Infante Don Luís Antonio de Borbón | Palacio de Boadilla del Monte

Infante Don Luis Antonio de Borbón

Infante Don Luis Antonio de Borbón

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«Retrato del infante don Luis». A.GONZALEZ-RUIZ. Colección particular

 

D. Luis Antonio Jaime de Borbón nació el 25 de julio de 1727 en el Palacio del Buen Retiro de Madrid. Último hijo del rey Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, fue hermano de dos reyes de España, Carlos III y Fernando VI. De carácter tímido y reservado no fue tan brillante como sus hermanos aunque desde muy pequeño fue instruido en las artes y ciencias que un infante de España debía conocer.

Debido al retrasado lugar que ocupaba en la línea de descendencia no pudo beneficiarse tampoco de un reino en Italia, como así ocurría con otros de sus hermanos y, tal como era costumbre en la Europa de la época, sus padres le encaminaron hacia la carrera eclesiástica.

Un acuerdo con la Santa Sede permitió asegurarle, desde el 9 de septiembre de 1735 – con solo 8 años de edad-,  el Arzobispado de Tole­do y, desde el 9 de diciembre del mismo año, el capelo cardenalicio; más tarde, en 1741, recibiría también el Arzobispado de Sevilla, lo que le reportaba un altísimo status y unos cuantiosos beneficios económicos, si bien su vida no cambió pues seguía viviendo en la Corte mientras que, hasta su mayoría de edad, las dos sedes arzobispales eran gestionadas por sus administradores.

Tras la muerte de su padre y la llegada al trono de su hermano Fernando VI, D. Luis  es alejado de la Corte junto a su madre y hermanos. El Infante no sentía vocación por la vida religiosa lo que le lleva, a los 27 años, a renunciar a sus funciones eclesiásticas pues «tan altas dignidades le imponen obligaciones que su temperamento le impedía cumplir y su conciencia tampoco le permitía ocultar hipócritamente las faltas que cometiese».

Con una pensión vitalicia anual sobre las rentas del Arzobispado de Toledo, su vida transcurre entonces entre La Granja de San Ildefonso, donde acompañaba a su madre en un semi-exilio, y las visitas a su hermano, al que le unía una magnífica relación. Tanto que, tras la muerte de su esposa, Fernando VI enferma y le pide a D. Luis que le acompañe en su duelo lo que el Infante hace durante el año que dura la penosa enfermedad del Rey que fallece nombrando sucesor al trono a su hermano Carlos, entonces rey de las Dos Sicilias.

Carlos III y su influencia en la vida de D. Luis

La llegada al trono del primogénito de Isabel de Farnesio reúne de nuevo a la familia que se traslada a vivir al Palacio del Buen Retiro de Madrid. Dos años después, en 1761, D. Luis compró el señorío de Boadilla para construir un palacio, el que hoy conocemos, en el que residió durante varios años disfrutando en él de una vida consagrada a sus aficiones como amante de las artes y las ciencias y coleccionista de amplio espectro (pintura, escultura, animales vivos y disecados, minerales, libros, maquetas…). También disfrutaba de la caza, muchas veces junto a su hermano el Rey, y de la música.

Sus inquietudes artísticas y científicas llevaron al Infante a tener a sueldo a músicos, pintores y naturalistas. Son conocidas sus relaciones con artistas de la talla de Luis Paret, Francisco de Goya o Luiggi Boccherini.

En aquella época, el nuevo rey, Carlos III, tenía que afrontar un problema relacionado con la sucesión a la corona. La Ley Sálica, decretada por Felipe V, dictaba que los reyes tenían que haber nacido y haberse criado en España, requisito que ninguno de sus hijos cumplía por lo que la línea sucesoria saltaría a su hermano Luis.

La relación entre los hermanos era buena y Carlos III, para evitar posibles conspiraciones, procuraba tenerle cerca. Así, compartían cacerías, entretenimiento, afición por el arte y la conversación.

Carlos III enviudó después de haber tenido 11 hijos, todos ellos nacidos en el extranjero, y  no se sintió con fuerzas para casarse de nuevo y tener otro vástago en España. La situación de D. Luis era, sin embargo, distinta porque él sí tenía intención de casarse y formar una familia.

Así, el Infante solicitó  al Rey permiso para contraer matrimonio pero inicialmente éste no se lo concedió. Tras muchas presiones y ya sin excusas para negarse, Carlos III accede a que D. Luis pueda casarse pero busca la forma de preservar la sucesión al trono de sus propios hijos. Por ello promulga una Pragmática con la que se penaban los matrimonios entre personas de distinto rango social de modo que el causante de la desigualdad y sus herederos serían privados de apellido, títulos, honores y prerrogativas que les concediesen las leyes del Reino.

Tras descartar un matrimonio con alguien de su mismo rango, el Rey sanciona su unión: «Vengo a concederle permiso para que pueda contraer de conciencia, esto es, con persona desigual, según él me lo ha pedido.»

Después de valorar a varias posibles candidatas, D. Luis acaba eligiendo como esposa a María Teresa de Vallabriga y Rozas Español y Drumont de Belfort, hija del Conde de Torrescea, una joven zaragozana treinta y dos años más joven que él

Después de valorar a varias posibles candidatas, D. Luis acaba eligiendo como esposa a María Teresa de Vallabriga y Rozas Español y Drumont de Belfort, hija del Conde de Torrescea, una joven zaragozana treinta y dos años más joven que él

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«Mª Teresa Vallabriga y Rozas». GOYA 1783

 

Los requisitos impuestos para poder casarse fueron varios: que la boda se celebrase lejos y sin presencia de ningún miembro de la Familia Real, que los esposos residieran a no menos de veinte leguas de la Corte, a la que solo D. Luis podría acercarse siempre que el Rey lo estimara, que el Infante utilizara solo el título de conde de Chinchón y que sus hijos no llevaran el apellido Borbón sino el materno.

La Real licencia que aprueba la unión se concede el 22 de mayo de 1776. El 7 de junio se firman las capitulaciones matrimoniales en Aranjuez y se celebra la boda el 27 del mismo mes, en Olías del Rey (Toledo). Dado que no podía residir en Madrid ni en los sitios reales, el matrimonio pasa la vida entre Cadalso de los Vidrios, Arenas de San Pedro y Boadilla del Monte.

En esta última población vivirán muy poco como matrimonio pues quedaba dentro de los límites prohibidos por el Rey. De hecho, el gasto que conllevaba la construcción de un palacio para su residencia en Arenas de San Pedro hizo que no continuará acrecentando el de Boadilla que incluso podría haber llegado a ser sitio real.

La rica vida intelectual que tuvo el Infante no tenía equivalencia en su vida  personal. De hecho, su matrimonio no fue un camino fácil debido al descontento permanente de su esposa, que ni siquiera podía acudir a la Corte. No obstante, de su unión nacieron cuatro hijos: Luis, Antonio María, María Teresa y María Luisa. Todos ellos llevaban como primer apellido el de su madre. Sólo su primer hijo, Luis, que sería como su padre Arzobispo de Toledo y Cardenal, pudo pronto usar el apellido Borbón y recibir el grueso de la herencia.

En 1785 D. Luis cae gravemente enfermo y pide al rey volver a Boadilla alegando la bondad de su clima si bien la verdadera razón no era otra que morir en el Palacio que él había mandado construir con tanto cariño. El Rey accedió a su deseo pero con la condición de que regresara solo a lo que D. Luis se negó.

Poco antes de su fallecimiento, que se produjo en Arenas de San Pedro el 7 de agosto de 1785, el Infante pidió a su hermano que no olvidara a sus hijos, a lo que el Rey se comprometió.

Carlos III dispuso que el cuerpo de D. Luis reposara en la capilla de San Pedro, en Arenas, y que su viuda permaneciera en esa villa. Sería su hijo Carlos IV, ya Rey de España, quien diera las órdenes para que fuera trasladado al Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial, donde fue enterrado con todos los honores en el año 1.800.

Los hijos del Infante

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«La familia del Infante Don Luis». GOYA 1783

Carlos III cumplió su promesa y se encargó de los hijos de su hermano no sin orientar sus acciones a cercenar cualquier posibilidad de que ellos pudieran heredar el trono. Así, dejó la educación de su sobrino en manos del cardenal Lorenzana, Arzobispo de Toledo, al que sucedió en 1799. Respecto a sus dos sobrinas, trató de orientarlas hacia la vida religiosa ingresándolas en un convento pero ambas contrajeron matrimonio y recuperaron con el tiempo el apellido, honores y dignidades reales, por orden de su primo, el rey Carlos IV.

A la muerte del Infante, su hijo Luis hereda el señorío de Boadilla pero se lo cede a su hermana María Teresa que, en 1803, toma el título de Condesa de Chinchón. Por deseo del Rey, con solo 16 años contrae matrimonio con Manuel de Godoy, quizá para acallar las habladurías sobre una supuesta relación de este con la reina. Con esta unión, la familia del Infante recupera el uso del apellido Borbón y su rango real. La condesa fue retratada por Goya y fue enterrada en la capilla del Palacio, que vivió en esa época su mayor esplendor.

La hija de Maria Teresa y Godoy, Carlota Luisa de Godoy y Borbón,  heredó el palacio y los títulos, casándose en 1821 con D. Camilo Rúspoli y Khevenhuller- Metsch, príncipe de Rúspoli y Duque de Lucca. En esa época el Palacio queda bastante deshabitado y en 1866, a la muerte de Carlota Luisa, pasa la propiedad a Luis Rúspoli, marqués de Boadilla, y a su hermano, Adolfo. Pese a las numerosas divisiones debidas a herencias, ventas y permutas, sus descendientes fueron, hasta su adquisición por el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, los legítimos propietarios del palacio y sus aledaños.

 

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