Boucher, François

Alumno primero de su padre y, posteriormente, de François Lemoine, Boucher trabajó también en el estudio del grabador Jean-François Cars y después para Jean de Jullienne, grabando una gran parte de las "Figuras de diferentes caracteres" de Antoine Watteau, lo que le familiarizó con el mundo de las "fiestas galantes" iniciado por el genial maestro de Valenciennes. Estudió en la Real Academia de Pintura y Escultura, de París, obteniendo el gran premio en 1724, por lo que pudo ir a Italia becado por la institución, en compañía de Carle van Loo en 1727. A su vuelta, en 1731, ingresó en la Academia en calidad de agregado y finalmente obtuvo el grado de académico, como pintor de historia, con el lienzo Reinaldo y Armida (Musée du Louvre, París). En 1735 recibió el primer encargo de la corte para el palacio de Versalles; a partir de entonces estuvo asociado a las principales tareas de decoración y de transformación de las residencias regias de Francia y de centros dependientes de la Corona (Versalles, Fontainebleau, Marly, Choisy, Biblioteca Real, etc.). Además fue el pintor favorito de la marquesa de Pompadour, amante de Luis XV, y trabajó para mansiones privadas. Análogamente llevó a cabo decorados para la ópera y ejecutó cartones de tapicería, llegando a ser nombrado inspector-jefe de la Manufactura de Gobelinos, a la muerte de Jean-Baptiste Oudry. No obstante las enormes tareas antedichas, no desdeñó ni la pintura de caballete ni el dibujo, de los que dejó una abundante producción de gran amplitud temática: escenas religiosas, retratos, pastorales, paisajes, anécdotas cotidianas con asuntos familiares, chinerías o mitología clásica. Cuando falleció Carie van Loo en 1765, Boucher fue nombrado Primer Pintor del Rey. Tomada en conjunto la ejecutoria de Boucher es inmensa pero desigual, decayendo algo al final de su vida, lo que dio lugar a que recibiera duras críticas, especialmente de Diderot, al tiempo que sus fórmulas iban pasando de moda. Su taller, las numerosas imitaciones y trasuntos que se hicieron de sus obras, así como criterios poco rigurosos a la hora de distinguir entre originales y copias, han llevado a que el de por sí extenso número de creaciones de su mano sea mucho mayor que el que fue en realidad, por lo que un futuro catálogo razonado prevé establecer la autenticidad de las obras genuinas y el rechazo de las espúreas (Luna, J. J.: De Tiziano a Goya. Grandes maestros del Museo del Prado, National Art Museum of China-Shanghai Museum, 2007, pp. 284-285).
Su imagen aparece reproducida en la estampa del Museo del Prado G002693.