Isabel la católica: Biografía, hijos, testamento, tumba y más

Isabel la católica: Biografía, hijos, testamento, tumba y más

Isabel I o Isabel la Católica, llegó a ser reina tras una serie de trágicas condiciones que marcaron la vida política, social y hasta geográfica de España y Portugal, durante el siglo XV.

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Cuando finalmente obtuvo el trono, junto a su esposo Fernando de Aragón, este título le sirvió para ayudar y servir al pueblo español. Mujer de temple que supo manejar un trono hecho y pensado por hombres y para hombres, en esos tiempos tan difíciles y conflictivos de Europa.

Biografía

Isabel I de Castilla nació en Madrigal de las Altas Torres, en España, el 22 de abril de 1451 y murió el 26 de noviembre de 1504, en Medina del Campo, Valladolid. Tuvo un hermano, llamado Alfonso, quien nació dos años después en Tordesillas. Su madre, Isabel de Portugal, segunda esposa de su padre Juan II de Castilla, venían ambos de familias reales.

Del primer matrimonio de su padre Juan II de Castilla con María de Aragón, nació Enrique (1425), por ende hermano de Isabel I, quien heredaría el trono en 1454, como Enrique IV. Esto como consecuencia de la muerte de su padre ese mismo año.

Mientras tanto, a su madre, Isabel y Alfonso los enviaron a la villa de Arévalo, lugar donde pasaron serios contratiempos, entre ellos la enfermedad de su madre, locura, e incluso problemas económicos. Isabel I se dedicó a leer libros religiosos y conoció a personas que tuvieron cierta repercusión en su vida, años después.

Isabel de Portugal y Carlos V

Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica

La madre de Isabel I, Isabel de Portugal, nació en 1428 y murió el 15 de agosto de 1496. Sus padres, el Infante Juan de Portugal y de Isabel de Braganza o Isabel de Barcelos, nieta del rey Juan I de Portugal. Toda una línea real de ascendencia.

Se casó con Juan II de Castilla en Madrigal de las Altas Torres, el 17 de agosto de 1447, tras la anuencia del papa Eugenio IV, ya que Juan e Isabel eran parientes. Como regalo recibió la villa de Arévalo, entre otros. Colaboró ampliamente en la caída de Alvaro de Luna, Condestable de Castilla.

Enviudó en 1454, situación que le afectó profundamente y se le atribuyó una enajenación mental, por lo que fue enviada junto a su madre, sus hijos, Isabel y Alfonso, a la villa de Arévalo, de su propiedad, con un pequeño número de sirvientes.

Falleció el 15 de agosto de 1496, allí en la villa, ya reinando para ese momento, su hija Isabel I, en Castilla y León.

Juana la beltraneja

Juana de Castilla

En ocasión del próximo nacimiento de la hija de Enrique IV, en 1461, Isabel y Alfonso se fueron a Segovia, sede de la Corte. Nacía Juana de Castilla, aunque los detractores del rey la llamaron Juana “la beltraneja”, ya que alegaban que era hija de un cortesano llamado Beltrán de la Cueva, político y militar castellano. Cuatro años más tarde, 1465, parte de la nobleza se enfrentó al rey Enrique IV, para deponerlo, mediante un acuerdo llamado “la farsa de Ávila”, liderado por el marqués de Villena, apoyando a su hermanastro, el infante Alfonso, de tan sólo 12 años, para que ocupara el trono.

Hasta 1468, Isabel estuvo al lado de su hermano en la Corte, hasta que Alfonso muere, posiblemente envenenado.

Princesa de Asturias

Los nobles presionaron para que Isabel tomara el trono, más esta no quiso, por respeto a Enrique, su hermanastro y en su lugar consiguió de él, un título de Princesa de Asturias, constituyéndose así en heredera a la corona. Esto perjudicaba a Juana, su sobrina y ahijada, a quien no consideraban heredera legítima de Fernando IV, por las dudas sobre la paternidad de éste. Isabel se fue a vivir a Ocaña, en una villa de Don Juan Pacheco, un rico noble de Castilla, marqués de Villena. (Ver artículo: Julio Cortázar)

Descripción física

Basado en un retrato pintado por Juan de Flandes en La Cartuja de Miraflores, se conocen algunos rasgos físicos, no totalmente verificados, de la reina Isabel I. En este retrato la reina aparece con un tocado sencillo, sobre un fondo negro para resaltar su tez pálida que refleja un aspecto de ancianidad prematura.

Estos datos contrastan con los múltiples textos de la historia, que resaltan puntos favorecedores de la reina. Algunos decían “De hermosa y real presencia, estatura mediana, bien compuesta, de color blanco y rubio, ojos entre verdes y azules, de alegre y severo movimiento, todas la facciones del rostro de hermosa proporción, en el habla y acciones de natural agrado y brío majestuoso» (Diego de Colmenares).

En otras, por ejemplo, hablan de “comunal estatura”, pero coinciden en el color de los ojos y cabello, así como la hermosura y bien administradas facciones del rostro, “mirar gracioso y honesto” (Hernando del Pulgar). “Estatura prócer y un tanto corpulenta, muy hermosa de rostro” (Münzer); «Ojos garzos, pestañas largas muy alegres dientes menudos y blancos» (Alonso Flores).

Las características coinciden en lo blanco de su piel, sus ojos azul verdosos y cabello rojizo-dorado-cobrizo, que heredaron sus hijas, en especial, Catalina.

Entre todas estas versiones, hay una que cobra más fuerza, la hipótesis de Carlos Seco Serrano, historiador, quien toma como más cercanos a los rasgos de la reina, los de la estatua de su madre, Isabel de Portugal, que se utilizó en el sepulcro, en la Cartuja de Miraflores, ya que Isabel I fue la que inspiró a Gil de Siloé para esculpirla, dado el gran parecido que ambas tenían.

¿Era sucia y maloliente?

Otra imagen utilizada por sus detractores para denigrarla, era decir que era sucia y maloliente. Hay historias sobre ella que afirman que antes de la caída de Baza, en la conquista de Granada, ella juró no quitarse la camisa hasta que cayera, por lo que estuvo casi un año con la misma ropa. Cosa que fue desmentida más tarde, tomado como un error histórico y sin ningún fundamento.

¿Cómo vestía Isabel I?

Isabel I vestía con tal pulcritud y lujo, que fue criticada por su confesor, Fray Hernando de Talavera, quien le recriminaba tanta vanidad y exceso de cuidados a su cuerpo. Lo que sí pudo ser posible, es que a consecuencia de las úlceras que padecía, Isabel I pudiera producir ciertas pestilencias en su cuerpo.

Con la conquista de Granada, el descubrimiento de América y los matrimonios entre herederos de distintos reinos, Castilla vivía una época de esplendor entre los años 1492 al 1497. El vestuario se convirtió en un punto importante a resaltar en la imagen de las reinas, reyes, príncipes, infantes, en fin, las telas usadas, las joyas, los bordados y otros detalles, eran símbolo de poder y estatus social de los reinos. (Ver artículo: Hernán Cortés)

Cuando Isabel I recibió a los embajadores de Enrique VII de Inglaterra, en ocasión de preparar la boda de Catalina, dejó impresionados a los mismos con el derroche de lujo observado en la Corte. Destacaba sobre todo el manto de terciopelo negro, cuyos bordes eran de armiño, con una abertura para dejar ver el vestido y el brial bordados en oro.

Resaltaban las joyas en oro macizo y piedras preciosas, pero nada como el collar de oro con rosas de esmalte y joyas incrustadas en ellas, que tenía la reina. Se lo había regalado Fernando II el día de su boda.

Coronación de Isabel I

Isabel la Católica. Reina de Castilla

Tras la repentina y extraña muerte de su hermano Alfonso, más conocido como Alfonso el Inocente, quien sucedía en línea directa al trono era Isabel I. Sin apenas soñarlo llegó a ser la reina de Castilla.

Al casarse con Fernando II de Aragón, secretamente, el 19 de octubre de 1469, recibe también el título de Consorte de Aragón, al convertirse éste en rey en 1479. Ellos eran primos segundos, por lo que necesitaron de una bula papal para ser aceptados y reconocidos como reyes. Esta la consiguieron a través del entorno de Isabel I, falsificando una bula anterior que le había sido concedida a Fernando II, por el papa Pío II, en 1464. Esa bula permitía casarse con cualquier princesa que tuviera hasta un tercer grado máximo de consanguinidad. (Ver artículo: Vasco da Gama)

Se casaron en el Palacio de los Vivero, de Valladolid, España. Esta unión le trajo muchos problemas a Isabel con su hermanastro Enrique IV. En 1471, la Bula de Simancas, emitida por el papa Sixto IV, exoneró la consanguinidad de los principes Isabel y Fernando. Todo esto, tras un arreglo con el Cardenal Rodrigo de Borja, quien pidió a cambio la ciudad de Gandía, a su hijo Pedro Luis (futuro papa Alejandro VI). Ese trato se cerró en 1485.

El título Isabel La Católica, le fue otorgado por el papa Alejandro VI, gracias a la bula Si convenit, del 19 de diciembre de 1496. A raíz de ello, son conocidos Isabel y Fernando como Reyes Católicos de España, título que sería utilizado a través de todos los tiempos por los siguientes reyes de España.

Isabel I y Fernando II

Hijos de Isabel La Católica

Isabel I tuvo cinco hijos en su matrimonio con Fernando de Aragón, cuatro hembras y un varón. Aunque Fernando tuvo otros hijos ilegítimos, antes y después del matrimonio con Isabel. Su primera hija tomó el mismo nombre que su madre, Isabel. Fue la heredera legítima de sus padres, hasta la llegada del hijo varón, Juan, ocho años después, en 1470.

Tras largas y cruentas luchas, Isabel y Fernando pudieron obtener el trono, en las cuales se enfrentaron al rey Enrique IV, durante el Conflicto por la Sucesión de Enrique IV de Castilla, y posteriormente, tras la muerte de Enrique IV, contra los seguidores de Juana, en la Guerra de Sucesión Castellana, entre 1475 y 1479, que involucró a los reinos de Portugal y España.

Isabel

Al terminar la Guerra, Isabel y Fernando, se propusieron estrechar nuevamente lazos con el reino de Portugal, ofreciendo a su primogénita, Isabel, al príncipe Alfonso, heredero del reino luso. Este matrimonio se consumó en 1490. Datos históricos revelan que se habían enamorado perdidamente, pero lamentablemente no duraron mucho tiempo juntos, pues, Alfonso, apenas un año después de casado, murió al caer de un caballo.

Isabel hija, pidió a sus padres, tras volver a Castilla, que la dejaran entrar a un convento o por lo menos, no casarse de nuevo para permanecer viuda el resto de su vida.

Pero Fernando II e Isabel I, esta vez, con el interés de preservar las relaciones con Portugal, más ahora con las consecuencias que habían traído el Descubrimiento de América y el Tratado de Tordesillas, que modificaron los límites en ultramar, de España y Portugal, forjó un matrimonio con el rey Manuel de Portugal, conocido con el mote de “Manuel el afortunado”.

Manuel estaba conforme y satisfecho con esta solicitud de matrimonio, ya que conoció a Isabel mientras estuvo casada con Alfonso, reconociendo en ella su inteligencia y prudencia, de la que siempre supo hacer gala.

Esta boda se hizo posible en 1497. Al morir Juan, el único hijo varón de los reyes católicos, Isabel asumió como heredera directa de sus padres, por lo que se fue con su esposo Manuel, con el fin de juramentarse como legítima heredera de los reinos, primero en Castilla y luego en Aragón.

Isabel estaba esperando su primer hijo, quien nació en Zaragoza y recibió el nombre de Miguel, pero la madre falleció pocas horas después del parto. Isabel fue enterrada en el Convento de Santa Isabel de los reyes de Toledo.

Su hijo, Miguel, convertido en heredero simultáneo de los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, volvió con su padre a su reino de orígen. Se negoció otro matrimonio con otra de las hijas de los reyes católicos, la princesa María. El pequeño Miguel murió en el año 1500, no llegando a superar su primer año de vida.

Juan

Juan, el único varón de los reyes católicos, se había casado con la princesa Margarita de Austria, mujer de gran belleza y dos años menor que Juan. Aun cuando su matrimonio fue arreglado por intereses políticos, se enamoraron en poco tiempo. Ese matrimonio no duró mucho, pues Juan enfermó de viruela y murió en 1497. Siempre había sido débil de salud y había enfermado varias veces.

Juana

Fue la tercera hija de los reyes católicos. Nació en 1479. De muy buena educación, al igual que sus hermanos, recibieron los preceptos humanistas, aprendieron danza, música, historia, filosofía, derecho canónico, literatura, religión e idiomas, entre ellos el griego y el latín, cualidad que resaltaba en las conversaciones por la facilidad de expresarse por horas enteras.

Acompañaba a sus padres a los actos políticos, como en otras actividades de la Corte. Al igual que sus hermanos, Juana se casó por componendas políticas, con Felipe de Habsburgo, gobernante de los territorios de Borgoña y hermano de Margarita de Austria, su cuñada. Felipe y Juana se enamoraron y de su matrimonio nacieron seis hijos.

Hijos de Isabel I

María

Cuarta hija de los reyes. Nació en 1482. Criada junto a Juana y Catalina, al igual que mantuvo contacto permanente con Juan. Se casó con Manuel I de Portugal, tras la muerte de su hermana Isabel. Manuel I necesitaba herederos, ya que su hijo Miguel, nacido de la unión con Isabel había muerto a muy temprana edad. De este matrimonio nacieron 10 hijos, a la primogénita le dieron por nombre Isabel, quien a lo largo del tiempo se convirtió en reina de Castilla y Aragón. De los varones, Juan III y Enrique I, llegaron a ser reyes de Portugal.

María falleció después del parto de su último hijo, Antonio, que tampoco sobrevivió por mucho tiempo.

Catalina

Nació en 1485. Fue la última hija de los reyes católicos. Una de las más conocidas de los hijos, al igual que Juana, por su matrimonio con Enrique VIII de Inglaterra, así como por su notable participación en la separación de Inglaterra de la religión católica.

Por ser la última de las hermanas y la más lejana a la sucesión del trono, se negoció su casamiento con el príncipe Arturo, heredero de la corona inglesa. Inglaterra estaba saliendo de la controversial Guerra de las Dos rosas, por lo que estaba aún muy sentida y había cambio de dinastía, los nuevos reyes eran los Tudor. Los reyes católicos consideraron que no era muy buena idea, concretar esta relación. (Ver artículo: Marco Polo)

Pero, como era habitual, por razones políticas, se casaron en 1501. Arturo murió poco después de la boda y no se consumó el matrimonio. Catalina al enviudar y por ser nulo su matrimonio, esperó por Enrique, su cuñado, para contraer nupcias, cuando éste llegara a una edad pertinente.

Al morir la reina Isabel I, en 1504, cambió el panorama político. Ya Catalina no era tan preciada políticamente y Enrique, a pesar de la promesa existente, quiso buscar una novia más adecuada para tener a su heredero y forzar a Catalina a regresar a su país de origen. Catalina no aceptó la situación y esperó a que muriera Enrique VII, para que al sucederlo su hijo, el nuevo Enrique VIII, cumpliera su promesa y se casara con ella. Así sucedió en 1509.

Su matrimonio se mantuvo y Enrique consiguió en Catalina a una mujer sabia y prudente consejera, en la que depositó toda su confianza, llegando a nombrarla Regente en algunas de sus ausencias prolongadas. La sombra sobre la unión estaba en la falta de un heredero. De seis hijos que engendraron, sólo una, María, sobrevivió a los primeros meses de vida. Enrique quería un hijo varón para asegurar el trono, por lo que, ya seguro de que Catalina no le daría ese hijo, trató de anular el matrimonio, con la excusa de que ella había estado casada con su hermano.

Tras varios intentos ante la Iglesia Católica y el anuncio del embarazo de su amante, Ana Bolena, logró anular el matrimonio con Catalina a través de un tribunal interno, fuera de la aprobación de la iglesia. Se casó con Ana Bolena en 1533, separando la iglesia católica de Inglaterra al año siguiente, quedando como jefe supremo de la nueva iglesia anglicana.

Catalina fue enviada al castillo de Kimbolton, luego de haber pasado por otros más, donde fue encerrada y separada de su hija María, por orden de Enrique VIII. Vivió como una reclusa, sin contacto con el exterior, con muy pocos recursos y con visitas que sólo fueran aprobadas por el rey.

Murió a principios de 1536, defendiendo siempre su título como reina legítima. Fue enterrada en la Abadía de Peterborough, donde se identifica su sepulcro con el título que siempre se dio y defendió hasta el final de sus días, Reina de Inglaterra.

Gonzalo Fernández de Córdoba

¿Isabel La Católica tuvo amantes?

Sobre la vida de los reyes se han especulado muchas historias, propias de la nobleza, por ser personajes de interés público y ejemplos que debían seguir los pobladores de sus reinos.

De Isabel I, hay una historia, no confirmada, al parecer no hay ningún fundamento real, que se refiere a un posible romance entre ella y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

A los 14 años entró Gonzalo a la Corte, como paje de Alfonso, hermano para ese entonces de la princesa Isabel. Al morir Alfonso, sus servicios se trasladan a la orden de Isabel. Cuentan que ambos quedaron impresionados el uno con el otro y hubo una fuerte atracción. Isabel, con su belleza, gracia y dulzura había encantado a Gonzalo, y él por su parte, la impresionó con su fuerte cuerpo y gallardía.

Del libro de Manuel José Quintana, “Vida de Gonzalo Fernández de Córdoba”, se extraen algunos pasajes interesantes:

“…Llegaron los cortesanos a sospechar, y aún murmuraron tal vez, si en este declarado favor que la reina le dispensaba había algo más que estimación; pero la edad, las costumbres austeras de Isabel debían desmentir las cavilaciones de estos malsines, cuya envidia quería mas bien calumniar la virtud de una mujer sin tacha en esta parte, que reconocer el mérito sobresaliente de Gonzalo. Ella le conocía bien y sabía hacerle justicia y en cuantas ocasiones se ofrecían se le designaba a su esposo, como el sugeto mas a propósito para llevar a gloriosa cima todas las empresas grandes que se le encomendasen

¿Cómo muere Isabel La Católica?

La reina Isabel I de Castilla falleció el 26 de noviembre de 1504. Había contraído una enfermedad llamada hidropesía, mientras vivía en Medina del Campo, Valladolid. Tras el anuncio de su enfermedad, pidió que se orara por su alma, la extremaunción y el Santísimo Sacramento.

Testamento

Poco después de saber su enfermedad, consciente de su desenlace, Isabel I otorgó su testamento el 12 de octubre de 1504. El mismo contenía las especificaciones sobre sus bienes, el trono y condiciones de cómo serían repartidos. Algunos detalles del mismo son:

  • Su hija Juana heredaría el trono

  • El rey Fernando sería el administrador y gobernador de Castilla en su nombre, hasta que el infante Carlos, hijo de Juana, cumpliera 20 años.

  • La línea sucesoral, después de los hijos de Juana, pasarían a María, la hija menor de Isabel y después a Catalina.

El gobierno de Castilla no aceptó a Fernando II y éste se retiró a Aragón. El rey Felipe I, esposo de Juana tomó las riendas del gobierno de Castilla, muriendo repentinamente pocos meses después. Esto llevó nuevamente a Fernando II a regentar Castilla. Juana fue encerrada por su padre en Tordesillas, gobernando hasta 1516, cuando murió. El trono le quedó a Carlos, el hijo de Juana, nieto de Isabel I y Fernando II.

El testamento original se encuentra en el Real Monasterio de Santa Mónica de Guadalupe. Una copia en el Monasterio de Santa Isabel de la Alhambra de Granada, y otra, en la catedral de Toledo, la cual pasó posteriormente al Archivo General de Simancas.

También pidió Isabel I en su testamento, que intentaran conquistar para el cristianismo el Norte de África, para continuar la reconquista peninsular, así como convertir al cristianismo a los americanos, mejorando el trato injusto que se le había dado hasta ese momento.

Tumba de Isabel la Católica

La reina Isabel I fue inhumada en el Monasterio de San Francisco de la Alhambra, el día 18 de diciembre de 1504. Se cumplió una sencilla ceremonia de sepultura, tal como ella lo pidió. Granada significó mucho para los reyes católicos, por lo que poco más tarde, se trasladaron sus restos al sitio que escogieron como su sitio de descanso eterno, la ciudad de Granada.

Habían decretado una Real Cédula el 13 de septiembre de 1504, para construir el lugar donde serían sepultados, la Capilla Real de Granada. Esta fue construida entre los años 1515 y 1517, diseñada con estilo gótico y ofrecida a la advocación de San Juan Bautista y San Juan Evangelista.

Su sarcófago, al igual que el de Fernando II, está hecho con mármol de Carrara y con estilo renacentista. (Ver artículo: Fernando Botero)

Allí también reposan los restos de Juana I de Castilla y Don Felipe de Habsburgo, así como Isabel de Aragón.

Legado

Durante su reinado, Isabel I, reorganizó y centralizó competencias que eran propias de los nobles. Hizo reformas en el sistema de seguridad de la ciudadanía, así como otras importantes en el aspecto económico, para ayudar a paliar la deuda heredada de su hermanastro, Enrique IV.

Los reyes católicos expulsaron a los judíos de sus reinos, luego de conquistar la Guerra de Granada. Años más tarde hicieron lo mismo con los musulmanes. (Ver artículo: Mussolini)

Fue gran colaboradora en el proyecto de descubrimiento de América, en 1492, apoyando a Cristóbal Colón, en la búsqueda de las Indias occidentales. Gracias a este descubrimiento conquistaron las tierras y crearon un imperio español.

Sus objetivos con el reinado fueron: Afianzar y expandir el poder real, reconquistar el territorio peninsular y fortalecer la fe católica.

La reina implantó la Santa Hermandad, en 1476, institución creada para administrar y estabilizar el orden público y la justicia; abolió las prerrogativas otorgadas por Enrique IV a la nobleza, en 1480 y le restó poder a las Cortes, creando el Consejo Real, dándole poder como principal órgano del gobierno.

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