Más sexo y negatividad: así ha cambiado el lenguaje de las canciones de éxito

Música

Más sexo y negatividad: así ha cambiado el lenguaje de las canciones de éxito

Un estudio llevado a cabo sobre las 30.000 canciones más exitosas de las últimas seis décadas en España confirma que el lenguaje es cada vez más negativo y explícito

El cantante de reguetón Bud Bunny, en su último videoclip
El cantante de reguetón Bud Bunny, en su último videoclipTwerking young woman over blackla razon

Lo que a cualquier oyente le parece una percepción general, es en realidad un hecho medible. Las letras de las canciones de mayor éxito han cambiado con el avance de las décadas a lo largo de la historia. Los artistas han ido empujando los límites estéticos con nuevos ritmos y sonidos, estilos provocadores que lleven la creatividad a nuevos universos y géneros a través de las últimas décadas. Así fueron surgiendo el rock & roll, el rap y los estilos urbanos, con sus respectivos lenguajes musicales pero, también, líricos. Con el paso de las décadas, las palabras más utilizadas en los éxitos musicales en España han ido cambiando hacia un lenguaje más explícito y con otras connotaciones que un estudio realizado sobre los 30.000 temas de más éxito desde los años 50 hasta 2010 ha puesto datos y conclusiones más concretas: las canciones hablan más de sexo y de dinero, más o menos los mismo de amor y de Dios, pero se han vuelto, con el paso de las décadas, más negativas.

La cadena trófica de la música popular funciona siempre como una reacción a la generación anterior. Nuevos estilos tratan de responder a los hegemónicos. Vamos, que los hijos odian la música de sus padres. Por supuesto que quedan quienes siguen honrando la tradición o a las figuras consolidadas y comparten gustos con sus progenitores, pero la innovación siempre se lleva a cabo por la vía de la provocación. Así se refería Frank Sinatra al rock & roll del «degenerado» Elvis Presley en una entrevista concedida a un periódico europeo que fue ampliamente recogida en su país: «El rock fomenta reacciones casi totalmente negativas y destructivas en los jóvenes. Huele a inmundicia y es pura impostura. Está cantado, tocado y escrito, en su mayor parte, por cretinos y, mediante sus reiteraciones casi idiotizantes y sus letras astutas y lascivas –de hecho, sucias– como he dicho antes, se las arregla para ser la música marcial de todos los delincuentes con patillas de la faz de la tierra», dijo en 1957. Un proceso similar se ha ido produciendo con el paso de cada década, con el surgimiento de los géneros y estas palabras de Sinatra a buen seguro que se las hemos escuchado o leído a alguien recientemente referidas al reguetón. Prueben a volver a leerla pensando en 2022 y sustituyendo un género por otro.

Los casos de "perra" e "hijo de puta"

«Sabemos que el lenguaje es diferente, pero ¿cuáles son esas palabras que no existían y ahora aparecen como una tendencia? En eso nos enfocamos», explica Juan Martínez Palacios, autor del estudio realizado por Gransliving. «Tomamos 30.000 canciones, 5.000 por década, entre las más exitosas de las que, por ejemplo, aparecen más reproducidas en Spotify. Tomamos la letra y la procesamos eliminando los conectores como ‘‘de’’, ‘‘que’’, y el resto de preposiciones. Y las analizamos de una en una para ver su tono y para unificar distintas formas de los mismos términos como ‘‘quiero’’ o ‘‘querer’’, por ejemplo».

Una de las principales conclusiones del estudio habla del tono general de la música de éxito en España. Mientras que en los años 50, en la dura y gris España de la dictadura, las canciones eran mayoritariamente positivas (un 69 por ciento), con el paso de las décadas y ante la mejora de las condiciones sociales y políticas, el tono del Top 40 se ha ido agriando hasta llegar, en la década pasada, a un 56 por ciento de positivas frente al 44 de temas predominantemente negativos. Paradójicamente o no, la música ha pasado de canalizar la alegría al resentimiento o las frustraciones, a dejar aflorar el lado oscuro de la sociedad o sus individuos siguiendo un paulatino pero constante desgaste de las emociones positivas a lo largo de los años 60 (65%), 70 (63), 80 (58), 90 (57) y 2000 (57) y 2010 (56%).

Un caso paradigmático de esa canalización de lo negativo aparece bien representado en el uso de palabras malsonantes e insultos, que, en la primera década de referencia apenas aparecían en el 11,8 por ciento de las canciones y durante las década de 2010 lo hacía en más de una de cada cuatro (26 por ciento). Muy destacable resulta la expresión “hijo de puta”, que, durante cuatro décadas no surge en ningún caso, para hacerlo en apenas el 1 por ciento en los 90, el 8 por ciento en la primera década del siglo y hasta en el 15 por ciento en la década pasada. Sólo la palabra «perrear» ha tenido una evolución semejante a lo largo de los tiempos, un hecho del que tiene la responsabilidad exclusiva el terremoto del reguetón (del cero al 12 por ciento de los casos). La palabra «perra» también ha pasado de estar inédita a un 8 por ciento de los casos.

Otro asunto destacable son los temas o las preocupaciones de los artistas. Ámbitos como el dinero, por ejemplo, que ha pasado en el marco temporal del estudio, del 7 por ciento a casi triplicarse (20). El otro de los grandes temas que ha evolucionado al alza es, como cualquiera puede percibir, el sexo, que en los 50 era explícito en apenas el 2 por ciento de los éxitos y a finales de 2010 se había multiplicado por cinco. Términos como «culo» han pasado del cero por ciento a nada menos que el 13, algo similar a «cama» (del cero al 8) e incluso «azotar» (del cero al seis). Curiosamente, Dios se mantiene (con un pequeño descenso en los 60 y 70) presente en el 7 por ciento tanto de los grandes éxitos de los años 50 como de la pasada década. «El lenguaje se ha endurecido –explica Martínez–. Es una consecuencia lógica, porque los artistas se dan cuenta de que tienen que transformarse para seguir siendo influyentes. Todo obedece a un cambio social e ideológico, por supuesto. Pero también comercial. Cada generación busca distinguirse». Aunque, en el fondo, no hayamos cambiado tanto como pensamos.