Alfred Hitchcock decía que el único problema de Ingrid Bergman era que solo quería hacer obras maestras. Al contrario que la mayoría de estrellas del Hollywood clásico, Bergman conservaba la vena artística de su ascendencia europea y, por encima de mantenerse en la cumbre de Hollywood, lo que aspiraba era a dar el máximo como actriz. Obsesionada, dicen, con interpretar a Juana de Arco, después de una década en Hollywood y uno de sus tres Oscars, la estrella sueca estaba buscando un nuevo reto profesional y vital.

Pocos en Estados Unidos lo notarían más allá de los críticos más intelectuales y los cineastas más curiosos pero en Europa, a la misma vez que el viejo continente se recuperaba de la guerra, se estaba propiciando la mayor revolución de la historia del cine. Hablamos del Neorrealismo italiano. Ese cine fresco, pasional, auténtico, comprometido y visceral que fortalecía su ficción aprovechando la esencia del documental.

Bergman estaba casada desde los 21 años (1938) con el dentista Petter Lidström con quien tenía una hija llamada Pía. A pesar de que, tras la muerte de la actriz, Gregory Peck contaría que tuvieron una aventura rodando ‘Recuerda’ (Alfred Hitchcock,1946), de cara a la puritana opinión pública la actriz era una responsable madre de familia con un matrimonio asentado desde antes de su fama. Por su parte, el cineasta italiano tenía esposa, dos hijos y una conocida amante, la genial actriz Anna Magnani.

Pero aquí estamos para hablar de cine y lo importante de esta escandalosa historia de amor es que surgió a través del séptimo arte. ¿Qué hay que tener para conquistar a Ingrid Bergman? pues ser en blanco y negro, durar poco más de hora y media y hablar de la posguerra italiana. Es difícil encontrar ese perfil en Tinder pero la actriz sueca tuvo la suerte de hallar todo lo que estaba buscando en una película y no necesitó mucho más.

Esta es la célebre y escueta carta que escribió a Roberto Rossellini, calculada, tímida e insinuante:

Querido Sr. Rossellini: He visto sus cintas 'Roma, ciudad abierta' y 'Paisá' y las he disfrutado mucho. Si usted necesita una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado su alemán, que no entiende mucho de francés y que en italiano sólo puede decir 'ti amo', estoy lista para viajar y hacer un filme con usted.

Dicen que Rossellini, que recibió la carta el día de su cumpleaños, no sabía quien era la estrella de Hollywood hasta que recordó la primera versión (la sueca) de ‘Intermezzo’ (1936). Entonces, se apresuró a responder:

Acabo de recibir con gran emoción su carta que, por coincidir con mi cumpleaños, se ha convertido en el regalo más precioso. Ciertamente he soñado en rodar una película con usted y desde este momento me esforzaré en que sea posible. Le escribo una larga carta comunicándole mis ideas. Con mi admiración acepte, por favor, mi gratitud y mis cordiales saludos.
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Ingrid Bergman y Roberto Rossellini

El genio italiano había soñado con 'Stromboli, tierra de Dios'. Rossellini abandonó las formas neorrealistas y en torno a la atracción por su actriz empezó a centrar sus películas en la psicología de su protagonista, en su mundo interior. Los problemas sociales pasaron a canalizarse a través de un retrato individual. La crítica no se lo perdonó y las películas que rodaron juntos fueron un fracaso tanto de taquilla como de público. Filman 365 recoge esta reseña a Rosselinni de las páginas de Primer Plano, a cargo del crítico español Gómez Tello:

He aquí un bluff que se deshace. Es cruel ver la caída del mito Rossellini. Pero es natural. Eligió el peor camino: el de dejarse halagar por las capillitas que devoraron lo que podía haber en él de talento.

No fue hasta la explosión crítica y cinematográfica de la Nouvelle Vague cuando el mundo reparó en que ‘Stromboli, tierra de Dios’ (1950), ‘Europa ’51’ (1952), ‘Te querré siempre’ (1954), la película de la que nace la reseña, y sí, al fin ‘Juana de Arco’ (1954) estaban cambiando el cine para siempre, asentando las bases de lo que se llamaría modernidad. Otro genio como Jacques Rivette, desde las páginas de Cahiers du Cinema, escribió sobre ‘Viaggio Italia’ (Te querré siempre) viendo la verdad diez años antes que el resto del mundo. Así lo recoge de nuevo Filmin 365:

Nada más despiadado que la juventud, que esta intrusión categórica del cine moderno, donde por fin podemos reconocer lo que esperábamos confusos… He aquí nuestro cine, nosotros que nos disponíamos a hacer películas…

Me parece imposible ver 'Te querré siempre' sin tener enfrente la prueba de que este filme abre una brecha, y de que todo cine debe pasar por ella bajo pena de muerte.
Todas las películas han envejecido de golpe diez años.
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Ingrid Bergman, Roberto Rossellini y sus tres hijos.

Emocionados con el cine, se nos pasaba decir que nada más recibir respuesta Ingrid Bergman viajó sola a Italia en 1949. Al poco estaba embarazada de Rossellini, con quien pensaba casarse como así finalmente haría tras conseguir ambos el divorcio en 1950. Tendrían otras dos hijas, una de ellas la actriz Isabella Rossellini. El inicio de su relación provocó tal escándalo en Estados Unidos que las cartas de amenaza se amontonaron en su puerta.

Me llegaban cartas atroces, cada sobre iba lleno de odio. En algunas ponían que yo ardería en el infierno por toda la eternidad. Otras decían que era una agente del diablo y que mi pequeño era hijo del diablo. Y aun otras que mi bebé nacería muerto o sería jorobado. Hablaban de toda clase de horrorosas deformaciones que afectarían a mi hijo. Me llamaban puta y fulana. No podía creer que me odiara tanta gente. Al margen de lo que pensaran sobre mi vida, se trataba de mi vida privada, y yo no les había hecho nada. Estaba en estado de shock. Llegaban cartas de todas partes, pero la mayoría de América. América es muy grande, así que había gente para escribir cartas de todas clases. Roberto me preguntaba por qué las leía si me afectaban tanto. Decía que era como leer reseñas de críticos a quienes nunca les gusta tu trabajo. ¿Qué sentido tiene? Yo le respondía que era el único modo para encontrar cartas de amigos que me animaban y me apoyaban.

Le condenó tanto la Iglesia luterana de Suecia como la católica y no pudo volver a Estados Unidos, donde tenía una hija, al ser declarada persona non grata. Se separaría del italiano en 1957 y volvería a Hollywood acallando las críticas con su talento y su segundo Oscar por ‘Anastasia’ (Anatole Litvak, 1957). Por encima de esta bella historia y los nombres que la protagonizan, nos queda la prueba que estábamos esperando todos los locos del cine. Te puedes enamorar de una película, o más bien de una persona a través de una película. Y el amor, pongámonos descaradamente cursis, puede cambiar el cine. Vamos que, haciendo un poco de trampa en este problema de lógica, el amor es cine. Viva el cine, viva Ingrid Bergman.

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Headshot of Rafael Sánchez Casademont
Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.