Isabel I de Rusia

Nacida como una de las hijas de Pedro el Grande y Catalina I, Isabel era una niña hermosa, inteligente y elegante. Como una de las dos únicas hijas de sus padres, que sobrevivieron a la edad adulta, fue muy querida por ellos y se le proporcionó una educación amorosa. A pesar de no recibir una educación formal adecuada, hablaba fluídamente el italiano, alemán y francés, y era una  talentosa bailarina y hábil jinete. A la muerte de su padre, su prima Anna ascendió al trono en 1730. Durante este tiempo, Isabel comenzó a vivir una vida de opulencia. Llegó a ser muy activa en el ámbito social y comenzó a tener varios amantes de diversas clases sociales. Su estilo de vida causaba vergüenza a su prima que intentó desterrarla en un convento de monjas. 

La Emperatriz Anna cayó muy enferma en 1740. Isabel había ganado mucho apoyo de la población y se esperaba que sucediera a su prima. Sin embargo, Anna nombró a su pequeño sobrino-nieto, Iván VI, como su heredero y a su madre Anna Leopóldovna, como regente.  

La Emperatriz Ana murió el 28 de octubre de 1740. En ese momento el gobierno ruso era muy corrupto y la regencia de Ana Leopoldovna fue marcada por altos impuestos y problemas económicos.  

Isabel solicitó la ayuda del Regimiento Preobrazhensky y organizó un golpe de Estado donde fueron arrestados el emperador infante y su madre. A pesar de haber sido un golpe audaz, se llevó a cabo sin derramamiento de sangre. Isabel se coronó a sí misma emperatriz, el 25 de abril de 1742.  

Cuando llegó al poder, el gobierno ruso estaba bajo la dominación de asesores alemanes. Ella exilió a varios de los consejeros incluyendo Heinrich Ostermann, Burkhard von Münnich y Carl Gustav Lowenwolde que eran impopulares entre las masas.  

A pesar de que Isabel tenía poco conocimiento o experiencia en los asuntos de Estado y de gobierno en el momento de tomar el trono, se demostró a sí misma como una emperatriz poderosa. Pronto se hizo evidente que había heredado varias cualidades de su padre Pedro el Grande quien fue conocido por haber sido un emperador muy eficiente.  

Una de las principales medidas que tomó fue la de abolir el sistema de consejos de gabinete de gobierno, que estaba vigente en el momento en que se convirtió en gobernante. Siguiendo los pasos de su difunto padre, se reconstituyó formalmente el Senado que había sido creado por Pedro durante su reinado.  

Eligió para los cargos más altos del gobierno a ciudadanos rusos en lugar de extranjeros; esto elevó la moral de sus compatriotas y aumentó su popularidad.  

En 1740 estalló la Guerra de Sucesión de Austria sobre la cuestión de la sucesión de María Teresa al reinado de la Casa de Habsburgo. La mayor parte de las potencias de Europa se involucraron en la guerra y a Elizabeth se le atribuye haber liderado Rusia en el principal conflicto europeo.  

Otra gran guerra que tuvo lugar durante su reinado fue la Guerra de los Siete Años (1756-1763), donde participaron nuevamente la mayor parte de las grandes potencias del mundo. Ella adhirió al tratado de Versalles y entró en una alianza con Francia y Austria contra Prusia. Sin embargo, Isabel, cuyo estado de salud se deterioró constantemente durante la guerra, murió antes de que terminara la guerra. 

En su vida personal, Isabel, mientras fue joven matuvo numerosos romances pero nunca se casó ni tuvo hijos. Dado que nació antes que el matrimonio de sus padres fuera reconocido legalmente, llevaba el estigma de la ilegitimidad y por lo tanto no se pudo encontrar un pretendiente de una familia real o noble para casarse. Ella decidió no casarse con un plebeyo, ya que ello hubiera implicado la pérdida de su derecho al trono, títulos y propiedades. 

Siendo muy hermosa cuando era joven, era conocida por su vanidad; usaba ropas extravagantes y muy costosas y tenía una profunda aversión a las mujeres más hermosa que ella.  

Pero también fue una mecenas de las artes y apoyó la creación de la Universidad de Moscú y la fundación de la Academia Imperial de las Artes de San Petersburgo. Fue conocida por sus fuertes convicciones religiosas, y nunca firmó una sentencia de muerte a lo largo de su reinado.  

La salud de Isabel comenzó a declinar a finales de la década de 1750. Ella se negó a tomar los medicamentos prescritos a pesar de su enfermedad, y murió el 5 de enero de 1762. Mucho antes de su muerte, había nombrado a su sobrino, Pedro de Holstein-Gottorp como su legítimo heredero.