Cuando Faulkner encontró a Hawks en el blog de Filmin

Cuando Faulkner encontró a Hawks

Fuente: Garden & Gun

Ganador del Premio Nobel de la Literatura, William Faulkner fue considerado el rival estilístico de Hemingway además de ser el único escritor (y poeta) modernista americano de la década de los 30' capaz de seguir la estela experimental de escritores europeos como Joyce, Woolf y Proust. Su pipa y su burbon fueron sus señas de identidad, su inmersión en la época dorada de Hollywood fue mucho menos anecdótica de lo que podríamos esperar, como bien nos revelan desde Garden & Gun en este maravilloso artículo que acertadamente elevan su periplo al estatus de 'odisea'. Un genio literario en bancarrota llegaba a Hollywood con la ingénua esperanza de escribir para el 'actor' Mickey Mouse y acabaría por escribir para un grande de la meca del cine como Howard Hawks. Os lo contamos

Allá por 1932, el escritor de Missisipi era envuelto por las luces brillantes y el calor seco de Hollywood. Fue el comienzo de lo que sería un aletargado coqueteo con el negocio de la escritura de guiones. En esa jungla de asfalto que entonces suponía, y aún hoy supone Los Ángeles, Faulkner conoció a estrellas de cine, encontró su guarida del bourbon, perseguió su verdadero amor, y trató de mantenerse cuerdo en un lugar que a menudo parecía la antípoda de su sureño hogar. "Se rumoreaba que vendría". Es lo que el taquígrafo responsable de Warner Bros. afirma al recordar el día en que William Faulkner pisó los estudios allá por 1942. El habitante más famoso de Oxford (una pequeña localidad de Missisipi que por aquel entonces no superaba los 5000 habitantes) pisba California ataviado con esa inconfundible americana de lana y su característica pipa que inevitablemente, daban el cante entre las luces de neón y las palmeras que les perseguían.

Pero a pesar de que la vida de Faulkner siempre será identificada entre los cedros en Oxford y será eternamente señalado como un hombre "profunda y místicamente atado a su tierra", tal y como Time lo inmortalizó allá por 1964, sus años como guionista en Hollywood suponen mucho más que un mero contratiempo en su biografía. Transcurrieron más de dos décadas entre sus idas y venidas trabajando para un Hollywood del que Faulkner llegó a asegurar que, "verlo y vivirlo de una sola vez suponía demasiado para cualquier persona criada en Missisipi" definiéndolo como "el culo plástico del mundo". De hecho, fueron dos los affaires  reseñables que vivió en la meca del cine. El primero, profesional (cortejó una relación con uno de los más prestigiosos directores de uno de los negocios más glamurosos del universo) y otro personal (un romance transformador con una bella supervisora de guión que lo señala como el gran amor de su vida).

A pesar de que han sido muchos los autores famosos que han hecho sus pinitos en Hollywood (Didion y Dunne, Capote, Fitzgerald), fue Faulkner quien especialmente parecía tener un don para el cine. Alguien a quien el novelista convertido a guionista Stephem Longstreet, definió como "uno de los genios verdaderamente reales que llegó a escribir para cine". Y es que, su nivel era tan alto que inclusó le permitió llegar a adaptar el trabajo de otros dos escritores de renombre: Raymond Chandler y Ernest Hemingway (quienes curiosamente, también llegaron a escribir guiones para Hollywood).

Todo comenzó en 1932. Tras el éxito de su aclamada novela "Santuario", Leland Hayward, un prominente agente de Hollywood, le dio su palabra de asegurarle un sueldo de 500$ semanales (lo equivalente a lo que hoy serían 8.500$) por escribir guiones para Metro Goldwyn Mayer. Faulkner fue un modernista, y el cine era aún una nueva y excitante forma de narrativa. Sin embargo, lo que le llevo a echarse al barro no fue el reto en sí, más bien el dineral que ello le supondría para su hastiado bolsillo.

Al mismo tiempo que Faulkner recibió la oferta de Metro, le llegaba la funesta noticia de que su editorial, Cape & Smith, estaba en bancarrota. Lo cual suponía olvidarse de los 4.000$  (68,000$ a día de hoy) que esperaba ingresar por las ventas de Santuario. De la noche a la mañana, William Faulkner estaba en bancarrota. Noticia que no tardó en llegar a las calles de su Oxford natal, de hecho, fue en una pequeña tienda de complementos deportivos donde le exigireron cash en cuanto vieron que pretendía  pagar 3$ extendiendo un cheque. Es por ello que la opción de Hollywood de repente le resultaba ta atractiva como necesaria. De hecho, Faulkner no tenía dinero ni tan siquiera para transmitir el Sí, por lo que MGM se vio obligada a adelantarle parte de su sueldo para que pudiera comprarse el billete de tren con destino Los Ángeles.

Resultaba tan ingénuo hacia la industria que llegó con la esperanza de escribir algo para la famosa estrella de cine, Mickey Mouse. Pero los chicos de Metro le informaron: "No, Mickey vive en otro estudio fuera del Valle. A ti te queremos para una película de Wallace Beery". A lo que Faulkner contestó: “¿Y quien es él?”. Cuanto más sabía, más pánico tenía. “La verdad es que estaba acojonado”, afirmaba Faulkner en una entrevista concedida a Los Angeles Times. “Estaba asustado por la expectación que había levantado mi llegada. En cuanto me metieron en una sala de proyeción para que viera una película y me asegurara de que me resultaría tarea fácil, me aturullé. Tenía miedo de no ser nunca capaz. No se me ocurría hacer otra cosa más que escapar”. Buscó refugio en Death Valley—“fue el lugar más tranquiló que se me ocurrió”, y tras una semana de retiro, volvió a Hollywood listo para escribir.

Faulkner completó cuatro diferentes tratamientos de historias en cuatro semanas. Semejante productividad le llevó a una reunión en persona con el mismísimo Howard Hawks. Amaba la escritura de Faulkner y le ofreció la posibilidad de adaptar una historia corta suya publicada en el Saturday Evening Post (una popular revista de la época) a un guión que el mismo dirigiría. Entre chupito y chupito de whisky (como el propio Hawks reconoció en una entrevista) encontraron una misma causa común que plasmar. "Faulkner se puso manos a la obra el día siguiente y en cinco, seis días, ya tenía listo el guión. Uno de los más elegantes y complejos que he leído jamás". Hawks se lo mostró al jefe de producción de la Metro Irving Thalberg, quien no dejó lugar a la duda: "¡Pónganse a ello, pero ya!" . El resultado fue "Vivimos Hoy", un drama interpretado por Gary Cooper y Joan Crawford, estrenado en 1933. William Faulkner ya tenía una película estrella como crédito en Hollywood, y lo que resultaba más importante aún, daba comienzo a su fructífera conexión con uno de los más grandes directores de la historia de Hollywood. Suyos son los guiones de "El sueño eterno" y "Tener y no tener", ambas dirigidas por el maestro Howard Hawks (así como también participó en "Tierra de Faraones").

“Abandonen todo atisbo de esperanza en cuanto entréis aquí". La famosa cita de Dante es lo que Faulkner esperaba padecer en cuanto cruzó la frontera de Californa. Es así como el veía su nuevo y glamuroso hogar. Temía padecer todos aquellos síntomas que sufrían quienes se sumergian en la lujuria de la época dorada: la pérdida de todo posible rastro de su propia identidad, de su propia herencia, incluso de su sano juicio. No fue el caso de William Faulkner, que sigió fiel a su pipa, a su tabaco y a su burbon.

LA ODISEA HOLLYWOODIENSE DE WILLIAM FAULKNER EN 11 IMÁGENES

1. Su apartamento

 

2. Howard Hawks, William Faulkner y Steve Fisher

 

3. William Faulkner y Meta Carpenter

 

4. Retrato de Meta Carpenter

 

5. La cartade la Casa Blanca

 

6. Guión de Battle Cry

7. El edificio de Archivo de Warner Bros.

 

8. Highland Towers

 

9. Musso Frank Grill

 

10. Placa Conmemorativa a los escritores de Warner

 

11. Battle Cry Box

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