Cualquier predicción que se precie sobre los Oscar tiene que hacerse después de celebrarse los SAG Awards y los BAFTA, que son el mejor indicador para determinar quién es el candidato con más posibilidades de llevarse la estatuilla en la categoría de Mejor Actor. Así que ahí vamos: Austin Butler le va a robar la estatuilla a Brendan Fraser, ambos nominados a Mejor Actor. Y, por proximidad en la parrilla de salida, también a Colin Farrell. Porque está claro que el premio va a estar entre estos tres actores. Sé que no es una posición popular, pero ahí está la gracia. Como el 17 de enero se cerraron las votaciones y el ganador ya está dentro de un sobre es ahora cuando más gracia tiene mojarse. De las 27 nominaciones que hasta el momento ha conseguido Austin Butler en la categoría de Mejor Actor por su papel de Elvis en la película homónima de Baz Luhrmann, las únicas de peso que ha conseguido, más allá del People's Choice Awards y el Premio AACTA, han sido el Globo de Oro y el BAFTA, que literalmente le ha quitado de las manos no a Brendan Fraser, sino a Colin Farrell. Cualquier chupatintas en este negociado que se precie, sabe de sobra que los SAG Awards suelen sentenciar el premio al Mejor Actor. Si tenemos en cuenta los resultados de los últimos 27 años, Brendan Fraser tiene un 73% de probabilidades de llevarse la estatuilla, lo que son muchas probabilidades, pero que también dejan un 27% a Austin Butler. Nosotros tenemos una teoría, así que aquí nos tienes. Este año Butler no tiene ningún contendiente en la categoría de biopic. Este año no hay otros actores dando vida en la pantalla a personas reales, por mucho que el personaje de Brendan Fraser en The Whale tenga una inspiración real. Cuando Rami Malek consiguió el Oscar a Mejor Actor por su interpretación en Bohemian Rhapsody, su Freddy Mercury competía con otros tres biopic: Willem Dafoe, en Van Gogh, a las puertas de la eternidad, Christian Bale, como Dick Cheney en Vice y Viggo Mortensen como Frank Vallelonga, en The Green Book, teniendo en cuenta que a Mahershala Ali le habían, ejem, metido en la categoría de Mejor Actor de Reparto. En esta ocasión, no hay más vidas reales: Austin Butler y su Elvis no tienen competencia en ese terreno concreto. Y encima el icono, esta vez, es estadounidense (lo que no quiere decir nada porque hay una larga lista de biopics premiados con figuras de la noble Albión). A su favor juegan las estadísticas, simple y llanamente.

En la última década, cuatro de los premios Oscar al Mejor Actor fueron a parar a los protagonistas de biopics: Daniel Day-Lewis, que dio vida a Abraham Lincoln en Lincoln; Eddie Redmayne, por su Stephen Hawking en la La teoría del todo; Gary Oldman, por su Winston Churchill La hora más oscura; Rami Malek por Bohemian Rhapsody y Matthew McConaughey por Dallas Buyers Club. Si estiramos la década tenemos también a Colin Firth por su Jorge VI en El discurso del rey, esta última con muchas licencias históricas (como le ocurre a Elvis), pero biopic al fin y al cabo. Lo menciono porque Firth se medía con Javier Bardem (Biutiful), Jeff Bridges (Valor de ley), Jesse Eisenberg (La red social) y James Franco (127 horas), que como protagonista de un biopic quizá se lo merecía más... pero era menos icónico.

austin butler caracterizado como elvis
Hugh Stewart

En 2013, Daniel Day-Lewis tenía delante al Joaquin Phoenix de The Master (a Philip Seymour Hoffman le metieron en la categoría de Mejor Actor de Reparto y encima perdió contra Christoph Waltz y su Dr. King Schultz en Django Unchained, venga aceptamos pulpo como animal de compañía), a Hugh Jackman por su Jean Valjean en Los Miserables y a Denzel Washington por El vuelo, que no era contendiente por este papel. Phoenix perfectamente podría haber dado la sorpresa. Y, sí, estaba también Bradley Cooper nominado por El lado luminoso de la vida.

En 2014, Matthew McConaughey tuvo que vérselas con Chiwetel Ejiofor en 12 años de esclavitud, autobiografía de Solomo Horthup, y Leonardo DiCaprio, por El lobo de Wall Street, además de con Christian Bale (La gran estafa americana) y Bruce Dern (Nebraska). DiCaprio y Ejiofor eran claros candidatos. La elección estaba entre tres biopics. Era fácil.

En 2015, Eddie Redmayne lo tenía complicado. Había otro biopic: nada menos que Benedict Cumberbatch como Alan Turing en The imitation game. Y estaba el grandioso Michael Keaton en Birdman, que era el favorito. Y, sí, otra vez estaba nominado Bradley Cooper por American Sniper (esta vez sí que merecía la candidatura).

De todos ellos, Gary Oldman es quizá el caso más claro del efecto biopic. Mucha atención. Oldman tenía delante a Timothée Chalamet por Call me by your name, a Daniel Day-Lewis por El hilo invisible, a Daniel Kaluuya por Get Out y Denzel Washtingon por Roman J. Israel, Esq. Cualquiera podría haber ganado, sin quitarle, por supuesto, mérito a Oldman. Todos tenían argumentos a favor y todas las interpretaciones habían contado con el apoyo de la crítica, aunque no todas tuvieran el mismo comportamiento en taquilla. Fíjate que Churchill tiene un 49% en Rotten Tomatoes de la crítica y un 54% de la audiencia. Elvis tiene ahora un 77% de la crítica y un 94% de la audiencia.