Stalin, clases sociales y restauraci�n del capitalismo

Stalin, clases sociales y restauraci�n del capitalismo

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Introducci�n

La Revoluci�n de Octubre, realizada por las masas proletarias y campesinas del Imperio Ruso dirigidas por el Partido Obrero Socialdem�crata de Rusia (bolchevique), dio lugar a la implantaci�n de la primera dictadura revolucionaria del proletariado en la historia de la humanidad, exceptuando la breve -tanto espacial como temporalmente- experiencia anterior de la Comuna de Par�s. Adem�s, signific� el inicio de la edificaci�n socialista en los antiguos territorios del Imperio de los Zares. Pero la Revoluci�n de 1917 no solo supuso la creaci�n de la Rep�blica Socialista Federativa Sovi�tica de Rusia, y posteriormente de la URSS, sino que tambi�n provoc� la escisi�n del ala revolucionaria de la socialdemocracia internacional que constituir�a la Komintern en el a�o 1919; tambi�n marc� el inicio de una serie de revoluciones �en pa�ses como Alemania, Hungr�a, Finlandia, China, Albania, Grecia, Vietnam, etc.- que se alargar�an durante todo el siglo XX y que en algunos casos dar�an lugar a la formaci�n de Estados de dictadura democr�tico-popular y de Estados de dictadura del proletariado. Durante este per�odo hist�rico se desarroll� la construcci�n del socialismo en pa�ses como la URSS y China, alcanzando logros tales como la eliminaci�n de la propiedad privada sobre los medios de producci�n, la colectivizaci�n del campo, la elevaci�n del nivel de vida de las masas trabajadoras, etc.

Con la Revoluci�n Socialista de Octubre naci� todo un ciclo de la Revoluci�n Proletaria Mundial que se extender�a durante la mayor parte del siglo pasado. El desarrollo de este ciclo revolucionario no fue lineal, sino que tuvo sus altibajos, sus momentos de ofensiva revolucionaria (que se centran en los periodos posteriores a las dos Guerras Mundiales y en menor medida durante la segunda mitad de la d�cada de los 60) y sus momentos de retroceso, con la toma del poder en los Estados socialistas por parte de los revisionistas, primero en la URSS en el a�o 1956 y como consecuencia de ello en las democracias populares del Este de Europa, y despu�s en China en 1976, hasta que en 1989-1991 se vendr�an abajo los restos de lo que en el pasado fuera el campo socialista. Esto, el derrumbe de lo que anta�o fueran Estados socialistas o democr�tico-populares, ser�a contemplado por la inmensa mayor�a de la vanguardia revolucionaria y de las masas explotadas, con la inestimable colaboraci�n de la burgues�a y sus plum�feros, como el final del comunismo, del movimiento pol�tico que durante el siglo XX constitu�a una alternativa real al capitalismo, a la explotaci�n a la cual somete a las masas de trabajadores este sistema, y pondr�a t�rmino al Ciclo revolucionario de Octubre.

Esto enlaza directamente con la situaci�n en la cual nos encontramos los comunistas actualmente, situaci�n en la que el movimiento comunista, salvo excepciones representadas por unos pocos partidos mao�stas que han sabido recoger lo mejor de la experiencia del pasado ciclo (aunque tambi�n con las limitaciones de esta) y poner en marcha procesos revolucionarios, no es capaz de situarse como faro para los oprimidos del mundo y llevarlos a la toma del poder pol�tico en el sendero hacia su emancipaci�n. En este contexto, la tarea de los marxistas-leninistas debe ser la reconstituci�n del movimiento revolucionario para que el proletariado pueda erigirse en clase dominante (instaurando as� su dictadura de clase sobre los explotadores) e iniciar un nuevo ciclo revolucionario, que esta vez s� suponga la liquidaci�n completa del �ltimo modo de producci�n clasista de la historia, que es el capitalismo, y su sustituci�n por una sociedad que no est� basada en la explotaci�n del ser humano por el ser humano, la sociedad comunista.

Para este objetivo, la reconstituci�n del movimiento revolucionario del proletariado, es necesario realizar el an�lisis de la experiencia del movimiento comunista que nos lega la oleada revolucionaria que comenz� en 1917. Una de las cuestiones objeto de an�lisis cuya importancia es esencial son los factores, causas y condiciones que permitieron que en Estados de dictadura proletaria los representantes de los intereses de clase de la burgues�a, los revisionistas, se pudieran hacer con el poder pol�tico, acabando con el proceso de edificaci�n de la sociedad comunista y transformando la esencia de clase de estos Estados en su contrario, en Estados de dictadura de la burgues�a burocr�tica.

Para dicha empresa, este texto se centra en el periodo de construcci�n del socialismo en la URSS y en las concepciones ideol�gicas imperantes en el Partido Comunista (bolchevique) respecto del significado de la eliminaci�n de la propiedad privada individual sobre los medios de producci�n y lo que ello supon�a, seg�n los dirigentes bolcheviques, para la existencia de clases sociales en la Uni�n Sovi�tica y las posibilidades de que el proceso hacia la sociedad comunista se revirtiera y el socialismo, la dictadura del proletariado, fuese sustituido por la dictadura burguesa y el modo de producci�n capitalista.

Stalin y los l�mites del Ciclo de Octubre

Antes de meternos directamente en la cuesti�n que motiva este texto, creemos necesario hacer unas aclaraciones respecto a I�sif Vissari�novich Dzhugashvili, Stalin, y el origen de una serie de concepciones ideol�gicas existentes, no solo en el bolchevismo �staliniano�, sino tambi�n en todas las corrientes que rompieron org�nica y pol�ticamente con la socialdemocracia en el per�odo del fin de la I.� Guerra Mundial y la Revoluci�n de Octubre.

En este art�culo emplearemos fundamentalmente art�culos, conferencias e informes de Stalin para mostrar las concepciones que defend�a el PC(b), pero ello no implica que achaquemos la responsabilidad exclusiva -ni siquiera mayoritaria o determinante- de estas formulaciones a su secretario general. Desde el materialismo hist�rico no se puede sostener lo que hacen los acad�micos burgueses y algunas corrientes comunistas que surgieron durante el Ciclo de Octubre, como el trotskismo o el eurocomunismo: achacar el devenir de la historia, el desarrollo pol�tico, social o  econ�mico de un pa�s a una sola persona, en este caso concreto a Stalin. Esta posici�n historiogr�fica es por completo opuesta al estudio cient�fico de la historia, puesto que sustituye las condiciones materiales que determinan la existencia de clases sociales y la lucha entre estas como el motor del desarrollo hist�rico por la voluntad de un individuo o una camarilla.

Stalin, que ya pose�a una dilatada trayectoria como militante comunista (siendo miembro del POSDR desde el a�o de su fundaci�n, 1898, y de la fracci�n bolchevique, tambi�n desde su constituci�n, en 1903), tras la enfermedad y pronto fallecimiento de Lenin asumi� la defensa y sistematizaci�n del leninismo frente a las desviaciones oportunistas existentes en el seno de los bolcheviques. De este modo supo darle salida a una problem�tica nueva con la que se encontr� la Revoluci�n de Octubre, como fue el hecho de que la revoluci�n no triunfara en ning�n otro pa�s y la Uni�n Sovi�tica quedara aislada a nivel internacional. Este era un problema nuevo al que se ten�an que enfrentar los marxistas revolucionarios, ya que hasta ese momento, aunque Lenin ya hab�a esbozado la posibilidad de la construcci�n del socialismo en un solo pa�s antes de la revoluci�n de 1917 (1), formaba parte de las concepciones te�ricas de los marxistas que la revoluci�n triunfar�a en varios pa�ses. Pero la experiencia pr�ctica demostr�, tras el fracaso de las revoluciones que se produjeron en Europa de 1918 a 1923, que esta tesis ya no era v�lida para la etapa imperialista del modo de producci�n capitalista. En este contexto, Stalin desarroll� la teor�a del socialismo en un solo pa�s, conjugando la posibilidad de construcci�n del socialismo en un Estado rodeado de pa�ses capitalistas con el internacionalismo proletario y estableciendo que el pa�s de dictadura del proletariado deber�a actuar como base de la Revoluci�n Proletaria Mundial, lo cual supuso una aportaci�n al socialismo cient�fico de importancia fundamental.

En la lucha de l�neas que se produjo en los a�os 20 contra las l�neas oportunistas de izquierda y derecha, Stalin defendi� la l�nea marxista-leninista frente a estas desviaciones, lo cual permiti� que el proceso de edificaci�n del socialismo continuase adelante en el Estado sovi�tico.

La oposici�n de izquierda encabezada por Trotski, que se manifest� en el seno del Partido a partir de 1923, y a la que luego se sumar�an Zinoviev y Kamenev entre otros, consideraba que en la URSS no era posible la construcci�n del socialismo por tratarse de un pa�s aislado y atrasado econ�micamente, llevando la teor�a de las fuerzas productivas legada de la socialdemocracia a sus �ltimas consecuencias. Adem�s, se opon�an a la Nueva Pol�tica Econ�mica (NEP). Frente a esto, como ya dijimos anteriormente, Stalin desarroll� la teor�a del socialismo en un solo pa�s (ya enunciada por Lenin), la cual demostr� en la pr�ctica que efectivamente la edificaci�n del socialismo en un solo pa�s, en la Uni�n Sovi�tica, era posible asegurando la alianza en el marco de la NEP del proletariado sovi�tico con los campesinos, que constitu�an la mayor�a de la poblaci�n del Pa�s de los Soviets.

En los a�os 1927-1928, con el agotamiento de la NEP se manifest� otra l�nea oportunista, en este caso de derechas, encabezada por Bujarin. Esta oposici�n derechista defend�a el prolongamiento de la NEP, es decir, la explotaci�n privada por parte de los campesinos sobre la tierra, y propugnaba la construcci�n del socialismo �a paso de tortuga�, a pesar de la situaci�n a la cual se hab�a llegado a finales de los a�os 20 en la que exist�a una gran diferenciaci�n entre clases sociales en el campo y los campesinos ricos estaban especulando con el grano, provocando el desabastecimiento de las zonas urbanas. Ante esta fracci�n oportunista, la mayor�a del PC(b), con Stalin al frente, elaboraron la l�nea de industrializaci�n y colectivizaci�n del campo que permiti� eliminar la propiedad privada individual sobre los medios de producci�n y un desarrollo gigantesco de las fuerzas productivas. Esta pol�tica tambi�n tuvo una importancia esencial para que la URSS saliese vencedora de la agresi�n militar m�s potente de la historia, la que sufrir�a una d�cada despu�s por parte de la Alemania nazi y sus aliados fascistas.

En lo que ata�e a la herencia ideol�gica del marxismo de la socialdemocracia, como se�al�bamos al principio de este ep�grafe, no solo influenci� a Stalin y a sus colaboradores, sino tambi�n a todas las organizaciones y tendencias que surgieron mediante la escisi�n del ala izquierda de la II Internacional. Efectivamente, las corrientes que, como el bolchevismo, terminaron rompiendo con el movimiento socialdem�crata surgieron dentro de la propia socialdemocracia y, aunque se desarrollaron en lucha contra los paradigmas te�ricos m�s degenerados de esta, recibieron inevitablemente su influencia. El partido gu�a del movimiento marxista era el Partido Socialdem�crata Alem�n (SPD), que se hab�a constituido mediante la uni�n de dos corrientes pol�ticas, el lassallismo, ajeno al marxismo, y la corriente eisenachiana, que, aunque influidos por el marxismo, profesaban una  ideolog�a que mezclaba diversas tendencias te�ricas. Adem�s, su creaci�n se produjo cuando a�n Marx y Engels no hab�an desarrollado completamente su concepci�n cient�fica del mundo y parte de sus obras a�n no hab�an salido a la luz. Todo ello contribuy� a que el marxismo del SPD, que a trav�s de este partido se expandir�a por el resto de organizaciones socialdem�cratas del orbe, y del que fue su principal l�der pol�tico, Karl Kautski, contuviese en su seno determinados paradigmas ideol�gicos extra�os al socialismo cient�fico y que inevitablemente se reprodujeron en las organizaciones que rompieron con la II Internacional.

As�, una serie de premisas ideol�gicas cuyos or�genes se remontan a la socialdemocracia y que eran compartidas por la pr�ctica totalidad del movimiento comunista tendr�n una influencia negativa para el proceso de edificaci�n del socialismo y facilitar�n el camino al revisionismo. Una de estas premisas es la identificaci�n de la propiedad jur�dica de los medios de producci�n con las relaciones sociales de producci�n, que se plasmaba en la consideraci�n de que, una vez los medios de producci�n fueran estatalizados, estos pasar�an a ser de propiedad de toda la sociedad, obviando las contradicciones existentes en ella y las pr�cticas burguesas (tales como la divisi�n social del trabajo) que se segu�an reproduciendo en las unidades de producci�n. Esto llevaba aparejado que, tras la eliminaci�n de la propiedad privada sobre los medios de producci�n, se considerase que desaparecer�an las clases sociales antag�nicas y la tarea primordial pasar�a a ser la del desarrollo de las fuerzas productivas para alcanzar el comunismo.

As�, por ejemplo, Trotski, que nos es presentado por los intelectuales burgueses y por los propios trotskistas como el personaje antag�nico de Stalin, defend�a estas mismas premisas ideol�gicas, y en el caso de la teor�a de las fuerzas productivas incluso la llevaba a sus l�mites extremos, como ya hemos mencionado antes respecto a las posibilidades de construcci�n del socialismo en un solo pa�s. Trotski, al igual que el PC(b) de Stalin (como tendremos ocasi�n de ver en el siguiente ep�grafe), consideraba que la eliminaci�n de la propiedad privada individual sobre los medios de producci�n llevaba aparejada la inexistencia de burgues�a y de clases antag�nicas en la sociedad sovi�tica (2). En su famosa obra titulada La revoluci�n traicionada, el ucraniano, mencionando las clases y capas sociales existentes en la URSS a mediados de los a�os 30, afirmaba: �el proletariado sovi�tico existe a�n como clase, profundamente distinto al campesinado, a los t�cnicos intelectuales y a la burocracia;�. Como se ve en la cita, Trotski no menciona la existencia de burgues�a �en otros fragmentos de la obra afirma directamente su inexistencia-, de lo que habla es de una burocracia que seg�n �l era el �grupo dirigente� en la URSS, pero a este grupo (la burocracia) no lo consideraba una clase social, sino una capa social. A pesar de que afirmaba que la burocracia dirig�a a la Uni�n Sovi�tica, al mismo tiempo defend�a que esta segu�a siendo un Estado obrero por �la nacionalizaci�n del suelo, de los medios de producci�n, de los transportes y de los cambios, as� como el monopolio del comercio exterior�. Aqu� se observa la plena identificaci�n de Trotski con la tesis que equipara las relaciones jur�dicas de propiedad con las relaciones de producci�n, ya que en base a su visi�n, pese a que el poder en la URSS no estaba en manos del proletariado sino de una burocracia usurpadora, el pa�s sovi�tico manten�a su esencia de clase proletaria por el hecho de que los medios de producci�n eran de propiedad estatal (por cierto, tesis muy similar a la que defienden hoy en d�a los revisionistas que provienen del campo prosovi�tico para el periodo post-XX Congreso).

Por �ltimo, para contextualizar las concepciones te�ricas dominantes en el Partido Comunista (bolchevique) de la URSS hay que sumarle a las limitaciones ideol�gicas heredadas por el marxismo de la II Internacional que acabamos de mencionar, el hecho de que el proceso sovi�tico fue la primera experiencia de construcci�n del socialismo en la historia. Los bolcheviques, tras la conquista del poder pol�tico por la clase obrera y el establecimiento de su dictadura revolucionaria de clase, se enfrentaban a problemas enteramente nuevos, a cuestiones que nunca antes les fueron planteadas a ning�n grupo de personas en la historia de la humanidad, temas sobre los que no exist�a pr�ctica anterior de la que poder extraer lecciones para desarrollar el proceso con mayores garant�as de �xito. Y tampoco se pueden olvidar los l�mites materiales a los que se enfrentaban los comunistas sovi�ticos al producirse la revoluci�n en un pa�s atrasado econ�micamente, donde la mayor�a de la poblaci�n era a�n campesina, es decir, peque�oburguesa, donde todav�a exist�an relaciones de producci�n feudales en zonas rurales; un pa�s que hab�a acabado destruido tras tres a�os de guerra imperialista y tres a�os de guerra civil e intervenci�n imperialista, etc. Por todos estos motivos, el desenlace del primer proceso de edificaci�n del comunismo fue, en gran medida, l�gico.

Sin embargo, en la actualidad los marxistas-leninistas, a diferencia de los bolcheviques, poseemos un rico bagaje hist�rico de construcci�n del socialismo en la URSS y en otros pa�ses como China. Por eso, el balance de estas experiencias es una tarea esencial para que los comunistas podamos emprender en el futuro el camino liberador de la humanidad en una posici�n cualitativamente superior a la de nuestros camaradas durante el primer ciclo revolucionario.

Clases sociales en el socialismo y posibilidades de restauraci�n del capitalismo

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A finales de los a�os 20 se inici� la ofensiva en la Uni�n Sovi�tica contra los kulaks (los campesinos ricos), desarroll�ndose en este periodo una enconada lucha de clases en el campo que se podr�a calificar pr�cticamente de guerra civil. Ante las medidas tomadas por el Estado sovi�tico contra los kulaks para evitar la especulaci�n que llevaban a cabo y el desabastecimiento de las ciudades que produc�a esta actividad, estos reaccionaron con la quema de las cosechas, el sacrificio de los animales y el asesinato de dirigentes pol�ticos. A la vez, comenzaron a crearse las primeras granjas de propiedad colectiva (los kolj�ses) y de propiedad estatal (los sovj�ses). Ambas formas de propiedad se ir�an extendiendo durante los primeros a�os de la d�cada de los 30, de forma no equilibrada ya que los kolj�ses constituir�an una inmensa mayor�a frente a los sovj�ses, hasta eliminar por completo el usufructo privado individual sobre la tierra (la propiedad de la misma correspond�a al Estado desde 1917) y la propiedad privada individual sobre los instrumentos de trabajo, terminando con el �ltimo reducto de la propiedad jur�dica individual que exist�a en la URSS.

Bas�ndose en la identificaci�n entre las relaciones de producci�n y las formas jur�dicas de propiedad (o lo que es lo mismo, entre estatalizaci�n y socializaci�n de los medios de producci�n en el marco de un Estado obrero), los comunistas sovi�ticos declarar�an, una vez colectivizado el campo y liquidado el kulak como clase, que en la URSS ya no exist�an clases sociales antag�nicas, lo que supon�a que ya no exist�a posibilidad de restauraci�n del capitalismo desde el interior del pa�s (solo se reconoc�a la posibilidad mediante una agresi�n imperialista). Adem�s, considerar�an que la tarea fundamental pasaba a ser el desarrollo de las fuerzas productivas para alcanzar la sociedad comunista. (3)

Durante el periodo en el que se inici� la colectivizaci�n del campo, Stalin manifestaba que con esta ofensiva contra la propiedad individual en la agricultura se pon�a fin a la �ltima posibilidad de restauraci�n del capitalismo en el Pa�s de los Soviets. As�, a principios del a�o 1928 declaraba en una serie de intervenciones que fueron recogidas en el art�culo Los acopios de cereales y las perspectivas de desarrollo de la agricultura:

�Lenin dice que, mientras en el pa�s predomine la hacienda campesina individual, que engendra capitalistas y capitalismo, existir� el peligro de restauraci�n del capitalismo. Se comprende que, mientras exista dicho peligro, no se puede hablar en serio de la victoria de la edificaci�n socialista en nuestro pa�s.

Por tanto, para la consolidaci�n del r�gimen sovi�tico y la victoria de la edificaci�n socialista en nuestro pa�s no basta, ni mucho menos, con la socializaci�n de la industria y nada m�s. Para ello es necesario pasar de la socializaci�n de la industria a la socializaci�n de toda la agricultura.

�Y qu� significa esto?

[�]

Esto significa, en tercer lugar, suprimir las fuentes que dan origen a los capitalistas y al capitalismo y acabar con la posibilidad de restauraci�n del capitalismo�.

Pero fue en esta �poca cuando se manifest� en el seno del Partido la l�nea oportunista de derechas, encabezada por Bujarin, Rykov y Tomski, quienes se opon�an a la l�nea de colectivizaci�n en la agricultura. En la lucha contra esta l�nea, Stalin declar� en varias ocasiones que el triunfo de la misma en el PC(b) supondr�a aumentar las posibilidades de restauraci�n del capitalismo en la Uni�n Sovi�tica, puesto que los partidarios de esta oposici�n derechista defend�an el mantenimiento de la propiedad privada individual en el campo. Es decir, en esta �poca a�n se ten�a en cuenta la posibilidad de la restauraci�n capitalista desde el interior. As�, en el art�culo Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS, Stalin sosten�a:

�El triunfo de la desviaci�n de derecha en nuestro Partido supondr�a un fortalecimiento enorme de los elementos capitalistas en nuestro pa�s. �Y qu� significa fortalecer los elementos capitalistas en nuestro pa�s? Significa debilitar la dictadura del proletariado y acrecer las posibilidades de restauraci�n del capitalismo.

Por tanto, el triunfo de la desviaci�n de derecha en nuestro partido significar�a el desarrollo de las condiciones necesarias para la restauraci�n del capitalismo en nuestro pa�s.

�Existen en nuestro pa�s, en el Pa�s Sovi�tico, condiciones que hagan posible la restauraci�n del capitalismo? S�, existen. Tal vez eso parezca extra�o, pero es un hecho, camaradas. Hemos derrocado el capitalismo, hemos implantado la dictadura del proletariado y desarrollamos a ritmo acelerado nuestra industria socialista, ligando a ella la econom�a campesina. Pero a�n no hemos extirpado las ra�ces del capitalismo. �D�nde anidan estas ra�ces? Anidan en la producci�n mercantil, en la peque�a producci�n de la ciudad y, sobre todo, del campo�.

Ambas concepciones (que la colectivizaci�n pon�a fin a las �ltimas posibilidades de regresar al capitalismo y que la victoria de la l�nea derechista aumentar�a las posibilidades de que esto ocurriera), las seguir�a expresando en el futuro en varios art�culos, como por ejemplo en El a�o del gran viraje (1929):

�Se hunde y se hace a�icos la �ltima esperanza de los capitalistas de todos los pa�ses, que sue�an con restaurar en la URSS el capitalismo, el �sacrosanto principio de la propiedad privada�. Los campesinos, en quienes ven un material que abona el terreno para el capitalismo, abandonan en masa la tan ensalzada bandera de la �propiedad privada� y pasan al cauce del colectivismo, al cauce del socialismo. Se hunde la �ltima esperanza de restauraci�n del capitalismo�.

O en el Informe pol�tico del Comit� Central ante el XVI Congreso del PC(b) de la URSS de 1930:

�No cabe duda de que la victoria de la desviaci�n de derecha en nuestra Partido significar�a desarmar por completo a la clase obrera, armar a los elementos capitalistas en el campo y aumentar las posibilidades de restauraci�n del capitalismo en la URSS�.

De esta forma, para Stalin y el PC(b) la �nica base material existente en la URSS de finales de la d�cada de los 20 para la restauraci�n interna del capitalismo era la existencia de la peque�a propiedad en el campo, que a�n perviv�a. A su vez, la manifestaci�n en el seno del PC(b) de la l�nea derechista liderada por Bujarin aumentar�a las posibilidades de que se restaurase el capitalismo en caso de que esta fracci�n oportunista triunfase en el Partido.

Pero esta concepci�n comenzar� a cambiar en los a�os 1933-1934, cuando se ha realizado ya lo fundamental de la colectivizaci�n y la oposici�n de derechas ha sido ya derrotada. As�, a principios de 1933, Stalin, haciendo balance de la aplicaci�n del primer plan quinquenal (1928-1932) en el Pleno conjunto del CC y de la CCC del PC(b) de la URSS, dir� respecto de la cuesti�n kulak: �el Partido ha conseguido que los kulaks hayan sido derrotados como clase, aunque no est�n a�n del todo rematados�.

A partir de esta �poca, al liquidarse las �ltimas supervivencias de la propiedad privada individual y como consecuencia de la reducci�n del problema de la propiedad de los medios de producci�n a una cuesti�n puramente formal, es decir, qued�ndose en la superficie, en la forma jur�dica, sin entrar en la pr�ctica real de las relaciones sociales en el proceso de producci�n, se consideran eliminadas las clases sociales antag�nicas del proletariado y de los campesinos koljosianos en el sistema de producci�n y distribuci�n de la Uni�n Sovi�tica. De aqu� en adelante solo se contempla la existencia de restos, residuos de las clases sociales ya derrotadas y, por este motivo, el PC(b) considera que a�n pervive la lucha de clases en el interior de la sociedad sovi�tica y que incluso se incrementa a medida que las clases explotadoras van llegando a su fin mediante la realizaci�n por estas de actos de sabotaje, robo, etc., contra la propiedad estatal. (4)

Un a�o despu�s, en enero de 1934, en el Informe ante el XVII Congreso del partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS, Stalin reafirma lo expuesto el a�o anterior:

�En resumen, tenemos:

a) Un poderoso ascenso de la producci�n, tanto en la industria como en las ramas principales de la agricultura.

b) La victoria definitiva, basada en este ascenso, del sistema econ�mico socialista sobre el sistema capitalista, tanto en la industria como en la agricultura; la transformaci�n del sistema socialista en sistema �nico de toda la econom�a nacional; el desplazamiento de los elementos capitalistas de todas las esferas de la econom�a nacional.

[�]

Con la liquidaci�n de las clases parasitarias ha desaparecido la explotaci�n del hombre por el hombre�.

Para 1936, con motivo de la elaboraci�n de la nueva Constituci�n de la URSS (que sustituye a la de 1924), en el Informe sobre el proyecto de Constituci�n de la URSS presentado por Stalin ante el VIII Congreso Extraordinario de los Soviets, el georgiano afirma que ya no existen clases antag�nicas y solo perviven la clase obrera, el campesinado y los intelectuales:

�La clase de los terratenientes, como es sabido, fue ya suprimida gracias a la victoria obtenida en la guerra civil. En lo que respecta a las dem�s clases explotadoras, han compartido la suerte de la clase de los terratenientes. Ya no existe la clase de los capitalistas en la esfera de la industria. Ya no existe la clase de los kulaks en la esfera de la agricultura. Ya no hay comerciantes y especuladores en la esfera de la circulaci�n de mercanc�as. Todas las clases explotadoras han sido, pues, suprimidas.

Queda la clase obrera.

Queda la clase campesina.

Quedan los intelectuales�.

M�s adelante, tras mencionar los cambios sufridos por las dos clases sociales que se reconoce que existen en la URSS (clase obrera y campesinado), y por la capa social de los intelectuales, Stalin sostiene que las diferencias entre ellas se est�n diluyendo:

��Qu� evidencian estos cambios?

Evidencian, en primer lugar, que las l�neas divisorias entre la clase obrera y los campesinos, as� como entre estas clases y los intelectuales, se est�n borrando, y que est� desapareciendo el viejo exclusivismo de clase. Esto significa que la distancia entre estos grupos sociales se acorta cada vez m�s.

Evidencian, en segundo lugar, que las contradicciones econ�micas entre estos grupos sociales desaparecen, se borran.

Evidencian, por �ltimo, que desaparecen y se borran, igualmente, sus contradicciones pol�ticas�.

Y reafirmando lo anteriormente expuesto:

�A diferencia de las constituciones burguesas, el proyecto de la nueva Constituci�n de la URSS parte de la premisa de que en la sociedad no hay ya clases antag�nicas; de que la sociedad se compone de dos clases amigas: la de los obreros y la de los campesinos; de que precisamente estas clases trabajadoras son las que est�n en el Poder; de que la direcci�n estatal de la sociedad (dictadura) se halla en manos de la clase obrera, la clase de vanguardia de la sociedad; de que la Constituci�n es necesaria para consolidar el orden social deseable y beneficioso para los trabajadores�.

De esta forma, en 1936 se sostiene de modo tajante que en la Uni�n Sovi�tica ya no existen clases sociales antag�nicas. Se considera que solo existen dos clases sociales amigas formadas por los obreros y los campesinos y por una capa social, los intelectuales, que sirve a los intereses de los obreros y campesinos y cuyo origen social, en su inmensa mayor�a, se encuentra en la clase obrera y el campesinado. Adem�s, se sostiene que las diferencias entre todas ellas est�n desapareciendo.

Esta tesis (la de la inexistencia de clases antag�nicas) se deriva de la consideraci�n de que la expropiaci�n de la burgues�a conlleva aparejada su inexistencia (solo quedan, seg�n la concepci�n bolchevique en los a�os 30, restos, elementos que lo fueron en el pasado cuando a�n exist�a la propiedad privada individual) y que ya no existen en la base material de la URSS de esa �poca elementos que puedan permitir la reproducci�n de la clase burguesa, puesto que la �nica condici�n que conceb�an para ello era la existencia de propiedad privada individual sobre los medios de producci�n, que ya hab�a sido eliminada con el proceso de colectivizaci�n agraria y de industrializaci�n.

Esto, en �ltima instancia, supon�a una negaci�n de la teor�a marxista del Estado al defender la existencia del mismo cuando se sosten�a que ya no hab�a clases antagonistas, clases sociales a las que reprimir. El Estado surge como consecuencia de la divisi�n de la sociedad en clases, clases que tienen intereses enfrentados, y por eso la clase dominante necesita dotarse de una maquinaria estatal, con sus aparatos ideol�gicos y represivos, para garantizar su posici�n dominante en la sociedad. Cuando las clases antag�nicas desaparecen, cuando ya no hay nadie a quien reprimir en la sociedad, el Estado no tiene raz�n de ser y se extingue; se llega, por tanto, a la sociedad comunista, la sociedad sin clases y sin Estado. En esta �poca a�n exist�a a quien reprimir seg�n el PC(b), porque, como veremos a continuaci�n, se habla de restos de las clases explotadoras pero, cuando se afirme que estas est�n eliminadas por completo en 1939 tras el periodo de las purgas, se seguir� defendiendo la necesidad del  Estado solamente por los factores externos, revisando as� la dial�ctica, que muestra que lo externo solo se puede manifestar a trav�s de lo interno. As� se abjura de la tesis marxista del Estado y se sostiene que solo existen dos clases sociales y una capa social amigas, que colaboran entre ellas, que desaparecen las diferencias que existen entre las mismas y que no hay nadie a quien reprimir en el interior de la sociedad sovi�tica, pero aun as� se mantiene el aparato estatal, no estando este en proceso gradual de extinci�n.

A pesar de que se defiende por parte de Stalin y el PC(b) que ya no existen clases sociales antag�nicas en el pa�s sovi�tico desde mediados de la d�cada de los 30, se sigue afirmando la existencia de lucha de clases contra los residuos de las antiguas clases opresoras en el periodo inmediatamente posterior a esta fecha. Esto se debe a que en el propio a�o 1936 comienza el periodo de las grandes purgas que se extender� hasta 1939. De esta forma vuelve a aparecer la teor�a de la agudizaci�n de las lucha de clases en el conflicto contra los restos de las clases sociales ya derrotadas, que en este caso se dice que cuentan con  el apoyo de las potencias imperialistas �no en vano los acusados durante las purgas lo ser�n, entre otras cosas, de ser agentes al servicio de estas potencias-. Esto se produce en un contexto de agudizaci�n del conflicto interimperialista y del asedio contra la URSS por parte del imperialismo en los a�os 30 debido a la pol�tica exterior de la Alemania nazi y de sus aliados italianos y japoneses. Por eso la purga se concibe como una limpieza de la retaguardia en previsi�n de una futura agresi�n exterior, que, como veremos un poco m�s adelante, se plantea como la �nica fuente de las posibilidades de restauraci�n capitalista. As� lo explica Stalin en su informe presentado en el pleno del CC del PC(b) de febrero de 1937, titulado Sobre los defectos del trabajo del partido y las medidas para la liquidaci�n de los trotskistas:

�Hay que demoler y tirar por la borda, la teor�a podrida seg�n la cual la lucha de clases se extinguir�a a medida de nuestros pasos hacia adelante, que el enemigo de clase se domesticar� a medida de nuestros �xitos.

No es solamente una teor�a podrida sino tambi�n una teor�a peligrosa, pues ella adormece a nuestros hombres, los hace caer en la trampa y permite al enemigo restablecerse, para la lucha contra el poder de los soviets.

Por el contrario, cuanto m�s avancemos, cuantos m�s �xitos realicemos, tanto m�s grande ser� el furor de los restos de las clases explotadoras en derrota, tanto m�s recurrir�n a formas de lucha m�s agudas, m�s da�ar�n al Estado sovi�tico, m�s se aferrar�n a los procedimientos de lucha m�s desesperados, como �ltimo recurso de hombres condenados al fracaso�.

Y acto seguido Stalin recuerda el apoyo exterior directo de los Estados capitalistas que tienen estos restos de las clases explotadoras (en otros fragmentos del informe los califica de esp�as que trabajan para los servicios secretos de los Estados imperialistas):

�No hay que olvidarse que los restos de las clases derrotadas en la URSS no est�n solas. Ellas gozan del apoyo directo de nuestros enemigos, m�s all� de las fronteras de la Uni�n Sovi�tica�.

En 1938, Stalin responde a una carta que le envi� un militante de las juventudes del Partido (Komsomol), llamado Ivanov (se conoce como la Carta a Ivanov), quien le hab�a planteado la cuesti�n de si el triunfo del socialismo era definitivo en la URSS o no debido a la posibilidad de agresi�n exterior por parte de los Estados capitalistas. En la respuesta, Stalin comenta lo siguiente:

�Esta es la situaci�n con respecto a la cuesti�n de la victoria del socialismo en un solo pa�s.

Se deduce que esta cuesti�n contiene dos problemas diferentes:

a) el problema de las relaciones internas de nuestro pa�s, o sea, el problema de la victoria sobre nuestra burgues�a y la edificaci�n del socialismo integral;

b) el problema de las relaciones externas de nuestro pa�s, o sea, el problema de la plena garant�a de nuestro pa�s contra los peligros de una intervenci�n militar y de restauraci�n.

El primer problema ya ha sido resuelto, ya que nuestra burgues�a se ha liquidado y el socialismo se ha ya edificado esencialmente. A esto lo llamamos victoria del socialismo o, m�s exactamente, victoria de la edificaci�n socialista en un solo pa�s. Nosotros podr�amos decir que nuestra victoria es definitiva si nuestro pa�s estuviera en una isla y si alrededor de �l no hubiera numerosos pa�ses, pa�ses capitalistas. Y debido a que no vivimos en una isla sino en un �sistema de estados� del cual una parte considerable es hostil al pa�s del socialismo, creando as� el peligro de una intervenci�n y una restauraci�n, nosotros decimos abiertamente y honestamente que la victoria del socialismo en nuestro pa�s no es todav�a definitiva. De aqu� se deduce que el segundo problema no est� todav�a resuelto y que har� falta resolverlo�.

De esta forma Stalin excluye la posibilidad de una restauraci�n interna del capitalismo, arguyendo que la victoria ser�a definitiva si no existiese el cerco capitalista que mantiene el peligro de intervenci�n extranjera. Por ello, solo contempla la posibilidad de que dicha restauraci�n se produzca a trav�s de una agresi�n militar por parte de las potencias burguesas contra el Pa�s de los Soviets. Desde luego en esa �poca este era un peligro muy latente. De hecho, tan solo tres a�os despu�s la URSS sufrir�a la agresi�n imperialista de la Alemania nazi. Sin embargo, la restauraci�n del capitalismo en el Estado sovi�tico no provendr� del exterior, sino que proceder� del interior.

Para 1939, cuando el periodo de la grandes purgas ha llegado a su final, en el Informe ante el XVIII Congreso del partido sobre la labor del CC del PC(b) de la URSS, Stalin, haciendo referencia a los cambios producidos en las Uni�n Sovi�tica en el periodo que va desde el anterior Congreso (el XVII, celebrado en 1934) hasta la fecha, defiende que los restos de las clases explotadoras ya han sido eliminados por completo, como consecuencia de las purgas producidas entre los a�os 1936-1939, e insiste en la idea de la uni�n entre las clases existentes en el Pa�s Sovi�tico:

�En el terreno del desarrollo social y pol�tico del pa�s, debe ser considerada como la conquista m�s importante lograda durante el per�odo que abarca el informe, la liquidaci�n completa de los residuos de las clases explotadoras, la cohesi�n de los obreros, campesinos e intelectuales en un solo frente com�n de trabajo [�]�.

En concordancia con esto, con el hecho de la eliminaci�n completa de los restos de las clases explotadoras y como consecuencia de ello, m�s adelante el revolucionario postula la inexistencia de lucha entre clases sociales en el interior de la sociedad sovi�tica. Asimismo, insiste en que las clases que a�n existen colaboran entre ellas:

�La peculiaridad de la sociedad sovi�tica del per�odo actual, a diferencia de cualquier sociedad capitalista, estriba en que en ella no existen ya clases antag�nicas, hostiles; las clases explotadoras han sido liquidadas, y los obreros, campesinos e intelectuales, que constituyen la sociedad sovi�tica, viven y trabajan sobre la base de los principios de colaboraci�n fraternal [�] la sociedad sovi�tica, liberada del yugo de la explotaci�n, no conoce estas contradicciones, est� libre de choques de clases [�]�.

En el mismo informe, Stalin plantea que algunas tesis marxianas sobre el Estado son insuficientes e incompletas, y as� justifica la existencia del aparato estatal en la URSS, ante las dudas de militantes del Partido que consideran que el Estado deber�a ir debilit�ndose al no existir ya, seg�n las concepciones dominantes en la formaci�n ideol�gica bolchevique de la �poca, nadie a quien reprimir en el interior de la sociedad sovi�tica, bas�ndose para ello en la existencia de Estados capitalistas que env�an esp�as y saboteadores al pa�s sovi�tico y que pueden lanzar una ofensiva militar contra el mismo:

�Estas preguntas revelan, no s�lo que se da menos importancia de la debida al hecho del cerco imperialista; revelan tambi�n que se desconoce el papel y la importancia de los Estados burgueses y de sus �rganos, que env�an a nuestro pa�s esp�as, asesinos y saboteadores y que aguardan la ocasi�n para atacarlo militarmente; asimismo, revelan que se menosprecia el papel y la importancia de nuestro Estado socialista y de sus �rganos militares, de sanci�n y de contraespionaje, necesarios para defender el pa�s del socialismo contra un ataque del exterior�.

Posteriormente explica las funciones del Estado sovi�tico, que ya no son las de represi�n interna sino solamente externa, contra las potencias imperialistas y sus agentes:

�Ha desaparecido, se ha extinguido la funci�n de aplastamiento militar dentro del pa�s, porque la explotaci�n ha sido suprimida, ya no existen explotadores y no hay ya a qui�n aplastar. En el lugar de la funci�n de represi�n, surgi� la funci�n, para el Estado, de salvaguardar la propiedad socialista contra los ladrones y dilapidadores de los bienes del pueblo. Se ha mantenido plenamente la funci�n de defensa militar del pa�s contra ataques del exterior; por consiguiente, se ha mantenido tambi�n el Ej�rcito Rojo, la Marina Roja de Guerra, lo mismo que los organismos de sanci�n y de contraespionaje, necesarios para capturar y castigar a los esp�as, asesinos, saboteadores, que los servicios de espionaje extranjeros env�an a nuestro pa�s. Ahora, la tarea fundamental de nuestro Estado, dentro del pa�s, consiste en desplegar el trabajo pac�fico de organizaci�n econ�mica y de educaci�n cultural. En lo que se refiere a nuestro Ej�rcito, a los organismos de sanci�n y contraespionaje, �stos van dirigidos, no ya contra el interior del pa�s, sino contra el exterior, contra los enemigos exteriores�.

Se comprueba c�mo Stalin y el PC(b) acaban rechazando las causas internas como causa principal para la existencia del Estado. Tanto es as�, que Stalin incluso termina por plantear la posibilidad de existencia del Estado en la sociedad comunista si pervive el cerco capitalista, profundizando en la revisi�n de la tesis marxista del Estado:

�Seguimos avanzando, hacia el comunismo. �Se mantendr� en nuestro pa�s el Estado tambi�n durante el per�odo del comunismo?

S�, se mantendr�, si no se liquida el cerco capitalista, si no se suprime el peligro de un ataque armado del exterior. Claro est� que, en este caso, las formas de nuestro Estado volver�n a modificarse, con arreglo al cambio de la situaci�n interior y exterior.

No, no se mantendr� y se extinguir�, si el cerco capitalista se liquida, si lo sustituye un cerco socialista�.

Consecuencias para la edificaci�n del comunismo

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Cuando a�n exist�a propiedad privada individual sobre los medios de producci�n en la URSS, es decir, en la d�cada de los 20, los comunistas no se encontraban desarmados para librar y desarrollar la lucha de clases en el camino hacia el comunismo. Durante esta �poca la lucha de clases se realiz� de forma correcta en lo esencial, pues lo principal era acabar con la propiedad privada individual. Pero cuando esto se alcanza a principios de los a�os 30 tras la industrializaci�n y la colectivizaci�n, con la consiguiente eliminaci�n como clase de los nepman y los kulaks, y como consecuencia de la equiparaci�n de forma de propiedad con relaciones de producci�n, los bolcheviques consideraron que ya no exist�an clases sociales antag�nicas en la sociedad sovi�tica y que el peligro de restauraci�n �nicamente proven�a del exterior la situaci�n cambi�. Todo ello provoc� que el PC(b) no estuviese preparado para luchar contra la nueva clase burguesa que emergi� y se desarroll� al calor de la edificaci�n socialista.

Efectivamente, en el socialismo contin�an existiendo las condiciones que permiten la reproducci�n de las clases sociales, puesto que siguen existiendo la divisi�n social del trabajo (5) y el trabajo asalariado. Como consecuencia de la pervivencia de la divisi�n del trabajo, los productores directos en cada unidad de producci�n siguen inmersos en la misma divisi�n entre trabajo manual y trabajo intelectual, ente funciones de direcci�n del proceso productivo y funciones de ejecuci�n del mismo, que bajo el modo de producci�n capitalista (hay que tener presente que el socialismo no es un modo de producci�n, sino una etapa de transici�n entre dos modos de producci�n, el capitalista y el comunista, que conjuga caracter�sticas y elementos de ambos). Esto da lugar a que entre la capa dirigente, entre los trabajadores intelectuales, que se encuentran en el aparato estatal realizando tareas de direcci�n y organizaci�n (cuadros vinculados tanto al Partido como al Estado, directores de unidades de producci�n, ingenieros, t�cnicos, etc.) y que perciben unos salarios considerablemente m�s altos que los que obtienen los obreros manuales, apropi�ndose de una fracci�n del plustrabajo creada por estos �ltimos, surjan individuos que componen una nueva burgues�a, que en este caso adopta una forma burocr�tica, al hallarse sus miembros en los puestos de direcci�n del aparato administrativo, productivo y distributivo del Estado.

La agravaci�n de la diferencia entre estos estratos sociales, los trabajadores intelectuales y los trabajadores manuales, se profundiz� en el Estado sovi�tico porque desde un principio se tuvo que recurrir a los especialistas burgueses (ingenieros, administradores y t�cnicos) para poner en marcha el proceso de producci�n y distribuci�n, al ser estos los �nicos que dominaban la t�cnica y pose�an los conocimientos necesarios para ello. Es decir, los puestos de trabajadores intelectuales fueron ocupados por miembros de la antigua burgues�a y, para conseguir que aceptasen trabajar para el Estado proletario, fue necesario retribuirles de una forma elevada, estableci�ndose como consecuencia de ello una escala salarial bastante abierta (un decreto de febrero de 1919 fijaba un salario m�nimo de 600 rublos y uno m�ximo de 3000), transfiriendo as� parte de la plusval�a creada por los obreros manuales a los trabajadores intelectuales. Lenin y los bolcheviques conceb�an dicha medida como algo impuesto por las condiciones y como un paso atr�s necesario contrario a los principios del Estado-comuna, enunciados por �l mismo en las Tesis de Abril y El Estado y la Revoluci�n (6), aunque existi� una importante oposici�n a estas medidas en el seno del PC(b) representadas por los �comunistas de izquierda�, primero, y por la �oposici�n obrera�, despu�s.

Adem�s, a la par que se recurr�a a los especialistas burgueses para desempe�ar los puestos de trabajo intelectual, se empezaba a dibujar el sistema de direcci�n en las unidades de producci�n que prevalecer�a en el futuro en la Uni�n Sovi�tica. Por un decreto de marzo de 1918 �hasta ese momento se empleaba la direcci�n colegiada- se establec�a un sistema de direcci�n �nica en las empresas elegida por arriba, es decir, por los �rganos superiores de administraci�n econ�mica, los Glavk, que eran los �rganos que dirig�an las distintas ramas de la industria y formaban parte del VNSJ (Consejo Superior de Econom�a Nacional), sin ninguna participaci�n de las masas obreras en la elecci�n. Este sistema consist�a en el nombramiento por estos �rganos superiores de dos directores, uno administrativo y otro t�cnico. Solo en el caso del primer director, el administrativo, pod�a ser su actividad controlada en parte por los consejos de f�brica; el director t�cnico depend�a en sus tareas de forma exclusiva de los �rganos superiores de direcci�n econ�mica. Estos directores tambi�n eran nombrados de entre los especialistas burgueses, en muchos casos entre los antiguos patronos.

De 1918 a 1920 el sistema de gesti�n de las unidades productivas se convertir� en una direcci�n unipersonal progresivamente (7). De esta forma, estos directores adquirir�n m�s poderes y, como consecuencia de ello, los consejos de f�brica ver�n reducidas sus funciones de control cada vez m�s (en el IX Congreso de 1920 se establece que estos deben dedicarse exclusivamente a la disciplina del trabajo, propaganda y educaci�n de los obreros), por lo que los proletarios quedan excluidos de cualquier participaci�n en la direcci�n del proceso productivo.

Pero estas medidas, que en un primer momento se adoptaron de forma provisional y reconociendo abiertamente que supon�an un retroceso necesario, acabar�an consolid�ndose con el paso del tiempo. Aunque el origen social de los trabajadores intelectuales cambiar�a en el transcurso del proceso de construcci�n del socialismo (dejar�an de ser antiguos especialistas burgueses para pasar a ser mayoritariamente de procedencia obrera), las medidas adoptadas en los primeros a�os de la Rusia sovi�tica se mantendr�an, tanto la direcci�n �nica de las unidades de producci�n como los salarios elevados para los que desempe�aban trabajo intelectual.

Durante los a�os 20 existieron tentativas que buscaron la participaci�n de las masas de trabajadores en la direcci�n de las empresas y en el control de la actividad de sus directores. En 1924,  el PC(b) aprob� la celebraci�n de conferencias de producci�n en las que los obreros examinar�an lo relativo al proceso de producci�n y sus resultados. Pero en la pr�ctica su aplicaci�n se encontr� con la oposici�n de los dirigentes de las empresas, que provoc� que casi no se llevaran a cabo estas reuniones en los a�os siguientes. En 1928 se produjo desde la direcci�n del PC(b), encabezada por Stalin, una cr�tica contra la burocratizaci�n de los cuadros, no solo contra los de procedencia burguesa sino tambi�n contra los de origen obrero, y una llamada a la cr�tica desde la base contra estos. Esto dar�a lugar a la lucha y la cr�tica de masas en las conferencias de producci�n por parte de los obreros contra los dirigentes de las unidades de producci�n y el resto de trabajadores intelectuales, pero, al no estar dirigida correctamente por el Partido, el movimiento se ir�a diluyendo sin llevar aparejado ninguna transformaci�n en las relaciones de direcci�n y gesti�n en las unidades productivas.

Al contrario, el fracaso de estos intentos tendr�a como consecuencia el reforzamiento de la posici�n de los directores de las empresas que ver�an incrementados sus poderes de direcci�n y organizaci�n del proceso productivo, todo ello sin la intervenci�n de ning�n organismo externo (sindicatos o comit�s del Partido). Esta fue una situaci�n ligada al contexto en que tuvo lugar, puesto que a fines de los a�os 20 la URSS estaba inmersa en el proceso de industrializaci�n, lo que provoc� que los intereses de esta acabaran prevaleciendo frente a la transformaci�n de las relaciones de producci�n, cuesti�n que qued� relegada.

Estos hechos acaecidos durante los a�os 20 muestran el conflicto existente entre los trabajadores manuales, los productores directos, frente a los trabajadores intelectuales, entre los cuales surg�an los elementos que formaban la naciente burgues�a burocr�tica. Conflicto que se manifestaba tambi�n en el seno del Partido Comunista (bolchevique) y que explica los cambios contradictorios que sufr�a la pol�tica directiva de los bolcheviques sobre esta cuesti�n: a la vez que se defend�a la participaci�n y control por parte de los obreros en el proceso de producci�n, se tomaban medidas que fortalec�an la posici�n de los directores de unidades de producci�n y del resto del personal dedicado a funciones de direcci�n del proceso.

Con la industrializaci�n se reforz� el rol asignado al desarrollo de las fuerzas productivas y, junto a  ello, el papel de los cuadros. As�, en 1931, Stalin, en su discurso en la primera conferencia de trabajadores de la industria socialista titulado Las tareas de los dirigentes de la econom�a, expone el principio de que �la t�cnica, en el per�odo de reestructuraci�n, lo decide todo�, que supon�a en la pr�ctica que quienes lo decid�an todo eran los que dominaban la t�cnica, es decir, los trabajadores intelectuales. En coherencia con esto, a mediados de la misma d�cada la consigna se transforma en �los cuadros lo deciden todo�, que enuncia en su Discurso pronunciado en el Palacio del Kremlin ante la promoci�n de mandos salidos de las academias del Ej�rcito Rojo. Estos principios acentuaban  la divisi�n social del trabajo existente en la sociedad sovi�tica e imped�an la transformaci�n de las relaciones sociales necesaria para acabar con la divisi�n entre trabajo manual e intelectual. Y, como consecuencia de lo anterior, los elementos que constitu�an la burgues�a burocr�tica embrionaria adquir�an m�s poder e iban asentando progresivamente su posici�n en el aparato estatal de la URSS.

Por esa �poca se consideraba que la supresi�n de la divisi�n social del trabajo se producir�a por el ascenso cultural y t�cnico de la clase obrera, por su instrucci�n. Con este motivo los incentivos materiales se conceb�an como una forma de promover la instrucci�n t�cnica de los obreros (8), lo cual significaba dividir a la clase obrera, crear diferenciaciones en su seno que objetivamente beneficiaban a la burgues�a burocr�tica. En la pr�ctica, la defensa del ascenso cultural y t�cnico de los obreros no supon�a ninguna participaci�n de las masas obreras en la gesti�n y direcci�n del proceso de producci�n ni la realizaci�n de trabajo manual por parte de los directores, ingenieros y t�cnicos, de los trabajadores intelectuales, cuestiones necesarias para la transformaci�n real de las relaciones sociales de producci�n que permita la eliminaci�n de la divisi�n entre trabajo intelectual y trabajo manual. (9)

En este contexto, los elementos que conformaban la burgues�a burocr�tica iban escalando posiciones en el Estado sovi�tico, y lo mismo hac�an sus representantes en el Partido, los revisionistas. Dicha labor era facilitada por las concepciones ideol�gicas dominantes en el PC(b) al considerar que ya no exist�an clases sociales antag�nicas en la Uni�n Sovi�tica, que la sociedad sovi�tica estaba formada por dos clases (obreros y campesinos) y una capa (intelectuales) social amigas y que, por ende, tampoco exist�a posibilidad alguna de restauraci�n del capitalismo desde el interior, sino solo desde el exterior. (10)

Al no ser comprendidas las contradicciones existentes en la realidad social de la Uni�n Sovi�tica por parte de los bolcheviques (y, por tanto, no poder luchar contra sus causas), la burgues�a burocr�tica no hallaba obst�culos para desarrollarse en dicho contexto. Aunque no pod�a hacerse de momento con el poder pol�tico en el Estado sovi�tico, al encontrarse a�n comunistas en su direcci�n encabezados por Stalin, s� ten�a la capacidad para ir haci�ndose con parcelas de poder. Las purgas de los a�os 30, que eran concebidas como una lucha contra restos de las clases explotadoras que actuaban como agentes del imperialismo, afectaron a elementos que formaban parte de la burgues�a estatal, junto con otros que nada ten�an que ver con ella. Pero dicha represi�n no atacaba ni se dirig�a en absoluto contra los factores que permit�an la existencia de esta clase social, que permit�an su reproducci�n en las condiciones materiales de la URSS, por lo cual no fue ning�n impedimento para su existencia y su progresiva conquista de posiciones en el aparato estatal sovi�tico.

Como ya hemos se�alado en el ep�grafe anterior, para estas fechas la �nica posibilidad de restauraci�n del capitalismo en la Uni�n Sovi�tica era concebida mediante una agresi�n militar proveniente del exterior. Y, por supuesto, esta era una posibilidad real y un peligro latente en la d�cada de los 30 que se materializ� con la Operaci�n Barbarroja emprendida por la Alemania nazi, en colaboraci�n con sus aliados, en el a�o 1941. La URSS, aunque sufri� unas p�rdidas humanas y materiales tremendas, sali� vencedora de este enfrentamiento militar. Sin embargo, el proceso de restauraci�n capitalista se realizar�a desde el interior del Partido y del Estado por parte de la burgues�a estatal y de sus representantes en el seno del PC(b), y no a trav�s de ninguna agresi�n externa.

Por esa misma �poca, cuando se consideraba por parte de la direcci�n sovi�tica que ya no hab�a clases sociales antag�nicas en la URSS, as� como tampoco posibilidad de restauraci�n interna del capitalismo, y que comenzaba el periodo de transici�n gradual del socialismo al comunismo (11), individuos como Kruschev, Mikoyan o Shvernik ya ocupaban su puesto en el Politbur�, y otros como Kosygin, Suslov -considerado el te�rico del PCUS revisionista- o Kuusinen en el Comit� Central del PC(b). Todos ellos tendr�an un papel fundamental en el proceso de restauraci�n capitalista en la Uni�n Sovi�tica. Lo cual muestra c�mo en el interior de los aparatos dirigentes del Partido y del Estado durante el socialismo ya se encuentran los revisionistas que sirven a los intereses de clase de la nueva burgues�a, quienes esperan el momento oportuno para tomar el control del aparato partidario y estatal y liquidar la dictadura proletaria y el proceso de construcci�n de la sociedad comunista.

Todo lo anteriormente expuesto les facilit� a los revisionistas, representantes de los intereses de clase de la burgues�a burocr�tica, la toma del poder pol�tico en la URSS, que se produjo con el XX Congreso del PCUS en 1956. (12) De esta forma, la toma del poder se realiz� de forma incruenta (con excepci�n de los hechos aislados del fusilamiento de Beria y sus colaboradores, los sucesos de Tbilisi de 1956 y el asesinato de Mir Jafar Baghirov), ante la pasividad de los militantes de base del Partido y de la poblaci�n sovi�tica que se encontraban totalmente desarmados ideol�gica y pol�ticamente para hacer frente a un restablecimiento de modo interno y pac�fico del capitalismo en el primer Estado socialista del mundo. Y ello debido a que dicha posibilidad no entraba en los esquemas ideol�gicos del PC(b) por la herencia ideol�gica que hab�a recibido de la socialdemocracia, como ya hemos explicado, y que constituy� una de las limitaciones con las que se encontraron los comunistas durante el Ciclo revolucionario de Octubre y que finalmente condujeron a la derrota del mismo.

Revoluci�n o barbarie
Enero 2014


Notas

(1)  Lenin, en 1915, en el art�culo La consigna de los Estados Unidos de Europa ya sentaba las bases de la tesis del socialismo en solo pa�s:

�La desigualdad del desarrollo econ�mico y pol�tico es una ley absoluta del capitalismo. De aqu� se deduce que es posible que el socialismo triunfe primeramente en unos cuantos pa�ses capitalistas, o incluso en un solo pa�s de forma aislada.

El proletariado triunfante de este pa�s, despu�s de expropiar a los capitalistas y de organizar dentro de �l la producci�n socialista, se alzar�a contra el resto del mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los dem�s pa�ses, levantando en ellos la insurrecci�n contra los capitalistas, empleando incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus estados�.

(2) En 1934, Trotski, en un alarde de futurolog�a respecto a la posibilidad de restauraci�n del capitalismo en el Estado sovi�tico, incluso llegaba a afirmar que:

�Solo un imb�cil total puede creerse que las relaciones capitalistas, es decir la propiedad privada de los medios de producci�n incluida la tierra, pueden restablecerse pac�ficamente en la URSS y llevar a un r�gimen de democracia burguesa. De hecho, aunque fuera posible en general, el capitalismo no podr�a restablecerse en Rusia salvo como consecuencia de un salvaje golpe de estado contrarrevolucionario que costar�a diez veces m�s v�ctimas que la Revoluci�n de Octubre y la Guerra Civil� (La burocracia stalinista y el asesinato de Kirov).

(3) El propio Lenin, que falleci� una d�cada antes de que en la URSS se alcanzase la eliminaci�n de la propiedad jur�dica individual sobre los medios de producci�n, ya hab�a diferenciado en el proceso de construcci�n del comunismo entre un periodo de estatalizaci�n de los medios de producci�n (transici�n al socialismo) y otro inmediatamente posterior de desarrollo de las fuerzas productivas que permitir�a acabar con la divisi�n del trabajo y por tanto alcanzar el comunismo (transici�n al comunismo), poniendo en la primera fase el acento en la pol�tica, en la lucha de clases, y en la segunda en el desarrollo econ�mico. Esta concepci�n determin� la visi�n del socialismo que el PC(b) defender�a a partir de los a�os 30. Sobre esto, v�ase el trabajo del Colectivo F�nix: Stalin. Del marxismo al revisionismo, en especial el cap�tulo cuatro, titulado �Los l�mites del bolchevismo�.

(4) Esto lo manifiesta en el mismo pleno en el apartado de El balance del plan quinquenal en cuatro a�os en la lucha contra los restos de las clases enemigas.

(5) Engels se�al� que la divisi�n del trabajo era lo que produc�a la divisi�n clasista de la sociedad. As� lo sostuvo en el Anti-Dh�ring: �Lo que subyace a la divisi�n en clases es la ley de la divisi�n del trabajo�.

(6) As�, afirmaba Lenin en la primavera de 1918 en Las tareas inmediatas del poder sovi�tico:

�Hemos tenido que recurrir ahora al viejo m�todo burgu�s y aceptar los �servicios� de los especialistas burgueses m�s respetados a cambio de una remuneraci�n muy elevada. Quienes conocen la situaci�n lo comprenden; pero no todos se detienen a meditar sobre el significado de semejante medida tomada por un Estado proletario. Es evidente que tal medida constituye un compromiso, una desviaci�n de los principios sustentados por la Comuna de Par�s y por todo poder proletario, que exige la reducci�n de los sueldos al nivel del salario del obrero medio, que exige que se combata al arribismo con hechos y no con palabras.

Pero esto no es todo. Es evidente que semejante medida no es s�lo una interrupci�n �en cierto terreno y en cierto grado- de la ofensiva contra el capital (ya que el capital no es una simple suma de dinero, sino determinadas relaciones sociales), sino tambi�n un paso atr�s de nuestro poder estatal socialista, sovi�tico, que desde el primer momento proclam� y comenz� a poner en pr�ctica la pol�tica de reducci�n en los sueldos elevados hasta el nivel del salario del obrero medio�.

(7) Seg�n las estad�sticas disponibles a finales de 1920, de 2051 grandes unidades de producci�n censadas, 1783 funcionaban bajo la direcci�n unipersonal.

(8) A finales de 1934, en una conversaci�n con directores, ingenieros y obreros metal�rgicos, Stalin dec�a:

�Organizar los salarios de manera que fortalezcan los eslabones decisivos de la producci�n e inciten a los hombres a una cualificaci�n superior�.

(9) Stalin, en su obra de 1952 titulada Los problemas econ�micos del socialismo en la URSS, afirmaba que no exist�a ninguna contradicci�n en el pa�s sovi�tico entre trabajadores manuales e intelectuales (dicha afirmaci�n se produc�a tan solo cuatro a�os antes de que los revisionistas y la burgues�a estatal sovi�tica tomaran el poder en la URSS):

�Se comprende que, al ser destruidos el capitalismo y el sistema de explotaci�n, deb�a desaparecer tambi�n la oposici�n de intereses entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Y en nuestro actual r�gimen socialista ha desaparecido, efectivamente. Ahora los hombres dedicados al trabajo manual y el personal dirigente no son enemigos, sino camaradas y amigos, miembros de una misma comunidad de producci�n, interesados vitalmente en la prosperidad y en el mejoramiento de la producci�n. De su vieja enemistad no queda ni rastro�.

Y en la misma obra incluso llegaba a afirmar que ciertas diferencias entre trabajo intelectual y manual, aunque de car�cter no esencial, seguir�an existiendo a lo largo del tiempo, perpetuando as� para siempre la diferencia entre personal dirigente y productores directos:

�Lo mismo hay que decir respecto a la diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. La diferencia esencial entre ellos, es decir, la diferencia en cuanto al nivel cultural y t�cnico, desaparecer�, sin duda alguna. Pero, con eso y con todo eso, seguir� existiendo alguna diferencia, si bien no esencial, aunque s�lo sea porque las condiciones de trabajo del personal dirigente de las empresas no son las mismas que las condiciones de trabajo de los obreros�.

(10) Estas cuestiones tambi�n tendr�an una esencial importancia para la variaci�n de la pol�tica exterior de la URSS y de la Internacional Comunista a mitad de la d�cada de los a�os 30. En 1935 se celebra el VII Congreso de la Internacional que aprueba la t�ctica de los Frentes Populares, que consist�a en una alianza interclasista para la defensa de la democracia burguesa frente al auge del fascismo, relegando el objetivo de la revoluci�n socialista. En esa �poca el Movimiento Comunista Internacional organizado en la III Internacional fue instrumentalizado como un aparato defensivo de la Uni�n Sovi�tica frente a las posibles agresiones del imperialismo (concretamente frente al bloque imperialista encabezado por la Alemania nazi) que en la concepci�n ideol�gica del PC(b) de los a�os 30 supon�an la �nica posibilidad de restauraci�n del capitalismo en el Pa�s de los Soviets.

(11) En la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS de 1938 se afirma lo siguiente:

�La Constituci�n (1936) vino a consagrar el hecho de alcance hist�rico-universal de que la URSS ha entrado en una nueva etapa de desarrollo, en la etapa de coronamiento de la edificaci�n de la sociedad socialista y de transici�n gradual hacia la sociedad comunista�.

(12) En el �mbito ideol�gico, tesis que desarrollar�an los revisionistas kruschevistas, como el Estado de todo el pueblo, eran una continuaci�n de la consideraci�n de inexistencia de clases sociales antag�nicas y de la �nica existencia de clases amigas en la URSS imperante en el Partido bolchevique desde mediados de los a�os 30. De esta forma, las teorizaciones precedentes -como la anterior- que beneficiaban a los intereses de los revisionistas ser�an recogidas por estos, al igual que la defensa de la imposibilidad de restauraci�n del capitalismo en la URSS que Kruschev llevar�a a�n m�s  all� en el XXI Congreso del PCUS, en 1959, estableciendo que tambi�n resultaba imposible la restauraci�n del capitalismo por una agresi�n imperialista, por lo que, seg�n �l, el socialismo hab�a triunfado definitivamente en la Uni�n Sovi�tica.