Como cada año en el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata, se harán homenajes, exposiciones, marchas y es probable que salgan nuevas publicaciones sobre su persona y el movimiento que dirigió. En esta ocasión, valdría la pena traer a la memoria el relato de Sabino Domínguez Aguirre, bajo el título: Cómo murió el General Emiliano Zapata, caudillo del agrarismo. Verídico relato del general Sabino Domínguez Aguirre, uno de los tres supervivientes. La virtud del texto, radica en dos aspectos: el primero, que proviene directamente de una persona que convivió con el caudillo; y el segundo, que nos ilustra cómo fueron los últimos días del líder agrario.

El general Sabino Domínguez Aguirre, fue originario de Huitzuco, Guerrero. Militó en las filas zapatistas alrededor de ocho años. Durante los últimos días de marzo y la primera decena de abril de 1919, estuvo con su fuerza formando parte de la gente que acompañó al general Zapata, por lo que se dio cuenta de la abominable traición de Guajardo, con la consecuente muerte del caudillo.  Aquí algunos de los pasajes que ilustran este terrible acontecimiento.    

“Siendo, no recuerdo exactamente, si los últimos días del mes de marzo o los primeros de abril de 1919 y encontrándome en mi campamento de la Barranca de los Leones, que queda en la falda del Cerro Frío, en el estado de Morelos; una tarde, como a eso de las 4 o 4:30, me informaron que el general Zapata acababa de llegar de los Volcanes… Tan pronto como tuve esta noticia, salí con los pocos soldados que me acompañaban hacia dicho lugar, en donde encontré al caudillo.”

[Dos días después]…“Tan pronto como supieron todos los jefes que el general Zapata se encontraba por esos rumbos, se le empezaron a incorporar… Nos reunimos en total como 300 o 400 hombres, pero todos escasos de parque pues la dotación por plaza era de 10 a 12 cartuchos y los jefes un poco más.

“…comenzaron a llegar los mensajeros de Guajardo y el general Zapata ordenó al coronel Palacios y al capitán Salgado que marcharan a Chinameca a conferencias con Guajardo… dispuso que toda la gente nos tendiéramos en el filo que está al frente de la Hacienda de Chinameca, hasta el pie del Cerro Prieto. Allí permanecimos varios días, no recuerdo cuántos…

“Como a las 4:30 de la tarde [del día 9] le avisaron al general que ya Guajardo venía en camino, por lo que él y toda la gente que lo acompañábamos salimos a recibirlo… Traía Guajardo como 600 o 700 hombres, todos de caballería, vestidos como zapatistas, tocados con sombreros de tres telas y muy bien parqueados, pues traía cada soldado tres o cuatro carrilleras de parque… Traían además muchas mulas cargadas con parque y unas ametralladoras.”

“Como a las 9 de la noche se fingió enfermo Guajardo diciendo que le dolía el estómago. Nuestro jefe ordenó que le cocieran una yerba y mandó que se la llevaran o personalmente se la llevó, pero al verlo Guajardo, le dijo que ya se había “compuesto”... Y le preguntó al general si no creía conveniente que se fuera a Chinameca para que hiciera la entrega de todos los pertrechos al día siguiente. —Muy bien allá me espera le contestó Zapata”.

[El día 10 de abril] …Como a eso de las 12 del día entramos al casco de la Hacienda por la puerta que da al camino de Tepalcingo… Allí inmediatamente se presentó Guajardo con el general Zapata. Sería un poco antes de la una de la tarde, cuando, de improviso, se presentó un oficial de Guajardo en donde estaban éste y Zapata y le dijo al primero: mi coronel Guajardo, viene gente. Guajardo dijo al general Zapata: si usted cree conveniente, mi general, yo aquí me hago fuerte y usted me sostiene afuera con su gente. Accedió el general”.

“Y nosotros, todos, nos fuimos al filo… De repente, oímos unas descargas en la hacienda. Nosotros estamos a larga distancia. E inmediatamente las tropas de Guajardo, posesionadas de la finca y con las ametralladoras emplazadas en las azoteas, desataron un fuerte tiroteo contra nosotros y nos empezaron a combatir… Esto es lo que yo presencié y me consta.”

“Algún tiempo después me refirieron los vecinos de Chinameca… [que] Guajardo mandó decirle con uno de sus oficiales que esa gente que le había dicho que venía eran compañeros…El general Zapata confiando ya en el traidor, que tantas demostraciones de adhesión le había dado, accedió a ir a la Hacienda, acompañado por unos cuantos hombres… Se dirigió al portón en donde había guardias dobles y ya casi al llegar tocó el clarín, como para hacerle honores y al presentar armas las guardias, le hicieron fuego, cayendo acribillado en unión de su asistente y no pudieron precisar quienes más.”

A poco más de 100 años de su muerte, el Jefe Suriano, Emiliano Zapata Salazar -“Milano” como lo llamaban cariñosamente sus tropas- sigue siendo referencia inequívoca de la Revolución Mexicana y símbolo de resistencia, lucha y libertad.

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