Dos alcaldes que siguen después de más de 20 años, y otro que se va
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28-M

Dos alcaldes que siguen después de más de 20 años, y otro que se va

Manolo Romero repite como candidato a primer edil en el valle de Aranguren tras 28 años. Enrique Garralda dudó en seguir al cabo de 20 en el valle de Erro pero recibió el ánimo de vecinos y José Hernández Aristu pone fin a su periplo de primer edil iniciado en 1978 en el municipio navarro más pequeño, Castillonuevo

Ampliar De izq. a dcha.: José Hernández Aristu, Manolo Romero Pardo y Enrique Garralda
De izq. a dcha.: José Hernández Aristu, Manolo Romero Pardo y Enrique GarraldaJ. A. Goñi
Actualizado el 28/05/2023 a las 08:14
Incansables al desaliento de tanto bregar con experiencias agradables y otras que son difíciles de digerir, se han convertido en rostros conocidos y casi imprescindibles de la política municipal. Alcaldes, expertos de la gestión y la escucha con sus vecinos a pie de calle, dispuestos a continuar. Son veteranos que no han sentido el zarpazo del desánimo en un tiempo en que el compromiso en asuntos públicos está cuestionado, y pueblos, sobre todo pequeños, suspiran por encontrar al aspirante que se atreva a dar un paso adelante en la representación del conjunto.
Con 62 años de edad, Manolo Romero Pardo concurre de nuevo por la Candidatura Popular del Valle de Aranguren, en la confianza de estirar su ya dilatada trayectoria al frente del Ayuntamiento. En 1995 accedió a su presidencia después de cinco años de concejal con José Antonio Villamayor de alcalde. Atrás quedan cinco años de concejal y un escalón anterior como alcalde del concejo de Mutilva Baja, desaparecido por la reforma admonistrativa que desembocó en la estructura del hoy Ayuntamiento del valle de Aranguren.
Si se presenta de nuevo -asegura- es porque siente “mucho apoyo de la ciudadanía del valle” y por la intución de haber correspondido a esa confianza con “la creación y puesta en marcha de servicios”, acordes a las necesidades. La clave de la renovación de sus intenciones se encuentra en el equilibrio de los extremos de una balanza: demanda vecinal y oferta institucional. “Entiendo -afirma- que en aquellos pueblos donde no hay medios y donde la persona que da el paso se expone a recibir críticas, además críticas destructivas, acabe desanimada”.
No es su caso, afirma. “Me gusta muchísimo la gestión pública”, pero centrada en el ámbito local. “Nunca he tenido tentaciones de pasar a la política profesional. Tengo un compromiso con un modelo de política de este valle, adquirido en los años 90. Y lo tengo para seguir adelante”.
Casado y con dos hijos, compagina su rol público con la actividad profesional que desarrolla como autónomo de la construcción.
¿SERÁ LA ÚLTIMA?
Si la legislatura que se avecina será o no la última, es una incógnita, supeditada a la edad. “Ahora mismo no puedo decir si tendré o no intenciones de seguir. No lo tengo claro. No son iguales cuatro años de alcalde con una edad u otra. Lo que sí tengo claro es que a la mínima duda o pereza que tenga, no estaré en el Ayuntamiento”.
Enrique Garralda Erro aspira igualmente a la sexta reválida como alcalde en el valle de su segundo apellido con la Agrupación Independiente. Son también 24 los ligados a la administración local, cuatro de ellos de teniente de alcalde y el resto de primer edil.
Ganadero de 50 años, con un centenar de nodrizas en su explotación, no le da las 24 horas del día para atender las obligaciones laborales y las derivadas de su compromiso público. “Son muchos los días de tener que comer fuera o en la explotación”. En su calendario no hay días encadenados en rojo para el descanso. “No me he ido de vacaciones. Ese es el sacrificio”.
Y en esa agenda, son pocos los días de tregua en la atención pública, ya sea con llamadas de vecinos o atenciones ante administraciones superiores. La composición del valle -con catorce núcleos urbanos repartidos en una extensión de 145 kilómetros cuadrados, como apunta-, redobla el esfuerzo de los regidores.
El peso de los años como alcalde le hizo vacilar en la renovación de su candidatura. “La gente me ha dado ánimos y se ha visto contenta con lo que se ha hecho. Si llevo 24 años es por algo, creo yo. Si lo hubiese hecho mal no habría estado tanto tiempo”. Sentido común.

Se va el alcalde querido

Castillonuevo, con 15 habitantes censados, es un “pueblo pequeño pero da tanto quehacer como uno grande”. Un alcalde tiene “que hacer de todo”. Lo dice quien lo ha sido en el municipio más pequeño de Navarra desde la instauración de la democracia. No ha habido otro que José Hernández Aristu, hoy de 82 años de edad.
Se retira con la satisfacción del deber cumplido y la convicción de que quienes le sucederán lo harán bien: “Se ha presentado gente joven y buena”. Y tal virtud es el mejor aval para que las cossas sigan igual de bien.
La edad no perdona. “Me han operado de cadera y soy muy mayor”, expone como razón de la decisión de hacerse a un lado y ceder el paso a sus sucesores.
“He hecho lo que he podido”, expone José Hernández con un poso de humildad. “Unas veces he acertado y otras no, pero ahí he estado”, resume su gestión. “Señal de que ha ido bien -añade- es que siempre me ha votado el 100% de los vecinos”.
Según confiesa, en alguna que otra ocasión de su itinerario de legislaturas encadenadas ha “dado la oportunidad para que otros sean elegidos como alcalde, pero la gente se ve que me quería porque volvía a presentarme y me votaban”.
Agricultor antes de alcanzar el merecido descanso de la jubilación y soltero, encuentra sus propias raíces en la tierra que tanto cultivó y ayudó a prosperar como gestor municipal. Como declaró a la agencia Efe en una entrevista reciente: “Nací aquí, morir no se sabe dónde, pero, si puedo, aquí también”.
PLENOS ABIERTOS
Como tantos otros, su pueblo sufre la amenaza de la tan indeseada despoblación: “Antes se vivía de ganadería y montes,pero eso ha desaparecido. La gente joven se va a estudiar a Pamplona y se coloca allá y, los fines de semana, a los pueblos. Esa es la vida aquí y en toda la zona. Eso no ha cambiado porque no ponen industria cerca ni nada y eso ha hecho que el personal se vaya”, lamenta.
La tozuda realidad no oculta su esperanza de que la tendencia revierta con el deseo expresado por jóvenes de regresar a vivir al pueblo.
La convivencia hace posible que en Castillonuevo se puedan celebrar plenos abiertos, a modo y semejanza del modelo de concejo abierto. Todo empadronado puede participar con voto y pero, eso sí, con dos años al menos censado.
“La política aquí, si he de ser sincero, sobra”, dice. Lo que importa es hacer “gestión de pueblo y hacerlo lo mejor que puedas y punto”. Palabra del señor alcalde.
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