Relaciones Internacionales
Número 41 • Junio 2019 - Septiembre 2019
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
La Escuela Inglesa, Historia y Teoría
Hidemi Suganami*
Resumen
El propósito de este artículo es triple: dar cuenta de los orígenes y desarrollo de la Escuela Inglesa
como una entidad constituida históricamente; sintetizar desde los escritos de algunos de sus primeros
representantes las visiones de la Escuela Inglesa acerca de cómo el conocimiento histórico se relaciona
con la teoría y la práctica de las Relaciones Internacionales; y estudiar los tres principales trabajos
históricos de la Escuela Inglesa, examinando cómo sus contribuciones se relacionan con las teorías de
Relaciones Internacionales. En la breve discusión final, se sugiere qué podría introducirse en la agenda
de investigación de la Escuela Inglesa sobre el tema de “historia y teoría”.
Palabras clave
Escuela Inglesa; historia; teoría internacional; racionalismo.
Title
The English School, History and Theory
Abstract
The purpose of this article is threefold: to give an account of the origins and development of the
English School as a historically constituted entity; to distill from the writings of some of its early figures
the English School’s views about how historical knowledge relates to the theory and practice of
International Relations; and to study the English School’s three major historical works and examine how
their contributions relate to the theories of international relations. In its brief concluding discussion, it
suggests what might be placed on the English School’s research agenda on the theme of “history and
theory”.
Keywords
English School; history; international theory; rationalism.
Esta es una versión revisada de la comunicación entregada en el Simposio “International Theory at the Crossroad:
Critical Scrutiny from Western/Non-Western views”, que tuvo lugar el 23-24 de marzo de 2010, en la Universidad
Ritsumeikan, Kyoto. Agradezco a los Catedráticos Tsugio Ando y Makoto Sato por su amable invitación y su hospitalidad durante mi estancia en el Simposio. Agradezco también al Catedrático Kosuke Shimizu, de la Universidad
Ryukoku, por participar como comentarista de esta comunicación y por sus esclarecedores comentarios. También
debo agradecer al Catedrático Giorgio Shani de la ICU, anteriormente de Ritsumeikan, y al Dr. Josuke Ikeda,
también de Ritsemeikan por el papel que desempeñaron en hacer posible mi visita a Kyoto, y hacer de ella una
experiencia altamente gratificante y agradable. También me gustaría agradecer a mi antiguo estudiante de investigación, Dr. Ching Chang Chen, de la Universidad Ritsumeikan Asia Pacífico, por presidir la sesión en la que presenté
mi comunicación. Más tarde, mi colega de Aberystwyth, Andrew Linklater me dijo que me fui más allá del tiempo
asignado. Estoy agradecido al Dr. Chen y a mi audiencia por su paciencia.
*Hidemi
SUGANAMI,
En 1975 aceptó
un lectorado
en Relaciones
Internacionales en
el recién establecido
departamento
de Relaciones
Internacionales en
Keele University
donde le fue
asignada la cátedra
en Filosofía de
las Relaciones
Internacionales
en 1997. En 2004
se trasladó a
Aberystwyth
University como
Catedrático
de Política
Internacional. Sus
publicaciones
principales incluyen:
The Domestic
Analogy & World
Order Proposals
(Cambridge
University Press,
1989; Japanese
edition, 1994);
On the Causes of
War (Clarendon
Press, 1996); &
The English School
of International
Relations
(Cambridge
University Press,
2004), with Andrew
Linklater.
Traducción:
Gonzalo VITÓN
DOI:
https://doi.org/10.15366/relacionesinternacionales2019.41.005
Formato de citación recomendado:
SUGANAMI, Hidemi, “La Escuela Inglesa, Historia y Teoría”, en Relaciones Internacionales, nº 41 2019, pp. XX - XX.
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ntroducción
En este texto, me gustaría discutir tres cuestiones. Primero, como una forma de introducción,
quisiera decir algunas palabras acerca de “la Escuela Inglesa” como una entidad histórica
en sí misma, y dónde se encuentra ahora. Segundo, me gustaría destacar lo que he sintetizado de
mi lectura de una serie de autores de la Escuela Inglesa respecto al conocimiento histórico y su
relación con el estudio y la práctica de las Relaciones Internacionales. Tercero, pasaré a examinar
la importancia de los relatos históricos que emanan de la Escuela Inglesa respecto a la evolución
de la sociedad internacional o, más ampliamente, las relaciones intercomunitarias y discutir sus
relaciones con la teoría de Relaciones Internacionales. Al final del texto, ofrezco mi opinión sobre
la contribución que la Escuela Inglesa puede hacer en el futuro sobre el tema “historia y teoría”
en el estudio de la política mundial
I
1. La Escuela Inglesa como una entidad histórica
No habría nada particularmente sorprendente en la afirmación de que la Escuela Inglesa es una
entidad histórica en sí misma. No sugiero, sin embargo, que la Escuela Inglesa tenga ya una historia,
y que luego se convierta en tarea de los historiadores descubrirla y representarla adecuadamente.
Quiero decir más bien lo contrario de eso: la Escuela Inglesa existe porque la gente —y por ella
entiendo los “académicos de Relaciones Internacionales” en particular— ha estado hablando y
escribiendo sobre ella como una entidad distinta con su historia propia.
A menudo se dice que, para que cuente como una narrativa histórica, una historia tiene
que tener un comienzo, un desarrollo, y un final; quizás aún más importante, tiene que ser sobre
algo, alguna cosa, de la que haya un relato narrativo. Debe haber alguien que tal vez no esté de
acuerdo con esta noción demasiado rígida de lo que es una narrativa. Sin embargo, es este tipo de
narrativa, o narrativa lineal, la que es relevante al propósito de mi argumento, porque me lleva a
decir que no podemos escribir una narrativa histórica, a menos que haya una materia o sustancia
unificada. No obstante, no hay ninguna materia actualmente preformada o preempaquetada en el
mundo, como bocadillos en las estanterías de un supermercado. La materia llega a ser una entidad,
de la que es posible dar una narrativa histórica, a través del acto mismo de contar historias.
Obviamente no estoy sugiriendo que aquellos que se dedican a contar historias tienen
que ser historiadores por profesión. La gente normal que narra la vida de su pueblo —de cómo
era anteriormente, qué es lo que ha tenido que atravesar, y dónde está ahora— contribuye a la
aparición del pueblo como una entidad. En el momento en que los historiadores profesionales
entran en escena, el pueblo puede que haya llegado a ser una realidad social más que una mera
categoría de análisis. Pero los historiadores que escriben una historia de esa realidad, refuerzan su
continua existencia y reproducción hacia el futuro.
Las naciones necesitan sus historias, como todos sabemos. Incluso las Relaciones
Internacionales (o RRII) como una actividad académica, con una comunidad científica participando
de ella, es posible, en parte, por la narración repetida de los orígenes de la comunidad y su
evolución. El caso de la Escuela Inglesa no es una excepción a esta regla general. Ha llegado a ser
una entidad, una realidad social, a través de repetidos actos de narración acerca de sus orígenes y
desarrollo, su pasado, presente y futuro.
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Como normalmente es el caso de aquellas entidades que deben su emergencia a un
recuento histórico, los orígenes de la Escuela Inglesa son materia de cierta disputa. Sin embargo,
incluso pensar que se trata específicamente de una “disputa” es aceptar la idea de que existen
orígenes reales de la Escuela Inglesa en relación con representaciones más o menos verdaderas.
Es mejor decir que se cuentan historias que “compiten” sobre cómo surgió la Escuela Inglesa —
dependiendo, entre otras cosas, de cómo los narradores quieren posicionarse en relación con la
Escuela Inglesa1—.
Una de dichas narrativas sugiere que los orígenes de la Escuela Inglesa los encontramos
en el Departamento de Relaciones Internacionales de la London School of Economics (LSE)
dirigida por C. A. W. Manning, y que comprende a antiguos alumnos como Geoffrey Goodwin,
Fred Northedge y Alan James, además de a dos eminentes académicos, Martin Wight y Hedley
Bull, a quienes Manning había designado desde el exterior para unirse a su equipo docente. Juntos,
se dice, formaron una comunidad intelectual unida cuyo enfoque fue el estudio de la sociedad
anárquica de estados como un marco institucional de la política mundial2.
Otra narrativa afirma, sin embargo, que los orígenes de la Escuela Inglesa los podemos
encontrar en la creación del llamado Comité Británico de Teoría de Política Internacional,
inicialmente liderada por el historiador Herbert Butterfield. Martin Wight, Hedley Bull y Adam
Watson son los representantes principales del Comité y, por lo tanto, de esta historia de la
Escuela Inglesa3.
Aunque Roy Jones4, el primero que se refirió a la Escuela Inglesa por su nombre, tuvo a
Manning y sus asociados en mente como sus miembros, y sabía poco acerca del Comité Británico,
no se puede negar que una serie de textos clave de la Escuela Inglesa son aquellos del Comité y
de sus miembros. Estos incluyen: Diplomatic Investigations editado por Butterfield y Wight en 1966,
The Expansion of International Society editado por Bull y Watson en 1984, The Systems of States and
Power Politics, dos colecciones editadas de forma póstuma a partir de los ensayos de Wight en
1977 y 1978, y The Evolution of International Society de Watson, editado en 1992. Sin lugar a duda,
el Comité Británico fue un importante lugar de lo que ha llegado a ser visto como la evolución
de la agenda de investigación y la colaboración de la Escuela Inglesa. Esta historia está contada en
Dunne5 y, más en detalle, en Vigezzi6.
Esto no significa que otra historia, que sitúa los orígenes de la Escuela Inglesa en el trabajo
de Manning en la LSE, tenga que ser rechazada. No hay duda tampoco de que Manning tuvo una
1
Fui alertado de la importancia de distinguir entre “competición” y “disputa” por NORTHEDGE, F. S. y DONELAN, M. D., International Disputes:
The Political Aspects, Europa, Londres, 1971. En una competición, los concursantes tienen deseos irreconciliables; en una disputa, discuten cuál
de ellos tiene el derecho de poseer lo que desean, o cuál de las afirmaciones es verdadera. Una competición es un conflicto de deseos; una
disputa es un conflicto de afirmaciones sobre justicia y verdad.
2
WILSON, P. C., “The English School of International Relations: A Reply to Sheila Grader” en Review of International Studies, vol. 15, nº 1, 1989,
pp. 49-58.
3
DUNNE, T., Inventing International Society: A History of the English School, Macmillan, Londres, 1998.
4
NdT: JONES, Roy E., “The English School of International Relations: A Case for Closure” en Review of Internacional Studies, vol. 7, nº 1, 1981,
pp. 1-13.
5
DUNNE, T., Inventing International…, op. cit.
6
VIGEZZI, B., The British Committee on the Theory of International Politics, 1954-1985:The Rediscovery of History, Edizioni Unicopli, Milán, 2005, [trad.
I. Harvey]
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influencia formativa en la manera en que las RRII han sido pensadas en dicha institución y en
cualquier otro sitio en Reino Unido7.
Quizá debería poner una pequeña nota al pie aquí. A veces se pregunta si las Relaciones
Internacionales son una “disciplina académica”. Manning estuvo preocupado con esta cuestión8.
Pero lo que se preguntaba era una cuestión pedagógica, es decir, si las RRII pueden tener suficiente
substancia intelectual y función social para justificar ser enseñadas como un programa universitario
de grado, que lleve a la obtención de un título universitario en esta materia. Él se preguntaba si las
universidades deberían ofrecer un grado impartido por un equipo de académicos especializados
en el estudio de las relaciones internacionales. Su respuesta, que implicó mucha consideración por
su parte, fue un nada sorprendente “sí” —él era, después de todo, el director de un Departamento
de Relaciones Internacionales— y dedicó su vida a hacer un programa universitario de grado en
RRII intelectualmente respetable y socialmente útil, de acuerdo con su propia concepción de
cómo el mundo contemporáneo funcionaba.
La concepción de Manning estaba fundamentada en su formación como estudiante de
derecho y jurisprudencia, y en su experiencia de la Primera Guerra Mundial, la Liga de Naciones,
la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y la descolonización y sus secuelas, especialmente
con respecto a esta última desarrolló una visión legalista fuertemente eurocéntrica9. Fue un
firme creyente de la importancia de tomar seriamente las obligaciones legales como base del
orden internacional10. El núcleo del grado en Relaciones Internacionales, tal y como lo diseñó
Manning, era la idea de la sociedad internacional como marco de la política mundial, anárquica
en su estructura, pero capaz de crear orden y asegurar cierto grado de justicia a través del
trabajo de sus instituciones clave. The Anarchical Society de Hedley Bull, editado en 1977 y que es
posiblemente el texto más importante surgido de la Escuela Inglesa, es una elaboración de este
tema central. Las dos narrativas que acabo de esbozar en relación con los orígenes de la Escuela
Inglesa no son hipótesis alternativas, entre las que debe ser elegida una como la versión verdadera;
más bien, señalan dos segmentos de lo que ahora se ha visto como una realidad única conocida
en muchas partes del mundo como Escuela Inglesa.
Desde que el trabajo de la escuela ha sido conocido en partes distantes del mundo, debería
señalar que el nombre de “Escuela Inglesa” puede inducir a error. No debería llevar a la gente a
pensar que la escuela representa la manera británica o inglesa de pensar acerca de las relaciones
internacionales. Hay muchos académicos británicos de RRII que son críticos o incluso no están
interesados en lo que los académicos de la Escuela Inglesa tienen que decir. La Escuela Inglesa, fue
quizá una fuerza dominante en la enseñanza de Relaciones Internacionales en Gran Bretaña en
la década de los 70, pero ahora, incluso en Gran Bretaña, es más común considerar la obra que
proviene de esa escuela como una de las varias alternativas en el estudio de la política mundial. Sea
7
SUGANAMI, H., “C. A. W. Manning and the Study of International Relations” en Review of International Studies, vol. 27, nº 1, 2001, pp. 91-107.
8
MANNING, C. A. W., “International Relations: An Academic Discipline” en GOODWIN, G. L. (ed.), The University Teaching of International
Relations, Blackwell, Oxford, 1951a, pp. 11-26; MANNING, C. A. W., “Report of the General Rapporteur” en GOODWIN, G. L. (ed.), The
University Teaching of International Relations, Blackwell, Oxford, 1951b, pp. 27-73; MANNING, C. A. W., The University Teaching of Social Sciences:
International Relations – A Report Prepared on Behalf of the International Studies Conference, UNESCO, Paris, 1954.
9
SUGANAMI, H., “C. A. W. Manning…, op. cit.
10
MANNING, C. A. W., The Nature of International Society, Macmillan, Londres, 1975 [Reedición, 1ª edición publicada por la Londres School of
Economics en 1962]
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como fuere, hay poca duda que la Escuela Inglesa, o aquellos como Ian Clark y Andrew Linklater
que han estado bajo la influencia directa o indirecta de sus primeros representantes, como Bull
y Wight concretamente, han producido una obra distinta y significativa, y continúan haciéndolo11.
Quienes están asociados con la historia primigenia de la Escuela Inglesa o sus “miembros
fundadores” como son llamados por algunos, incluyen: C. A.W. Manning, Martin Wight, Hedley Bull,
Adam Watson, Alan James y John Vincent. Herbert Butterfield es añadido a esta lista por algunos
a causa de su papel en el Comité Británico12.
Pienso en este grupo unido de académicos como una especie de Gemeinschaft. Está
compuesto de profesores y alumnos —por ejemplo, Manning y James; Bull y Vincent; y Butterfield
y Watson—; mentores y aprendices —por ejemplo, Butterfield y Wight; y Wight y Bull—; colegas
en los mismos departamentos universitarios —por ejemplo, Manning,Wight, Bull y James; y James y
Vincent—; y miembros de un club exclusivo, el Comité Británico —por ejemplo, Butterfield,Wight,
Watson, Bull y Vincent—. Pero este inicial Gemeinschaft, como una comunidad de académicos,
tuvo un giro global al final del siglo pasado, y una nueva Escuela Inglesa nació como un tipo de
Gesellschaft. Esto tiene que ver con la llamada de Barry Buzan en 1999, según sus propias palabras,
para “reanudar nuevamente la Escuela Inglesa”13.
Al caracterizar su movimiento como la reanudación de la Escuela Inglesa, lo que Buzan
tenía en mente era la resurrección del Comité Británico y su práctica de realizar seminarios
regularmente para discutir artículos de sus miembros sobre varios aspectos de política
internacional. Pero, por supuesto, esto debería ser realizado en una era globalizada de internet
y frecuentes congresos internacionales de gran envergadura. Lo que fue convocado no fue una
réplica del pequeño y exclusivo Comité Británico, sino una red global de académicos con puntos
de vista similares, todos ellos interesados en desarrollar el estudio de la política internacional más
allá de lo que los fundadores de la antigua Escuela Inglesa habían hecho.
Junto a esta Gesellschaft como una red global de académicos, hubo no obstante una nueva
generación de académicos que crecieron fuera de la Gemeinschaft de la antigua Escuela Inglesa
tras las muertes prematuras de Hedley Bull y John Vincent. Estos jóvenes académicos incluyeron
a Andrew Hurrell, uno de los últimos estudiantes de Bull y ahora el Montague Burton Professor
de la Universidad de Oxford; Tim Dunne, un antiguo doctorando de Hurrell en Oxford, y ahora
profesor en la Universidad de Queensland en Australia, y Nick Wheeler, el que fuera más cercano
colaborador de Dunne, y ahora profesor de Política Internacional en Aberystwyth University.
La Escuela Inglesa en su forma actual consiste en estas dos ramas, la Gesellschaft como
una red global, y un pequeño grupo de académicos que creció fuera de la Gemeinschaft como la
antigua Escuela Inglesa. El último grupo habría continuado produciendo un conjunto diferente de
escritos, sin importar el llamado de Buzan a reanudar la Escuela Inglesa, pero forma parte ahora
del movimiento mundial que va más allá de la antigua Escuela Inglesa.
11
Los trabajos de Ian Clark y Andrew Linklater se pueden encontrar en http://www.aber.ac.uk/en/interpol/staff/academic/icc y http://www.aber.
ac.uk/en/interpol/staff/academic/adl/
12
Ver DUNNE, T., Inventing International…, op. cit.
13
BUZAN, B., “The English School: An Underexploited Resource in IR” en Review of International Studies, vol. 27, nº 3, 2001, pp. 471-488.
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Aquí es donde actualmente está, en mi historia, la Escuela Inglesa. Ahora quiero pasar, sin
más dilación, al segundo tema: cómo los escritores de la Escuela Inglesa, con los que me refiero a
sus primeros representantes, vieron las relaciones entre el conocimiento histórico, por un lado,
y el estudio y práctica de las relaciones internacionales por otro lado. Desarrollo mi argumento
desde un estudio que dirigí hace unos años cuando estaba escribiendo un libro con Andrew
Linklater sobre la Escuela Inglesa14.
2. La Escuela Inglesa sobre la Historia y las Relaciones Internacionales
La Escuela Inglesa está unida en reconocer la importancia del conocimiento histórico al estudio
de las relaciones internacionales. Esto, por supuesto, no significa que los académicos externos
a la escuela —incluso los del otro lado del Atlántico— hayan atribuido poca importancia a la
historia: pienso en Hans Morgenthau o Ned Lebow, entre muchos otros15. Tampoco significa
que cualquiera asociado a la Escuela Inglesa haya realizado un uso extenso del conocimiento
histórico en sus escritos. Manning no lo hizo. Él usó gran cantidad de metáforas y analogías, pero
apenas ejemplos históricos para ilustrar su argumento, que enajenó a algunos académicos con una
mentalidad más empírica, pero no a los más orientados conceptualmente.Yo me encuentro entre
estos últimos, y aprendí mucho de su libro The Nature of International Society , de 1975, pudiendo
conocer de cerca su forma de pensar al asistir a sus conferencias sobre aspectos filosóficos de las
relaciones internacionales que continuó impartiendo en la LSE a principios de los años 70.
No obstante, incluso para Manning “no tenía sentido negar la vinculación entre las
Relaciones Internacionales y la Historia Internacional”16, y “la historia internacional es, para el
estudiante de relaciones internacionales, el sustento esencial número uno”17. Por un “sustento”,
Manning se refería al conjunto de conocimiento que es la base de las Relaciones Internacionales.
Además, Butterfield y Wight, a diferencia de Manning, fueron historiadores. Para el Comité
Británico de Teoría de la Política Internacional, dirigido por los dos primeros, la historia no era
solo los cimientos sobre los que construir la teoría, sino también la principal vía a través de la cual
explorar lo que “la teoría de la política internacional” posiblemente podría comprender.
Permitidme explicarlo. Para Wight en particular, “la teoría de la política internacional”, o lo
que él prefería llamar “la teoría internacional” era un conjunto de preguntas y cuestiones acerca
de la naturaleza de las relaciones interestatales que han cristalizado a lo largo de varios siglos para
formar patrones de pensamiento históricamente repetidos. Estos incluían lo que él denominó
las tradiciones hobbesiana, grociana y kantiana —todas las cuáles, sin embargo, son nombres
erróneos desafortunados como indico con relación a las dos primeras tradiciones, y Andrew
Linklater expone con más detalle en relación con la tercera en nuestro libro18—. Wight también
llama a estas tres tradiciones realismo, racionalismo y revolucionarismo respectivamente19.
14
LINKLATER, A., y SUGANAMI, H., The English School of International Relations: A Contemporary Reassessment, Cambridge University Press,
Cambridge, 2006, pp. 84-97.
15
Sobre Morgenthau, ver WATSON, A., The Evolution of International Society: A Comparative Historical Analysis, Routledge, Londres, 1992, p. 9.
Los más recientes trabajos de Lebow son LEBOW, R. N., The Tragic Vision of Politics: Ethics, Interests and Orders, Cambridge University Press,
Cambridge, 2003; LEBOW, R. N., A Cultural Theory of International Relations, Cambridge University Press, Cambridge, 2008.
16
MANNING, C. A. W., “International Relations…, op. cit., p. 17
17
MANNING, C. A. W., The University Teaching…, op. cit., p. 44
18
LINKLATER, A., y SUGANAMI, H., The English School…, op. cit., p. 35, nota 13, y capítulo 5
19
WIGHT, M., International Theory:The Three Traditions, Leicester University Press, Leicester, 1991 [ed. G. Wight y B. Porter]
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Para aquellos que no están familiarizados con la terminología de la Escuela Inglesa, debería
añadir que el “racionalismo” en el sentido de Wight deriva de la idea Lockeana de que incluso
en el estado de naturaleza, los seres humanos pueden seguir la razón, actuar racionalmente,
y comportarse razonablemente el uno hacia el otro20. Por extensión, el racionalismo en el
pensamiento internacional señala la capacidad de los estados soberanos de coexistir bajo la
anarquía y de desarrollar apropiadamente relaciones sociales. Vattel21, un conocido abogado
internacional del siglo XVIII es un racionalista arquetípico, pero el racionalismo, en sí mismo un
amplio espectro del pensamiento internacional, se puede ver que se extiende desde Hobbes en
un extremo hasta Kant en el otro22. Qué condiciones históricamente contingentes han permitido
a los estados darse cuenta de su potencial para la coexistencia y la cooperación, y qué otras
condiciones deben cumplirse para aumentar el grado en que esto es realizado en el mundo
contemporáneo, es un problema central del proyecto de investigación racionalista, que es a su vez
sociológico y normativo.
Voy a tratar este tema nuevamente más adelante, pero permitidme, por ahora, volver
al punto central de esta sección. La relación entre el conocimiento histórico, por un lado, y el
estudio y la práctica de las relaciones internacionales, por el otro, es una relación compleja, y los
primeros representantes de la Escuela Inglesa mostraron una amplia variedad de puntos de vista
sobre este asunto.
En primer lugar, de acuerdo con Butterfield23,Wight24 y Bull25, las aproximaciones al estudio
de las relaciones internacionales que son atemporales, deben ser consideradas inadecuadas
porque su materia es intrínsecamente histórica. De acuerdo con esta forma de pensamiento,
una importante manera de entender el mundo presente es situarlo como la última fase en el
desarrollo de la historia mundial a lo largo de ciertas tendencias distinguibles. Como discutiré
más adelante, esta aproximación ha sido seguida por Barry Buzan y Richard Little en su trabajo
principal, International Systems in World History, de 2000.
En segundo lugar, de acuerdo tanto con Watson26 como con Bull27, los estudios empíricos
en relaciones internacionales, incluso por especialistas en Relaciones Internacionales, son
inadecuados si ignoran la dimensión ideográfica de su materia. Esto quiere decir que los estudiantes
de Relaciones Internacionales deben prestar atención a la unicidad de cada entidad y de cada
evento que examinen, más que buscar simplemente generalizaciones.
20
WIGHT, M., International Theory…, op. cit., pp. 13-14
21
VATTEL, E., Le Droit des Gens, tr. C. G. Fenwick, Carnegie Institute of Washington, Washington DC, 1916 [1ª edición en 1758]
22
NdT: SUGANAMI, H., The domestic analogy and world order proposals, Cambridge University Press, Cambridge, 1989, capítulo 1; LINKLATER,
A., y SUGANAMI, H., The English School…, op. cit., capítulo 5.
23
BUTTERFIELD, H., “Morality and International Order” en PORTER, B. (ed.) The Aberystwyth Papers: International Politics 1919-1969, Oxford
University Press, Londres, 1972, p. 228
24
WIGHT, M., The Systems of States, Leicester University Press. Leicester, 1977 [ed. H. Bull], p. 16.
25
BULL, H., “International Relations as an Academic Pursuit” en ALDERSON, K., y HURRELL A. (eds.), Hedley Bull on International Society,
Clarendon Press, Oxford, 2000, p. 253.
26
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., p. 1.
27
BULL, H., “International Relations…, op. cit., p. 253.
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En tercer lugar, de acuerdo tanto con Bull28 como con Watson29, no está mal buscar
generalizaciones históricas; pero debemos ser conscientes de que, para llegar a una generalización
sólida, el alcance de la investigación necesita ser amplio, y en los casos comparados, debe haber
tanto diferencias como similitudes.
En cuarto lugar, a la vez que llaman la atención sobre la utilidad del conocimiento histórico
en permitirnos descifrar la dirección del desarrollo humano social, Wight30 y Bull31 nos advierten
que el conocimiento histórico no solo hace posible, sino que también constriñe, nuestras
especulaciones sobre las opciones futuras. Sospechan que, en nuestro pensamiento sobre
relaciones internacionales, hay muy poco o nada que es radicalmente nuevo32. Bull habla por
tanto de “la tiranía de los conceptos” 33, la dificultad que encontramos en pensar fuera del marco
conceptual históricamente dominante. Wight incluso sugiere que el conocimiento histórico no
proporciona necesariamente una buena guía para la acción política34.
En quinto lugar, Wight35 y Bull36 creen que la historia de la política internacional puede
ser escrita como una historia de recurrencia y repetición, pero que, al escribir una historia de la
sociedad internacional moderna, es también posible discernir algunos signos de progreso hacia
un mundo más racional. Sostienen que las narrativas históricas sobre la política mundial están
entrelazadas con las teorías —o interpretaciones— acerca de las características fundamentales
de la política mundial37.
Como muestra este resumen, las percepciones de los escritores de la Escuela Inglesa sobre
la historia y su relación con el estudio y práctica de las relaciones internacionales son bastante
diversas. Sin embargo, su pensamiento cristaliza alrededor de dos proposiciones generales, cada
una de ellas con una cláusula principal y una salvedad: 1) que los intentos de generalización
en el estudio de las relaciones internacionales tienen serias limitaciones, pero pueden producir
algunos conocimientos; y 2) que el conocimiento histórico ofrece una gran comprensión sobre
las relaciones internacionales, pero no sin limitaciones.
Cuando sus pensamientos están enfocados en enfatizar los límites de los intentos de
generalización, se convierten en aquello por lo que solían ser conocidos —los firmes críticos a la
aproximación científica en Relaciones Internacionales norteamericana —en lo que es comúnmente
conocido en la comunidad de Relaciones Internacionales como el segundo gran debate en la
28
BULL, H., “International Relations…, op. cit., pp. 253-254
29
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., p. 319.
30
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., pp. 191-192.
31
BULL, H., The Anarchical Society: A Study of Order in World Politics, Macmillan, Londres, 1977, pp. 255-256.
32
BULL, H. “International Theory: The Case for a Classical Approach” en KNORR K., y ROSENAU, J. N. (eds.), Contending Approaches to
International Politics, Princeton University Press, Princeton, 1969, p. 37; BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit., pp. 255-256; WIGHT, M.,
International Theory…, op. cit., p. 6.
33
BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit., p. 275.
34
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., pp. 191-192
35
WIGHT, M., “Why is there no International Theory?” en BUTTERFIELD, H. y WIGHT, M. (eds.) Diplomatic Investigations: Essays in the Theory of
International Politics, Allen and Unwin, Londres, 1966, p. 26
36
BULL, H. “Justice in International Relations” en ALDERSON, K., y HURREL, A. Hurrell (eds.) Hedley Bull on International Society. Macmillan,
Londres, 2000, pp. 232-233 y 244
37
WIGHT, M., “Why is there…, op. cit., p. 33; BULL, H., “International Relations…, op. cit., pp. 253-254
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historia de la disciplina de Relaciones Internacionales38—. Cuando sin embargo continúan un
camino generalizador, se ocupan de la sociología histórica del sistema de estados como intentaron
Wight39 y Watson40, y buscan analogías históricas y patrones de pensamiento internacional, siendo
el más famoso el que realizó Wight41. Dan mucha importancia a la comprensión histórica, pero
sin embargo cuando llaman la atención sobre los límites del conocimiento histórico, argumentan,
como hizo Bull42, que debemos emanciparnos nosotros mismos de la tiranía de los conceptos que
han modelado nuestro mundo hasta el momento y advierten, como es el caso de Wight43, que los
buenos historiadores no son necesariamente buenos diplomáticos o políticos.
También comparten la suposición de que existen dos tipos de teoría en el estudio de
las relaciones internacionales. Una es la teoría de las relaciones internacionales en el sentido de
generalizaciones inductivas derivadas de los hechos históricos.A pesar de algunas críticas bastante
fundamentales44, esto parece ser una manera en la que la palabra “teoría” es frecuentemente
utilizada45. El otro es un conjunto de proposiciones generales sobre relaciones internacionales
que se han acumulado durante un largo periodo en las afirmaciones de escritores y profesionales
sobre el tema de las relaciones interestatales46.
De estos dos tipos de teoría, la primera está fundamentada en la idea que el conocimiento
histórico proporciona un material para las Relaciones Internacionales y para la Teoría de
Relaciones Internacionales. La segunda, busca ejemplos de teoría en la historia del pensamiento
internacional y del pensamiento en la práctica.Y el argumento central de la Escuela Inglesa es que
ese conjunto de proposiciones generales acumuladas históricamente, o lo que Martin Wight llamó
“teoría internacional”, son todos ellos parcialmente verdad cuando son comparados con patrones
que emergen en la historia. Es decir, de acuerdo con la Escuela Inglesa, no hay una única teoría, o
conjunto de generalizaciones, que capturen exhaustivamente las principales características de la
política mundial que la historia ha revelado hasta el momento.
La política mundial, según ellos, tiene algunos elementos que han sido mejor capturados
por la tradición de pensamiento realista, algunos a los que la tradición realista ha prestado especial
atención y otros que se ajustan a la representación revolucionarista. De ahí la afirmación de Little47
y Buzan48 de que la perspectiva de la Escuela Inglesa es encomiablemente pluralista. Sin embargo, no
tengo duda que quienes fundaron la Escuela Inglesa fueron particularmente comprensivos con la
38
BULL, H. “International Theory…, op. cit.
39
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit.
40
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit.
41
WIGHT, M., International Theory…, op. cit.
42
BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit., p. 275.
43
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., pp. 191-192.
44
WALTZ, K. N., Theory of International Politics, Addison-Wesley, Reading (Mass.), 1979; BHASKAR, R., The Possibility of Naturalism: A Philosophical
Critique of the Contemporary Human Sciences, Routledge, Londres, 1998 [tercera edición]; NdT: BHASKAR, R., “Introducing transcendental
dialectical critical realism” en Alethia, vol. 3, nº 1, 2000, pp. 15-21 [Reimpreso en 2002]
45
De ahí el término “Teoría de la paz democrática”
46
WIGHT, M., International Theory…, op. cit.
47
LITTLE, R., “The English School’s Contribution to the Study of International Relations” en European Journal of International Relations, vol. 6, nº
3, 2000, pp. 395-422.
48
BUZAN, B., “The English School…, op. cit.
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representación realista del mundo. Wight49 caracterizó esto como la “vía media” del pensamiento
internacional y expresó su creciente simpatía hacia ello. Para Manning50, Bull51, James52 y Vincent53,
esta representación captura lo que es en efecto la estructura constitucional duradera de la política
mundial que tiene sus orígenes históricos en Europa, y que ha llegado a abarcar el mundo a través
del imperialismo y la descolonización54.
Dados los antecedentes que he representado en esta sección, no es sorprendente
encontrar que diferentes tipos de trabajo histórico han surgido de la Escuela Inglesa, la antigua y
la nueva. En la próxima sección, quiero examinar tres ejemplos destacados, de los que cada uno
refleja una o más de las preocupaciones y orientaciones de la Escuela Inglesa.
3. Los estudios históricos de la Escuela Inglesa y su relación con la teoría
El primero en mi lista es un estudio comparativo del pasado y presente de las sociedades
internacionales en la búsqueda de algunas generalizaciones limitadas. Evolution of Internacional
Society, obra de Watson publicada en 1992 inspirada en la idea de Wight de la historia sociológica
comparativa del sistema de estados55, representa este tipo. El segundo, es un estudio de la expansión
de la sociedad internacional, representado por el volumen editado por Bull y Watson56 bajo ese
mismo título. El tercero, es un estudio de las relaciones humanas intercomunitarias que traza su
evolución histórica y explica el presente como la última fase en el proceso. Esto está ejemplificado
por International Systems in World History de Buzan y Little, publicado en el año 2000. Sin embargo,
siguiendo la advertencia de Watson que el conocimiento derivado de un periodo limitado de la
historia no da una imagen completa de cómo es realmente el mundo de las comunidades que
interactúan57, el estudio de Buzan y Little cubre 60.000 asombrosos años de la historia de las
relaciones humanas intercomunitarias. A continuación, voy a esbozar estos tres trabajos teniendo
en cuenta qué relación tienen con lo que se ha denominado ampliamente como teoría de las
Relaciones Internacionales.
4. A lo que llegaron inductivamente las dinámicas de los sistemas de estados
Una de las preguntas que Wight quiso investigar bajo la rúbrica de la sociología histórica de los
sistemas de estado fue esta: hay un caso para decir que los sistemas de estado pueden mantener
únicamente su existencia bajo el principio del equilibrio de poder, que el equilibrio de poder es
inherentemente inestable, y que antes o después el sistema terminará en un monopolio de poder
de un imperio58.
Para investigar esta pregunta, Watson comparó un gran número de sistemas de estados
49
WIGHT, M., International Theory…, op. cit.
50
MANNING, C. A. W., The Nature of…, op. cit.
51
BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit.
52
JAMES, A. M., Sovereign Statehood:The Basis of International Society, Allen and Unwin, Londres, 1986.
53
VINCENT, R. J., Nonintervention and International Order, Princeton University Press, Princeton, 1974.
54
BULL, H., y WATSON, A. (eds.), The Expansion of International Society, Clarendon Press, Oxford, 1984.
55
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit.
56
BULL, H., y WATSON, A. (eds.), The Expansion of…, op. cit.
57
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., p. 319.
58
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., p. 34)
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en su libro. Descartó la distinción de Wight entre sistemas de estados independientes, sistemas
soberanos e imperios, e incluyó en la categoría de sistemas de estados, cualquier sistema que
comprendiese un número de comunidades diversas de personas o entidades políticas59. Subdividió
sus ejemplos en 1) sistemas de estados antiguos, de los que se investigaron diez casos desde
Sumeria hasta el sistema Islámico; 2) la sociedad internacional europea, comenzando en la Europa
Medieval y terminando en el Concierto Europeo del siglo XIX; y 3) la sociedad internacional
global del siglo XX.
Watson, indicó que, en cualquier sistema de estados dado, hay tendencias a alejarse de
las múltiples independencias en dirección a la hegemonía, el dominio y el imperio60. Esta fue la
tendencia que Wight vio en sus limitados ejemplos61. Sin embargo, Watson también se dio cuenta
que hay contrapresiones hacia una mayor autonomía que hace que los imperios y dominios se
pierdan y quiebren. De acuerdo con Watson
“en la operación práctica de los sistemas de estados […] el punto medio
[donde las dos presiones se equilibran una con otra] tiende a ser un grado
variante de autonomía o independencia doméstica, ordenado por cierto grado
de hegemonía externa o autoridad, individual o conjunta”62.
Con esta comprensión, Watson especuló sobre el futuro del sistema internacional con
las consecuencias de la desaparición de la Unión Soviética. Lo que él consideró más probable fue
el desarrollo de una hegemonía conjunta, o concertada, con Estados Unidos como líder. Dicho
arreglo sería mal recibido por algunos estados, pero, argumenta Watson, fortalecería el orden
internacional especialmente “si la mayoría de los poderes conducen a un diálogo diplomático
activo con otros estados y responde a sus necesidades”63. Esta historia de alguna forma recuerda
a, pero sutilmente y de hecho significativamente diferente de, lo que Kenneth Waltz64 dijo acerca
del mismo tema.Aquí me gustaría introducir algunas observaciones sobre la propuesta de Watson.
Primero, la generalización histórico inductiva a la que llegó Watson acerca de que los
sistemas de estado tienden a ser testigos del surgimiento de un cierto grado de hegemonía
externa, individual o conjunta, es muy imprecisa para permitirnos predecir cómo se va a formar
el futuro.
Segundo, siempre y cuando la hegemonía conjunta o el concierto de grandes potencias
dirigidas por Estados Unidos se materialice, podemos comprender ese desarrollo en la medida
en que podamos explicar lo que ocurrió en las circunstancias históricas particulares, pero no en
base a la vaga generalización que Watson formuló. Para entender un caso particular en la historia,
tenemos que buscar el conocimiento histórico con respecto a dicho caso. Decir que el caso
encaja en un patrón general, es simplemente señalar que el caso que estamos viendo no nos es
59
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., p. 13.
60
WATSON, A., “Systems of States” en Review of International Studies, vol. 16, nº 2, 1990, p. 105.
61
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., pp. 43-44
62
WATSON, A., “Systems of…, op. cit., p. 106;Ver también WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., capítulo 12.
63
WATSON, A., The Evolution of…, op. cit., p. 323.
64
WALTZ, K. N., “The New World Order” en Millennium, vol. 22, nº 2, 1993, pp. 187-195.
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desconocido; pero decir que algo es familiar no es lo mismo que explicarlo65.
Tercero, la opinión de Watson es que, siempre y cuando el concierto de grandes potencias
surge, las potencias más débiles pueden resentirse y, en consecuencia, de cara a contribuir al
orden internacional, que las grandes potencias deban responder a sus demandas es comprensible
como un buen consejo práctico en la medida que compartimos su sentido “racionalista” de lo que
suele funcionar en las relaciones sociales humanas.
Permitidme integrar estas tres observaciones.Si formular de forma inductiva generalizaciones
fundamentadas en lo que la historia nos enseña es una forma de actividad que toma el nombre
de “teoría” en el estudio de las relaciones internacionales, Watson ha realizado una modesta
contribución a ello. Su generalización señala la probabilidad de que el sistema de estados continúe
reproduciéndose, con uno o más miembros dominando la escena. Pero esta generalización es
demasiado imprecisa para ofrecernos una predicción más concreta y, en cualquier caso, una
explicación histórica específica será necesaria para dar sentido a lo que ocurre actualmente. Lo
que, no obstante, es interesante acerca del argumento de Watson, es su inclinación racionalista en
su receta sobre las condiciones del orden internacional.
La receta de Watson plasma una teoría internacional racionalista, pero, debe ser señalado, la
“relevancia” de su receta para el mundo futuro está fundamentada, aunque implícitamente, por su
llegada inductiva a una generalización histórica, o una “teoría” de política internacional de acuerdo
con lo que continuaremos viviendo en un mundo de estados dominado por uno o varios de ellos.
En resumen, su postura prescriptiva —o “teoría”— se sustenta por su generalización inductiva
—o “teoría”— que, a cambio, necesita ser complementada por la “historia” para permitir una
comprensión de los casos particulares.
5. La expansión de la Sociedad Internacional
Me refería con anterioridad a la pregunta que Wight se había planteado en relación con la aparente
tendencia de que los sistemas de estados terminen en un imperio. Otra pregunta importante
sobre la que Wight66 llama la atención en su proyecto histórico-sociológico era esta: todos los
sistemas de estados pasados surgieron en el contexto de la homogeneidad cultural; ¿hasta qué
punto esto es una condición necesaria para el funcionamiento efectivo del sistema de estados?;
y, en consecuencia, ¿cuáles son las perspectivas para las instituciones de la sociedad internacional
actual, que tienen sus orígenes en la civilización europea ahora que deben abarcar todo el mundo,
comprendiendo una gran variedad de culturas?
Este era el tema central del libro de Bull y Watson The Expansion of International Society,
publicado en 1984. Reconocieron que, comparado con la sociedad internacional europea del siglo
XIX, la sociedad internacional global de finales del siglo XX tenía una falta de solidaridad por
una serie de factores, entre los que estaban la heterogeneidad cultural. La conclusión principal
de este volumen colaborativo, fue sin embargo 1) que, aunque nuevos participante en la sociedad
internacional han tratado de remodelar las normas existentes para reducir las discriminaciones
contra ellos, han aceptado el marco institucional de la sociedad; 2) que lo han tenido que hacer
65
SUGANAMI, H., “Narrative Explanation and International Relations: Back to Basics” en Millennium, vol. 37, nº 2, 2008, pp. 327-356.
66
WIGHT, M., The Systems of…, op. cit., pp. 33-34.
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porque ellos no pueden prescindir de él, incluso en sus relaciones mutuas; y 3) que los principales
elementos de todas las sociedades contemporáneas han aceptado un cultura cosmopolita de
la modernidad sobre la que descansan las instituciones internacionales legales, diplomáticas y
administrativas67.
Me gustaría explorar dos preguntas en relación con esas conclusiones. Primero, ¿afirma la
Escuela Internacional que las instituciones de la sociedad internacional, en términos generales, son
medios racionales, funcionales y pragmáticamente necesarios para la coexistencia y cooperación
de comunidades políticas independientes?
La respuesta de Bull y Watson parece ser afirmativa. Esto está implícito en su visión de
que los estados de Asia y África perciben fuertes intereses en aceptar las reglas e instituciones
de la sociedad internacional porque “no podrían prescindir de ellas incluso en sus relaciones de
unos con otros”68. Que los estados necesitan aceptar el derecho positivo internacional, originado
en Occidente, para poder coexistir y cooperar en todo, es también una creencia firmemente
sostenida por Manning. Para él, la aceptación del carácter vinculante del derecho internacional
positivo es “una inevitabilidad pragmática generada por la situación”69. James fue incluso más
abierto en este punto al escribir:
“Para mí, parece que cuando unidades políticas independientes entran en
contacto regular unas con otras, ciertos requisitos se presentan a sí mismas
casi como una cuestión de lógica necesidad: algunas reglas son necesarias para
la regulación de sus relaciones y también, por tanto, algunos acuerdos sobre
cómo dichas reglas deben ser establecidas o identificadas; deben existir algunos
medios de comunicación oficial, y con ellos, comprender que los agentes
oficiales deben ser personalmente respetados y privilegiados; y si la colectividad
de unidades se considera que forma una sociedad, esto conlleva el concepto de
membresía, y de ahí la necesidad de algunos criterios mediante los cuales esta
unidad política sea identificada como un miembro o no. Estos requisitos podrían
ser válidos cualquiera que sea el aspecto cultural o la localización geográfica
de las entidades políticas que establecen, o más tarde se unen, a una sociedad
internacional”70.
Esta línea de pensamiento es, en efecto, una aplicación a la esfera internacional del conocido
argumento de H. L. A. Hart71 sobre lo que él llama “el contenido mínimo del derecho natural”. La
misma fuente también inspiró The Anarchical Society de Bull, del año 1977.
El argumento de Hart es básicamente que, dadas las características de los seres humanos,
sus deseos de sobrevivir y prosperar, y la naturaleza del medioambiente en la que llevan a cabo
sus relaciones sociales, es racional, o pragmáticamente necesario, que las normas sociales que
67
BULL, H., y WATSON, A. (eds.), The Expansion of…, op. cit., pp. 430-435.
68
Ibídem, pp. 433-434.
69
MANNING, C. A. W., “The Legal Framework in a World of Change” en PORTER, B. (ed.), The Aberystwyth Papers: International Politics 19191969, Oxford University Press, Londres, 1972, p. 328.
70
JAMES, A. M., “The Emerging Global Society” en Third World Affairs, 1986b, p. 466.
71
HART, H. L. A., The Concept of Law, Clarendon Press, Oxford, 1961, pp. 189-195.
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gobiernan todas las sociedades tengan unos pocos principios básicos en común; y que esos son
los que han sido normalmente llamados como principios del “derecho natural”, como “no debes
matar, “no debes robar”, y “debes mantener tu promesa”. En resumen, las necesidades básicas
humanas son la razón detrás del surgimiento de sociedades reguladas por principios básicos
similares. Sin embargo, como se observa a menudo en relación con el funcionalismo en ciencias
sociales, lo que es racional, funcional y pragmático no necesariamente tiene siempre que ocurrir
y, cuando ocurre, necesitamos mostrar cómo se produjo el resultado. Esa fue la razón tras el
proyecto que terminó en la producción de The Expansión of International Society.
Esto me lleva a mi segunda pregunta. ¿Caracteriza la Escuela Inglesa el proceso histórico de
expansión de la sociedad internacional europea como una “historia de éxito”, de lo que piensan
en cualquier caso que es una forma de dirigir las relaciones internacionales?
La respuesta tiene que ser “sí”. Y algunos escritores han reaccionado a este aspecto de la
Escuela Inglesa con cierto desdén. Estoy pensando en el Catedrático Onuma72, quien es conocido
por su defensa de lo que él llama una aproximación intercivilizatoria del derecho internacional,
y también en un joven académico, Dr. Shogo Suzuki de la Universidad de Manchester. Estoy muy
impresionado por el trabajo de estos académicos. El libro de Suzuki, Civilización e Imperio73 da una
relación mucho más detallada que Gerrit Gong74 o yo75 hemos realizado en nuestros respectivos
capítulos incluidos en The Expansion of International Society. Además, en un artículo que escribí para
un Festschrift para Onuma, expreso mi aprecio a su trabajo como jurista, que muestra un camino
para trascender las limitaciones del trabajo de la Escuela Inglesa76.
En mi valoración, sin embargo, hay mucho en común entre la posición de la Escuela Inglesa
y las líneas tomadas por Onuma y Suzuki. Por algo, ninguno de estos dos académicos niega que
Occidente tuvo éxito en extender las instituciones de la sociedad internacional, concretamente,
por ejemplo, el derecho internacional y la diplomacia —o un sistema de embajadas residentes—.
Tampoco en mi opinión, se caracterizaría una sociedad de estados gobernados por un derecho
internacional y una diplomacia como una manera irracional de organizar la humanidad.
Sin embargo, lo que Onuma77 enfatiza es el innegable papel histórico que el derecho
internacional ha jugado en justificar las conquistas de los poderes coloniales occidentales. Quiere
que aquellos que escriben una historia de la sociedad internacional y su derecho tomen nota de
esto en sus narrativas78.
72
ONUMA, Y., “When was the Law of International Society Born? - An Inquiry of the History of International Law from an Intercivilizational
Perspective” en Journal of the History of International Law, nº 2, 2000, pp. 5-6.
73
SUZUKI, S., Civilization and Empire: China and Japan’s Encounter with European International Society, Routledge, Londres, 2009.
74
GONG, G.,“China’s Entry into International Society” en BULL, H., y WATSON,A. (eds.), The Expansion of International Society, Clarendon Press,
Oxford, 1984, pp. 171-183.
75
SUGANAMI, H., “Japan’s Entry into International Society” en BULL, H., y WATSON, A. (eds.) The Expansion of International Society, Clarendon
Press, Oxford, 1984, pp. 185-199.
76
SUGANAMI, H., “Onuma Yasuaki no ‘Bunsaiteki Shiten’ ni tsuite” en NAKAGAWA, J., y TERAYA, K. (eds.), Kokusaihougaku no Chihei: Rekishi,
Riron, Jisshou, Toshindo, Tokyo, 2008, pp. 5-21.
77
ONUMA, Y., “Eurocentrism in the History of International Law” en ONUMA, Y. (ed.), A Normative Approach to War: Peace, War, and Justice in
Hugo Grotius, Clarendon Press, Oxford, 1993, pp. 371-386.
78
ONUMA,Y., “When was the…, op. cit.
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La reacción de Suzuki79 a lo que él observa en la historia de la Escuela Inglesa es parecido.
Su argumento básico es que la historia de la expansión de la sociedad internacional es inadecuada
si niega los aspectos coercitivos y describe la expansión de las instituciones de la sociedad
internacional europea como que haya sido inevitable a causa de su racionalidad y necesidad de la
coexistencia y cooperación entre estados. Destaca que la sociedad de las naciones occidentales,
supuestamente civilizadas, actuó de una forma incivilizada hacia aquellos que estaban fuera de
su sociedad y que, en el caso especial de Japón, rápidamente aprendió a comportarse de forma
incivilizada hacia sus países vecinos menos civilizados de acuerdo con el estándar occidental.
Claramente, “la sociedad internacional” debe ser juzgada no solo por las ventajas que trajo para
sus miembros, sino también para lo que ha hecho para los que están fuera y ha negado a los que
no son miembro.
Esto no quiere decir, sin embargo, que la narrativa de la Escuela Inglesa deba ser
contrarrestada por una narrativa chino-céntrica o nipona-céntrica, por ejemplo. Si el relato histórico
de la expansión de la sociedad internacional dado por la Escuela Inglesa está estrechamente
ligado con su teoría internacional racionalista, entonces las contranarrativas a la Escuela Inglesa
deben ser buscadas en las tradiciones fuera del racionalismo, es decir, en la tradición realista y
revolucionarista, así como otras tradiciones de pensamiento político que encontramos más allá
de Occidente.
¿Cómo una explicación marxista de la historia mundial —y de la globalización del
capitalismo en particular— se relaciona con la narrativa de la Escuela Inglesa sobre la expansión
de la sociedad internacional liderada por sus grandes potencias? ¿Cómo la historia de la violencia
liberal inspirada en Foucault desafía a la narrativa de la Escuela Inglesa? ¿Cómo explican diversas
facetas del islam dónde estábamos hace siglos y cómo hemos llegado a donde hemos llegado, a
donde sea que estemos? ¿Hay una narrativa de la historia mundial, que comience en algún punto
anterior y terminando en el presente que refleje, digamos, una visión confuciana del mundo?
Un estudio comparativo de las narrativas históricas o lo que, tras Hayden White80, debería
llamar metahistoria mundial será un proyecto interesante al que dedicarse. Dicho estudio
reflejará la visión de la Escuela Inglesa de la historia y su relación con la teoría —a saber, que las
interpretaciones históricas y la teoría internacional, o teorías, están estrechamente ligadas81—.
Si, como Paul Veyne82 sugiere, la teoría para un historiador es un resumen del argumento que
configura su narrativa, entonces, claramente, la historia mundial y la teoría internacional son
inseparables.
6. El Despliegue de la Historia Mundial
Esto me lleva a mi sección final, en la que me gustaría añadir algunas pocas palabras sobre el libro
de Buzan y Little, International Systems in World History.
De la diversidad de opiniones expresadas por los autores de la Escuela Inglesa sobre la
79
SUZUKI, S., Civilization and Empire:..op. cit.
80
WHITE, H., Metahistory:The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1973.
81
LINKLATER, A., y SUGANAMI, H., The English School…, op. cit., p. 95.
82
VEYNE, P., Writing History: Essay on Epistemology, Manchester University Press, Manchester, 1984 [trad. M. Moore-Rinvolucri], pp. 118-119.
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relación entre el conocimiento histórico y el estudio y la práctica de las relaciones internacionales,
es principalmente la advertencia de no generalizar desde un pequeño número de casos, y la idea
de que el conocimiento histórico nos pueden ayudar a entender el presente y el futuro, lo que
formaron la razón central que se encuentra tras el estudio de Buzan y Little. Son críticos con
el discurso existente en Relaciones Internacionales, fundamentado casi exclusivamente en las
observaciones sobre el sistema de estados westfaliano y, más específicamente, del neorrealismo
de Kenneth Waltz83. Su determinación de romper con el encarcelamiento en nuestro propio
tiempo los llevó a escribir un libro incluso de proporciones más grande que el de Watson.
Un movimiento clave que realizaron, en su intento de transcender las limitaciones de las
relacione internacionales fundamentadas en Westfalia, es definir “los sistemas internacionales”
muy ampliamente. Así, los imperios están incluidos bajo la rúbrica como un sistema internacional
“jerárquico”. Lo que han llamado “sistemas preinternacionales” consisten en bandas, tribus,
clanes y, quizá, jefaturas. “Los sistemas económicos internacionales” típicamente involucran tribus,
imperios, ciudades-estado, clanes y primeras formas de empresas. Y “sistemas internacionales
completos” que abarcan intercambios político-militares, económicos y socioculturales, pueden
consistir en unidades similares como ciudades-estado o estados nacionales, o unidades diferentes
como imperios, ciudades-estado, y tribus bárbaras84.
La narrativa que construyen es acerca de cómo el tamaño geográfico de los sistemas
socioculturales, económicos, y político-militares, se expanden gradualmente causando la fusión
progresiva de lo que han sido distintos sistemas regionales, y resultando en la formación del
sistema global contemporáneo85. Buzan y Little86 señalan, sin embargo, que los sistemas económicos
han tendido a cubrir regiones geográficas más amplias que los sistemas político-militares —dado
que el comercio puede tener lugar entre socios lo suficientemente distantes uno de otro para
participar en la guerra, dadas las capacidades de interacción disponibles para ellos, especialmente
en los primeros tiempos—. Esto, dicen, apunta a la relativa autonomía de la economía sobre lo
político-militar, indicando la necesidad de entender las interacciones entre ellas para dar sentido
a las relaciones internacionales.
En cuanto al presente, los distintos componentes de la narrativa de Buzan y Little son
bastante familiares: 1) la aguda disparidad entre la zona de paz, que comprende a las poderosas
democracias industrializadas, y la zona de guerra, que contiene estados mucho más débiles y
premodernos, y la dominación de la segunda zona sobre la primera; 2) la obsolescencia de la
guerra como gran poder y un cambio de procesos político-militares a económicos como formas
dominantes de interacción en el sistema internacional; 3) una posible catástrofe medioambiental;
4) el surgimiento de estados postsoberanos más claramente en la Unión Europea; 5) el aumento
de una variedad de actores no estatales y no territoriales en el contexto de una creciente
estabilidad en las fronteras territoriales de los estados; 6) la falta de claridad en el número de
polos de poder existentes; 7) la supervivencia del sistema capitalista a través de una serie de
83
WALTZ, K. N., Theory of…, op. cit.
84
BUZAN, B., y LITTLE, R., International Systems in World History: Remaking the Study of International Relations, Oxford University Press, Oxford,
2000, pp. 6, 95, 101, 102.
85
Ibídem, pp. 109-111.
86
BUZAN, B., y LITTLE, R., International Systems in World History..., op. cit., pp. 380-382.
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crisis; 8) la complicación de las reglas internacionales, normas, e instituciones, especialmente en el
ámbito económico; y (9) posibles cambios cualitativos en las características económicas, sociales
y políticas del sistema internacional provocados por el continuo crecimiento del uso de Internet87.
Buzan y Little tratan estos componentes juiciosamente, y construyen una idea aproximada
que funciona bien como un relato sinóptico del sistema internacional posmoderno. Este es quizá
el primer intento sistemático de aquellos asociados al movimiento de la Escuela Inglesa de analizar
la forma de lo que Bull ha llamado un “sistema político global”88, que anteriormente vio surgir
además del marco tradicional de la sociedad de estados soberanos.
La mayor contribución del libro es, sin embargo, la narrativa de las relaciones humanas
intercomunitarias desde tan lejos como podamos ir, por el medio, hasta el momento en que
estamos ahora. El presente es entendido como el último episodio de lo que la historia mundial
ha revelado hasta el momento, y el conocimiento del pasado es presentado como una guía para
dar sentido al presente y considerando el futuro. Es en parte por esas razones que, para la
Escuela Inglesa más ampliamente, los estudios históricos de las relaciones internacionales, o
intercomunitarias, son medios importantes por los que entender las relaciones internacionales
contemporáneas.
El contenido de la narrativa histórica de la Escuela Inglesa, como he argumentado con
relación al volumen de Bull y Watson, refleja su inclinación racionalista. La sugerencia de Watson
para el orden internacional en la era de la post Guerra Fría que ofrece al final de su visión
panorámica sobre los sistemas de estados, también refleja su racionalismo. El libro de Buzan y
Little, sin embargo, no exhibe la misma tendencia.
Esto en parte tiene que ver con el hecho de que Buzan y Little siguen una postura pluralista
con lo que ellos consideran que defiende la Escuela Inglesa. Esto, dicen89, anima a los analistas a
ver el mundo como exponente de múltiples características, capturadas por la imagen realista del
sistema de estados, el modelo racionalista de la sociedad de estados, y la idea revolucionarista
de una sociedad mundial. Además, no es el propósito de Buzan y Little ofrecer una receta en
relación con las condiciones que necesitan darse para que el marco constitucional de la sociedad
de estados contribuya al orden y justicia en el mundo contemporáneo.
Estas, en mi opinión, son las principales razonas por las que no tengo una idea clara
de que estoy leyendo un libro “típico” de la Escuela Inglesa cuando leo las contribuciones de
Buzan y Little. El objetivo principal de su libro es ofrecer un conjunto de correctivos a la teoría
neorrealista de Relaciones Internacionales. Lo hacen cubriendo un periodo mucho más extenso
del que lo ha hecho el neorrealismo y señalando, entre otras cosas, un extraordinario rango de
posibilidades en la organización de las relaciones intercomunitarias.
Pero es la conciencia de la necesidad de evitar generalizar desde un pequeño número de
casos, o solo un periodo de la historia, lo que Buzan y Little principalmente tomaron de la Escuela
87
Ibídem, capítulo 16
88
BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit., pp. 20-22, 276-281.
89
BUZAN, B., y LITTLE, R., International Systems…, op. cit., pp. 43-47.
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Inglesa. El contenido substantivo de la historia de Buzan y Little es bastante diferente de las
narrativas racionalistas arquetípicas y las sugerencias normativas de la Escuela, o de lo que podría
denominarse más ampliamente “la teoría de la Escuela Inglesa”.
Observaciones finales
Racionalismo en el sentido en el que he estado utilizando el término, que se origina en el estudio
de Wight, sugiere que las comunidades políticamente soberanas, en las que la raza humana
está subdividida, pueden coexistir y cooperar sin alteraciones estructurales radicales a nivel
internacional. Sin embargo, para conseguir esas metas bajo las circunstancias que prevalecen en
el mundo contemporáneo, ciertas condiciones deben darse de acuerdo con los diagnósticos
presentados por los representantes destacados de la Escuela Inglesa, como Bull y Watson
concretamente.
He tomado nota de la sugerencia de Watson de que, en el mundo de la post Guerra
Fría, el concierto de grandes potencias liderada por Estados Unidos, debe participar del diálogo
diplomático con las potencias menores para tomar en cuenta sus demandas. La formulación de
Bull en The Anarchical Society es parecida. Argumenta que, si la finalidad del sistema de estados
soberanos es contribuir a los objetivos de la justicia social y económica y a un control eficiente
del medioambiente, además de los objetivos más básicos de la paz y la seguridad, el elemento de
la sociedad internacional debe ser preservado y fortalecido. Para este propósito, mantiene “un
sentido de intereses comunes entre las grandes potencias, suficiente para permitirles colaborar
en relación con los objetivos del orden mundial mínimo, sería esencial”90. Él, obviamente, estaba
escribiendo en el tiempo de la Guerra Fría.
Pero significativamente, añadió: “un consenso, fundado únicamente sobre las grandes
potencias, que no toma en consideración las demandas de aquellos países asiáticos, africanos y
latinoamericanos no se puede esperar que perdure”91. Es llamativo que no incluyera a los países
de Oriente Medio en esta lista. Pero continuó añadiendo que el futuro de la sociedad internacional
es probable que dependa de la preservación y extensión de “una cultura cosmopolita, abrazando
tanto ideas comunes como valores comunes, y enraizado en las sociedades en general como en
sus élites”92.
Explicó:
“Tenemos […] que reconocer que la naciente cultura cosmopolita de hoy, al
igual que la sociedad internacional que ayuda a sostener, favorece las culturas
dominantes de Occidente. Como la sociedad internacional mundial, la cultura
cosmopolita de la que depende puede necesitar absorber elementos no
occidentales en un grado mucho mayor para que sea auténticamente universal y
proporcione una base para una sociedad internacional universal”93.
En resumen, Bull estaba sugiriendo que, para su funcionamiento efectivo en el futuro,
90
BULL, H., The Anarchical Society…, op. cit., p. 315.
91
Ibídem, p. 315.
92
Ibíd., p. 317.
93
Ibíd., p. 317.
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el marco institucional de la sociedad internacional necesita ser respaldado por ideas y valores
compartidos por las gentes alrededor del mundo. Si esto es una sugerencia válida y significante
en primer lugar y, en segundo lugar, cómo dicho cambio debe realizarse, o ser provocado, son
preguntas interesantes que los estudiantes de historia mundial y relaciones internacionales pueden
desear investigar, tanto si son de la Escuela Inglesa Gemeinschaft, Gesellschaft o de algún otro lugar.
En mi opinión, sin embargo, aquellos de nosotros que estamos inspirados por el trabajo
pionero de Martin Wight sobre la teoría internacional, probablemente estemos interesados en
preguntar ciertas preguntas metahistóricas: ¿qué narrativas históricas mundiales están ahí?; ¿Cómo
se relacionan con las tradiciones del pensamiento internacional?; y ¿qué “realidades” políticas
mundiales ayudan a constituir y reproducir esas narrativas históricas? Esas, también en mi opinión,
deberían estar en la agenda de investigación de la Escuela Inglesa.
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