Su nombre no era demasiado conocido en Espa�a hasta que el pasado 8 de enero Netflix estren� 'Supongamos que Nueva York es una ciudad'. Y blam, de repente todo el mundo qued� deslumbrado por esta neoyorquina de 70 a�os y aspecto caracter�stico que a lo largo de siete entregas de media hora cada una reflexiona, en distintos contextos (entrevistada sobre un escenario, en un restaurante, en fragmentos de grabaciones antiguas, en distintos programas de televisi�n) sobre s� misma y sobre una Nueva York de la que es inseparable y con la que es terriblemente cr�tica.
Bastan 30 segundos del primer cap�tulo, qu� va, menos, para engancharse a su curso mental. Lebowitz aparece sobre el escenario de un teatro y una mujer del p�blico se dirige a ella diciendo "de la gente de la calle le molesta...". "S�", la corta Leibowitz. El p�blico rompe a re�r. Lo ha logrado con una sola s�laba. Fabulosa.
La vida es algo que sucede cuando no puedes dormir
Frances Ann Lebowitz, columnista, escritora, actriz ocasional (es la juez Janice Goldberg en 'Ley y orden') es uno de esos seres humanos bendecidos con una rapidez mental de v�rtigo. Con eso, y con una mirada aguda, un gran control de la iron�a y una lengua imparable e implacable. "S� que la gente a menudo se enfada (no..., eso es demasiado suave), se enfurece conmigo. Y el caso es que me sorprende, porque �qui�n soy yo? �Es que acaso tomo decisiones por ti? No estoy a cargo de nada. Entender�a que la gente se enfadase conmigo si yo anduviese diciendo: 'Deber�as hacer esto', si pudiera influir en que algo cambiase. Pero si pudiera cambiar las cosas no estar�a as� de enfadada. Mi rabia viene precisamente de que no tengo poder. Pero s� muchas opiniones".
La humildad nunca es sustituta de una personalidad interesante
Y tantas. Las que expresa en p�blico y en privado, en todos los saraos donde es peri�dicamente invitada desde los a�os 70, y a los que acude siempre vestida de la misma guisa, Levi's azules, botas vaqueras, camisa blanca y americana a medida (puntualmente con esmoquin), sin maquillar, con un cigarrillo entre los dedos o colgando de los labios, la oscura media melena con la raya en medio y suelta. As� fabrica su personaje. En 2007 'Vanity Fair' la incluy� en su lista de mujeres m�s estilosas del a�o.
Queda claro a lo largo de la serie que el director, Martin Scorsese, la adora (se parte cada vez que comparten escena y en cuanto Lebowitz abre la boca). No es el �nico. Un r�pido repaso a la hemeroteca nos descubre a la columnista en distintos momentos de su vida siendo abrazada, cuando no directamente estrujada, por personajes como Diane von Furstenberg, Robert Mapplethorpe, David Bowie e Iman, Paloma Picasso, Calvin Klein...
Para m�, el aire libre es lo que hay que atravesar para llegar desde tu apartamento hasta un taxi
En ese pante�n de ilustres contempor�neos la vemos tambi�n con Andy Warhol, esta vez sin abrazos, pero es que Warhol era un taca�o en sus muestras de afecto. En realidad, en eso y en todo lo dem�s. Eso s�: a Lebowitz le hizo el 'regalo' de su vida: la columna en la revista 'Interview' que la pondr�a en la �rbita de la �lite de la vanguardia neoyorquina. Ella ten�a entonces 21 a�os y unas ganas enormes de ser escritora e ir de farra. Y un piquito de oro que pronto la hizo popular en todas las fiestuquis neoyorquinas que merec�an de verdad la pena, desde las m�s locas de Studio 54 a las cenas ben�ficas de las mejores mansiones.
Por eso, porque a Lebowitz siempre le ha encantado rodearse del artisteo la han acusado tambi�n de snob. Ella se �defiende? "Hay cierto tipo de esnobismo que veo negativo", dice en la serie de Netflix, "pero ese no es mi tipo de esnobismo, por supuesto. El m�o no tiene nada que ver con: '�Qui�n es tu padre? �D�nde estudiaste? �D�nde te criaste?'. Sino con: '�Est�s de acuerdo conmigo sobre esto?'. De eso va".
Los genios hablan de ideas, la gente normal, de cosas y la gente peque�a habla de vino
Y as� ha sido desde su infancia, donde pronto se revel� como una nota pero que muy suelta. Nacida en Nueva Jersey, afirma que abandon� la fe jud�a a la tierna edad de siete a�os para hacerse atea. Fue una p�sima estudiante y la expulsaron de varios colegios, donde nunca consigui� (parece ser que tampoco lo intent�) adaptarse. Tampoco es que sus compa�eras de clase la entendieran muy bien, sobre todo cuando hac�a cosas como disfrazarse de Fidel Castro por Halloween.
A los 19 se emancip� y se fue a vivir a Nueva York, donde sobrevivi� trabajando como limpiadora, ch�fer, e incluso como autora de porno, cuenta Kelsey Osgood en su biograf�a, hasta que pudo por fin dedicarse a escribir. Al�rgica a la tecnolog�a, abiertamente lesbiana, dem�crata extracr�tica, acumula en su haber cinco libros de ensayos (algunos son compilaciones de art�culos) y lleva d�cadas sufriendo un bloqueo creativo que le impide sacar adelante su libro 'Exterior Signs of Wealth', lo que confirma la tesis que expone en uno de los cap�tulos del documental de Netflix: "Para crear, hay que sufrir. Si un artista se lo pasa bien trabajando..., entonces es un mal artista". Ella sufre m�s que nadie.
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