Georges Méliès: El hechicero que inventó el cine espectáculo
El hombre que transformó al cine en arte.
En sus dos primeras décadas de vida el cine no tenía consideración de arte. Se trataba más bien de una atracción de feria, de un invento de última generación usado por los ilusionistas para embaucar al respetable. No había prácticamente ni salas de cine estables y las películas se proyectaban en carpas ambulantes o teatros de music hall. En ese contexto, Georges Méliès fue una suerte de Rey Midas.
Dibujante precoz y aficionado a los números de magia, este parisino nacido el 8 de diciembre de 1861 no lo tuvo fácil para desarrollar sus vocaciones. Sus padres le obligaron a trabajar en el taller de zapatería que tenía su familia hasta edad muy avanzada. Sin embargo, esta labor aparentemente anodina le sirvió para perfeccionar algunos ingenios de su invención que consiguieron revolucionar la industria del calzado y que después aplicaría al medio escénico, labor que comenzó a desarrollar tras hacerse con la propiedad de un pequeño teatro parisino liquidando el negocio que su padre le había dejado en herencia.
El 28 de diciembre de 1895, Méliès estaba entre quienes asistieron, en el Salón Indio del Grand Café del Boulevard des Capucines de París, a la primera proyección del cinematógrafo de los Lumière. El medio de expresión que abrió un horizonte de posibilidades en la agitada imaginación de Méliès.
¿Qué aportó Georges Méliès al cine?
Siguiendo el canon de representación naturalista de los Lumière, Georges Méliès rodó sus primeros cortometrajes evocando situaciones de la vida cotidiana. Pero fue su experiencia como empresario teatral la que le convenció de que el éxito de cualquier espectáculo estaba íntimamente ligado a su carácter insólito. De ahí que se afanase por mejorar el invento de los Lumiére, incorporando innovaciones técnicas que sedujesen al público de un modo más exacto que la simple llegada de un tren a la estación o la salida de los obreros de una fábrica.
Georges Méliès fue pionero en el uso del truco de sustitución de elementos mediante el parado de la cámara, y también en la exposición múltiple del negativo. Asimismo, inventó los fundidos a negro y desde negro y montó el primer estudio cinematográfico, Star Film Company. Junto a sus colaboradores se consagró al desarrollo de éstos y otros efectos de manipulación de imágenes y puesta en escena. Desarrollaron, por ejemplo, complejos sistemas mecánicos para ocultar zonas al sol durante la filmación.
Rodó más de 500 películas, siendo precursor del cine de terror y ciencia ficción con La mansión del diablo (1986) y Viaje a la luna (1902), respectivamente. La segunda de ellas, adaptación de las dos novelas que Julio Verne dedicó al tema de los viajes espaciales, ha adquirido con el paso de los años un indiscutible valor iconográfico. La imagen de la cara de la luna con el cohete clavado en uno de sus ojos permanece indisolublemente unida a la imaginería de los pioneros cinematográficos.
Una vida con altibajos
Tras una década adicional marcada por la plenitud para Méliès y sus colaboradores, el tiempo jugó en contra de esta generación de ilusionistas del audiovisual. La monopolización del mercado de distribución y exhibición a ambos lados del Atlántico y la industrialización de los procesos de producción les dejaron fuera de juego para 1913.
Tras la Primera Guerra Mundial, Méliès se vio obligado a vender sus escasas posesiones, juguetes y dulces. Abocado a la indigencia, su figura fue rescatada del olvido por una cinefilia en ciernes que a finales de los años 20 reivindicó el carácter pionero de su trabajo. El mismo grupo que abogó porque Francia le concediera la máxima condecoración que reserva a sus artistas: la Legión de Honor. Una pensión del Estado le aseguró cierto desahogo en sus últimos días vividos en la “Mutua del cine”. Nos referimos a una suerte de asilo para profesionales donde murió en 1938, a los 76 años.
Su influencia en la concepción del cine como espectáculo es tal que aún hoy directores tan cinéfilos como Francis Ford Coppola o Martin Scorsese no tienen empacho en homenajearle en películas como Drácula, de Bram Stoker (1992) o La invención de Hugo Cabret (2011), respectivamente.
5 películas fundamentales de Georges Méliès
Una partida de cartas (1896)
La primera película de la prolífica carrera de Georges Méliès y su productora Star Film.
La mansión del diablo (1896)
Considerada por muchos historiadores como la primera película de terror del cine, debido a su tono, personajes y temáticas.
Viaje a la luna (1902)
Inspirada en las obras de Julio Verne y H.G. Wells, ésta es sin duda unas las cintas más icónicas en la historia del séptimo arte. De igual forma, se le considera el primer filme de ciencia ficción.
El reino de las hadas (1903)
Una de las obras cumbre de Georges Méliès y Star Films, inmensamente popular en los primeros años del siglo XX.
El viaje a través de lo imposible (1904)
Una proeza en todos los sentidos. Tras el gran éxito de Viaje a la Luna, Méliès se basa aquí libremente en una pieza de teatro homónima de Julio Verne.
Una versión de este artículo se publicó por primera vez en Cine PREMIERE #209 de febrero de 2012.
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