En la mente de muchos como mujer de gran belleza, de elegancia sin límites y la más fotografiada de Europa, la vida de Isabel de Baviera –popularmente conocida como Sissi– ha vuelto a ser contada de la mano de Netflix en su nueva producción de época, La emperatriz.
Tras el hito que han supuesto para la compañía producciones como The Bridgerton, inspirada en la Inglaterra del periodo Regencia, o The Crown –basada en el reinado de Isabel II–, la plataforma de streaming ha apostado por seguir la misma fórmula: historias de amor se dan la mano con embustes y trajes de época. Isabel de Baviera es aquí la protagonista. A la temprana edad de 15 años, acompañó a su madre y a su hermana para anunciar el compromiso de esta última con el emperador de Austria-Hungría, Francisco José quien, nada más verla, cayó rendido a la belleza de la joven Sissi y de inmediato, pidió su mano. Poco después, pese a la resistencia de la joven, el enlace se celebró y, el traslado de Sissi a las Cortes supuso el principio de su personal infierno. Lo cierto es que era una mujer muy adelantada para su época, pero sufridora de infinidad de trastornos alimenticios que la llevaron a obsesionarse con su imagen, con la juventud y con entrar en los vestidos. Todo ello, además, provocado por la rigidez de las convenciones sociales y lo establecido en una época en la que las mujeres eran poco más que un mero objeto decorativo.
La tragedia de Sissi llegó a su punto culminante al perder a sus dos hijos: su primera hija, Sofía, con tan solo 2 años, y su hijo varón, Rodolfo, quien no se sabe si falleció por asesinato o por suicidio, a los 30. Isabel también perdió a su hermana en un incendio, en París. Una vez logró salir de las Cortes, tuvo que lidiar con problemas de salud mental y una grave anorexia.
Todo este cóctel de desamor, drama, llanto y traición es lo que se encuentra en La emperatriz, dirigida por Katherina Eyseen, que estará disponible en Netflix a partir del jueves 29 de septiembre. La serie está protagonizada por Devrim Lingnau, quien encarna a la emperatriz, y Philip Froissant, en el papel de Francisco José. Aunque en el caso de Sissi mucha veces la realidad supera a la ficción, los capítulos trazan un retrato certero de su atormentada vida. Lo que sí que está claro desde antes de empezar a verla es que la ambientación de La emperatriz ha dado en el clavo a la hora de recrear la Viena imperial de mediados del siglo XIX, tanto en las puestas en escena como en los espectaculares vestuarios que, pese a que algunos no definen por completo la estética de la época, son de lo más llamativos.
Lo que espera Netflix de este estreno no lo sabemos pero, lo que sí tenemos claro es que, siguiendo la narrativa de The Crown, logrará que tengamos, al menos, un sustituto para amenizar la espera de la quinta temporada del relato biográfico de Isabel II, introduciéndonos en las intrigas de su familia. Además, en apenas unas semanas otra película, La emperatriz rebelde, llegará a los cines para seguir ahondando en esta figura. Comienza la sissimanía.
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