mecánico y
funcional desde el nivel molecular hasta el músculo completo.
Membrana celular
La membrana celular de las fibras musculares se
caracteriza por sus frecuentes pliegues. En la zona de inervación denominada placa motora terminal, estos pliegues
son permanentes en comparación con el resto de la superficie de la fibra. También existen numerosas pequeñas
invaginaciones de membrana, las caveolae, que están
conectadas con la superficie de la membrana por cuellos
estrechos; su función es incierta, aunque se cree que pueden actuar como reserva de membrana durante el estiramiento de la fibra.
Sarcolema
El citoplasma de la fibra muscular o sarcoplasma contiene enzimas, lípidos y partículas de glucógeno, y aloja a
los núcleos (aproximadamente 250 por milímetro de longitud de la fibra), las mitocondrias, las miofibrillas, los sistemas tubulares y otros orgánulos especializados.
Las miofibrillas son las estructuras más abundantes
dentro de la fibra muscular, y son responsables de la contracción y la relajación. Se orientan paralelamente a lo largo de la fibra y están compuestas por tres tipos de
filamentos proteicos: los delgados (principalmente formados por actina), los gruesos (principalmente formados por
miosina) y los conectores (de titina). La distribución de
estos filamentos da lugar a las estriaciones alternantes claras y oscuras observadas a través del microscopio de luz en
cortes longitudinales de músculo estriado (Fig. 2.2). Cada
miofibrilla mide de 1 a 2 m de diámetro. Entre las miofibrillas se localizan las mitocondrias y los sistemas tubulares: retículo sarcoplásmico y túbulos transversos
(túbulos T).
Las bandas claras son las bandas I (Isotrópicas) y las
bandas oscuras, por su elevado índice de refracción, son
las bandas A (Anisotrópicas). La banda I es la región de la
fibra donde sólo los filamentos delgados y parte de los filamentos conectores están presentes; la banda A corresponde a la posición de los filamentos gruesos y las otras partes
de los filamentos conectores y delgados (Fig. 2.2). Una
línea densa corre por toda la mitad de las bandas I; ésta es
la línea Z o disco Z (Zwischen = entre). En la parte central
de la banda A se localiza la banda H (Hellerscheibe = clara), una región de baja densidad óptica resultado de la
ausencia de filamentos de actina. En la mitad de la zona H
existe una región oscura, llamada región M (Mittellinie =
línea media), que marca el centro del sarcómero. La región
M está formada por estructuras proteicas filamentosas que
conectan a los filamentos de miosina, mantienen su arreglo y dan un espaciamiento regular entre ellos. Existen
otras líneas transversales menos visibles llamadas N
(Nebenscheibe: adyacente, y scheibe: sección), las cuales
podrían estar relacionadas con la proteína troponina.
La porción de una miofibrilla comprendida entre dos
líneas Z sucesivas es denominada sarcómero (Fig. 2.2),
que en una fibra relajada tiene una longitud de 2.2-2.5 m.
El sarcómero es la unidad funcional de la fibra muscular,
en él los filamentos delgados de actina y los gruesos de
miosina se interdigitan. Un filamento grueso de miosina
(150 Å de diámetro y 1.5 m de largo) está rodeado por
seis filamentos delgados, cada uno de 50 Å de diámetro y
1 m de longitud (Fig. 2.2). Así, en una fibra muscular de
50 m de diámetro existen alrededor de 8000 miofibrillas
con 16.2 109 filamentos gruesos y 64.8 109 filamentos delgados. Los sarcómeros están envueltos por una red
de filamentos extrasarcoméricos con uniones en los discos
Z que se ligan con el citoesqueleto y forman una superestructura llamada costámero que mantiene las estructuras
intracelulares en su lugar (Fig. 2.3). El costámero refuerza
el plasmalema por su cara interna para impedir su ruptura
durante la contracción y la relajación. Los microfilamentos de actina, espectrina y distrofina son especialmente
importantes en este papel.
La desmina, la vimentina y la sinemina forman filamentos intermedios que rodean a los discos Z, y también
los unen con los discos adyacentes manteniéndolos alineados en el eje transversal; esto produce el arreglo ordenado
de todas las miofibrillas dentro de cada fibra muscular. Por
medio de proteínas de unión del plasmalema, los discos Z
están finalmente conectados a la membrana basal y al
endomisio para que la alineación se propague a las fibras
vecinas y se establezca un acople mecánico entre las todas
las fibras de cada fascículo muscular.
Sistemas tubulares: retículo sarcoplásmico (RS)
y túbulos transversos (túbulos T)
La Figura 1.4 representa los sistemas tubulares de la
fibra muscular. Inmersa en el sarcoplasma existe una
extensa red de túbulos interconectados conocida como RS
que circunda a las miofibrillas y corre a lo largo de la fibra
muscular. En el RS se distinguen dos regiones: los túbulos
longitudinales y las vesículas o cisternas terminales. La
función del RS es almacenar y liberar Ca++. La contracción muscular se produce cuando se libera el calcio desde
las cisternas terminales hacia el citosol.
Los túbulos T forman la red que se localiza perpendicularmente al eje longitudinal de la fibra muscular y
rodea a las miofibrillas con intervalos regulares. En las
fibras musculares de mamífero, entre ellas las del ser
humano, por cada sarcómero existen dos zonas de túbulos
FISIOLOGÍA
17
DEL MÚSCULO
Figura 2.2. Organización de los componentes musculares. Las estriaciones del
músculo esquelético se deben a las bandas A y a las bandas I. Las bandas I están
divididas en dos mitades iguales por la línea Z y cada banda A tiene una zona
clara, la zona H. El centro de cada zona H es la región oscura M. La unidad
contráctil básica de la fibra muscular esquelética es el sarcómero, que contiene un conjunto altamente ordenado de miofilamentos (gruesos, delgados y
conectores) y está limitada por dos líneas Z. Las invaginaciones tubulares,
(túbulos T) de la membrana de la fibra muscular penetran profundamente dentro del sarcoplasma y rodean a las miofibrillas a nivel de la unión de la banda
A con la banda I, esos túbulos se asocian con las cisternas terminales dilatadas
del retículo sarcoplásmico, formando tríadas. En el recuadro aparece un sarcómero que muestra el arreglo de los miofilamentos gruesos y delgados. En la parte inferior (izquierda) se observa el detalle de la composición de los filamentos,
a la derecha se presenta en un corte transversal la distribución de
los miofilamentos en diferentes niveles sarcoméricos.
(Modificado a partir de: Gartner y Hiatt, 1994.)
Médula espinal
Una fibra muscular
Motoneurona
Túbulo transverso (T)
Fascículo
Sarcolema
Retículo
sarcoplásmico
Mitocondria
Miofibrilla
Banda A
Línea Z
Banda H
Banda I
Una miofibrilla
SARCÓMERO
Disco Z
Banda A
Región
M
MIOFILAMENTOS
Nebulina
Troponina
Banda H
Actina
Tropomiosina
Miosina
Titina
18
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
Plasmalema
Miofibrillas
Líneas Z
Filamentos intermedios
(desmina, vimetina, sinemina)
Disco Z
Filamentos del citoesqueleto
(actina, distrofina, espectrina)
transversos, localizadas en los límites entre las bandas A y
las bandas I. En fibras de músculo cardiaco y en las fibras
musculares esqueléticas de rana, existe un túbulo T por
cada sarcómero, situado al nivel de la línea Z. Los túbulos
T rodean las miofibrillas y, por lo tanto, interrumpen el
RS. En esas zonas, a ambos lados del túbulo T, el RS se
dilata para formar las cisternas terminales; al conjunto de
estos tres elementos se le conoce como tríada. Las cisternas vecinas están conectadas entre sí por medio de extensiones laterales. La microscopía electrónica reveló que las
membranas de los túbulos T y de las cisternas son estructuras independientes.
Los túbulos T están abiertos al espacio extracelular y
propagan el potencial de acción desde la membrana celular superficial de la fibra hacia las regiones centrales de la
célula. Su interacción con el RS provoca la liberación de
Ca++ que difunde una corta distancia para “activar” los
filamentos contráctiles. Cuando la excitación eléctrica
cesa, los iones de Ca++ son recaptados por el RS por medio
de bombas ATPasa para calcio y el músculo se relaja.
Proteínas del sarcómero
Las proteínas actina y miosina constituyen 85% de los
miofilamentos. Se han identificado otras proteínas que tienen una función estructural o que pueden afectar a la interacción de los filamentos contráctiles. Las cantidades
relativas de estas proteínas difieren dependiendo de la técnica utilizada para su aislamiento. Los valores reportados
más frecuentemente son: titina, 10%; nebulina, 5%; tropo-
Figura 2.3. Esquema de la fijación de las líneas Z por medio de
los filamentos intermedios, los últimos se unen también a elementos del citoesqueleto por debajo del plasmalema. (Basado
en: McComas, A.J., 1996.)
miosina, 5%; troponina, 3%; -actinina 7%; proteína M,
menos del 1%; proteína C, menos de 1%.
Proteínas del filamento grueso
Las moléculas de miosina son estructuras de aproximadamente 150 nm de largo y 2 nm de grueso; cada molécula posee dos cabezas globulares y una cola. Existen
diversas isoformas de miosina asociadas a funciones específicas del tejido muscular. Todos los tipos de miosina que
se han estudiado tienen una masa molecular relativa (Mr)
de alrededor de 520 kD y están compuestos por seis subunidades: dos cadenas pesadas (cada una con Mr de 220 kD)
y dos pares de cadenas ligeras, con Mr que van de 16 kD a
25 kD (Fig. 2.5). Las cadenas ligeras se clasifican en dos
clases químicas: las cadenas ligeras alcalinas esenciales
(LC1 y LC3) y la cadena ligera reguladora (LC2). Dependiendo del tipo de músculo del que se trate, ya sea cardiaco, esquelético, embrionario o liso, varía la proporción de
las cadenas ligeras LC1 y LC3 en la miosina.
Propiedades generales de las cadenas ligeras: a) fijan
Ca++ con alta afinidad; b) cuando son fosforiladas (LC2)
por la cinasa de la cadena ligera de miosina (MLCK, myosin light chain kinase) cambia la conformación de las
cabezas de la miosina, aumenta el número de cabezas cercanas a la actina y se potencia la interacción actina-miosina cuando los niveles de Ca++ son bajos; c) regulan la
actividad de la miosina ATPasa; y d) participan en la regulación del ensamblaje de la miosina para formar los filamentos gruesos.
FISIOLOGÍA
19
DEL MÚSCULO
Línea Z
Banda I
Zona H
Banda A
Sarcómero
Hendidura
Sarcolema
Túbulo
Mitocondria
Banda I
Línea Z
Glucógeno
Túbulo T
Vesícula de
retículo
sarcoplásmico
Lámina basal
Tríada
Fibras de
colágeno
Figura 2.4. Vista tridimensional del retículo sarcoplásmico y del sistema de túbulos transversos (túbulos T), dentro de una fibra muscular.
(Basado en Peachey (1965) y McArdle, et al., 1996.)
La cola de la miosina está formada por dos hélices
que se enrollan una alrededor de la otra con giro a la
izquierda. Alrededor de 400 moléculas de miosina forman
un filamento grueso. La agregación ocurre por afinidad
electrostática e interacciones hidrofóbicas de las colas, tal
y como se ha demostrado in vitro. Las miosinas se unen
escalonadamente cada 14.3 nm (alrededor de 10% de su
longitud). En la región central del sarcómero, las colas de
las miosinas se unen a las proteínas de la línea M y quedan
las cabezas del hemi-sarcómero en direcciones opuestas.
El número de miosinas en un filamento es notablemente constante. Actualmente se propone que tres subfilamentos de miosina se enredan uno alrededor del otro, de manera
que las cabezas apuntan hacia el exterior del filamento
como puentes cruzados que se repiten cada 14.3 nm. Entre
dos puentes cruzados sucesivos existe una rotación de 60°,
y cada 43 nm se observan con la misma orientación (Fig.
2.5). Las cabezas de la miosina que forman los puentes cruzados miden entre 13 y 20 nm de largo, longitud suficiente
para cubrir la distancia hasta el filamento delgado.
En cada mitad de un filamento grueso se han podido
localizar mediante inmunoquímica siete bandas de proteína C (clamp protein). La proteína C tiene forma de “V” de
20 nm de longitud y Mr de 150 kD. Se ha propuesto que
tres “V” forman un anillo que rodea al filamento grueso y
actúan como una pinza molecular. Esta proteína, y las proteínas H y X detectadas en la banda A, tienen funciones
desconocidas, aunque es posible que actúen como reguladoras de la longitud de los filamentos.
En la región M se localizan los filamentos M, de aproximadamente 5 nm de diámetro, que corren paralelos a los
filamentos de miosina y parecen estar conectados con
ellos. Cada filamento M se conecta con seis filamentos
gruesos de miosina en un patrón hexagonal. Estudios con
anticuerpos marcados han identificado la presencia en esta
región de la creatina cinasa. Esta enzima reabastece las
reservas de ATP utilizadas por la actividad contráctil utilizando creatina fosfato como sustrato.
Filamento conector
La titina es una molécula elástica, semejante a un
resorte (Fig. 2.2); seis a doce moléculas de titina forman
los filamentos conectores que unen los filamentos gruesos
al disco Z. Los filamentos conectores miden unos 5 nm de
diámetro y se extienden desde la región M hasta los discos
20
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
A
NH3+
Cadenas pesadas
CLE
CLR
165 Å
-OOC
20 Å
50
NH3+
Å
6
-OOC
950 Å
LMM
HMM
B
60°
14.3 nm
43 nm
Figura 2.5. La molécula de miosina. A) La cola en forma de varilla está formada por dos hélices enrolladas y una porción globular
(cabezas), formando las cadenas pesadas. Cada cabeza tiene asociadas dos cadenas ligeras, la cadena ligera reguladora (CLR) y la
cadena ligera esencial (CLE). (Tomado de Voet y Voet, 1995.) B) Las moléculas de miosina se unen escalonadamente cada 14.3 nm.
Las cabezas se distribuyen de forma helicoidal en la superficie del filamento grueso. Entre dos puentes cruzados sucesivos existe una
rotación de 60° y cada 43 nm se presentan con la misma orientación.
Z. Por su estructura y posición, se piensa que cada par de
filamentos de titina (uno en cada hemisarcómero) funciona como estabilizador longitudinal de los filamentos de
miosina, para mantenerlos en el centro del sarcómero
durante la contracción y la relajación musculares. Además,
se postula que estos filamentos previenen la sobreexten-
sión del sarcómero. La porción de los filamentos localizada en la banda I contribuye en gran parte a la elasticidad
de las fibras musculares cuando éstas son estiradas, ya sea
pasivamente por fuerzas externas, o activamente por el
desigual acortamiento de los sarcómeros durante la contracción.
FISIOLOGÍA
Proteínas del filamento delgado
Los filamentos delgados del sarcómero están formados por actina, troponina y tropomiosina (Fig. 2.6). Se ha
propuesto que la nebulina (Mr de 0.5 MDa) también forma
parte de la estructura de los filamentos delgados e incluso
que es el andamiaje para su polimerización.
La principal proteína del filamento delgado es la actina (Mr 42 kD). Con el microscopio electrónico, un filamento delgado se ve como un hilo de aproximadamente
1 m de largo y 8 nm de diámetro. El filamento contiene
entre 300 y 400 moléculas de actina G (Globular) monomérica y se forma por un proceso de polimerización que
requiere la presencia de un nucleótido hidrolizable (ya sea
ADP o ATP) por monómero. La estructura primaria del
filamento se ha conservado notablemente a través de la
evolución, lo que sugiere que variaciones leves podrían
interferir con una o más de las funciones de esta proteína.
La transformación reversible de actina G a actina F (Filamentosa, polimerizada) es regulada por una lista siempre
creciente de proteínas de unión, agrupamiento, entrecruzamiento y encasquetamiento de la actina.
Los filamentos delgados están anclados en la línea Z.
El filamento delgado consta de dos cadenas de actina enrolladas entre sí para formar una doble hélice (Figs. 2.2 y
2.6). Una vuelta completa de doble hélice de actina ocurre
cada 76 nm, el doble del espacio entre los puentes cruzados de la miosina. Los monómeros tienen forma de campana, de modo que los filamentos tienen una polaridad, lo
cual crea extremos puntiagudos. La polaridad de los filamentos de actina es opuesta en los hemisarcómeros de un
mismo sarcómero, característica esencial para el mecanismo del filamento deslizante (véase más adelante).
En el surco existente entre las dos cadenas de la hélice
de la actina F se encuentra una larga proteína en forma de
varilla, la tropomiosina, un dímero (cada monómero con Mr
21
DEL MÚSCULO
de 35 kD) que interactúa con siete monómeros de actina. La
tropomiosina tiene una estructura de hélices enrolladas
semejante a la porción de varilla de la miosina. En el extremo de cada molécula de tropomiosina hay una molécula de
troponina formada por tres subunidades (Fig. 2.6): la troponina T (TnT), que une a la troponina con la tropomiosina; la
troponina I (TnI), que inhibe la interacción entre la actina y
la miosina; y la troponina C (TnC), que fija calcio durante
la activación contráctil y elimina la inhibición de la TnI.
Mecanismos de la contracción muscular
La contracción consiste en el acortamiento muscular
que acerca entre sí el origen y la inserción correspondientes a cada músculo. Este acortamiento es consecuencia de
la disminución en la longitud sarcomérica. Se han presentado varias teorías para explicar la contracción muscular
que a continuación se describen.
Teoría de los filamentos deslizantes
Durante la contracción o el estiramiento de las fibras
musculares la anchura de la banda A permanece constante, mientras que la anchura de la banda I disminuye en la
contracción y aumenta en el estiramiento. La explicación
para estas observaciones es un movimiento deslizante de
los filamentos delgados sobre los filamentos gruesos,
según propusieron A. F. Huxley y Niedergerke (1954) y H.
E. Huxley y Hanson (1954).
Una vez establecida la teoría de los filamentos deslizantes se plantea la pregunta de cuál es el mecanismo que
impulsa dicho deslizamiento. La clave central fue la observación de los puentes cruzados que se proyectan desde el
filamento grueso hacia el filamento delgado, que dio la pauta para plantear la teoría de la acción del puente cruzado.
Tn I
Tn C
Tn T
Tropomiosina
Nebulina
Actina
Figura 2.6. Organización del filamento delgado del sarcómero del músculo esquelético. El filamento delgado consta de dos cadenas
de monómeros de actina unidos extremo con extremo, enrollados uno alrededor del otro para formar una doble hélice. En el surco
entre las dos cadenas de la hélice de actina, se encuentra la tropomiosina, que interactúa con siete monómeros de actina. En el extremo de la molécula de tropomiosina hay una molécula de tres subunidades, la troponina. En este modelo, la nebulina une a la tropomiosina y al complejo de troponina que consiste a su vez de la TnT, TnI y la TnC. (Basado en: Wang, et al., 1996.)
22
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
Mecanismo de acción de los puentes cruzados
La teoría de los puentes cruzados implica la unión
intermitente de la actina de los filamentos delgados con los
puentes cruzados de la miosina del filamento grueso. En
condiciones estructurales naturales del sarcómero en reposo la interacción actina-miosina está inhibida por la interposición de la TnI y los puentes cruzados tienen ligado
Mg-ATP (ATP). En estas condiciones el ATP se encuentra
en estadios intermedios de hidrólisis y no hay desarrollo
de tensión. La unión de Ca++ a la TnC permite la interacción de la actina con la miosina. El modelo propuesto por
Rayment y cols. (1993) para explicar la acción del puente
cruzado considera como primera etapa la formación del
complejo de rigor, formado por la fuerte unión de la actina con la miosina en ausencia de ATP (Fig. 2.7A). Luego,
una molécula de ATP entra parcialmente en el bolsillo del
segmento 50 kD de la cabeza de miosina. Esta entrada
incompleta es insuficiente para abrir la estrecha hendidura
entre los dominios superior e inferior del segmento 50 kD,
pero es suficiente para debilitar su unión con la actina (Fig.
2.7B). El resto de la molécula de ATP es encerrada en el
bolsillo, y esto causa que se despegue el segmento 50 kD
de la actina y se aleje 5 nm del filamento delgado (Fig.
2.7C). El ATP es entonces hidrolizado, pero los productos
ADP y Pi permanecen dentro de la cabeza de miosina para
formar un complejo intermedio. Posteriormente, el segmento 50 kD se vuelve a unir a la actina a 5 nm del sitio
anterior. La nueva unión se hace inicialmente en el dominio inferior del segmento 50 kD y es débil, pero se vuelve
fuerte cuando el dominio superior participa. La nueva
unión permite el cierre de la hendidura entre los dominios
superior e inferior, y esto provoca la expulsión del Pi del
bolsillo. A su vez, la pérdida de Pi ocasiona que se abra el
bolsillo y se libere el ADP. En este momento, la parte inferior de la cabeza de miosina se dobla (Fig. 2.7E); éste es el
impulso motor durante el cual se produce la fuerza y el
filamento de actina es movido 5 nm hacia el centro del sarcómero. Las moléculas de actina y miosina permanecen
unidas hasta que otra molécula de ATP entra en el bolsillo
y el ciclo de los puentes cruzados se repite. Las cadenas
ligeras probablemente modifican la velocidad del movimiento en cada impulso motor.
Si el calcio continúa elevado, en presencia de ATP, se
repite el ciclo de hidrólisis. Así los puentes cruzados actúan cíclicamente jalando (atrayendo) a los filamentos de
actina. No todos los puentes cruzados actúan de manera
sincrónica. De ser así, observaríamos un músculo acortándose en etapas; por el contrario, sus acciones asincrónicas
independientes dan lugar a un movimiento continuo.
Durante la actividad contráctil en una fibra muscular, en
un momento dado sólo cerca de 50% de los puentes cruzados están actuando sobre los filamentos de actina para
formar el complejo actomiosina, y los otros puentes cruzados están en otra posición de su ciclo.
Un ciclo completo de puentes cruzados dura aproximadamente 50 ms; en este tiempo, la cabeza de miosina se
une al filamento de actina por sólo 2 ms y, por lo tanto, el
Actina
+ATP
A
ATP
(B)
Puente
cruzado
Sitio activo para el cierre
de la hendidura
(A)
Hidrólisis
(C)
A
Liberación
de ADP
(D)
Liberación
de Pi
A
Inicio
del
impulso
motor
(E)
Intermedio temporal
Figura 2.7. Esquema hipotético del ciclo de puentes cruzados
propuesto por Rayment et al. (1993); la estructura en negro es
el puente cruzado. Véase descripción en el texto.
impulso motor es un proceso breve. En experimentos
extraordinariamente minuciosos, en los cuales se permitió
interactuar a moléculas de miosina individuales con filamentos de actina, los movimientos de los filamentos delgados, medidos sin carga, promediaron 11 nm por cada
ciclo. Una sola cabeza de miosina genera una fuerza de 3
a 4 pN. Los filamentos pueden deslizarse uno sobre otro a
una velocidad de 15 m/s.
Mecanismo de la transición de fase
También se ha planteado como un posible mecanismo
para explicar la contracción muscular la transición de una
estructura helicoidal ordenada, en cierta región inestable
de la molécula de miosina, a una estructura en espiral desordenada (random coil) que acorta el filamento grueso
(Pollack, 1990). Cuando los puentes cruzados están unidos
a la actina de los filamentos delgados, estos son jalados
(arrastrados) en dirección de la línea M (Fig. 2.8).
Mecanismo electromagnético de la
contracción muscular
Otra teoría para explicar el impulso motor es la de
repulsión electromagnética entre los filamentos gruesos y
FISIOLOGÍA
DEL MÚSCULO
23
A
B
Ca++
Figura 2.8. Teoría de la transición de fase. Las moléculas de miosina cambian su estructura helicoidal (A) por una estructura espiral
desordenada que acorta el filamento grueso (B), como los puentes cruzados están unidos a los filamentos delgados, estos son arrastrados hacia el centro del sarcómero.
delgados. La repulsión se produce por la generación de
centros de carga similares entre la miosina y la actina. En
estado de reposo las concentraciones intracelulares de calcio son muy bajas (aproximadamente 10-8 M) y existe suficiente Mg-ATP unido a los puentes cruzados, condición
que provoca que los filamentos de actina y miosina exhiban hacia el entorno carga superficial negativa, y se mantengan separados. La unión de calcio en la TnC, colocada
enfrente del puente cruzado, genera un centro de carga
positiva que promueve el acercamiento de la miosina a la
actina acelerando la hidrólisis del Mg-ATP. La liberación
de los productos de la hidrólisis genera un centro de carga
positivo en la cabeza de miosina. Al coincidir temporal y
espacialmente estas cargas se repelen entre sí. La repulsión
entre los dos centros de carga por la negatividad de las
zonas vecinas, las restricciones geométricas y los vectores
de fuerza originados en los filamentos conectores, y la
inercia de los discos Z dan por resultado un vector que desliza a los filamentos delgados en dirección a la región M
(Fig. 2.9). Este mecanismo no descarta la posibilidad de
los cambios conformacionales sugeridos en la teoría del
puente cruzado, que incluso podrían asociarse a los efectos repulsivos de las cargas.
En síntesis, el acortamiento se explica, de acuerdo con
la primera y la tercera teorías, por el deslizamiento de los
filamentos entre sí debido a la acción del puente cruzado
sobre los filamentos de actina, ya sea por tracción mecánica asociada a cambio conformacional del puente o por
repulsión electromagnética, manteniéndose constante el
tamaño de los filamentos. En la segunda teoría el acortamiento ocurre por una disminución de la longitud, al
menos de los filamentos gruesos, sin que se requiera del
deslizamiento de los filamentos entre sí.
En cualquiera de los modelos, además de las estructuras proteicas se requiere la presencia de Mg-ATP y Ca++ en
concentraciones apropiadas. En la fibra muscular intacta e
integrada en un músculo, el ATP proviene principalmente
de la mitocondria, mientras que el Ca++ es liberado desde
el RS por efecto de la excitación del sarcolema.
Propiedades mecánicas activas del músculo
esquelético completo
Con base en las hipótesis de los filamentos deslizantes y de los puentes cruzados como generadores de fuerza
independientes, la fuerza desarrollada en una contracción
muscular depende del número de interacciones simultáneas entre los puentes cruzados y los filamentos de actina.
Experimentalmente, el número de interacciones de
puentes cruzados-actina se puede variar por el estiramiento de la fibra muscular y así alterar la extensión de
superposición entre los filamentos gruesos y delgados.
Los resultados son consistentes con la hipótesis de los
filamentos deslizantes, según la cual, sobre ciertos rangos, la tensión desarrollada al aplicar estímulos apropiados para su activación es proporcional al grado de
superposición y, por lo tanto, al número de puentes cruzados activos. Si se acorta el sarcómero, de manera que
los filamentos delgados opuestos se superpongan a nivel
de la línea M, la tensión isométrica declina, probablemente porque los filamentos interfieren con el mecanismo de los puentes cruzados (Fig. 2.10). Si la fibra
muscular se estira más de 3.65 m, los filamentos delgados y gruesos se desinterdigitan y no se desarrolla tensión. El pico de tensión se obtiene con una longitud
sarcomérica entre 2.0 y 2.2 m; con esta longitud existe
la máxima interacción entre los puentes cruzados y la
actina. Es interesante señalar que la diferencia de 0.2 m
en esta parte de la curva es precisamente el ancho de la
región M carente de puentes cruzados.
24
FISIOLOGÍA
GENERAL Y CELULAR
Inactivado
Activado
D
Miosina
F
G
H
Ca++
ADP Pi -Mg2+
I
Pi 2-
ATP 4-
ADP-Mg 2+
Ca++
ADP-Mg 2+
E
ADP Pi -Mg2+
ATP 4-
Actina
ATP 4-
C
ATP 4-
B
A
ADP-Mg 2+
Figura 2.9. Teoría de la repulsión electrostática. Se representa el ciclo del ATP-Mg++ y la activación por Ca++. En (A) se representa el
estado hipotético de ausencia de ATP-Mg++ y Ca++ en el cual las cargas netas de superficie mantienen unido el puente cruzado (rectángulo) a la actina (círculos), estado de rigor. En presencia de concentraciones normales de ATP y bajo calcio, la carga neta de la
superficie de ambos filamentos es similar y se encuentran separados (B - C). La hidrólisis incompleta del ATP, previa al incremento de
Ca++ se representa en (D). La unión de Ca++ (E) favorece la proximidad del puente cruzado completándose la hidrólisis del ATP con la
liberación de Pi2- y cambio de la carga del puente, la hidrólisis del ATP genera el centro positivo en los puentes cruzados del filamento
grueso generando una repulsión que desliza al filamento delgado en dirección de la línea M (F-G). La entrada de una nueva molécula de ATP-Mg++ y la recaptura de Ca++ por el RS, regresa a las condiciones de separación de las proteínas (H-I). La unión del Ca++ en
las proteínas del filamento delgado genera centros de carga positivos espaciados 43 nm a lo largo del eje longitudinal. Esta distancia
coincide con la separación entre dos puentes cruzados con la misma orientación. Los esquemas muestran la constancia en la longitud de los filamentos y la posible participación de los filamentos conectores como resortes (Muñiz et al., 1996).
En el caso de los músculos esqueléticos, dado los
pequeños rangos de movimiento articular, es dudoso que
ocurra un alargamiento que provoque desinterdigitación.
Sin embargo, en músculos enfermos sería más probable,
puesto que el reemplazo parcial de las fibras musculares
por tejido fibroso, relativamente inelástico, bien podría
permitir a los segmentos de fibras sobrevivientes estirarse
excesivamente.
Regulación de la contracción muscular
Acople excitaci