Jacobo I de Inglaterra
Hacia 1605. Óleo sobre lienzo, 196 x 120 cmNo expuesto
El retrato de corte es uno de los géneros con mayor difusión entre las monarquías europeas, convirtiéndose en un objeto de intercambio diplomático. Este género impuso un modelo de representación que se homogeneizó a partir del siglo XVI, con personajes estáticos que mostraban a la realeza con una idea de eternidad. Poco a poco los retratos irán ganando en naturalismo y caracterización íntima de los efigiados, pero sin renunciar completamente al hieratismo tradicional. El modelo flamenco y posteriormente el italiano se convirtieron en modelo a seguir por los artistas.
En este caso el retrato muestra a Jacobo I, hijo de María Estuardo, reina de Escocia, y de lord Darnley, nacido en 1566 y que alcanzó el trono de Edimburgo al año siguiente. En 1603, tras la muerte de Isabel I, fue proclamado rey de Inglaterra, y esta obra lo representa como tal. A diferencia de su antecesora, trató de reconciliarse con España terminando con los enfrentamientos entre ambas potencias. La mano izquierda sobre el puño de la espada resalta su condición de cabeza militar del reino, chocando con el carácter pacífico de su política. Ese carácter parece reflejarse con la ligereza con la que sostiene el arma frente a la firmeza con la que generalmente la sujetan otros monarcas más bélicos o capitanes y generales.
El rey aparece de cuerpo entero en una estancia ricamente decorada con un sillón con cojines sobre los que descansa el su sombrero decorado con una joya. La Royal Collection Trust la ha identificado como "El espejo de Gran Bretaña", una de las más importantes de la colección de este rey, diseñada para conmemorar la unión de los dos reinos bajo su mandato. Sus vestimentas siguen la moda europea del momento, con un jubón plateado con mangas decoradas con pedrería y una cuera, una especie de chaleco que proviene de la indumentaria militar, cosido con perlas. Sobre los hombros lleva un bohemio, una capa sin capucha con los bordes delanteros vueltos forrados con una rica tela. Bajo el calzón las medias y las calzas blancas resaltan la liga de su pierna en la que se lee parte de la frase "hon i soit qui mal y pensé" (maldito sea quien piense mal). Ésta junto con la medalla de San Jorge que cuelga de su pecho son símbolos ceremoniales de la Orden de la Jarretera, de gran relevancia para la monarquía inglesa, pues tenían un significado de gran contundencia política.
El exceso de detalle en las telas está en consonancia con el gusto por la representación precisa de las superficies propia de la pintura flamenca. Es evidente la filiación con esa escuela, pese a las dudas que existen sobre su autoría. Allende Salazar lo consideró de mano de Paul van Somer (c.1576-1621) Sin embargo la edad que representa el monarca, mucho más joven que en los años de principal actividad de este artista en la corte inglesa, ha descartado su participación. También guarda relación con la obra de Marcs Gheeraerts II (1561-1635/1636), quien desarrolló casi toda su carrera en Londres. Según una nota sin firma de 1922 procedente de la National Portrait Gallery, el cuadro del Prado es obra de este autor. Efectivamente el hieratismo y la solemnidad coinciden con otras obras suyas conocidas, pero también con el ambiente general del retrato de corte de época isabelina y jacobina.
Otras voces han reclamado la autoría de su cuñado John de Critz, también de origen flamenco y formado en Londres desde su infancia con el pintor Lucas de Heere (c.1534-1584). Se tiene constancia documental de pagos de Critz por algunos retratos de Jacobo, de su esposa Ana de Dinamarca y del príncipe de Gales. Los conservados en la Hatfield House o en el Maritime Museum de Greenwich son considerados de este artista o de su círculo. El retrato custodiado en Losely Park, y atribuído a Critz, guarda una gran similitud con la obra del Prado. Es evidente que se trata de dos obras realizadas por un mismo autor que repiten una fórmula común, por lo que la obra del Museo del Prado bien podría ser de este artista. Más allá de la atribución, el cuadro ilustra el impacto de los retratistas flamencos activos en la Corte inglesa, que tendrá su eclosión con Daniel Mitjens (c.1590-c.1647) y, sobre todo, con Antón van Dyck (1599-1641).
En cuanto a su procedencia en 1636 aparece, en la pieza quinta del pasadizo sobre el Consejo de órdenes del Alcázar, "un retrato del rey de Inglaterra, al natural, con una silla a la mano izquierda, en que están dos almohadones y un sombrero, zapatos bordados de perlas". Posteriormente en 1686 aparece de nuevo en el Alcázar, por lo que es posible que llegara a España como regalo diplomático proveniente de la corte inglesa. Sin embargo posteriormente ingresa en el Prado procedente del museo de la Trinidad por lo que podría haberse desvinculado de la colección real en algún momento posterior a su recepción o bien tratarse de dos obras diferentes.
Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, enero 2015).