Giordano Bruno y las ideas que lo llevaron a la hoguera

Giordano Bruno y las ideas que lo llevaron a la hoguera

Persecuciones religiosas

En plena Contrarreforma se opuso a la Iglesia católica: defendió que el universo es infinito y que la Tierra no es su centro

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El proceso de Giordano Bruno a cargo de la Inquisición romana. Relieve de bronce de Ettore Ferrari (1845-1929).

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A los 15 años, Filippo Bruno, el hijo de un soldado del reino de Nápoles, se convirtió en Giordano. Aquel adolescente, de notable inteligencia y fuerte temperamento, cambió su nombre por el que había elegido para entrar en la congregación de dominicos. Fue un novicio que se ganó cierta fama por sus razonamientos contrarios a las doctrinas oficiales católicas, pero tras ordenarse sacerdote, en 1572, su espíritu crítico ya era tomado más en serio y solo podía llevarle hacia un camino: la hoguera.

Europa vivía el auge de la Contrarreforma y la Iglesia no toleraba la más mínima disidencia. En 1576, Giordano era acusado de hereje y abandonaba la orden para evitar el juicio. El destino le daba el primer aviso de lo peligrosa que podía llegar a ser su rebeldía en aquel momento. Tras visitar diversas ciudades, en 1579 llegó a Ginebra y se unió al calvinismo. Pero otra vez su carácter rebelde le llevó a criticar las ideas centrales de este movimiento protestante, lo que provocó un nuevo proceso en su contra y fue obligado a retractarse.

Bruno, ingenuamente, creía que sus ideas eran el complemento ideal para la religión cristiana

Bruno se veía abocado a reemprender su viaje. La vida errante ya no le abandonaría jamás. En 1581 llegó a París precedido por su reputación de persona culta y de fácil palabra. Había escrito un tratado acerca de la memoria que le otorgó fama de mago y que interesó al mismísimo rey Enrique III. Fue invitado a la corte, y para decepción de los supersticiosos demostró que su sorprendente capacidad memorística no se debía a la magia, sino al conocimiento organizado.

Incomprendido por todos

Abandonó París en 1583 para trasladarse a Inglaterra. En tan solo un año escribió dos de sus obras más importantes: La cena de las cenizas y Del universo infinito y los mundos. El escándalo se cernió sobre él nuevamente. En la primera pieza, aparte de atacar a los doctos de Oxford (los acusó de saber más de cerveza que de griego), defendía que la Tierra no era el centro del sistema solar, como Copérnico años atrás.

En la segunda, argumentaba que el universo es infinito, que está poblado por un sinfín de mundos donde viven seres vivos e inteligentes. Y no solo eso: añadía que la misión del hombre es adorar este infinito cuya alma es Dios, presente en todas las cosas. Bruno, ingenuamente, creía que sus ideas eran el complemento ideal para la religión cristiana y que iban a ser asimiladas tanto por católicos como por protestantes. Pensaba haber encontrado la panacea que conciliaría las religiones que estaban dividiendo Europa.

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Estatua de Giordano Bruno, por Ettore Ferrari, ubicada en el Campo de' Fiori de Roma.

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Sin embargo, para su desgracia, las creencias del momento apuntaban hacia otro lado. Los protestantes no admitían sus ideas. Los católicos lo consideraban directamente herético. Era inconcebible que la Tierra no fuera el centro del universo. Y era aún menos aceptable, tal como sostenía Bruno, que Dios formara parte del universo. Según la Iglesia de Roma, Dios estaba por encima de todas las cosas.

Traición

En el camino de Giordano se cruzó, en 1592, un noble veneciano, Giovanni Mocenigo, que sentía gran curiosidad por sus enseñanzas y le invitó a su residencia. Aquella amable propuesta se convirtió en una trampa mortal para el filósofo. Mocenigo se asustó por sus atrevidas doctrinas y le denunció por herejía ante la Inquisición de Venecia. Bruno fue trasladado a una cárcel romana e interrogado constantemente.

Pudo haber negado todo aquello en lo que creía y salvar su vida, pero no lo hizo: prefirió ser fiel a sus principios y esperar una sentencia favorable. Después de pasar ocho años encarcelado, el papa Clemente VIII le condenó a perecer en la hoguera el 17 de febrero de 1600. Antes de morir, sin embargo, tuvo tiempo de desafiar al tribunal inquisidor: “Tal vez dictáis contra mí una sentencia con mayor temor del que tengo yo al recibirla”.

Ciencia versus fe

Giordano Bruno forma parte de la lista negra de hombres de ciencia o filosofía que, a lo largo de la historia, han sido juzgados o sus escritos han sido prohibidos por criticar los dogmas de alguna confesión. Estos son algunos de los más significativos:

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Las teorías de Galileo tuvieron que enfrentarse a la incomprensión de sus contemporáneos.

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Galileo Galilei (1564-1642)

El matemático, físico y astrónomo italiano fue juzgado por la Inquisición romana en 1633, por lo que abjuró del sistema copernicano –la Tierra se mueve alrededor del Sol– que había defendido con tanta pasión. Fue condenado a vivir bajo vigilancia.

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Retrato de Miguel Servet.

Picasa / Dominio público

Miguel Servet (1511-53)

El español que descubrió la circulación pulmonar de la sangre fue perseguido por la Inquisición española por negar la Trinidad y la divinidad de Jesucristo. Esperaba encontrar un confortable exilio en Ginebra, pero allí fue apresado por Calvino y quemado en la hoguera.

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Portada de la polémica ‘Enciclopedie’ de la Ilustración

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La Enciclopedia

En 1759 engrosaba el índice papal de libros prohibidos la Enciclopedia de Voltaire, Diderot y Rousseau, entre otros. Estaba seguramente escrita para provocar a la Iglesia católica, pues en la entrada “Canibalismo” se leía: “Ver Eucaristía”.

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Charles Darwin en el año 1881.

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Charles Darwin (1809-82)

El origen de las especies (1859) puso en duda la creación divina del hombre. El estado de Tennessee mantuvo las leyes antievolucionistas hasta 1967. En 1999, el Comité de Educación de Kansas eliminó el darwinismo de la enseñanza, decisión que fue rápidamente revocada.

Este artículo se publicó en el número 429 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

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